Scott Walker, uno de
los más experimentados negociadores a nivel mundial en casos de secuestros, en
su libro “Order out of Chaos. Win
every negotiation, thrive in adversity. Become a world-class
communicator”, recientemente publicado, recomienda tres técnicas clave para
desarrollar un patrón mental poderoso que sea capaz de comunicar y negociar
adecuadamente independientemente de las circunstancias. Éstas son: crear orden
del caos, controlar nuestro estado interno y desarrollar nuestra inteligencia
emocional para mejorar nuestras habilidades de negociación. Las dos primeras
las hemos visto en la entrada anterior, por lo que nos vamos a centrar en la
tercera:
III.-
DESARROLLAR NUESTRA INTELIGENCIA EMOCIONAL PARA MEJORAR NUESTRAS HABILIDADES DE
NEGOCIACIÓN
Conseguir esto es
crucial si queremos convertirnos en el mejor negociador que podemos llegar a
ser y un maestro comunicador. La inteligencia emocional, también, está
considerada como un extraordinario predictor del éxito en la vida, más aún que
el cociente intelectual de la persona.
El concepto de
inteligencia emocional fue establecido en 1990 cuando los psicólogos de la Universidad de Yale Peter Salovey y John Mayer articularon una teoría sobre la
inteligencia emocional y la definieron como: “La habilidad para identificar los
sentimientos y emociones en uno mismo y en otros y para utilizar esta
información para guiar nuestro comportamiento.”
La
inteligencia emocional consiste en cuatro dominios:
a).- Autoconocimiento y
motivación interna
b).- Auto control y
regulación
c).- Empatía y gestión
de las relaciones
d).- Habilidades
sociales, consciencia y percepción
|
CONOCER |
ACTUAR |
UNO MISMO |
Autoconocimiento |
Autogestión |
LOS DEMÁS |
Conocimiento
y percepción social |
Gestión
de las relaciones |
Desarrollar y practicar
de forma consistente estas cuatro áreas hará que seamos personas con mayor
nivel de inteligencia emocional y seamos mejores negociadores. Entre los
comportamientos que asociamos a una persona con un nivel elevado de
inteligencia emocional tenemos, por
ejemplo: mantener la calma en situaciones muy emocionales y estresantes, ser
responsables de nuestros sentimientos y de la forma de respuesta en todo
momento, en lugar de culpabilizar a los
demás y conseguir que tras una conversación o reunión los demás tengan la
sensación de haber sido vistos, escuchados y entendidos.
Independientemente de
si estamos negociando con secuestradores, compañeros, clientes potenciales o
nuestros hijos si conseguimos identificar qué es lo que más temen perder del
posible acuerdo, empezaremos a poder influir en su comportamiento. Esto,
evidentemente, se aplica a nosotros mismos, por lo que es importante que nos hagamos
la misma pregunta porque una vez que lo sepamos ( libertad, reputación,
dinero, ….) seremos capaces de gestionar las emociones que pueden surgir(
frustración, celos, ira,…) e interferir dificultando
que alcancemos un acuerdo satisfactorio.
Imaginemos que la
inteligencia emocional la podemos dividir en dos categorías: el “yo” y los “otros”
en el que cada una incluiría:
A).- EL “YO”
a).-
Motivación interna
Es la que hace que
podamos trabajar con una presión mínima de los demás. Incluye, por ejemplo,
potenciar nuestra curiosidad, un deseo enorme de desarrollar todo nuestro
potencial o ver cómo nuestras ideas y creaciones toman vida. Aunque nos
gustaría que se nos reconociese o recompensase por nuestros esfuerzos con
dinero o halagos, éstos no son la fuerza que moviliza nuestro comportamiento.
Esto significa que tenemos un mayor control sobre nuestra productividad porque
nuestra motivación es autogenerada.
b).-
Autoconciencia
Implica la habilidad para
evaluar nuestro comportamiento y comprender cómo es percibido por los demás.
Nos permite ser conscientes de cómo nos sentimos, de cómo estamos actuando y de
cómo aparecemos ante los demás, así como conocer nuestras fortalezas y
debilidades y la forma de poder ayudar a los demás. Este conocimiento puede
hacer que seamos grandes líderes porque podremos saber qué habilidades nos
faltan y por tanto, cuando los demás deben complementarlas.
La autoconciencia nos
puede ayudar, también, a entrenarnos para que pensemos sobre nuestras emociones
de una forma productiva lo que requiere
autorreflexión e interpretación para que en las ocasiones en las que nos
sentimos molestos podamos empezar a pensar en las razones por las que nos
sentimos mal. Esto nos va a ofrecer la oportunidad de descubrir que el
sentimiento es momentáneo, mal situado o útil como catalizador para una acción
positiva. Hacerlo nos permite pensar sobre nuestras emociones como parte de una
visión más amplia, para que no nos consuman. Conocer el razonamiento que está
detrás de nuestras emociones, también,, nos puede dar una mayor sensación de
control sobre ellas.
c).-
Desarrollo de nuestra autoconciencia emocional
Conseguirlo es
complicado por nuestra incapacidad para mantenernos concentrados en una cosa
durante un periodo determinado de tiempo. Por ejemplo si tenemos un plazo
cercano de entrega de un informe es frecuente que sintamos las necesidad
imperiosa de realizar antes otras tareas poco urgentes como revisar nuestros
correos.
Como cualquier otro
hábito que debemos crear la autoconciencia requiere disciplina y elevar
nuestros estándares, dejando claro que no permitiremos más ciertas excusas.
e).-
Autorregulación
Se conoce también como
equilibrio emocional y consiste en la capacidad de mantener la calma en
situaciones con gran demanda emocional. Con ella podemos reconocer las
emociones disruptivas que tratan de entrometerse en nuestro camino, tales como
gran ansiedad, temor intenso o ira, y nos permite encontrar vías para gestionar
nuestras emociones e impulsos.
Aunque muchos factores
influyen en cómo nos sentimos y pueden no estar bajo nuestro control si tenemos
un alto nivel de autorregulación podremos controlar bien nuestras reacciones y
tomar decisiones con la cabeza clara aunque todo se esté derrumbando a nuestro
alrededor. También seremos capaces de adaptarnos porque la incomodidad que con
frecuencia acompaña a los cambios no nos hará tambalear. La autorregulación es
especialmente necesaria en aquellos casos en que las personas tienen trabajos
peligrosos, caracterizados por un ritmo
rápido, como el de los bomberos, por ejemplo.
El primer paso para su
desarrollo consiste en crear tranquilidad y quietud, tanto en el cuerpo como en
la mente. Cuando permitimos el convertirnos en un rehén de las emociones,
oleadas de cortisol y dopamina, entre otras sustancias potentes son bombeadas
por todo nuestro cuerpo y nos van a afectar de diversas maneras dependiendo del
momento en que las experimentamos y la dosis. Por ejemplo:
1.- La dopamina regula
el estado de ánimo y el movimiento muscular, jugando un papel importante en los
sistemas cerebrales del placer y la recompensa. Utilizada de forma eficaz nos
anima a actuar: cada vez que eliminamos alguna tarea de nuestra lista de cosas
por hacer nuestro cerebro nos recompensa con una oleada de dopamina. El
problema es que no distingue entre actividad y productividad por lo que ante situaciones de presión o una
conversación complicada, por ejemplo, nuestro cerebro puede comprometer nuestra
habilidad cognitiva y ponerse en modo supervivencia, volviéndose adicto a la
acción, cualquier acción, buscando una gratificación instantánea.
2.- El cortisol,
también llamada la droga del estrés nos ayuda a mantener la tensión arterial y
al sistema inmunitario, apoyando a los procesos anti-inflamatorios. Obtenemos dosis
extras de cortisol cunado nos enfrentamos a los momentos de lucha –huida. Niveles
altos de cortisol no son malos necesariamente, ya que, por ejemplo, cuando nos
levantamos nuestro cuerpo produce naturalmente cortisol, esencial para regular
nuestros niveles de energía y la función del sistema inmunitario.
El problema surge
cuando estos niveles altos se mantienen durante largos periodos de tiempo, sin
que se libere estrés o tensión.
Si conseguimos dominar
la auto-regulación podremos compensar
los efectos negativos de la dopamina y del cortisol y ser más resilientes ante
la adversidad. Una forma de hacerlo es incrementando los niveles de serotonina,
que es la respuesta del organismo para equilibrar los efectos negativos de la
dopamina y el cortisol, facilitando niveles elevados de claridad e inhibiendo los
comportamientos impulsivos. También, la serotonina reduce los sentimientos de
ansiedad y depresión. Para incrementar sus niveles podemos entrenar de forma
regular a nuestra mente y cuerpo para que resistan la tentación de caer en
los impulsos que nos distraen y para dejar ir el estrés improductivo. Esto
implica que tenemos que aprender a responder de forma consciente en lugar de hacerlo
rápidamente, por impulsos, para mantener la calma y el equilibrio, con lo que seremos más estables emocionalmente
y felices.
Esta serenidad se puede
conseguir , por ejemplo, dedicando treinta segundos a hacer una pausa y evaluar
nuestro estado y serenarnos antes de participar o en el espacio entre una tarea
y la siguiente. en una reunión importante. Para ello.
·
Hacer una pausa
·
Realizar dos respiraciones profundas,
exhalando completamente con cada una
·
Relajar y dejar caer los hombros
·
Identificar cualquier sentimiento que se
esté mostrando en nuestro cuerpo ( como tensión en la nuca, sensación de tensión
o irritabilidad, etc)
·
En caso afirmativo , sentir el
sentimiento y abandonar cualquier historia con la que lo estemos asociando.
B).-
LOS OTROS: EMPATÍA Y GESTIÓN DE LAS RELACIONES
1.-
Empatía
Sentir empatía por
alguien no implica sentir algo por esa persona, tiene más que ver con percibir
y entender sus emociones y no necesariamente experimentarlas. Con frecuencia se
confunde con simpatía pero no es lo mismo. Empatizar es intentar comprender
realmente cómo se sienten los demás, con frecuencia al detectar las señales
tanto verbales como no verbales de su lenguaje y comportamiento.
No todo el mundo
considera a la empatía como una forma buena de comunicarse y de desarrollar una
sintonía. Algunos argumentan que puede ser selectiva, sesgada y hasta
peligrosa, al tiempo que altamente subjetiva, pudiendo conducir a una mala toma
de decisiones, porque es difícil que podamos sentir lo que los demás está
experimentando con el mismo grado de intensidad.
La empatía ha sido
descrita también como la antesala a la compasión, que se puede considerar como
la empatía en acción.
Para mostrar empatía
tenemos que demostrar y articular a la otra persona lo que pensamos que es su
experiencia con la intención de entender realmente las razones por las que
piensan, sienten y actúan de la manera que lo hace, aunque no estemos de acuerdo
con esta. De esta forma podremos comunicar mejor con la persona y lograr que se
sienta segura, vista, escuchada y comprendida.
2.-
Sensibilidad social
Es la habilidad de detectar las señales sociales que
nos van a permitir negociar bien con los demás. Requiere saber escuchar bien y
detectar fácilmente lo que es importante para las personas con las que nos
estamos comunicando. También, ayuda a percibir las estructuras de poder formal
e informal, las dinámicas de grupo y a saber apelar a las personas adecuadas. Es
una potente herramienta que ayuda a encajar, a prosperar y a potencialmente convertirnos
es poderosos líderes y negociadores.
El autor recuerda que:
a).- Las emociones
hacen que las personas inteligentes digan y hagan cosas estúpidas.
b).- Cuando las
personas parece que se vuelven irracionales, pero están reaccionando ante el
mundo tal como lo ven, lo que están haciendo es experimentar emociones muy fuertes.
c).-Cuando las personas
están dominadas por las emociones no pueden escuchar siempre adecuadamente.
d).- Cuando las
personas no pueden escuchar no pueden ser persuadidas.
Por todo lo anterior
nuestras palabras son inútiles hasta que hayamos demostrado empatía y
gestionado sus emociones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario