Asher Lawson en
INSEAD Knowledge del pasado 19 de enero plantea que cuando nos enfrentamos a
tareas complejas muchas personas se apresuran a resolver los problemas. Esto
puede resultar especialmente tentador cuando tenemos por delante una gran carga
de trabajo con plazos límite, ya que parece que ponernos rápidamente en acción
ofrece ventajas en términos de resultados y rapidez.
Pero, esta táctica puede
significar que nos sumergimos en la toma de decisiones sin dedicar el tiempo
apropiado para entender adecuadamente la tarea a la que nos enfrentamos. Como
resultado, los individuos pueden confundir el problema y no enfocarlo de la
forma correcta, llegando a una solución menos óptima o incorrecta.
Lawson , junto a
Richard P. Larrick y Jack B. Soll, muestran este efecto en un estudio sobre “matemáticas
superficiales”, cuando la presencia de números en un problema tienta a las
personas a realizar operaciones matemáticas aunque la respuesta correcta no lo
requiera.
Cuando una tarea como
una operación matemática es difícil las personas sentimos la necesidad de hacer
algo. Puede que esto no ayude para realizar bien la tarea o a encontrar una
solución, pero nos sentimos bien si estamos haciendo algo. Los investigadores,
pues, plantearon la hipótesis de que las matemáticas sencillas tientan a las
personas a efectuar las operaciones y les distraen la atención, dificultando el
que puedan encontrar el enfoque apropiado para solucionar el problema.
En una serie de
experimentos pidieron a los participantes que resolviesen problemas que
incluyesen números, pero que no requerían la realización de operaciones matemáticas.
Por ejemplo una de las afirmaciones era “Joe fue a un supermercado y compró un
paquete de patatas. Una botella de agua costaba un euro, la botella de agua
0,75 euros y un paquete de chicles un euro cincuenta. ¿Cuánto se ha gastado en
total?” Aunque Joe solo ha comprado un paquete de patatas muchos participantes
sumaban todas las cantidades.
Sorprendentemente en el
estudio encontraron que si las operaciones matemáticas eran más complicadas
resultaban más atractivas para los participantes y éstos dedicaban más tiempo a
cumplimentarlas aunque fuesen irrelevantes para el resultado final. Estudios posteriores
de seguimiento han mostrado que los participantes que llegan a las respuestas
correctas generalmente no han realizado ninguna operación matemática.
Los investigadores, a
la vista de los resultados, sugieren que la presencia de operaciones matemáticas
complicadas hace que las personas actúen con rapidez porque entran en pánico al
enfrentarse a un problema complejo y quieren asegurarse de que tienen suficiente
tiempo para resolverlo, por lo que dedican menos tiempo a formular el problema
y se precipitan a resolver operaciones numéricas que creen que son necesarias. También
influye la posibilidad de impresionar a los demás al realizar complicados
cálculos numéricos. Pero, todo es una ilusión, de progreso si no se ha
formulado correctamente el problema.
Si trasladamos estos
hallazgos al contexto de la teoría del proceso dual donde las personas oscilan
entre el pensamiento deliberativo y el intuitivo, facilita una perspectiva
interesante donde los individuos no están necesariamente pensando demasiado
rápido, lo que hacen es ir más despacio en los momentos inadecuados.
La presencia de una
solución familiar, en el caso del estudio: realizar una operación matemática,
puede impedir la consideración de otros enfoques y bloquear el descubrimiento
de mejores alternativas.
Estos descubrimientos
sugieren:
a).- Los directivos y
responsables de toma de decisiones deben centrar sus esfuerzos en mejorar la
toma de decisiones, por ejemplo adoptando marcos como el “pensamiento centrado
en el valor” de Ralph Keeny que ofrece una guía para crear mejores alternativas
ante los problemas de toma de decisiones, utilizando el tiempo empleado en
deliberar de forma productiva.
b).- Correr para hacer
algo puede resultar perjudicial, pero las personas tenemos la tendencia a
apresurarnos a comenzar a realizar una tarea, especialmente si esta es
complicada, lo que implicaría que deberíamos dedicar más tiempo a entenderla y
no al revés. Los responsables de tomar decisiones en entornos con ritmos
rápidos se enfrentan a intensas presiones de tiempo, pero si toman el enfoque
incorrecto, el resultado podrá ser tangible, pero no valioso.
Para evitar los plazos
límites, que promueven la necesidad de correr, las organizaciones podrían
implementar alternativas que impidan que las personas actúen de forma
prematura, dirigiéndoles hacia una mayor dedicación a la fase inicial de
formulación del problema o situación.
c).- Las organizaciones
deben incentivar el que las personas dediquen el tiempo necesario para formular
el problema, aunque parezca que es un tiempo en el que no se hace nada al ser
un periodo de reflexión y no de acción.
Los hallazgos de las
investigaciones también pueden aplicarse a la forma en que nos enfrentamos a los
entornos inciertos. Cuando nos encontramos con algo nuevo es fácil que
experimentemos una sensación de temor y de falta de dirección, lo que puede ser
muy incómodo. Las personas formamos todo tipo de sistemas de creencias,
incluyendo el estereotipar, para evitar esta falta de control e intentar llegar
a algún tipo de comprensión. Una vez que llegamos a algo aceptable que nos
proporciona una cierta sensación de familiaridad y de dirección nos sentimos
más seguros, aunque nos lleve por un camino equivocado.
En un contexto
organizacional esto puede conducir a la falta de exploración en los entornos
inciertos (situaciones que se beneficiarían si se considerasen diferentes
enfoques y alternativas). Cuanto más cómodos nos sintamos en situaciones de
desconocimiento más evitaremos caer en las soluciones cómodas lo que
beneficiará no solo a la organización, sino también a la sociedad.
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