Rasmus Hougaard y Jaqueline Carter en “The mind of the leader. How to lead yourself, your people,and your organization for extraordinary results”, que estamos comentando, plantean que el primer paso para ser un buen líder es el conocernos y liderarnos a nosotros mismos.
El auto-liderazgo
consiste en la capacidad de gestionar nuestros propios pensamientos,
comportamientos y acciones. Es la base de la efectividad y productividad y para
poder vivir una vida acorde con nuestros valores y aspiraciones. Supone tener
la fuerza mental para retrasar nuestras gratificaciones para trabajar buscando
soluciones a largo plazo. Implica liderarnos
a nosotros mismos para poder liderar mejor a los demás, creando un significado
y conexión mayores, así como una cultura centrada en las personas.
Comienza en nuestra
mente. Un antiguo proverbio chino dice: “Observa tus pensamientos mientras se
convierten en acciones. Observa tus acciones mientras se convierten en hábitos
y observa tus hábitos mientras moldean tu vida”. Nuestras mentes dan forma a
nuestros pensamientos y éstos hacen lo mismo con nuestras vidas y las de
aquellos que lideramos, por lo que si no somos capaces de liderar nuestras
mentes tampoco lo haremos con las personas.
El primer paso para el liderazgo
reside en la auto consciencia que
consiste en la habilidad de monitorizar nuestra mente para que pueda liderar mejor,
ya que debemos entender y conocer nuestra mente antes de que podamos liderarla.
Bill George la describe como la capacidad de ser
consciente de nuestros pensamientos, emociones y valores en todo momento. A través
de ella podemos liderarnos a nosotros mismos con autenticidad e integridad.
Aproximadamente el 40% de
los altos directivos de las organizaciones han cursado un MBA. Muchos estudios
han encontrado que el liderazgo basado exclusivamente en la lógica transmitida
en estos cursos no es suficiente para obtener resultados económicos y
culturales sostenibles a largo plazo y que con frecuencia es perjudicial para
la productividad de la empresa. Por tanto un liderazgo centrado exclusivamente
en la lógica lineal adquirida a través de un MBA en detrimento de otras
competencias como la de la autoconsciencia va a estar falto de equilibrio.
Para comenzar a entender
nuestra mente tenemos que tener en cuenta que:
a).- La mente se dedica a
vagar de forma involuntariamente cerca de la mitad de nuestras horas de vigilia.
b).- No somos
completamente racionales ya que con frecuencia efectuamos elecciones basadas en
nuestras emociones y las racionalizamos después. Por ejemplo numerosos estudios
confirman que nuestras decisiones se ven influenciadas en función de cómo se
enmarcan las opciones.
c).- Nuestra mente crea
nuestra realidad. Todos tenemos prejuicios inconscientes que influyen y filtran
todo lo que experimentamos. Percibimos las cosas no como son sino como somos
nosotros.
d).- No somos nuestros
pensamientos. Son sólo hechos que juegan en nuestra mente como si ésta
estuviese arbitrariamente pasando de un canal a otro de la televisión. Con frecuencia
nos identificamos con nuestros pensamientos creyendo que son ciertos y que
definen quiénes somos. Esto puede ocasionar problemas porque tenemos miles de
pensamientos aleatorios, repetitivos y compulsivos a lo largo del día. Son aleatorios
porque con frecuencia surgen de la nada y sin razón, como ocurre por ejemplo
cuando recordamos una reunión que hemos mantenido a primera hora mientras
estamos de estar verdaderamente presentes con nuestra familia. Son repetitivos porque
los pensamientos en muchas ocasiones se repiten una y otra vez y son
compulsivos porque vuelven constantemente aunque queramos rechazarlos y
pararlos.
Si nos identificamos con
nuestros pensamientos nos convertimos en sus víctimas, especialmente si
tendemos a ser críticos con nosotros mismos, porque entonces ante cualquier
error que cometamos nos vamos a considerar estúpidos, perezosos, incompetentes
o sentir que somos un fracaso total y completo.
Los neurocientíficos han
encontrado que entrenando nuestra mente podemos cambiar la estructura de
nuestro cerebro. Cuando esto ocurre podemos mostrarnos más centrados, amables,
pacientes o cualquier otra de las cualidades para las que nos entrenamos. Si nos
concentramos diez minutos diariamente durante dos semanas nuestra corteza
prefrontal, la parte del cerebro que contribuye a la atención centrada, se
fortalece. El cerebro se moldea dependiendo de la forma en que lo utilizamos. Es
lo que se conoce como neuroplasticidad e implica que no estamos limitados por
las facultades y aptitudes que ya hemos desarrollado y que podemos continuar
aprendiendo y creciendo durante toda nuestra vida. También tiene un efecto
negativo porque el hecho de que nuestro cerebro pueda estar constantemente
cambiando no significa que lo haga para mejorar, ya que, por ejemplo en
nuestros entornos laborales dispersos y que impulsan a la distracción pueden
favorecer que nuestra mente se vuelva más distraída.
El primer paso para
llegar a la autoconsciencia pasa por la atención plena o mindfulness. En un
mundo disperso y atareado como el actual las dos
características principales de la atención plena que son la consciencia y el
estar centrado son cualidades clave para un desempeño mental eficaz y para la
autogestión. Al ser más conscientes de nuestros pensamientos y sentimientos
podemos gestionarnos a nosotros mismos mejor y actuar de formas que se
encuentren más alineadas con nuestros valores y objetivos.
El mantener el foco
implica tener la habilidad de centrarnos exclusivamente en lo que estamos
haciendo, lo que va a permitir, por ejemplo, que finalicemos un proyecto,
alcancemos nuestras metas y mantener una estrategia. Cuando estamos
involucrados en una conversación importante facilita que estemos presentes y no
mentalmente dispersos. La consciencia es la capacidad de percibir lo que está
pasando a nuestro alrededor además de dentro de nuestras mentes. Cuando tomamos
parte en una conversación facilita el que sepamos lo que estamos pensando, así
como el reconocer lo que estamos sintiendo y comprender las dinámicas de la
conversación. Nos informa, también, del momento en que nos despistamos y nos
ayuda a volver a centrarnos.
Diversas investigaciones
ponen de manifiesto que aproximadamente el 45% de nuestros comportamientos cotidianos están
movidos por reacciones que se encuentran por debajo de la superficie de nuestra
consciencia. Esto no tiene por qué ser nocivo ya que en determinadas
circunstancias estas acciones y reacciones realizadas con el “piloto automático”
son vitales. Estos procesos inconscientes nos permiten realizar tareas sin
tener que pensar en ellas, pero no todos son útiles para liderarnos a nosotros
mismos y a los demás.
Como líderes tenemos un
impacto sobre las personas que lideramos. Éstas detectan cualquier señal sutil
que emitimos, sean conscientes o no, y tenemos que tener en cuenta que muchas
de ellas pueden ser descorazonadoras o confusas. Este hecho no tiene por qué ser
fruto de malas intenciones sino que se produce normalmente debido a que
actuamos con el piloto automático y no somos conscientes de las consecuencias
de los mensajes que emitimos. Por tanto debemos procurar ser conscientes de
nuestras acciones sutiles, eliminando comportamientos automáticos que pueden
ser negativos.
El entrenamiento a través
de mindfulness nos permite expandir nuestra conciencia sobre lo que está
ocurriendo en el paisaje de nuestra mente en todo momento. También nos ayuda a
detenernos y hacer pausas para poder efectuar elecciones más conscientes y
acciones más deliberadas. Si queremos ser líderes debemos dedicar tiempo a considerar
cuáles de nuestras conductas automáticas interfieren negativamente en nuestro
liderazgo, en los sentimientos de compromiso y seguridad de nuestros equipos y en disminuir el deseo de
los demás de seguir nuestras indicaciones, por ejemplo. Debemos hacernos estas
preguntas regularmente para gradualmente incrementar nuestra autoconsciencia y
para introducir, como consecuencia, cambios en nuestras reacciones y
respuestas. Al hacerlo no sólo seremos líderes más eficaces, sino que nos ayudará a entender
mejor, alinearnos con y actuar siguiendo nuestros valores personales.
Diversas investigaciones
han puesto de manifiesto, también, que la práctica de mindfulness mejora y
amplia nuestra capacidad de actuar con ética a la hora de tomar decisiones, ya
que si carecemos de la autoconsciencia necesaria para tener unos valores
fuertes y sólidos tenemos más posibilidades de tomar la elección equivocada o
hacer lo erróneo. Esto es especialmente importante en situaciones morales
ambiguas ya que si tomamos decisiones injustas o realizamos acciones que no son
éticas va a tener un impacto negativo en nuestra opinión sobre nosotros mismos
y consecuentemente afectará negativamente a nuestra felicidad.
La consciencia de uno
mismo nos ayuda, también, a responder a una pregunta fundamental para poder
liderar personas: ¿Qué es lo que nos hace felices de verdad?
Desde la perspectiva de
un líder entender lo que es la felicidad y sus raíces le va a permitir crear un
mayor significado, propósito y sentimiento de realización y logro para sus
profesionales, lo que a su vez va a generar una mayor productividad. Pero como
humanos confundimos con frecuencia las cosas que nos hacen felices. Investigaciones
realizadas, entre otros, por Harvard Business School, London School of Economics
y centros punteros de estudios sobre la mente en todo el mundo muestran que generalmente
nos equivocamos al pensar en la felicidad de dos formas:
1.- Creemos que la
felicidad procede del exterior, como ocurre con identificar mayor felicidad con
tener más dinero. Existe el hecho paradójico de que cuando las personas se
consideran más ricos en relación con otras personas se sienten más felices,
pero cuando algunas sociedades se enriquecen en su conjunto esto no ocurre. La felicidad,
pues, no procede del exterior sino de cómo interpretamos y la relacionamos con
lo que tenemos. La felicidad es un estado interior muy ligado a como nos
relacionamos con lo que tienen los demás.
2).- Confundimos el
placer con la felicidad. En cierto modo el placer es pura química. Cuando
conseguimos o hacemos algo que nos gusta, una promoción, halago, coche nuevo,…,
se libera dopamina en nuestro cerebro produciéndonos una sensación placentera.
El problema es que es una sustancia adictiva y cuanto más placer nos permitamos
más riegos corremos de convertirnos en adictos a ella con el resultado final de
que vivimos constantemente buscando formas de conseguir un “chute”. El placer
es una experiencia momentánea que se evapora rápidamente una vez que el efecto
de la dopamina desaparece.
La verdadera felicidad,
por el contrario, no se encuentra a través de una sola sustancia ya que es una
experiencia de logro o de bienestar más duradero, fruto de una vida positiva y
que tiene un significado, que se mantiene independientemente de los altibajos
en nuestra vida.
Los autores recomiendan seguir
estos pasos para mejorar nuestra autoconsciencia a través de mindfulness:
1.- Reservar diez minutos
diariamente. Poner un reloj avisador.
2.- Sentarse en una silla
cómodamente, con la espalda recta y los brazos, cuello y hombros relajados. Cerrar
los ojos y respirar a través de la nariz.
3.- Durante un minuto
dedicar toda nuestra atención a la respiración. Observarla de forma neutral sin
tratar de controlarla. Permitir a nuestra mente que se estabilice y asiente.
4.- Abandonar la atención
en nuestra respiración y abrirla a lo que surja. Sea lo que sea, sonido,
pensamiento, sensación física o cualquier otra cosa solo ser consciente de
ella.
5.- Observarla de forma
neutral sin pensar en ella y sin intentar que se vaya o quede. Simplemente observarla.
6.- Nuevas experiencias
irán surgiendo, cambiando o evaporándose. Ocurra lo que ocurra solo ser
consciente de ellas.
7.- Si tenemos
dificultades para observar sin más podemos asignar a la experiencia un nombre ( por ejemplo,
pensamiento, correo, tarea,…) y dejar que se vaya.
8:- Si vemos que estamos
atrapados pensando y analizando nuestras experiencias volver a centrarnos en
nuestra respiración y volver a empezar.
9.- Cuando el tiempo
finalice al sonar la señal abandonar la práctica.
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