Jonah Berger en bigthink.com del pasado 27 de marzo ofrece 4 tácticas esenciales para mejorar
nuestro lenguaje como líderes y la comunicación con nuestros equipos. Se
centran en 3 ideas claves:
a).- Solemos centrarnos
en palabras grandilocuentes al hablar y escribir , aunque distintas
investigaciones muestran que palabras “pequeñas” tienen, también, grandes
efectos.
b).- Los rellenos y
vueltas pueden despojar a nuestro lenguaje de la capacidad de generar confianza
y persuasión.
c).- La forma en la que
los líderes utilicen el lenguaje puede hacer que los miembros del equipo se
sientan más valorados por sus habilidades e ideas.
Todos los líderes desean
que sus palabras despierten las emociones de los miembros de sus equipos y que
les inspiren a superar los contratiempos. Para ello las tácticas que Berger
propone son las siguientes:
1.-
PRESTAR ATENCIÓN A LAS PALABRAS “PEQUEÑAS”
Tenemos tendencia a
centrarnos en los nombres, verbos y adjetivos que contienen mucho sentido en
una frase. Berger en sus investigaciones ha encontrado que lo que pensamos que
son palabras “pequeñas” pueden tener un gran efecto en la forma en la que las
personas perciben el lenguaje. Por ejemplo si empleamos el pronombre “tú”
incrementamos el compromiso porque hace que le contenido sea más relevante para
la persona. Pronombre de grupo como “nosotros” crean una sensación de camaradería
y conexión.
Por tanto, debemos
considerar como cada una de nuestras palabras pueden influir en las demás en un
contexto determinado, ya que hasta las que parecen más sencillas pueden ofrecer
un gran valor.
2.-
EVITAR AMBIGÜEDADES Y RELLENOS
Palabras o frases como “parece
que es la respuesta correcta”, “creo que debemos seguir la idea de Pablo” o “ums”,
“ahs” y “likes” que expresan duda restan confianza y persuasión a nuestro
discurso. Berger recomienda que en lugar de decir, por ejemplo: “no estoy seguir
de que esta estrategia vaya a funcionar” digamos: “ Está bien, pero para que
funcione deberían pasar estas tres cosas”. De esta forma dejamos claro que
pensamos que es una gran estrategia, pero como no existe una seguridad completa
tenemos que dejar claro que no existen garantías totales.
Para evitar, dentro de lo
posible las palabras que denotan la necesidad de cubrir un hueco el autor
propone:
a).- Grabarnos
hablando, transcribir lo que decimos y leer nuestro discurso sin filtros. De esta forma localizaremos los “rellenos”.
b).- Sustituir estas palabras de relleno por pausas
bien pensadas, lo que transmitirá una sensación de control y no de
improvisación.
3.- CONVERTIR ACCIONES EN
IDENTIDADES
Como líderes de un
equipo necesitamos delegar tareas. Idealmente los miembros del equipo estarán motivados
para hacer las tareas por su cuenta, pero no siempre ocurre esto. La elección
del lenguaje puede ayudarnos. Berger, por ejemplo, cita un estudio en el que los
investigadores trataban de conseguir que niños de 4 y 5 años ordenasen una
clase en lugar de jugar con todos los juguetes desperdigados por el suelo.
Observaron que sus posibilidades de conseguirlo se incrementaban en un 50% si
en lugar de pedir a los niños que ayudasen a ordenar les preguntaban si no les
importaba convertirse en ayudantes y limpiadores y ordenar la clase. Con estas
palabras la pregunta dejaba de ser un requerimiento para pasar a ser una
oportunidad para que los niños mostrasen sus fortalezas y competencias. Otro estudio
similar en el que se analizaban las diferencias entre pedir a las personas que fuesen
a votar o se convirtiesen en votantes lograba
también mejores resultados, aunque no tan elevados como en el caso de los
niños.
Al transformar las
acciones en identidades vamos a conseguir un mayor compromiso con las acciones
deseadas, ya que todos queremos vernos a nosotros mismos como inteligentes y competentes
en una variedad de cosas diferentes.
4.-
CONECTAR A TRAVÉS DE LAS PREGUNTAS
Con frecuencia como
líderes no es tan importante lo que decimos que cómo escuchamos. Los miembros
del equipo no solo se sienten valorados cuando son escuchados, sino que el
escuchar sus ideas y luchas ofrece información sobre el equipo y sobre el
estado de la organización.
Pero muchas personas no
se sienten cómodas compartiendo por lo que el líder tiene que saber hacer las
preguntas correctas. Por ejemplo si preguntamos a una persona sobre una presentación
y responde que le ha gustado, debemos profundizar más e indagar sobre qué es lo
que les ha gustado o lo que cambiarían. Estas preguntas muestran que nos
importa su opinión y que somos
receptivos a ella.
A los adultos no les
gusta que les digan lo que tienen que hacer directamente, por lo que se puede
implicar a los miembros del equipo en el proceso de planificación utilizando
preguntas para incorporar su conocimiento e ideas.
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