Justin Hempson –Jones en “Influence. Understand
it, resist it, use it” pone de manifiesto como las tendencias tecnológicas y
culturales del presente siglo XXI están
forzando a la influencia social a trabajar contra nuestros intereses,
incluyendo los de las sociedades democráticas en las que vivimos. Asimismo
plantea cómo al cambiar la forma en la que pensamos podemos contribuir a hacer
algo para evitarlo.
En el siglo XXI
nuestros sistemas de comportamiento incluyen no solo a nuestra familia, amigos,
compañeros de trabajo u otras personas con las que coincidimos, sino también a
las máquinas, los dispositivos electrónicos y software. Los sistemas de
influencia actualmente claramente incluyen a la tecnología además de a las
personas, al estar integrados en sistemas sociotécnicos. Nuestros entornos de información
han crecido exponencialmente. Nos vemos forzados a ser muy discriminatorios al
estar nuestros espacios de información inundados del murmullo de incesantes e interminables ideas e ideologías
compitiendo entre sí,
Para poder pensar mejor
y defendernos de las distintas dinámicas de influencia a la que estamos
expuestos en la actualidad el autor explora cómo trabaja la influencia a través
de los siguientes elementos:
1.-
JUICIO
La evolución ha
perfeccionado nuestro juicio y nuestros procesos de toma de decisiones para
ayudarnos a sobrevivir y prosperar. Esto nos ayuda a explicar cómo la
influencia impacta en nuestra atención (especialmente en cómo se centran
nuestros sentidos para reunir información sobre amenazas y oportunidades), en
nuestra memoria para almacenar la información previamente recogida que nos
permite recordar conceptos que pueden ser importantes para nuestra
supervivencia futura, en nuestros patrones de identificación, comparando y
contrastando información que adquirimos
y almacenamos, en nuestros sentimientos, que marcan el contexto para la acción
y en nuestro ego.
II.-
CONFIANZA
Somos animales sociales
y muchas de nuestras necesidades básicas ( comunicar, comprometernos,
pertenecer, competir y buscar un estatus, por ejemplo) están ligadas a nuestra
forma de ser. Muchas de las señales sobre las que actuamos proceden de los
demás, por ejemplo tendemos a copiar a los que nos rodean cuando dudamos de
algo y podemos ser muy sensibles y receptivos ante aquellos que son
autoritarios o que encontramos atractivos. Estamos influenciados por aquellos
en los que confiamos y la confianza con frecuencia está basada en reglas
generales tales como la calidez o reciprocidad. Pero estas reglas con
frecuencia son explotadas por los impostores, embusteros y otros influencers que
puede que no tengan nuestros mejores intereses en mente.
III.-
CULTURA
La cultura guía nuestro
comportamiento, nuestro pensamiento e influye en a quién escuchamos. También
interviene en quién somos y en lo que deseamos, al decirnos quiénes debemos ser
y que se supone que debemos desear. Nos da referencias sobre quiénes más
pertenecen a nuestros grupos sociales y sobre quiénes no, dirigiéndonos a lo
que debemos pensar sobre “nosotros" y “ellos”.
IV.-
IDENTIDAD
Se refiere a quiénes
somos y a quienes son similares o distintos a nosotros. Nos informa sobre cómo
pensamos y actuamos, incluyendo cómo pensamos y actuamos con las demás
personas. La identidad puede ser moldeada y manipulada para los fines de los
demás. A través de una identidad compartida mentes diversas pueden unirse para
fines positivos, pero también pueden ser dirigidas por otros para sembrar miedo
y división, degradando así los fundamentos de nuestra sociedad y poniendo en
riesgo nuestra supervivencia y prosperidad.
V.-
PODER
Para alcanzar nuestros
objetivos debemos controlar de alguna forma nuestro entorno social. El poder
nos facilita conseguir esto. Cada vez que interactuamos con nuestras familias,
amigos, conocidos y adversarios negociamos nuestras metas dentro de redes de
poder. El poder puede ser excesivo y devastador pero no tenemos que rendirnos
ante él, podemos resistir.
Profundizando en cada
elemento tenemos que:
I.-
EL JUICIO
A través de la
adaptación, los mecanismos que apoyan nuestro juicio y toma de decisiones
comenzaron a desarrollarse. Mecanismos que incluyen la atención, la memoria, la
capacidad para identificar y reconocer patrones en la información recogida o el
impacto de la emoción y el ego. Y, es a través de estos elementos de cognición
que nos influimos unos en otros.
Es un rasgo clave de
nuestra especie el que podemos utilizar nuestras avanzadas habilidades
conscientes y de reflexión para lograr
que las cosas tengan un sentido. Podemos establecer hechos, aplicar la lógica y
adaptar nuestras creencias ( pensamientos o sentimientos sobre lo que es
verdad) y comportamientos ante nueva
información, como cuando completamos un puzle. En ocasiones hasta puede parecer
que actuamos racionalmente, comportándonos de forma que se alinea con nuestro
razonamiento.
La razón y la
racionalidad se encuentran muy ligadas a la habilidad para reflexionar. Pero mucha
de nuestra cognición no es reflexiva, sino automática: un sistema de
pensamiento que es rápido, emocional, estereotipado e inconsciente. Gran parte
de nuestro conocimiento está dirigido no por la lógica de la razón o de la
racionalidad, sino por la supervivencia La forma en la que pensamos con
frecuencia incluye seguir un enfoque heurístico o de utilización de una técnica
para la indagación y el descubrimiento,
o de búsqueda de soluciones a problemas
mediante métodos no rigurosos, como el tanteo o reglas empíricas. En otras palabras, es un enfoque para resolver problemas
utilizando estrategias basadas en la experiencia y la intuición, en lugar de
algoritmos estrictos. La heurística ha
ayudado a los humanos y a otros animales a resolver problemas centrales para la
supervivencia, como por ejemplo sobre cómo luchar y vivir cada día. El problema
es que esta forma de pensar puede resultarnos nociva, porque otros pueden
manipularnos a través de ellas para sus intereses.
Nuestras herramientas para recolectar
información son nuestros sentidos. Son portales limitados, por ejemplo solo una
mínima porción del espectro electromagnético disponible alcanza nuestros ojos (
no vemos con luz ultravioleta por ejemplo) o nuestros oídos solo detectan unos
determinados sonidos) Para separar lo que es importante de lo que no centramos
nuestros cinco sentidos en recoger información específica a través de la forma
en la que dirigimos nuestra atención.
Aquello sobre los que dirigimos nuestra
atención va a decidir no solo en qué información de la que existe en el entorno
nos vamos a fijar, sino cómo vamos a actuar. La atención suele dirigirse hacia
aquello que es nuevo, efecto conocido como “efecto de aislamiento”, como por ejemplo, cuando conseguimos que nos
miren por vestir de forma extravagante. Este efecto se puede utilizar tanto para
dirigir como para distraer como hacen los magos o los políticos.
A lo que atendemos, lo que es destacado para nosotros, regula el tipo de información que digerimos. Este proceso también determina lo
que pasamos por alto. Daniel Lassiter en sus investigaciones pedía a los
participantes que contemplasen como un sospechoso confesaba en un
interrogatorio criminal. Éstos asignaban un mayor grado de culpabilidad al
sospechoso cuando la cámara estaba centrada en éste y menos cuando la cámara
incluía al interrogador. Este efecto se conoce como el efecto de enfoque o de focalización: consiste en el proceso de atención selectiva y concentración
de la atención en un estímulo específico. Este tipo de efecto nos permite confundir
deliberadamente a los demás poniéndoles delante información basada en hechos
pero escogida para, por ejemplo, presentar opiniones positivas de un servicio
de nuestra organización, pero sin estar acompañadas de las de carácter
negativo, que pueden ser superiores en número.
La memoria juega también un papel en nuestra atención. La
nueva información a la que atendemos se almacena con las memorias ya
existentes. Una vez codificada, las asociaciones que genera son difíciles de
erradicar ( por ejemplo si pensamos que alguien nos resulta atractivo) aunque
la evidencia para mantenerlas sean contradichas por nueva información. Esto
explica la recomendación sobre hacer una primera buena impresión.
La memoria también puede ser manipulada por la repetición de
los mensajes, sobre todo si estos son sencillos, como los eslóganes políticos
tipo: “Hacer a America nuevamente grande”. Pero un exceso de repetición puede
ser contraproducente al aburrir a la audiencia. Aunque también puede ocurrir
que una exposición.repetida a una información nos lleve a creer que algo que se
puede demostrar que es falso es verdad ( como el caso de las vacunas infantiles
y el autismo). Este efecto se conoce como "efecto de la verdad
ilusoria". Este término se utiliza para describir la tendencia de las personas a
creer que una afirmación es verdadera simplemente porque la han escuchado o
leído repetidamente, independientemente de si es cierta o no.
Lo que nos llama la
atención afecta a lo que recordamos y, a su vez, lo que recordamos afecta a la
información a la que atendemos, así como a la forma en la que la interpretamos
para llegar a formar juicios y decisiones. Tendemos a apoyarnos en aquello que fácilmente
viene a nuestra mente, lo que es fácil recordar cuando hacemos juicios. Este fenómeno
se conoce como heurística
de disponibilidad y
consiste en el atajo mental en el que
las personas tienden a basar sus juicios y decisiones en relación con la
facilidad con la que ejemplos o información relevante vienen a la mente. En otras palabras, si un evento es fácil de recordar, se
tiende a pensar que es más probable que ocurra o que es más común de lo que
realmente es. Este efecto
tienen un impacto significativo en la manera como valoramos el riesgo. Por
ejemplo tememos más un ataque terrorista que un accidente de coche, aunque
tenemos muchas más posibilidades de morir o quedar dañados en un accidente de
coche.
En otras ocasiones caemos en el sesgo de la confirmación, por el que
atendemos a la información que confirma y valida nuestras opiniones y descartamos el
resto, con lo que con el tiempo este proceso puede endurecer y polarizar
nuestras actitudes. Podemos experimentar
disonancia cognitiva. En estos casos ante nueva información basada en hechos y
datos que puede contradecir lo que
pensamos, en lugar de ser persuadidos para modificar nuestro pensamiento, se produce una
desarticulación de nuestra perspectiva del mundo que potencialmente altera
nuestra capacidad de funcionar de forma coherente. La manera más sencilla de reducir
esta disonancia es descartar la información disruptiva y volver a
comprometernos con nuestras creencias.
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