miércoles, 26 de junio de 2024

CÓMO MANEJAR A UN JEFE TÓXICO

 


Manfred F. R. Kets de Vries en INSEADKnowledge del pasado 18 de junio plantea que las personas no abandonan los trabajos, abandonan a los malos jefes.

El estrés en el trabajo debido a malos jefes es más frecuente de lo que pensamos. Tener que tratar con jefes que se comportan de manera inadecuada, marcan expectativas irreales o no apoyan que exista un equilibrio entre la vida personal y profesional, como no nos puede  sorprender conduce a resultado en salud negativos.

Los entornos laborales tóxicos se  ligan a niveles altos de ansiedad, depresión, trastornos del sueño, hipertensión y hasta envejecimiento prematuro. Altos niveles de estrés en el trabajo pueden ocasionar comportamientos y hábitos poco sanos y extenderse al bienestar del resto de la familia, afectando negativamente a las parejas e hijos.

Los malos jefes existen en todos los tamaños y tallas, yendo desde los narcisistas y bullies hasta los microgestores. Entre ellos tenemos a aquellos con cambios de humor extremos, los que mantienen expectativas nada razonables, los que atesoran la información y no la transmiten, los que evitan los conflictos o los que nunca están disponibles, por ejemplo. Cualquiera de estos rasgos hacen que sea muy difícil trabajar con ellos.

Especialmente dañinos son los jefes que tienen a la vez rasgos psicopáticos y narcisistas. Movidos por esta “diada oscura” con frecuencia son muy maquiavélicos y tienden a explotar a aquellos a los que dirigen, llevándose el crédito del a labor de éstos, se muestran excesivamente críticos y suelen comportarse de forma inapropiada. Además de ser una pesadilla a nivel individual pueden dañar significativamente el clima de la organización. Sus demandas y conductas drenan la voluntad y motivación de los profesionales, contribuyen a su fatiga mental y perjudican el desempeño.

Más aún cuando estos jefes tóxicos enzarzan a sus subordinados unos contra otros, una cultura de competencia constructiva se puede tornar en una de desconfianza y de puñaladas en la espalda. El impacto es severo y los empleados pueden perder muchos días de trabajo debido a problemas mentales y otros abandonarán sus trabajos para escapar del jefe tóxico.

El autor propone seguir estas estrategias en estas situaciones:

1.- Establecer barreras e intentar comprender las presiones del jefe

Uno de los primeros y más importantes pasos consiste en marcar límites claros y explicar qué es lo que estamos dispuestos a hacer y qué no estamos dispuestos a hacer. Establecer límites implica el delicado arte de decir no ante expectativas poco realistas. Un enfoque es hablar sobre nuestra carga de trabajo con el jefe procurando mantener una conversación seria sobre plazos realistas. Durante la misma  podemos aprovechar la oportunidad para explorar las presiones a las que el jefe está sometido. Entender su situación puede ayudarnos a alinear expectativas y encontrar soluciones ganar-ganar  y podemos descubrir que nuestro jefe no es tan complicado como pensábamos inicialmente.

2.- Ofrecer feedback sobre el estilo de liderazgo del jefe

Si marcar los límites no funciona y el jefe sigue presionando en exceso puede ser necesario abordar su estilo de liderazgo. Pero expresar nuestras frustraciones puede ser una conversación muy delicada, cuestionar un mal jefe puede implicar cuestionar a aquellos que le nombraron y pedirles que se enfrentan a su comportamiento disfuncional, algo que se pueden sentir reticentes a hacer.

Por tanto, si decidimos plantear esta situación debemos considerar el pedir ayuda al departamento de recursos humanos y pedirles que participen en la conversación. Para lograr su ayuda debemos preparar bien nuestro caso, centrándonos en cómo el comportamiento del jefe está afectando nuestra salud y la de otros y cómo afecta al desempeño. Recoger y compartir datos detallados con recursos humanos sobre la conducta disfuncional del jefe. Al hacerlo destacar los problemas pero, también, ofrecer sugerencias concretas y constructivas sobre cómo mejorar la situación.

3.- Cambiar de puesto de trabajo

Si nuestro jefe no puede o no quiere cambiar pero nos gustas trabajar en la organización otra opción consiste en explorar oportunidades dentro de la misma, buscando un cambio a nivel lateral, por ejemplo. Para ello debemos comentar a otros ejecutivos nuestra disposición para abordar nuevas responsabilidades, procurando no hablar negativamente del jefe, centrándonos en recalcar nuestras fortalezas y logros.

4.- Renunciar y buscar un jefe mejor

Si las alternativas anteriores no han funcionado y la situación sigue impactando negativamente en nuestra salud, autoestima y bienestar debemos buscar otro entorno de trabajo donde nuestros talentos sean apreciados.

5.- Buscar ayuda y valorar nuestras opciones

Cuidar nuestra salud mental es fundamental para nuestra vid, por lo que si nos sentimos estresados debido a una mala relación en el trabajo puede ser necesario buscar a un mentor , coach ou otro profesional especializado que nos ayude a analizar nuestras opciones.

 

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