Manfred F. R. Kets de Vries en
INSEAD Knowledge del pasado 21 de diciembre plantea que aunque procrastinar
puede ofrecernos alivio ante tareas desagradables éste es solo momentáneo.
Retrasar el abordar algo solo empeora la situación, que es más frecuente de lo
que pensamos: por ejemplo en Estados Unidos se estima que el 20% de la
población adulta son procrastinadores crónicos.
Existen unas señales que
permiten detector a los procrastinadores. Entre estas tenemos que son personas
que se sienten desbordadas cuando se les asigna una tarea, que ante un encargo
complicado se centran primero en las actividades no esenciales que se deben
acometer, que se distraen con facilidad, esperan hasta el último momento para
terminar las cosas, que no suelen finalizar los proyectos a tiempo, que confían
en que si ignoran un atarea esta se volatilizará, que buscan excusas para no
hacer algo, que suelen llegar tarde a sus compromisos y que suelen tener una
larga lista de cosas pendientes de hacer.
Procrastinar consiste no solo
en dejar las cosas por hacer ya que es un fallo de auto – regulación.
Contribuye a la aparición de varias emociones negativas, especialmente de
vergüenza y culpa. Para los procrastinadores extremos estas emociones negativas
sirven como razones añadidas para incrementar las demoras y eventualmente este
comportamiento contraproducente se convierte en una forma de auto – sabotaje.
Con el tiempo puede llegar a
comprometer las relaciones tanto personales como profesionales y conduce a un
sentimiento de resentimiento ante la persona por parte de los amigos,
compañeros o familiares.
Las personas pueden
procrastinar por muchas razones tanto conscientes como inconscientes, como, por
ejemplo, el temor a que no les guste la tarea, o a hacerlo mal o a sentirse
superados por su complejidad.
En términos generales ciertos
tipos de personalidad tienden con más facilidad a adoptar esta conducta como es
el caso de las personas con trastornos de conducta obsesiva. compulsiva o que
sufren el síndrome de déficit de atención/hiperactividad. También pueden influir otros factores como el
de la rebeldía por el que si la persona tiene problemas con la autoridad, por
ejemplo, el dejar que una fecha de entrega
no se cumpla puede ser una forma de añadir melodrama a sus vidas.
Los procrastinadores pueden al
principio experimentar un sentimiento de control al no actuar, pero rápidamente
se extingue y surge la sensación de falta de control sobre sus vidas cuando las
limitaciones de tiempo comienzan a restringir sus posibilidades de ejecutar la
tarea con éxito. Sus errores se pueden agravar por el autoengaño que les lleva
a pensar que trabajan mejor bajo presión. Pero las carreras de última hora a lo
que conducen es a resultados pobres.
Por el contrario las personas
que no procrastinan se centran en lo que tiene que hacerse y suelen ser
diligentes, disciplinadas, perseverantes y responsables.
De Vries propone una serie de
actuaciones para procurar evitar caer en la procrastinación. Éstas son:
1.- Dividir la tarea en otras
más pequeñas que se puedan ir abordando de una en una.
2.- Fijar fechas límites para
cada una de esas tareas más pequeñas. De esta forma al ir cumpliendo los
compromisos se reduce el nivel de estrés. Se puede comenzar por la tarea más
complicada y al hacerlo rápidamente no habrá ningún problemas para acometer las
más sencillas.
3.- Ser realistas al asignar
el tiempo suficiente para cada tarea.
4.- Evitar dedicar nuestro
tiempo a asuntos triviales en lugar de emplearlo en los proyectos relacionados con
el trabajo. Las distracciones pueden ser divertidas al principio pero no sirven
para realizar el trabajo del que somos
responsables. Como escribió Ivan Turguénev:
“Si esperamos al momento en el que todo, absolutamente todo, esté listo , nunca
empezaremos”.
5.- Preparar una lista de
tareas a realizar. Resulta muy útil para movilizarnos a la acción y para
nuestro estado mental. Podemos poner una fecha al lado de cada tarea o
priorizar. Después cada día nos podemos concentrar en los tres asuntos más
importantes que demanden nuestra atención.
6.- Procurar dedicar algún
tiempo para la diversión. Debemos intercalar nuestro trabajo con momentos para
las recompensas, relajación y celebración, por ejemplo de las tareas
completadas. Planificar estas pausas nos puede servir para luchar contra la
procrastinación.
7.- Practicar la “autocompasión”.
Debemos tratarnos a nosotros mismos con amabilidad y comprensión ante nuestros
potenciales errores y fracasos. De esta forma reduciremos el malestar
psicológico que puede facilitar la procrastinación y potenciará nuestra
motivación al incrementar nuestros sentimientos de valía personal. Puede
también fomentar emociones positivas como la curiosidad, el optimismo y la
iniciativa personal.
Debemos prestar a tención a
las ocasiones en las que nos juzgamos muy duramente ya que el trabajo interior
mencionado puede ser muy complicado si lo acometemos en solitario,
especialmente porque nuestro superego puede interferir de numerosas formas a un
nivel no consciente. Comentar estos sentimientos excesivamente severos con una
persona que esté dispuesta a apoyarnos y a no juzgarnos, como un amigo o un
miembro de nuestra familia nos puede ayudar. Si se ha convertido la
procrastinación en algo crónico puede ser signo de un problema más serio y
puede ser necesario recurrir a ayuda profesional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario