Spencer Harrison
y Elizabeth Rouse en INSEAD Knowledge del pasado 22 de marzo plantean que la
mayor parte de las investigaciones sobre cómo gestionar equipos creativos
avalan la idea de que el líder del equipo se debe centrar en apoyar la
creatividad individual de sus miembros.
Por tanto, no
resulta sorprendente que los líderes no se consideren una fuente de
creatividad, pero en ocasiones es el líder el que tiene la idea creativa y
necesita la ayuda de los miembros del equipo para ejecutarla.
La investigación
realizada por los autores con coreógrafos de danza moderna sugiere que los
líderes juegan un importante papel a la hora de contribuir con ideas y que un
equipo gestionado por un líder de proyecto más fuerte y con un enfoque más
centralizado, que dirige el proceso y tiene sus propias ideas claras puede
producir resultados más creativos.
Este hallazgo se basa en el estudio de los
diferentes tipos de tácticas de liderazgo empleadas por los coreógrafos de seis
compañías de danza. Los grupos de coreógrafos y bailarines no habían trabajado
juntos antes y se habían unido para crear una nueva pieza de coreografía que
podía ser representada en un acto futuro.
Al tiempo que la
observación de los bailarines mientras ensayaban los autores incorporaron el
feedback tanto de los coreógrafos como de los bailarines sobre sus experiencias
durante el proceso y su opinión sobre el resultado final. También recogieron
las opiniones de un equipo de jueces, formado por bailarines y coreógrafos
profesionales, que revisaron las actuaciones desde una perspectiva creativa.
Harrison y Rouse
pensaban previamente que los grupos cuyos coreógrafos fomentasen la
improvisación de los bailarines y la
contribución libre de ideas obtendrían los resultados más creativos.
Los resultados
finales presentaron, sin embargo, un resultado distinto. Los equipos en los que
sus coreógrafos daban a sus bailarines más libertad para crear y sugerir sus
ideas eran los menos productivos, en términos, de respetar sus fechas límites,
sino que también sus actuaciones no eran muy creativas. Eran los grupos en los
que los coreógrafos tenían una visión muy clara de lo que querían que hiciesen
los bailarines y que dejaban poco margen para que éstos contribuyesen con sus
propias ideas los que eran más productivos y sorprendentemente los más
creativos.
Los bailarines
con líderes que fomentaban la co-creación describían a estos como divertidos y
gratificantes ya que les permitían contribuir al proceso creativo y tanto ellos
como sus coreógrafos pensaban que su trabajo final era altamente creativo. Pero
los jueces estaban en desacuerdo ya que intervenían dos factores:
a).- El foco de
estos grupos pasaba de estar en el resultado final al disfrute del proceso creativo
en sí mismo. Estaban tan ocupados creando que olvidaron qué es lo que estaban
creando. Esta pérdida de foco podía explicar el retraso en los plazos de
finalización fijados para el proyecto.
b).- La
duplicidad de roles creativos entre los coreógrafos y sus bailarines
dificultaba el que los primeros pudiesen distanciarse del proceso y no eran
capaces de evaluar de forma individual a los bailarines, ni de refinar o
dirigir la actuación final.
En los grupos
más centralizados existía una más clara distinción entre el rol del coreógrafo
como líder creativo y los bailarines cuyo trabajo consistía en dar vida a las
ideas del coreógrafo. La diferenciación clara en los roles hacia más fácil a
los coreógrafos realizar la labor de separarse del proceso y contemplar el
espectáculo como un miembro de la audiencia, lo que les permitía analizar las
actuaciones de cada bailarín e introducir las correcciones que fuesen oportunas.
Los bailarines
podían, así, concentrarse en ser bailarines, ayudando a elaborar más ideas al
seguir las instrucciones del coreógrafo hasta mostrar sus mejores capacidades.
Su contribución creativa se realizaba a través de la calidad de su danza y. al
final, se sentían muy satisfechos con sus logros.
Los grupos que
optaban por una estrategia mixta tampoco tenían buenos resultados.
Los resultados
de la investigación muestran que algunos de los principios del enfoque más
centralizado pueden ser relevantes para líderes de otros equipos de proyectos
que deban desarrollar creativamente nuevos productos. Por ejemplo en el caso de
un líder con una fuerte visión creativa, ya que éste en lugar de diluir su
visión con el potencial creativo de su equipo, puede canalizar ese potencial
para refinar y mejorar su idea.
Los líderes de proyectos deben ser capaces, también, de distanciarse del
proceso creativo y revisarlo con una mirada crítica. Al analizar las acciones
de su equipo pueden refinar esas acciones y crear un producto que sea lo mejor
que puede ser. Los mejores resultados creativos surgen de instilar un cierto
nivel de disciplina en el proyecto y. aunque esto implique que puede ser menos
divertido trabajar en él el equipo conseguirá tener una mayor sensación de
orgullo al haber contribuido a crear un producto muy valorado.
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