Hablemos de liderazgo
jueves, 25 de diciembre de 2025
domingo, 21 de diciembre de 2025
CÓMO ACTUAR ANTE PERSONAS COMPLICADAS
Jefferson Fisher en “The next conversation. Argue
less, talk more”, que estamos comentando, plantea que, con frecuencia en
momentos complicados hemos escuchado el consejo de que debemos mostrar empatía
e intentar alcanzar un terreno común con la otra parte. Pero en ocasiones puede
no ser muy práctico si nos encontramos en una situación en la que parece que
nuestra compasión está exhausta o creemos que está siendo explotada o que quieren aprovecharse de nosotros.
La amabilidad, en
solitario, no siempre funciona, si la otra persona está decidida a
malinterpretarnos. Cuando esto ocurre normalmente tendemos a hacer una de estas
dos cosas:
a).- Andar con “pies de
plomo” adaptando constantemente nuestras palabras y acciones para evitar
cualquier tipo de conflicto, a expensas de nuestra propia autenticidad y paz
mental.
b).- Redoblar los
esfuerzos y reproducir su energía negativa para procura pagar con la misma
moneda.
Existe una tercera
opción, que es la más beneficiosa y que implica utilizar nuestra nueva voz
asertiva para crear respuestas que no dejen lugar para malas
interpretaciones, valientes, pero
respetuosas.
Llega un momento en el
que tenemos que defendernos nosotros mismos y hacer oír nuestro descontento
para manifestar, con respeto e integridad, lo que es inaceptable para nosotros.
Para ello lo primero que tenemos que
hacer es seleccionar bien el momento y si la persona que tenemos delante merece
el esfuerzo o no.
Mostrar nuestro
desacuerdo activamente y defendernos a nosotros mismos es tanto un arte como
una habilidad. Fisher recomienda utilizar una serie de técnicas, herramientas y
estrategias para emplear en situaciones complicadas:
I.-
ANTE UN INSULTO
Debemos entender que la
otra parte quiere algo de nosotros. Ese algo es la dopamina, la hormona que
hace que nos sintamos bien, que nos motiva y recompensa. Su búsqueda de
dopamina tiene poco que ver con nosotros personalmente. Con frecuencia es un
reflejo de sus propias inseguridades. Denigrar a los demás puede hacer que los
que no tienen poder se sientan poderosos, los ignorados se sientan reconocidos
y los envidiosos sientan que han ganado algo. Obtienen dopamina de la atención
de ser el centro de atención o por su sentimiento de control sobre nuestra
reacción negativa.
También les sirve para
distraerles de sus propias vulnerabilidades al permitirles centrarse en las
debilidades percibidas o que proyectan sobre nosotros. La otra persona se
siente menos insegura, aunque sea momentáneamente, sabiendo que puede generarnos inseguridades, también. Se siente menos molesta sabiendo que
nosotros también estamos molestos. Es un círculo en el que su sensación de
plenitud temporal se produce a costa de
la autoestima de los demás.
La clave está en
considerar este tipo de comentarios como lo que son realmente: un intento de
provocar una respuesta, en la que no se trata de nosotros, sino de su necesidad
de nuestra respuesta para sentirse bien.
Cuando nos insultan sea
llamarnos algo o un ataque personal sobre nuestro carácter, apariencia,
habilidades o identidad, el objetivo de estos comentarios es hacernos daño.
Al recibir un insulto la respuesta que nos parece más gratificante consiste
en devolver el agravio, como por
ejemplo: “ Bueno si yo soy idiota, tú eres…” . pero solo va a servir par
aumentar el problema. Puede ser que nos logremos convencer a nosotros mismos
que está bien hacerlo, pero ahora somos nosotros los que buscamos esa descarga
de dopamina. Los “golpes” continuarán hasta que una de las dos partes recibe un
sentimiento de triunfo momentáneo. No merece la pena, debemos pensar que
valemos más y que no debemos caer en ese comportamiento tan poco edificante.
Fisher recomienda que
cuando alguien nos ofenda o insulte probemos seguir uno de estos tres pasos:
1.-
Hacer una pausa larga
Una pausa larga da a
sus palabras la oportunidad de que vuelvan a ellos como un eco, repensar sus
palabras y cuestionarse si las van a mantener o retirar. Y, sobre todo, el
silencio les retira su dopamina.
2.-
Repetir lentamente lo que han dicho
Con frecuencia el
silencio es lo único que tenemos que aportar. Si se requiere algo más podemos
repetirles muy lentamente lo que han dicho. En este caso nosotros somos el eco
y nos estamos asegurando de que han escuchado cada palabra que han dicho.
3.-
Controlar la respiración
Cuando repetimos sus palabras, o conseguimos limpiar el ambiente o echamos leña al fuego. En ese momento
necesitamos apoyarnos en nuestra respiración y controlarla para asegurarnos que
no enturbiamos la situación, ya que si entramos en un estado de respiración
superficial existe un riesgo mayor de que caigamos en una demostración
retrasada de emociones o ira y perdamos nuestra ventaja moral.
II.-
ANTE UNA ACTITUD CONDESCENDIENTE O DE MENOSPRECIO
Comentarios del tipo: “Déjame
que lo exponga en términos en los que me puedas entender” o “ ¡Qué bien¡ Por fin
has perdido peso. Bien por ti” , van dirigidos a subestimar nuestros esfuerzos,
inteligencia o estatus. Estas observaciones con frecuencia son indirectas,
ocultas, bajo un halago o amabilidad fingidas, que buscan reducir nuestra
significancia.
En estos casos el autor
recomienda:
1.-
Pedirles que repitan lo que han dicho
Diciendo, por ejemplo: “Necesito
que repitas eso”, o “Necesito que digas eso otra vez” o “No me he enterado bien
del todo. ¿Podías repetirlo?”
Cuando lo hacemos estamos
acabando con su diversión (dopamina). Es como lanzar un paño mojado sobre sus
palabras, no se lo esperan y se sienten incómodos, con lo que la respuesta
suele ser rápida y consistir en frases como: “No, si no importa,….””si
realmente quería decir …..”, mientras reajustan sus respuestas.
2.-
Pedir una respuesta de resultado
Independientemente de que tengan el valor de
repetir el comentario, nosotros debemos responder utilizando una pregunta de resultado.
Este tipo de pregunta busca destacar y proyectar la reacción que trataban de
provocar. Por ejemplo podemos preguntar:
a).- ¿Deseabas que eso
me doliese?
b).- ¿Querías que eso
me avergonzase?
c).- ¿Eso pretendía
hacer que me sintiese pequeño o inferior?
d).- ¿Te sentiste bien
al decir eso en voz alta?
3.- Responder con el
silencio
Independientemente de
su respuesta podemos dejar que el silencio sea nuestra respuesta. Puede ser mejor no
responder. Normalmente terminarán diciendo que estaban bromeando o empezarán a
intentar retirar lo dicho. Podemos dejar que su mal comportamiento perdure
mientras nuestro silencio muestra que nosotros somos los que tenemos el control
y la compostura.
III.-
ANTE UNA ACTITUD GROSERA O DESPECTIVA
Comentarios del tipo: “Oh¡
todavía estás hablando”, “nadie te lo pidió o preguntó” o “me siento más tonto
después de escucharte”, son muy comunes y muestran una falta de respeto. Pueden
ser directos o indirectos y son desagradables. El objetivo de estos comentarios
es invalidar nuestros pensamientos y creencias.
Cuando alguien se
comporte con nosotros de esta manera Fisher recomienda seguir los siguientes pasos:
1.-
Hacer una pausa corta
Lo suficientemente
larga para considerar sus palabras para decidir si lo que han dicho merece que
le dediquemos nuestro tiempo y esfuerzos
2.-
Hacer una pregunta sobre su intención
Esta clase de preguntas
son similares a las orientadas a un resultado pero están centradas en un input,
buscando destacar el sonido de sus palabras para explorar e investigar su
intención. Podemos utilizar preguntas como:
a).- ¿Pretendías
parecer grosero o despectivo?
b).- ¿Querías que
sonara tan cortante y brusco?
c).- ¿Qué pretendías
con esa afirmación?
d).- ¿Cómo esperas que
reaccione ante eso?
e).- ¿Pretendías dañar
o ayudar?
3.- Esperar
La mayor parte de las
veces la otra persona procurará aclarar o pedir disculpas y reajustar su comentario
con algo como: “ O cielos, no, no, nada de eso, lo que yo quería decir es….” Si
esto ocurre debemos felicitarnos porque habremos evitado llevar las cosas a un
plano personal y potencialmente perjudicar una relación.
Si, a pesar de todo, su
intención tenía mala voluntad mejor callar, ignorar y seguir adelante
miércoles, 17 de diciembre de 2025
LA DISCIPLINA COMO "SUPERPODER"
Naphtali Hoff en
SmartBrief on Leadership del pasado 12 de diciembre plantea que la disciplina
se puede confundir con rigidez, pero que cuando es deliberada se puede
convertir en un superpoder.
En nuestro mundo
apresurado actual la disciplina se puede malinterpretar. Vivimos en un entorno
que valora la flexibilidad, la espontaneidad y la adaptación instantánea. Admiramos
a personas que son capaces de adaptarse rápidamente , de cambiar de dirección (pivotar), de resolver problemas sobre
la marcha y de resolver imprevistos.
Pero, esa admiración en ocasiones se puede tornar en un prejuicio no
reconocido, que consiste en la creencia que la estructura implica rigidez o que
la consistencia se equipara a control.
La realidad es que la disciplina y la rigidez puede parecer que son lo
mismo en la superficie pero proceden de distintos lugares:
·
La
rigidez tiene sus raíces en el miedo, ya sea del cambio, de la pérdida de
control o de estar equivocado. Se centra en aferrarnos a un método o regla
aunque ya no sirva a un propósito.
·
La
disciplina tiene sus raíces en la intención. Se centra en escoger una
estructura que apoye nuestros valores y metas. Es lo que nos permite mostrar lo
mejor de nosotros, todos los días, aunque la motivación falle.
La disciplina facilita la libertad, ya que cuanto
más disciplinados seamos, más libres seremos., ya que cuando nuestras
prioridades están claras no perdemos el tiempo o la energía en una toma de
decisiones constante. Cuando nuestros hábitos son sólidos, no nos apoyamos solo
en la fuerza de voluntad. Adicionalmente cuando nuestros límites son firmes
dejamos espacio para lo que verdaderamente importa: creatividad, descanso y un
trabajo con un significado. Esta es la razón por la que los atletas
profesionales y las personas con más alto desempeño se apoyan en la estructura.
Saben que sin una disciplina consistente, el talento solo no basta.
Para los líderes esta distinción, entre rigidez y
disciplina, es muy importante. Los equipos prosperan cuando sus líderes son un
modelo de estabilidad, fiabilidad y capacidad de centrarse. Un líder
disciplinado marca el estilo, no a través de la rigidez y el control, sino a
través de la claridad y consistencia.
Por ejemplo, comienza las reuniones en el tiempo
establecido porque respetan el tiempo de todos, protegen el espacio para pensar
porque valoran la estrategia sobre la reactividad y asumen su
responsabilidad porque esperan lo mismo
de los demás. Todo esto no es rigidez, es integridad,
Por tanto debemos preguntarnos, si alguien nos dice
que estamos siendo demasiado rígidos si:
me estoy resistiendo a un cambio porque temo perder el control o me estoy respetando
las rutinas y límites que me permiten prosperar.
Si la respuesta es esta última alternativa no
estamos siendo rígidos, estamos siendo disciplinados y, en un mundo que con
frecuencia recompensa la rapidez sobre la profundidad y el ajetreo y el parecer
estar siempre muy ocupado sobre el pensamiento y actitudes centradas, la
disciplina es un superpoder silencioso.
Por tanto debemos mantener nuestras rutinas,
proteger nuestro tiempo, guardar nuestra energía. No se trata de ser
inflexibles, se trata de ser intencional. Porque cuando nuestras vidas y
nuestro liderazgo se construyen sobre la disciplina, estamos creando la
libertad para liderar, pensar y vivir con un propósito.
domingo, 14 de diciembre de 2025
LA CIENCIA DEL LIDERAZGO
Jeffrey Hull y Margaret Moore en “The science of leadership.
Nine
ways to expand your impact” condensan los aspectos más destacados de las
investigaciones sobre el liderazgo en 9 capacidades distintivas, cada una
formada por un conjunto de elementos bien estudiados.
Por ejemplo la
capacidad de autenticidad incluye la autenticidad, el carácter, los valores y
el propósito. Cada capacidad y sus elementos se basan en hallazgos científicos
que deben ser conocidos, recordados y puestos en práctica diariamente.
La mayor parte de los líderes tienen alguna de
estas capacidades de forma natural y se apoyan en ellas casi todo el tiempo,
encontrando los otros enfoques poco naturales. Por ejemplo el líder puede
destacar en el servicio a los demás, pero encontrar complicado ser ágil. O
puede ser ágil pero no tan bueno a la hora de cultivar relaciones de trabajo
de alta calidad. Desde su propia base de fortalezas puede aprender y practicar
capacidades que le resulten menos cómodas.
Los autores definen el
liderazgo como el proceso por el que una o más personas motivan a una o más
personas para que contribuyan al logro de metas colectivas, por medio del
moldeado de creencias, valores, entendimiento,… El liderazgo tiene más que ver
con hacer que las personas quieran hacer cosas que con el hacer que lo hagan.
Aunque el liderazgo
comienza con la motivación no es ideal que los líderes se centren en “motivar a
los demás” ya que de acuerdo con la teoría más respetada sobre la motivación: la teoría de la autodeterminación (TAD), la motivación de mayor calidad y más
estable es la interna. Ésta es la que se basa en lo que es importante para la
persona, no lo que le es impuesto por otros, aunque sean sus jefes. La TAD enseña que los buenos líderes
ayudan a sus seguidores a motivarse ellos mismos, a encontrar sus propios
porqués: sus razones para contribuir a las metas colectivas.
El liderazgo no es un
proceso solitario, sino uno que está cimentado en las relaciones y conexiones
entre los líderes y aquellos sobre los que ejercen influencia. El éxito de un líder
va a depender en gran manera de las relaciones de alta calidad que sea capaz de
cultivar. La demostración última de liderazgo viene marcada no por lo que a los líderes les gusta o hacen, sino por lo que
sus seguidores hacen.
Ahora, más que nunca,
el mundo necesita líderes que inspiren y empoderen a los demás para que hagan
un trabajo magnífico. Las capacidades que proponen los autores se mueven desde las centradas en uno mismo, en los demás y en los sistemas:
I.-
CAPACIDADES CENTRADAS EN UNO MISMO
1.-
Liderazgo consciente
Como un líder
consciente conocemos nuestro ego y lo gestionamos bien para mantenernos
calmados, estables y objetivos. Así podremos
ver las cosas con más claridad, incluyendo a nosotros mismos y ser capaces de
transcender nuestros agitados estados emocionales, finalmente convirtiendo
nuestro ego ruidoso en un ego más calmado y más fuerte y sereno. Trabajamos
para aceptar y vernos a nosotros mimos y a los demás de forma objetiva.
2.-
Liderazgo auténtico
Un líder auténtico se
preocupa por la excelencia en el carácter, por la calidad y por los resultados
para él, para el equipo y para la
organización. Ejerce como modelo de integridad y sinceridad en las
conversaciones, comunicaciones, acciones y decisiones. Ayuda a la organización a
alinearse alrededor de un propósito compartido que cumpla los valores
compartidos. Al mostrarse abierto y sincero crea unas relaciones de trabajo de
alta calidad e inspira a la fuerza laboral para que se cumpla el propósito de
la organización.
3.-
Liderazgo ágil
El líder ágil se mueve
con gracia y flexibilidad por muchas tareas, perspectivas, polaridades (
visiones opuestas) y conflictos. Hace un
zoom hacia dentro y hacia fuera, pasa del detalle a la visión global, de la
adversidad a la oportunidad, del conocimiento al desconocimiento, del la mente
centrada a la dispersa, del descanso al movimiento hacia delante, desde la
estabilidad al cambio disruptivo, del conflicto a la resolución, etc. Los
líderes ágiles se adaptan y avanzan hacia delante, con resiliencia para
convertir la adversidad en crecimiento.
II.-
CAPACIDADES CENTRADAS EN LOS DEMÁS
4.-
Liderazgo relacional
El líder, como el
nombre del liderazgo sugiere, cultiva relaciones de alta calidad. Los líderes
relacionales generan sintonía, confianza y seguridad psicológica al empatizar
con los demás a través de la escucha de alta calidad. Buscan entender las
perspectivas y emociones de los demás y lo que es importante y significativo
para ellos. Aceptan y perdonan las limitaciones y errores de los otros y las propias.
Trabajan para ayudar a los demás sin pretender impresionarles, dominarles o
controlarles.
5.-
Liderazgo positivo
El líder positivo
moviliza a los seguidores al ayudarles a cultivar su capital psicológico y su
bienestar. Cinco fuentes claves de capital psicológico y autonomía son:
a).- Autonomía que nos
permite sentir que tenemos el control o la capacidad de actuar
b).- Confianza en uno mismo al sentirnos
competentes.
c).- Emociones positivas que nos hacen sentir bien.
d).-
Optimismo para sentirnos optimistas.
e).- Propósito para poder cumplir los valores clave.
Estos recursos fomentan el compromiso con el
trabajo, la productividad, la perseverancia, la resiliencia y el crecimiento.
6.- Liderazgo compasivo
Esta capacidad reúne a todos los liderazgos previos
en la compasión. Un líder compasivo comprende el estrés y los esfuerzos y
presiones cotidianos de la vida de las organizaciones. Combina la calidad de la
preocupación por su deseo y habilidad de hacer que la vida en el trabajo sea
mejor, por ejemplo menos angustiosa y más gratificante, con un foco en la
responsabilidad sobre el desempeño.
III.- CAPACIDADES
CENTRADAS EN LOS SISTEMAS
7.- LIDERAZGO
COMPARTIDO
Conocido también como liderazgo colectivo o
distributivo. Esta capacidad implica el paso de una mentalidad “yo” a la de “nosotros”.
Los roles de liderazgo son compartidos y distribuidos por la organización o por
un conjunto de organizaciones, como en el caso de corporaciones globales. El líder empodera
a todos para que aprendan a liderar en su propio contexto. Su enfoque abierto,
inclusivo en la dirección que toma su organización incluye la definición del
propósito y la visión el diseño de la estrategia, el establecimiento de metas y
la toma de decisiones.
8.- Liderazgo de
servicio
El líder es un humilde representante de su equipo u
organización. Promueve la autonomía, el desarrollo y la orientación al servicio
de sus seguidores, lo cual incrementa su compromiso y motivación con un trabajo
que tenga un significado.
9.- Liderazgo
transformador
El líder es el visionario inspirador y el modelo a
seguir. Facilita la creatividad y la innovación al fomentar la motivación y la
seguridad en sí mismos de sus seguidores. Estimula a los demás intelectualmente
para que cuestionen, expandan y diversifiquen sus perspectivas. Así mismo como
líderes transformadores son un modelo de coraje.
Los autores proponen el siguiente cuadro para que los
profesionales evalúen sus capacidades de liderazgo.
|
CAPACIDAD DE
LIDERAZGO |
ELEMENTOS CLAVE
DE LA CAPACIDAD |
VALORACIÓN DE
MIS FORTALEZAS (1-9) |
VALORACIÓN DE
LO QUE ES IMPORTANTE AHORA (1-9) |
VALORACIÓN DE
PRIORIDADES PARA MEJORAR (1-9) |
|
|
CONSCIENTE |
Estoy
sereno Estoy
estable Soy
objetivo |
|
|
|
|
|
AUTÉNTICO |
Expreso
mis valores más elevados Soy
sincero Equilibro
mi preocupación por mis valores con los de los demás |
|
|
|
|
|
ÁGIL |
Soy
abierto y curioso Navego
con facilidad entre opuestos Abrazo
y movilizo el cambio |
|
|
|
|
|
RELACIONAL |
Cultivo
relaciones de alta calidad Soy
empático Promuevo
la confianza y la seguridad psicológica Soy
capaz de perdonar Apoyo
a los demás para que aprendan y crezcan |
|
|
|
|
|
POSITIVO |
Apoyo
la autonomía Apoyo
la competencia Apoyo
la positividad Apoyo
el optimismo Apoyo
la realización personal |
|
|
|
|
|
COMPASIVO |
Siento
compasión por la humanidad Práctico
la compasión Promuevo
la responsabilidad con la compasión Cultivo
la resonancia |
|
|
|
|
|
COMPARTIDO |
Comparto
el establecimiento de la visión, el
propósito, los valores, la estrategia, las metas y la toma de decisiones Empodero
a los demás para que lideren Elevo
el liderazgo en los demás |
|
|
|
|
|
SERVICIO |
Cultivo
la humanidad Soy
un buen responsable Siervo
a un bien más alto y ayudo a los demás a hacer lo mismo |
|
|
|
|
|
TRABSFORMADOR |
Cocreo
una visión Soy
modelo de coraje Estoy
comprometido con el crecimiento personal Inspiro
a los demás para que sean visionarios Promuevo
la creatividad y la innovación |
|
|
|
|
|
Resumen de las
valoraciones |
|
¿Cuáles
son mis principales fortalezas |
¿Qué
fortalezas necesito más? |
¿Cuáles
son mis prioridades para mejorar que están más arriba en importancia y más
abajo en fortaleza? |
|
miércoles, 10 de diciembre de 2025
TRES IDEAS ESENCIALES PARA HACER MEJORES ELECCIONES
Ilia Tsetlin y Emre Soyer en INSEAD Knowledge del pasado 8 de diciembre plantean que el análisis de
decisiones solo puede ser efectivo si los líderes tienen la “banda ancha2”
necesaria para actuar, tienen claro su propósito y entienden completamente sus
opciones.
Tomar decisiones
estratégicas complicadas es difícil en un mundo de los negocios que es
complejo. Es un entorno desordenado, rápido en los cambios e impredecible. Enfrentadas a estos retos no
es de extrañar que las empresas utilicen el análisis de decisiones como ayuda para
acelerar y simplificar el proceso de toma de decisiones. Al utilizar
determinadas herramientas los líderes pueden valorar mejor los riesgos,
cuantificar las compensaciones e introducir estructura a la complejidad, facilitando
así la resolución de problemas complicados y apremiantes de una manera
objetiva, rápida y efectiva.
Pero, no podemos
olvidar, que el análisis de decisiones solo
va a ayudar si se cumplen los tres prerrequisitos que hemos mencionado:
1.-
Banda ancha: Tener el espacio para pensar y actuar
La calidad de cualquier
decisión sufre si los líderes no cuentan con el tiempo y recursos para trabajar
con eficacia. Pero la “banda ancha” también incluye el espacio cognitivo. Los
líderes pueden contratar profesionales y pedir prestado dinero, pero como no
puedan expandir su propia capacidad de pensar, de centrarse y de juzgar de
manera inteligente, la calidad de las decisiones no mejorará.
Esta es la razón por la
que éste debe ser el primer prerrequisito para el análisis de decisiones, ya
que aclarar el propósito y generar opciones consumen “ancho de banda”. Aclarar
el propósito requiere investigación y creatividad. El “ancho de banda” es un
elemento esencial después del análisis de decisiones. Los ejecutivos pueden asumir
que una vez el “qué” es decidido el “cómo” va a surgir de manera natural, pero
las estrategias pueden fallar, no porque la decisión sea errónea, sino porque
la organización carecía de la capacidad y recursos para ejecutarla.
2.-
Propósito: ¿Por qué estamos haciendo esto?
El propósito define
cómo puede ser el éxito y previene que los líderes se pierdan en informaciones
atractivas pero irrelevantes. Sin un propósito claro el análisis de decisiones
corre el riesgo de resolver los problemas equivocados. Aclarar el propósito
transforma el proceso de ser un ejercicio técnico a uno estratégico.
Pero contar con el
propósito adecuado requiere esfuerzo, ya que tenemos que hacernos preguntas
incómodas, como: ¿Qué es lo que realmente queremos?, ¿Por qué deseamos eso?,
¿Los intereses de quién interesan más? o ¿Qué cosas a cambio tendremos que
abordad?, por ejemplo.
El mejor resultado de
cualquier análisis de decisión depende, también, de su propósito específico. Si
consideramos, por ejemplo, una compañía decidiendo entre dos estrategias de
expansión, si el propósito es maximizar los beneficios a corto plazo, la
estrategia será una determinada diferente de si el objetivo principal es
construir una presencia a largo plazo.
Cualquier discusión
sobre propósito debe producir un resultado claro, ya que si éste es poco claro
el análisis de decisión no puede ser efectivo.
3.-
Opciones: incrementar el espacio de decisión
El análisis de
decisiones asume que los líderes toman decisiones basándose en las mejores opciones disponibles.
Pero al final con frecuencia lo hacen pensando solo en las opciones más
inmediatas. Esto implica que la decisión se va a tomar considerando la mejor
opción entre un número limitado de alternativas.
Generar más opciones
ayuda a asegurarnos de que una decisión está correctamente enmarcada en primer
lugar, ya que considerar alternativas fuerza a los líderes a aprender realmente
sobre el problema. La calidad de la decisión aumenta cuando los líderes hacen
un esfuerzo deliberado por generar más opciones antes de pasar al análisis.
Las principales recomendaciones
propuestas por los autores, son, como
conclusión:
a).- Comenzar con el “ancho de banda”. Asegurar
el tiempo, la atención y los recursos antes de aclarar el propósito o de
generar opciones.
b).- El propósito previene el desperdicio de esfuerzos. Una vez tenemos
asegurada la “banda ancha”, alinear la decisión alrededor de un propósito claro
y compartido si no queremos arriesgarnos a resolver el problema equivocado.
c).- Las opciones crean calidad. En
lugar de conformarnos con opciones cómodas o binarias, empujar a los equipos a
que amplíen su espacio de decisión generando nuevas opciones.
d).- No apresurar el análisis. Si
falta alguno de los tres prerrequisitos resistir
la tentación de apresurarnos y dedicar tiempo a construir unas bases sólidas
primero.
e).- Considerar que el
análisis de decisiones es una herramienta para la amplificación, no para la
sustitución. En el análisis de decisiones la calidad de nuestro input dicta la
calidad de los resultados. El proceso no puede ser un sustituto de pobres
inputs.
domingo, 7 de diciembre de 2025
EL CAMINO DEL LIDERAZGO: RESILIENCIA
Dana Maor, HansWerner Kaas, Kurt Strovnik y Ramesh Srinivasan, asociados
senior en McKinsey & Company, en"The journey of leadership. How CEO,s
learn to lead from the inside out”, presentan el enfoque “paso a
paso” que siguen en la compañía para ayudar a transformar a los líderes, tanto
desde una óptica profesional como personal, para tener éxito como CEO,s.
Este proceso de liderazgo centrado en las
personas de “dentro a fuera”, se caracteriza por tener dos partes
principales, la primera se centra en los aspectos emocionales,
psicológicos y humanos de liderarnos a nosotros mismos. Podemos llamarla:
“Comienza contigo” .
En esta primera parte el líder va a aprender a
escuchar a su ser interior y a superar sus barreras y prejuicios, así como a
tener claro qué es lo que desea alcanzar. Esto va a requerir que examine su
situación sin prejuicios, centrándose en 6 características: las cuatro
primeras humildad, seguridad y confianza en uno mismo, altruismo y
vulnerabilidad las hemos comentado en entradas anteriores. La
quinta es:
V.- RESILIENCIA (HAS FALLADO Y AHORA
QUÉ VA A PASAR)
Cuando las personas fracasamos la mayor parte de las veces no
queremos hablar de ello, pero el fracaso se está convirtiendo en algo muy común
al volverse el mundo cada vez más complejo y cambiante con mayor rapidez. Por tanto,
es difícil imaginar a alguien que no vaya a fracasar al menos una o dos veces a
lo largo de su carrera profesional, especialmente si nos atrevemos a intentar
hacer grandes cosas.
Cuando fracasamos experimentamos una o más emociones
diversas tales como culpa, ira, inseguridad o autocompasión. Muchos pueden sentir que han
fallado a su organización y a sus compañeros. Otros entierran su dolor. El
quinto elemento de nuestro proceso de liderazgo es la resiliencia. Los líderes que se recuperan con mayor rapidez de un
fracaso son los que no pierden mucho tiempo preguntando las razones por las que
algo malo les ha ocurrido a ellos. Centran su tiempo y energía en entender si era
un comportamiento, un prejuicio o un punto ciego lo que estaba en la raíz de su
fracaso y responden apropiadamente. Aprenden que la mejor forma de ir hacia delante
es hacer una pausa breve y asegurarse de que siguen cualquier lección aprendida
del contratiempo.
El mundo empresarial es una muestra de líderes
resilientes. Por ejemplo, a comienzos de
su carrera Walt Disney fue despedido de una agencia publicitaria por su “falta
de habilidad como dibujante”. Disney y Henry Ford cayeron, cada uno en la
bancarrota con sus primeras iniciativas empresariales.
En ocasiones podemos ver a ejecutivos que se han
convertido en sus peores enemigos. Sus emociones les dominan y en lugar de
mirar hacia delante y mostrarse optimistas por sus posibilidades, se regocijan
y ahogan en su decepción. Los mejores líderes comprenden qué es lo que está
desencadenando esa indignación y miedo. Encontrar de dónde procede su confusión
interna, esté justificada o no, va a ayudar a enfrentarse a esa indignación,
para poder dejarla atrás. Hacer esto resulta particularmente duro en el caso de
los individuos que consideran que su enfado está justificado.
El miedo al fracaso casi siempre conduce a algún tipo de temor procedente del ego. Deberíamos preguntarnos qué es lo peor que podía pasar si fracasamos, qué es lo que el fracaso mostraría sobre nosotros y qué nos parece que está en peligro. Normalmente la respuesta que nos vamos a dar es que no somos queridos, que no hemos conseguido lo que deseábamos, que estamos fallando a los demás o que no hemos sido lo suficientemente buenos. pero si somos capaces de reformular el fracaso como el amor hacia el aprendizaje al servicio de una visión mayor, podremos comenzar a asumir mayores riesgos al servicio de algo más grande que nosotros y comenzaremos a jugar para ganar.
Los mejores CEO´s aprenden a enfocar los fracasos cotidianos, independientemente de lo aparentemente poco importantes que
parezcan, como experiencias de aprendizaje. Cuando reconocemos nuestro miedo al
fracaso podemos descubrir qué necesitamos cambiar y experimentar para probar, aprender y adaptar. La idea es
centrarnos en recoger lecciones valiosas de nuestros fracasos, porque evitarlos
supone evitar aprender y esto puede resultarnos muy costoso en un mundo cada
vez más complejo e impredecible. Los líderes que tienen éxito analizan
serenamente las causas raíz de las situaciones, ajustan su comportamiento y
siguen adelante.
La verdadera fuerza de carácter se construye
admitiendo los errores y transformándoles en lecciones.
Las personas pueden fracasar por las circunstancias o
por mala suerte o por tomar malas decisiones, pero en algunos casos los líderes
deberían mirarse a sí mismos con dureza, ya que quizás es la forma cómo piensan
o actúan la que está impidiendo, por ejemplo una nueva promoción o alcanzar un alto nivel de
desempeño. En estos casos ha llegado el momento de reinventarse.
Fracasar no siempre implica no haber tenido un buen
desempeño. En ocasiones alguien fracasa sin tener culpa alguna ya que el mundo ha
cambiado, los mercados fluctúan o nuevas tecnologías han surgido, por ejemplo.
Quizás el tipo de trabajo que estábamos realizando ya no es necesario o la
organización está sufriendo recortes o el líder siente que ya no aprende más en
su trabajo y éste se ha convertido en una rutina o está experimentando burnout. Ha llegado entonces el momento de
cambiar.
Un aspecto que se menciona con frecuencia como
importante para salir del sentimiento de fracaso es el de utilizar la pasión
para vencer y superar esta sentimiento. El desafío está en encontrar una
profesión que no sintamos como un trabajo, en la que podamos aprender y crecer
y en la que percibamos que estamos trabajando por algo más que por una retribución
económica.
Cuando fracasamos es importante tener un método para
salir de nuestros pensamientos negativos y superar los sentimientos de fracaso.
Con frecuencia nos sentimos atrapados contándonos una historia y nos decimos a
nosotros mismos: “Yo no he fracasado realmente, es culpa de otra persona” o “Yo
tenía razón pero fuerzas externas me han hecho fracasar” Si hacemos esto no
estamos abordando la verdadera razón del fracaso y seguiremos experimentando un
sentimiento de intranquilidad dentro de nosotros.
Plantearnos cómo nos hemos podido equivocar, por el contrario, puede
hacer que obtengamos una o más nuevas perspectivas sobre lo que ha ocurrido
realmente. Al hacerlo descubriremos nuevas historias sobre nosotros, que nos
ayudarán a superar el fracaso.
Con esta técnica analizamos la situación viendo lo que ha
pasado realmente para que sintamos que hemos fracasado y contemplándola desde
diferentes perspectivas. Por ejemplo, nos hemos podido mostrar demasiado
orgullosos para escuchar el consejo de un compañero o nos hemos mantenido
excesivamente centrados en nuestras opiniones y hemos ignorado señales del
mercado que avisaban de la necesidad de cambiar el rumbo. El objetivo es hacer
una pausa para descubrir la razón real de nuestro fracaso para poder
reconocerlo, averiguar y decidir lo que tenemos que hacer y seguir adelante.
Los autores sugieren que nos hagamos una serie de
preguntas sobre el miedo al fracaso y sobre la forma de convertir éste en
crecimiento personal. Éstas son las siguientes:
1.- ¿Cuáles son las causas raíz que están detrás de mi
temor al fracaso?
¿Cómo puedo abordarlas
y afrontarlas?
2.- ¿Tengo miedo a asumir riesgos por el temor de decepcionar
a los demás?
3.- ¿Qué podría ser lo peor que sucediese si fracaso?
¿Qué diría
sobre mí?
¿Qué parece que está en juego?
3.- ¿Estoy “jugando” para no perder por miedo al
fracaso?
¿Qué podría ganar si me atreviese a arriesgarme?
4.- ¿Cómo puedo desarrollar la fuerza interna
necesaria para decidir aceptar lo ocurrido, cortar las pérdidas y seguir
adelante para beneficiarme de lo que he aprendido?
5.- ¿Cómo puedo reformular el fracaso como amor por
aprender al servicio de una visión más amplia para mi y para mis equipos?
¿Cómo puedo utilizar el fracaso para incentivar el
crecimiento y desarrollo?
6.- ¿Cómo puedo aprender a asumir más riesgos
personales al servicio de algo más grande que mi propio ser?
Como conclusión podemos destacar que los líderes que
gestionan bien el fracaso se muestran honestos con ellos mismos en relación con
sus debilidades y tienen tanto la resiliencia para salir de una mala situación
para seguir adelante y la habilidad de utilizar las lecciones aprendidas mientras
avanzan.
Como Annie Duke, jugadora de póker profesional y
experta en toma de decisiones, mantiene tenemos que saber cuándo debemos
perseverar en una mala situación y cuándo “cortar “nuestras pérdidas y
abandonar. Esto requiere una reflexión interior sobre cuándo tomar ciertos
riesgos y cuando no hacerlo, al considerar las ganancias potenciales y como
aprender de los fallos y fracasos.
Esto pone de relieve otra importante característica de
los grandes líderes ( que analizaremos en una entrada posterior), la
versatilidad. Los mejores líderes desarrollan múltiples habilidades y se
comprometen con un aprendizaje profundo que les permite adaptarse rápidamente
cuando se enfrentan a la incertidumbre o
a las crisis continuas, mostrando versatilidad no solo alrededor de los
aspectos emocionales del liderazgo, sino, también, en relación con los
intelectuales.




