Scott Walker en la
edición de marzo – abril de Harvard Business Review plantea que tras décadas de
una carrera profesional como negociador en casos de secuestros y extorsión en
todo el mundo, ha desarrollado a través de sus experiencias, observaciones y
conversaciones una profunda comprensión de lo que funciona y no lo hace en
negociaciones de alto riesgo. Más recientemente como consultor de ejecutivos y
corporaciones ha aprendido que las mismas reglas se pueden aplicar para
conseguir mejores resultados en las negociaciones cotidianas en estos entornos.
Independientemente de la
situación los negociadores deben recordar esta regla de oro: “No se trata de
ti”. La única forma de conseguir que alguien vaya en nuestra dirección y
encontrar una solución con la que podamos estar de acuerdo es escuchar
activamente y con empatía, asegurándonos de que la otra persona se siente
vista, escuchada y comprendida. Esto es particularmente importante cuando las
dos partes están en desacuerdo. Permite generar confianza, gestionar las
expectativas y encontrar maneras de abordar las necesidades clave de la otra
parte. Es lo que el auto llama el “nivel quinto de la escucha” y es fundamental
para una negociación eficaz.
Como decía Ernest
Hemingway: “Cuando las personas hablen, escuchar con total atención. La mayor
parte de las personas nunca escuchan”. Los negociadores que lo hacen se
diferencian, pero se necesita disciplina de mente y cuerpo para lograrlo,
especialmente cuando las emociones se encuentran muy exaltadas. El patrón
mental adecuado y un conjunto de herramientas pueden ayudar:
I.-
PATRÓN MENTAL DE QUINTO NIVEL
Muchas personas solo
escuchan el tiempo suficiente para hacerse una idea de lo que la otra parte
está diciendo antes de comenzar a formular una reacción o a desconectar para
lidiar con otros asuntos en sus cabezas. Esta escucha de nivel 1 puede ser descrita como de “escucha intermitente” y no nos va a ayudar a entender a la otra
parte lo suficientemente bien como para obtener un resultado satisfactorio. Supone
también una falta de respeto.
La escucha de nivel 2 tiene como objetivo rebatir.
Prestamos atención al mensaje que nos están comunicando solo hasta que choca
con algún detonante. En ese momento saltamos y comenzamos a argumentar un
punto. Esta interrupción mina la comunicación y la sintonía entre las partes,
ya que nos estamos centrando claramente en nuestros intereses y agenda a
expensas de las de la otra parte.
En la escucha de tercer nivel estamos buscando una lógica utilizando
inferencias para precisar la sustancia y las razones de lo que la otra persona
está diciendo. Supone una mejora en relación a los dos niveles anteriores
porque estamos tratando de entender los argumentos del otro, pero como esto
solo está ocurriendo dentro de nuestras cabezas, no es suficiente. El objetivo
es prestar nuestra atención total al otro y obtener más información.
Esto es lo que empieza
a ocurrir en la escucha de cuarto nivel
cuando empezamos a sintonizar con las
emociones así como con la lógica detrás de la posición de la otra persona y
a responder de formas que mostramos que somos conscientes de ellas. También,
comenzamos a propiciar más diálogos con comentarios como: “Parece que te
sientes frustrado con nuestra contraoferta” o “Parece que te apasiona esta
propuesta”.
El quinto nivel lleva a esta curiosidad empática a un paso más
adelante. Ahora estamos escuchando para comprender e interpretar mejor la
autopercepción y perspectivas de la otra parte. Esto nos permite hacer
preguntas que promuevan el descubrimiento y la percepción en ambas partes y
establecer una sintonía para que podamos empezar a ejercer algún tipo de
influencia y conseguir cooperación o colaboración, que debe ser el resultado de
todas las negociaciones.
A este nivel algunos
llaman de “escucha activa”, término
acuñado por el psicólogo Carl Rogers y su colega Richard Farson para describir
un proceso por el que “nos introducimos” en las mentes de la otra parte y
entendemos realmente lo que están comunicando. En su libro “Active listening”
de 1957, escribían que: “ Debemos transmitir al que habla que estamos viendo
las cosas desde su punto de vista”.
II.-
HERRAMIENTAS
Son útiles para probar
a nuestros compañeros de negociación de que estamos prestando este último nivel
de atención a su lógica, emociones, perspectivas y finalmente a sus necesidades
y deseos, para que empiecen a considerarnos como colaboradores en lugar de como
adversarios. Entre ellas tenemos:
1.-
Pequeños alentadores
Palabras y frases muy breves y sencillas como “ ¿y?”, ¿De
verdad o realmente?, ¿Entonces?, “Continúa” o “Interesante”, por ejemplo son
formas importantes para mostrar que estamos y continuamos estando sintonizados
con la otra parte, especialmente si la conversación es telefónica y la otra
persona lleva un buen rato hablando.
El objetivo es animar a
que la otra parte continúe hablando y se sienta entendida. Introducir nuestros
comentarios a un ritmo razonable, por ejemplo uno cada varias frases y, si es
una conversación cara a cara asegurarnos de que nuestra expresión facial y el
lenguaje corporal son acordes con el tono de nuestra voz, ya sea inquisitivo,
neutral o agradable. No distraernos e introducirlos en el momento inadecuado o
utilizar excesivamente palabras como genial u OK, porque sugieren que
entendemos y estamos de acuerdo y pueden llevar a que la otra parte deje de
hablar.
2.-
Preguntas abiertas
Animar a la otra parte
a que hable abiertamente y comparta su visión de la historia, revelando así lo
que es importante o no para ellos, los límites que no están dispuestos a cruzar
y las áreas en las que un compromiso es altamente factible.
Nos ayudan a ganar
tiempo, a recoger datos, a aclarar malos entendidos y a calmar las emociones,
porque fuerzan a la otra parte a considerar cuidadosamente sus respuestas y
potenciales soluciones, en lugar de aceptar o rechazar rápidamente una idea o
escoger irreflexivamente entre las opciones que les hemos presentado.
Las preguntas abiertas
buenas comienzan por “qué o cuál ” o “quién”,
por ejemplo: .”¿Cuál es realmente el asunto?”, “¿Qué te ha pasado para decidir
actuar?” , “¿Qué otras opciones tienes?” Debemos evitar preguntas que empiecen
por “por qué” porque puede parecer que implican una acusación o un juicio.
Mantener la pregunta sencilla y centrada en un tema en cada ocasión. Después de
hacer la pregunta mantenernos en silencio para dar a la otra parte tiempo para
poder contestar. Tenemos que procurar, también, que se produzca un intercambio
de preguntas, para que no parezca que se trata de una entrevista unilateral.
Preguntas cerradas diseñadas
para obtener un “sí” o un “no” también pueden servir de ayuda, particularmente
cuando necesitamos información específica, como por ejemplo: “¿Tienes alguna
otra propuesta que presentar?”. Pero un exceso de ellas puede parecer que se
trata de un interrogatorio. Preguntas dirigidas como, por ejemplo: “¿Cuál de
nuestros competidores está tratando de captarte?” deben ser evitadas siempre
que sea posible porque transmiten la impresión de que estamos emitiendo juicios
o buscando apresuradamente una respuesta.
3.-
Rememorar las últimas palabras o frases clave utilizadas por la parte contraria
De esta forma estamos
demostrando que hemos escuchado y sintonizado. En negociaciones muy acaloradas
o rápidas nos puede dar tiempo para serenar nuestras emociones y formular
respuestas apropiadas o preguntas abiertas. Al elegir cuidadosamente que
palabras repetir podemos conducir la conversación en la dirección que deseemos.
4.-
Etiquetado emocional
Es una forma de ayudar
a que la otra aparte pueda controlar sus sentimientos, acciones y prejuicios,
preservando así sus capacidades para pensar de forma racional y objetiva. Implica
ofrecer una observación sin juicios sobre las emociones que pensamos que la
otra persona está experimentando, los problemas a los que se está enfrentando,
la forma en la que está actuando o los puntos de vista que mantienen de una
manera que les permita estar en desacuerdo con nosotros. Por ejemplo: “Parece
que estás enfadado conmigo” o “Tengo la impresión de que ….” Aunque etiquetemos
la emoción, comportamiento o punto de vista de forma incorrecta estamos
indicando que estamos prestando atención y que queremos entender mejor a la
otra parte.
5.-
Parafrasear
Implica emplear
nuestras propias palabras para reproducir
lo que nos ha dicho la otra parte y asegurarnos de que hemos entendido bien
todo lo transmitido. Para ello debemos centrarnos en el contenido en lugar de
intentar utilizar el mismo lenguaje. Podemos comenzar diciendo, por ejemplo: “parece
que lo que estás diciendo es….” o “lo que estoy escuchando es…..” Asimismo
tenemos que ofrecer la oportunidad de aclarar o corregir lo que hemos comentado
utilizando, por ejemplo las siguientes frases: “ Corrígeme si me he equivocado”
o “¿ He entendido bien lo que quieres decir?”
6.-
Afirmaciones personales
Dirigidas a explicar
cómo la situación o la negociación nos está afectando. Deben incluir tres
elementos: comportamiento o situación ( describe lo que la persona ha hecho o
lo que ha ocurrido), sentimientos ( cómo nos afecta) y consecuencias ( cuál ha
sido el resultado). Por ejemplo, podemos decir: “ Cuando desechaste mi
propuesta inmediatamente, me sentí frustrado, porque parece que no valoras lo
que puedo ofrecerte”.
7.- Pausas
Dan a la otra parte
tiempo para pensar, seguir hablando o hasta para desahogarse de maneras que
pueden resultar informativas para nosotros. Lo que tenemos que hacer es evitar
responder después de que parezca que los otros han terminado de hablar hasta
que la pausa comience a ser algo incómoda y mantenerla unos segundos más., lo
que termina obligando a la otra parte, frecuentemente, a llenar el silencio y
continuar hablando.
8.-
Resumir
Como en el caso de
parafrasear implica mostrar que hemos comprendido lo que nos han intentado
decir. La diferencia está en que repetimos las palabras de la otra parte en
lugar de emplear las nuestras, para que puedan ver su argumento con mayor
claridad y generar confianza. Esta técnica es útil cuando la otra parte ha
ofrecido mucha información o una narrativa larga y confusa.
Cuando usamos estas
técnicas para convertirnos en un oyente de quinto nivel estimulamos nuestra
capacidad para empatizar, nuestra habilidad para encontrar terreno común y las
posibilidades de conseguir la colaboración de la otra parte. Laurence Alison en
su libro “Rapport” recomienda que los negociadores se hagan las siguientes
preguntas:
a).- “¿Estoy siendo
honesto o estoy tratando de manipular a la otra persona?”
b).- “¿Estoy mostrando
empatía y viendo las cosas desde la perspectiva de la otra persona o me estoy
concentrando exclusivamente en mi punto de vista?”
c).- “¿Estoy respetando
y reforzando la autonomía de los otros y
su derecho a elegir o estoy tratando de forzarles a hacer lo que yo deseo?”
d).- “¿Estoy escuchando
cuidadosamente y reflexionando para poder mostrar una comprensión más profunda
y para generar intimidad y conexión?”
Finalmente, los
negociadores más eficaces van más allá de la escucha empática y de los otros
elementos que sirven para generar sintonía y pasan a hacer afirmaciones y
requerimientos constructivos. Cuando hemos trabajado para comprender los
intereses, necesidades y perspectivas de la otra parte sin dejarnos llevar por
las emociones y juicios y nos hemos asegurado de que son conscientes de ello y
confían en que lo hemos hecho, es cuando hemos ganado el derecho a hablar de
nuestras propias necesidades, intereses y perspectivas y a hacer requerimientos
específicos y proponer soluciones.
Las negociaciones que
tienen éxito comienzan con la gestión de nuestras propias emociones, el resto
se debe centrar en la otra parte para escuchar bien y mostrar que lo hacemos
para construir confianza y poder encontrar soluciones atractivas y aceptables para ambas
partes.
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