Pam Soden, en la newsletter de la Asociación Americana de Management (AMA) del pasado 27 de septiembre, plantea que el comunicar con tacto y diplomacia es esencial para los líderes de las organizaciones. Con frecuencia éstos no son conscientes de que tienen un problema al no saber cómo interactuar con tacto hasta que pierden oportunidades. Al estar excesivamente centrados en obtener resultados no se dan cuenta de cómo son percibidos por los demás y se olvidan de la importancia de establecer buenas relaciones.
La AMA en los cursos que
imparte define la diplomacia como la habilidad sutil para manejar adecuadamente
una situación y el tacto como la consideración mostrada en el trato a los demás
evitando ofender en todo momento.
Soden recomienda que tenemos
que:
a).- Primero comenzar por
reconocer el valor de estas habilidades claves de comunicación. Sin tacto y
diplomacia perderemos: oportunidades de negocio, relaciones, respeto,
reconocimiento y dinero.
b).- Segundo ser
conscientes de la forma en que las utilizamos de forma habitual, por ejemplo
asegurándonos de que no decimos las cosas de forma que podamos molestar o
insultar a los demás o de que ajustamos nuestra forma de comunicar para
adaptarnos a las necesidades de los demás.
c).- Tercero tenemos que
tener presente que la falta de tacto o diplomacia se manifiesta:
1.- En determinadas
expresiones faciales tales como cunado fruncimos el ceño sin explicación alguna
o mostramos signos de impaciencia.
2.- Con silencios
improductivos o su opuesto: sarcasmo,
comentarios mordaces y demandas sin ninguna consideración por las necesidades o
sentimientos de los otros. También cuando juzgamos sin posibilidad de discusiones
para aclarar los puntos de vista o no compartimos la responsabilidad o
incluimos a los demás en conversaciones que les afectan.
3.- Con el uso de
lenguaje crítico en lugar de utilizar afirmaciones específicas y descriptivas.
La AMA ha publicado en su
guía “The essential guide to communicating with tact and credibility” que la mejor idea no vale nada si nadie la escucha y que el éxito en el trabajo
va a depender en gran medida de nuestra capacidad de comunicarnos adecuadamente.
Pero ser un buen comunicador en la actualidad no es tan sencillo como parece ya
que, para empezar, necesitamos ser capaces de compartir nuestras ideas, dar
feedback y escuchar a los demás, al tiempo que nuestro mensaje debe ser claro y
no amenazador.
El tacto, la diplomacia y
la credibilidad juegan un papel importante y si conseguimos comunicarnos utilizándolas
la percepción de los demás sobre nosotros será más positiva lo que influirá en
la forma en que los demás consideren nuestro trabajo.
Los psicólogos sociales
que estudian el impacto de la imagen han determinado que tarda 30 segundos aproximadamente
una persona cuando nos conoce por primera vez en formarse una impresión de
nuestro carácter y habilidades. Uno de los factores que impacta más en nuestra
imagen es la forma en que nos comunicamos porque impacta en la manera en la que
los demás nos van a percibir.
Es imposible no comunicar
y lo que decimos o no decimos ayuda a
que los demás se hagan una imagen de nosotros. Podemos controlar cómo
comunicamos y si no lo hacemos la percepción que captan los demás sobre nosotros puede ser negativa.
Cuanto mejor nos comuniquemos más diplomáticos y creíbles seremos y mejorará la
imagen que transmitimos.
En el proceso de la
comunicación se producen muchos “ruidos” que van a intervenir en lo que capta
nuestro interlocutor. Debemos ser conscientes de ellos y estar preparados para
abordarlos en el curso de la conversación y así asegurarnos de que nuestro mensaje
es recibido de forma correcta y que nos entienden adecuadamente.
La guía propone seguir
tres pasos para ser más diplomáticos, actuar con más tacto y ser más creíble al
comunicar en nuestro entorno laboral:
I.-
VENCER LAS BARRERAS A LA COMUNICACIÓN
Una de las
características principales de los buenos comunicadores es que saben cómo
superar las barreras que surgen en el curso de la comunicación. Éstas se
presentan en cualquier momento de la misma y un comunicador avezado debe estar
preparado para buscar vías alternativas para conseguir su propósito.
Entre las más frecuentes
tenemos:
a).- El tiempo.
b).- La personalidad,
tanto del orador como de la audiencia.
c).- Las perspectivas
opuestas.
d).- La falta de respeto.
e).- Los conflictos de
intereses y metas opuestas.
g).- Los antecedentes
históricos.
h).- La ideas preconcebidas
y las creencias.
La guía propone utilizar
una serie de estrategias para vencer estas barreras. Éstas son:
a).- Investigar
previamente para intentar conocer con antelación las posibles objeciones que se
van a plantear.
b).- Preparar una defensa
solvente y atractiva por si acaso la necesitamos.
c).- Tomar la iniciativa
y hablar primero, abordando las posibles diferencias antes de que nuestro
interlocutor pueda verbalizarlas.
d).- Considerar que las
barreras y discrepancias son procesos temporales.
e).- Estar de acuerdo en estar
en desacuerdo si eso significa que podemos avanzar en la conversación.
II.-
ENTENDER LAS SEÑALES VERBALES Y NO VERBALES
Los buenos comunicadores
prestan atención. Existen una serie de comportamientos y acciones específicas que
pueden ayudar a que los demás reciban de forma más positiva el mensaje que les
queremos transmitir. Aunque la comunicación es un proceso complicado una forma
de impactar positivamente en los demás es mejorar los componentes visuales,
verbales y relativos a la voz de la misma.
1.-
Visual. Algunos estudios han mostrado que los elementos
visuales ejercen el mayor impacto en la
comunicación (entre un 55 a un 60% del impacto de un mensaje en la comunicación
cara a cara).
Existen cinco elementos
visuales en la comunicación:
a).- El contacto visual
que va a mostrar a la otra persona que estamos escuchándole.
b).- La expresión facial.
Nuestros gestos faciales muestran lo que
sentimos con respecto a la otra persona y a su mensaje.
c).- El lenguaje
corporal. Puede apoyar o contradecir nuestras palabras. Si no concuerda nuestro
interlocutor puede interpretar que nuestro mensaje es deshonesto.
d).- La presencia física.
Nuestra forma de vestir y de presentarnos ante los demás manda numerosos mensajes
a éstos sobre cómo somos.
e).- La utilización del
espacio. La manera en que utilizamos las distancias y respetamos o no las zonas de confort espacial.
2.-
Vocal. En algunas investigaciones se ha encontrado que la
forma en que hablamos representa aproximadamente del 35 al 40% del impacto del
mensaje.
Existen cuatro elementos
que influyen:
a).- La velocidad. Los
problemas surgen cuando aparece una gran discrepancia entre la velocidad del
habla entre dos oradores. Debemos procurar ajustar nuestro ritmo al de nuestro
interlocutor.
b).- El volumen. Las
personas con voces profundas se perciben generalmente como más persuasivas que
las que tienen voces más agudas. Si queremos tener impacto deberemos mantener
un volumen ni demasiado alto ni bajo.
c).- Las inflexiones. Al
representar el énfasis que concedemos a determinadas palabras al hablar muestra
a los demás cómo nos sentimos sobre lo que estamos diciendo. Tenemos que
asegurarnos de variar la voz para generar y mantener el interés.
d).- El tono. Con
frecuencia la comunicación no depende tanto de qué decimos sino de cómo lo
hacemos: con sinceridad, con sarcasmo, con tristeza, con enfado, etc. Las personas solemos prestar más
atención al tono que empleamos para decir algo que a lo que se dice, por lo que
tenemos que vigilar el que empleamos al comunicarnos con otros.
3.-
Verbal. La comunicación verbal se centra en las palabras que
utilizamos. Nuestra elección de las mismas determina cómo van a ser recibidas
por los demás. Las palabras que muestran consideración por los demás van a
ayudar a transmitir un mensaje más sincero.
Al comunicar debemos procurar
evitar utilizar palabras que etiqueten o juzguen. Las palabras que estén
cargadas en exceso de emoción y de valoraciones pueden hacer que perdamos
credibilidad como comunicadores y perjudicar negativamente la eficacia de la comunicación.
III.-
ESCUCHAR MEJOR
Escuchar y responder
adecuadamente a las palabras de los demás es una parte crucial del proceso de
comunicación. Si escuchamos activamente nuestro interlocutor se siente
importante, reconocido y aceptado. Escuchar bien tiene un tremendo impacto para
incrementar nuestra credibilidad, tacto y diplomacia y, por tanto, mejora la
forma en la que los demás nos perciben.
La guía destaca entre las
ventajas que aporta el ser un buen oyente el que:
a).- Entenderemos mejor
lo que nos están diciendo.
b).- Conseguiremos que la
otra persona se sienta aceptada y reconocida.
c).- Lograremos impactar
positivamente en la forma en la que los demás nos perciben.
Si queremos comprobar si
escuchamos correctamente podemos cumplimentar el siguiente test de
autodiagnóstico tras una conversación, analizando el grado en que se ha:
Excelente
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Aceptable
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Necesita mejorar
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Mantenido
contacto visual
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Exhibido
expresiones faciales y corporales positivas
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Realizado
las preguntas apropiadas
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Parafraseado
cuando se ha considerado necesario
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Utilizado
la empatía
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Observado
y mantenido el silencio
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Recordado
lo que se ha dicho en la conversación
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Limitado
el tiempo en que hemos hablado
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Evitado
saltar a conclusiones
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Mantenido
una mente abierta sin prejuicios
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Creado
una atmósfera positiva
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Utilizado
palabras que mostrasen preocupación y consideración por los sentimientos del
orador
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Esa foto vale más que mil palabras.
ResponderEliminarExcelente enseñanza para compartir con nuestros alrededores
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