Paul Leinwand,
Mahadeva Matt Mani, y Blair Sheppard en la edición de enero – febrero de Harvard Business Review
plantean que el futuro de las organizaciones depende de que sus equipos de líderes se reinventen.
Mientras las organizaciones luchan por
construir ventajas competitivas en un mundo obsesionado con la digitalización están
encontrando que lo que necesitan de sus líderes está cambiando. Sus altos
ejecutivos deben ser capaces de reimaginar el lugar de la organización en el futuro
y de transformarla para que pueda dar respuesta a ese propósito más ambicioso. Esto
implica fundamentalmente un cambio no solo en los ejecutivos en sí mismos sino,
también, en la forma en que colectivamente gestionen y lideren la empresa.
Si consideramos, por
ejemplo, la manera en que han evolucionado las competencias que necesitan los
líderes para tener éxito vemos como un reciente estudio realizado por Strategy
& PWC,s pone de manifiesto la importancia de una serie de características que
al menos en superficie pueden parecer paradójicas. Las organizaciones necesitan
que sus altos ejecutivos desempeñen todos los roles siguientes:
1.- Ejecutor estratégico:
tiene ideas audaces y ambiciosas, además de las
competencias prácticas necesarias para hacer realidad la visión
2.- Humanista experto en
tecnología. Fomenta los
avances tecnológicos para garantizar el éxito en el futuro mientras no olvida
que las organizaciones están formadas por personas que trabajan para personas
3.- Político con altos
niveles de integridad. Utiliza las
dinámicas d ela organización para lograr que las cosas se hagan mientras
manteniendo su integridad.
4.- Héroe humilde. Tiene la confianza en sí mismo para actuar con
firmeza en un mundo incierto y la humildad de admitir sus errores.
5.- Localista con mente
global. Se mueve por un mundo que
es a la vez global y local buscando lugares donde el lograr un equilibrio sea
importante
6.- Innovador
tradicional: Utiliza el pasado para ayudar a dirigir el éxito
de la organización mientras va creando una cultura que va evolucionando para
fomentar la innovación, la aceptación del fracaso, el crecimiento y desarrollo
y el aprendizaje.
Estamos acostumbrados, por ejemplo, a aceptar hasta ahora que los líderes podían
ser grandes visionarios o grandes operadores, pero las organizaciones necesitan
ahora que desempeñen ambos roles, por tanto ser ejecutores estratégicos.
Hacer frente a las posibles deficiencias liderazgo no se resuelve solo
con el abordaje del desarrollo de las competencias de los ejecutivos a nivel individual, lo cual es
deseable, sino con la mejora urgente del liderazgo colectivo.
Como parte de la investigación que condujo a la preparación del libro “Beyond Digital”, del que se ha adaptado este artículo, los autores entrevistaron a los
altos ejecutivos de 12 compañías destacadas, entre ellas Microsoft, Inditex,
Hitachi y otras 9, para averiguar las razones por las que las expectativas
sobre liderazgo han cambiado. Está claro que si las organizaciones aspiran a
florecer en los años venideros deberán generar nuevas ventajas no solo ocuparse
en digitalizar lo que están haciendo en la actualidad.
Conseguir esto significa que deben estar dispuestas a dejar atrás pasados
sistemas de creencias y definir nuevas proposiciones de valor más osadas. Las
compañías deben pasar de competir con los rivales a cooperar con aliados en
redes y ecosistemas para crear valor en formas que una organización a nivel
individual no puede hacer en solitario.
Los líderes deben estar dispuestos a cuestionar todos los aspectos de su
compañía: su propósito, su modelo de negocio, su modelo operativo, sus
profesionales y a ellos mismos. Las ideas convencionales sobre el liderazgo
deben modificarse. Los ejecutivos tienen que dejar de centrarse en sus áreas
individuales de responsabilidad y en responder a las necesidades que surgen de los
niveles más bajos, para trabajar juntos
como equipo para moldear el futuro de la organización y marcar el camino para
llegar a él.
Este enfoque tiene cuatro componentes clave:
I.- IDENTIFICAR LOS
ROLES DE LIDERAZGO NECESARIOS PARA TRANSFORMAR LA ORGANIZACIÓN PARA EL FUTURO
Para que la compañía se mantenga relevante va a necesitar capacidades
específicas para que pueda desempeñar su propósito y líderes que puedan
imaginar ese nuevo lugar en el mundo y actúen para llegar a él. Es necesario,
para ello definir cuáles son los roles necesarios en el equipo directivo para
facilitar ese futuro.
II.- REUNIR A LOS
PROFESIONALES ADECUADOS
Una vez identificados los roles que el equipo directivo necesita, hay que
pensar en quiénes son las personas adecuadas para desempeñarlos, considerando
el talento y diversidad que va a permitir que la alta dirección sea capaz de
generar nuevas ideas, cuestionar el pensamiento tradicional y colaborar para
lograr obtener cambios significativos.
III.- CENTRAR EL TRABAJO
DEL EQUIPO DIRECTIVO EN MOVILIZAR Y GUIAR LA TRANSFORMACIÓN DE LA ORGANIZACIÓN
Los altos ejecutivos deben dedicar tiempo y energía a las grandes prioridades
del futuro y no solo a responder a las demandas de la organización en el
momento actual. Tienen que pensar en cuáles son las estructuras y mecanismos
que pueden ayudarles a liderar la organización hacia su nuevo destino.
IV.- RESPONSABILIZARSE
DEL COMPORTAMIENTO DE LIDERAZGO DEL EQUIPO
Generar las capacidades específicas que van a permitir crear una
verdadera ventaja requiere una alto grado de colaboración y compromiso para
desarrollar una mentalidad de grupo en la que las distintas partes de las
organización operen como una unidad armoniosa. Se trata de lograr que exista la
confianza y cultura que fomente el éxito colectivo de la organización.
Todas estas medidas deben ser abordadas de forma simultánea porque se
refuerzan unas a otras, teniendo en cuenta que no todo va a salir bien al
primer intento. Ningún equipo de liderazgo de alto desempeño se construye de un
día para otro, pero esto no debe ser excusa para dejar de trabajar para ir
haciendo progresos substanciales en los cuatro frentes mencionados.
I.- IDENTIFICAR LOS
ROLES
Cuando los CEO, s analizan las capacidades organizativas que sus
compañías deben poseer para crear valor en el mundo que va más allá de lo
digital, con frecuencia, concluyen que tienen que añadir algunos roles
directivos no tradicionales y eliminar algunos tradicionales. Esta situación ha
llevado a una explosión de nuevos puestos en la alta dirección en los últimos
años, como por ejemplo: Director de innovación, de sostenibilidad, de imagen de
marca, de diseño, etc.
Lo importante, no obstante, no son los nombres de los puestos, sino el
hecho de que esos roles ayudan a centrar a la organización en las competencias
que son críticas para ofrecer una propuesta de valor emergente, lo que puede
implicar el trabajar de forma colaborativa con aliados externos.
Los roles que seleccionamos para incluir en el equipo directivo mandan un
mensaje sobre el destino estratégico que hemos escogido y sobre cómo queremos
hacer la transformación para llegar a él. La creación de Apple, por ejemplo,
del puesto de Director de la Oficina de Diseño en 2015 indicó a la organización
que el diseño tenía una importancia enorme para la empresa. Establecer este rol
ayudó a atraer a algunos de los mejores diseñadores del mundo de todos los sectores,
no solo de la moda, y ha producido una de las capacidades más diferenciadoras que
Apple ha construido en su historia.
Alcanzar este modelo de liderazgo basado en competencias no tiene por qué
abordarse a través de una gran reorganización,
pero no hay que demorarlo mucho ya que
cuanto más alineados estén los roles del equipo de alta dirección con los
resultados necesarios para el éxito en el futuro mejor.
II.- SELECCIONAR EL
EQUIPO
Los puestos deben cubrirse con los profesionales que cuenten con los
conocimientos, habilidades, comportamientos y experiencias que necesitemos. Pensar
en las seis expectativas paradójicas mencionadas resulta de utilidad. No todos
los miembros del equipo deben destacar a la hora de equilibrar las tensiones
implícitas en cada una, pero deben estar cubiertas de forma colectiva.
Es conveniente, también, contar con líderes que puedan ver los problemas
y las oportunidades desde una perspectiva fresca y que se sienten responsables
y responsabilizan a sus colaboradores del abordaje de los retos más acuciantes
y amenazantes que se presentan para poder realizar sus aspiraciones.
Por tanto, hay que buscar personas que parezcan, piensen, sientan y
actúen de forma distinta a lo que se considera normal en la organización y
mantener una actitud abierta al cuestionamiento. De hecho podemos dejar de
preguntarnos el antiguo paradigma de cómo va a encajar la persona en la
organización y preguntarnos cómo podremos encajar con esta persona, por lo que
cuando busquemos al talento adecuado lo hagamos indagando más allá de los candidatos
habituales. Personas con experiencias variadas, que hayan trabajado en
diferentes ecosistemas y que comprendan las capacidades, canales y enfoques
transformacionales que vamos a desplegar. El equipo debe, también, reflejar las
diversas voces de nuestro ecosistema, incluyendo a los consumidores que
queremos servir, nuestra fuerza laboral y nuestros aliados.
III.- MOVILIZAR LA TRANSFORMACIÓN
El tiempo es uno de los recursos más escasos del equipo de alta
dirección. Ante las complejidades de liderar una organización que tenga éxito
en la actualidad es muy importante que el equipo directivo cuide mucho su
agenda, para garantizar que se centre en la transformación, en lugar de dejar
que sea dirigida por las demandas que
vienen de dentro de la organización.
Los equipos de alta dirección siempre tienen que gestionar dos
responsabilidades distintas:
a).- Dirigir el día a día de la compañía.
b).- Construir el futuro al
que se han comprometido.
Algunas organizaciones crean un grupo independiente para gestionar sus
esfuerzos de transformación estratégica para poder priorizarlos y protegerlos.
Normalmente este equipo incluye a muchos de los ejecutivos responsables de las
operaciones y, para introducir ideas nuevas puede incorporar profesionales de
niveles más bajos.
El papel del equipo de liderazgo no termina al tomar grandes decisiones,
debe asegurarse de que éstas se implementan adecuadamente. En esto consiste la
paradoja del ejecutor estratégico: los altos ejecutivos deben “ensuciarse las
manos” trabajando en los detalles de la implementación y asegurándose de que
las actividades de las distintas partes de la organización constituyen un todo
coherente.
IV.- ASUMIR EL
COMPORTAMIENTO DEL EQUIPO
Muchas compañías experimentan una gran rivalidad en sus niveles
superiores. Los profesionales pueden competir por ejemplo por ser el sucesor
del CEO o por ser el que aporta más a los resultados de la compañía. Este
pensamiento individualista, aunque puede ser recompensado en las corporaciones
modernas interfiere en su transformación. La meta debe ser el lograr que todos
los altos directivos estén alineados en su comprensión de las razones por las
que la compañía debe cambiar, en el nicho que se pretende alcanzar y en las
capacidades diferenciadoras que van a necesitar para llegar a este resultado.
Para ello se debe crear un propósito compartido en el que se establezcan
las razones de la existencia del equipo y los asuntos que debe resolver. Al definir sus
áreas de responsabilidad los profesionales deben estar convencidos de que el
liderar la transformación de la organización es la tarea más importante y que
el éxito va a a depender de la colaboración de los miembros de equipo en lugar
de ser función de la suma del desempeño de las distintas unidades. También hay
que aclarar que cuando se reúne el equipo ejecutivo no lo hace para aprobar o
rechazar propuestas sino para crear valor juntos.
Quizás una de los mecanismos más eficaces para lograr la colaboración es
juntar a los líderes por parejas para que trabajen conjuntamente para
solucionar asuntos generales de la compañía. De esta forma aunarán sus
fortalezas, se conocerán mejor y obtendrán un mayor entendimiento de los impulsores
del éxito y de las limitaciones que pueden existir en áreas fuera de sus
esferas de influencia. Cuando consigan llegar a soluciones podrán compartir los
reconocimientos y ser conscientes del poder que tiene el considerar distintas
perspectivas a la hora de abordar grandes y complicados problemas.
Este tipo de colaboración requiere confianza mutua que puede ser escasa
en líderes demasiado competitivos, por lo que los CEO, s deben procurar
asegurar que existe la confianza de que todos están realmente implicados y
comprometidos con el equipo y con su misión. Si no se consigue la
transformación a gran escala no se producirá.
La labor de los líderes no consiste en gustarse unos a otros y en estar
de acuerdo sino en fomentar que todos puedan manifestar los problemas,
resolverlos juntos, tomar decisiones con rapidez y sentirse comprometidos con
el éxito de todos. Esta es la razón por la que los equipos efectivos crean
reglas y mecanismos para que sus miembros se sientan cómodos a la hora de pedir
ayuda o de reprochar a sus compañeros si no abordan acciones a las que se han
comprometido.
Una gran transformación no puede ser asumida solo por el equipo directivo.
El nuevo tipo de liderazgo debe fluir en cascada hacia abajo para construir
capacidades de liderazgo en toda la organización. Pero el lugar donde empezar
es la alta dirección por lo que el CEO debe rodearse de personas con talento
que puedan equilibrar comportamientos de liderazgo aparentemente paradójicos y
que se cuestionen unos a otros para lograr colectivamente superar los retos y
alcanzar grandes metas.
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