domingo, 16 de diciembre de 2018

CLAVES PARA DESARROLLAR NUESTRO POTENCIAL


Shawn Achor en “Big potential. How transforming the pursuit of success raises our achievement,happiness and well.being” muestra que el éxito y la felicidad van a depender, en gran medida  de nuestra capacidad de conectar con los demás y de aprender unos de otros.

La sociedad nos enseña  que es mejor ser la única estrella brillante que serlo en un bosque de estrellas brillantes, por tanto, por ejemplo,  que tenemos que ser el mejor de la clase, trabajar en la mejor compañía y ser elegidos para trabajar en el proyecto más codiciado. Cuando un recurso, sea la selección para una de la más prestigiosas universidades, una entrevista en una de las empresas más reconocida o una plaza en el mejor equipo de atletismo, es limitado nos enseñan que tenemos que competir para diferenciarnos del resto de la “manada”.

Las investigaciones realizadas por el autor, por el contrario, muestran que cuando ayudamos a los demás a mejorar, podemos incrementar las oportunidades disponibles en lugar de competir por ellas ya que una vez que aprendemos a coordinarnos y a colaborar con los que nos rodean empezaremos a brillar más tanto a nivel individual y como ecosistema.

Nuestra sociedad se ha centrado, hasta la fecha, excesivamente en resaltar el poder del individuo solo sobre el poder del individuo fortalecido por los demás. Especialmente en las dos primeras décadas de nuestras vidas somos juzgados y reconocidos por nuestros atributos personales y por lo que hemos logrado nosotros solos mientras que en el resto de nuestras vidas nuestro éxito va a estar casi siempre interconectado con el de otros. Estudios recientes muestran que no se trata de la supervivencia del más apto sino de la supervivencia del que mejor encaje. Esto quiere decir que el éxito no depende solo de lo creativos, inteligentes o motivados que estemos sino, también de la capacidad que tengamos para conectarnos, contribuir y beneficiarnos del ecosistema de las personas que nos rodean. No se trata, pues, de cuantos puntos encestamos sino de lo bien que complementamos a las habilidades del equipo.

Con frecuencia pensamos que si trabajamos más y mejor alcanzaremos nuestro máximo potencial pero el mayor impedimento para nuestro éxito no es la falta de productividad, inteligencia o trabajo duro sino en la forma en que lo buscamos. La búsqueda del potencial no debe ser un camino solitario, sino que debemos intentar ser más fuertes juntos. El autor propone, para ello seguir una serie de pasos a los que llama las “semillas del gran potencial”:

1.- Rodearnos de un sistema de  grandes influencias positivas.


2.- Extender nuestro poder ayudando a desarrollar el liderazgo de los demás a su nivel.

3.- Incrementar nuestros recursos convirtiéndonos en un “`prisma de reconocimiento”.


4.- Defender el sistema ante los ataques negativos.

5.- Sostener los logros fomentando el “ciclo virtuoso”.

I.- RODEARNOS DE UN SISTEMA  DE  GRANDES INFLUENCIAS POSITIVAS

Se puede predecir cuál va a ser la cúspide de nuestro potencial en función de quiénes nos rodean. Debemos hacerlo de personas que nos eleven y no que nos hundan.

Intentar ser una estrella solitaria tiene al menos tres costes ocultos:

a).- La soledad.

b).- La pérdida de significado.

c).- El desgaste psicológico o “burnout”.

En el mundo de las organizaciones aquellos que sólo se preocupan de su éxito personal no van a llegar muy lejos. Si queremos vencer al círculo vicioso de caer en un patrón mental  de yo, yo y sólo yo debemos dejar de preguntar ¿cuántos puntos metí yo? Y empezar a indagar sobre cómo ayudé al equipo a ganar. Steve Kerr mantiene que: “Los líderes esperan colaboración mientras están recompensando el logro individual. Deben aprender a detectar y reconocer a las personas que hacen ambas cosas”.

Perseguir los logros colectivos no sólo ayuda a alcanzar un mejor desempeño a corto plazo sino que, también, nos facilita el mantener una actitud resiliente. Cuanto más interconectados estemos cualquier hecho negativo se verá amortiguado por los demás al poder compartirlo. Por tanto podemos ser una superestrella pero no debemos serlo en condiciones de aislamiento. Debemos buscar integrarnos en una constelación de estrellas formada por personas positivas y con influencia auténtica que se apoyen, refuercen y logren que cada una de ellas sea mejor.  Para conseguirlo Achor recomienda seguir tres pasos:

1.- BUSCAR PERSONAS POSITIVAS QUE NOS INSPIREN Y NOS ENSEÑEN CÓMO SER MEJORES. Al igual que el hecho de estar rodeado de personas negativas y poco motivadas agota nuestra energía y potencial si estamos cerca de personas positivas, comprometidas, motivadas y creativas hace que nuestro compromiso, motivación, creatividad y positividad se multipliquen.

Gran potencial = atributos individuales x (influencias positivas – influencias negativas)

No significa que tenemos que establecer contacto con personas de éxito, ni que parece que están siempre alegres y felices, sino de personas con rasgos de personalidad positivos que pueden incrementar nuestro potencial al igual que nosotros el suyo.

En el entorno laboral los efectos de la presión positiva de los compañeros se consideran tan beneficiosos, sobre todo en los niveles más inferiores que en muchas organizaciones se está dando marcha atrás a la política de incentivar el teletrabajo, como es el caso de IBM que en 2017 dejó de dar a sus profesionales la opción de trabajar en remoto o de Google que no lo fomenta.

Trabajar junto a un grupo de personas positivas nos convierte en más positivos y Gallup a través de sus encuestas ha encontrado que los profesionales positivos y comprometidos  cometen un 60% menos de errores, tienen un 49% menos accidentes y tienen un 67% menos de absentismo. Además resulta mucho más agradable trabajar con ellos.

Para localizar a este tipo de personas podemos trazar un diagrama de Venn con tres círculos, uno en el que incluir a aquellas personas que me hacen sentir bien, otro con aquellas que me fortalecen y el último con las que me hacen que espere más y analizaremos de las personas con las que más nos relacionamos ( no más de 5) quienes encajan en las tres categorías. Éstas serán nuestras personas con influencia positiva. Seguramente serán abiertas, compasivas, resilientes, optimistas y estarán presentes cuando las necesitemos.

También el autor sugiere que nos rodeemos de libros, revistas y publicaciones escritas que nos transmitan sentimientos positivos y nos inspiren en lugar de aquellas que invitan a la negatividad, al igual que de música o de palabras positivas.

2.- LOGRAR EL EQUILIBRIO A TRAVÉS DE LA VARIEDAD Y DIVERSIDAD. Esta es la estrategia que se centra en resaltar la importancia de contar con una red social de apoyo que no esté formada exclusivamente por personas que piensen como nosotros.

Muchas organizaciones se muestran reticentes a fomentar la diversidad porque temen que surjan conflictos o fricciones en las relaciones entre sus profesionales. Asumen que las personas que son demasiado diferentes unas de otras van a tener problemas para trabajar de forma colaborativa. Pero, por ejemplo, un estudio  muestra que estos temores son exagerados ya que el introducir un “extraño” en un grupo muy homogéneo duplica sus posibilidades de resolver retos complicados y que esto ocurre precisamente porque la relación introduce fricciones.

El añadir diversidad cognitiva conduce a unos resultados mejores porque fuerza a las personas a salir de su zona de confort y a considerar perspectivas e ideas que no habrían tenido en cuenta en otras situaciones.

Cuanto más diverso es nuestro ecosistema más fuerte y resiliente es. Al permitir que entren influencias que previamente estaban ausentes nos podemos proteger mejor ante las amenazas. Más aún, cuanto más diversa sea nuestra red de contactos mejor seremos capaces de enfocar la serendipia. Richard Wiseman en “The luck factor”defiende la idea de que la llave para la “suerte” consiste en variar nuestras relaciones y rutinas para así tener acceso a nuevas ideas y posibilidades. Contar con demasiadas personas similares en nuestra red implica que dejamos muchas puertas sin abrir y todo tipo de oportunidades sin descubrir.

Pero no es suficiente cultivar un entorno estrella de personas diversas ya que debemos ser capaces de seleccionarlas de forma que sirvan a diversos propósitos en nuestras vidas. Achor propone que contemos con tres tipos:

a).- Pilares. Son aquellos que son nuestras rocas en tiempos difíciles y que nos van a apoyar  siempre de forma incondicional.

b).- Puentes. Son los que nos conectan a nuevas personas o recursos fuera de nuestro ecosistema y por ejemplo nos invitan a participar en una asociación o nos presentan a posibles inversores.

c).- Expansores. Son los que nos empujan fuera de nuestra zona de confort. Puede ser por ejemplo un amigo o mentor con una personalidad muy distinta a la nuestra, como en el caso de un introvertido que tiene un amigo extrovertido que le ayuda a probar nuevas experiencias y a ampliar su círculo social.

La lección que subyace en esta estrategia es que tenemos que aprender de todos siempre que seamos capaces de escuchar con atención y conectar con los demás y que debemos conseguir que las personas que forman nuestro ecosistema conecten también con otros ya que al hacerlo estaremos fortaleciendo éste.

3.- CREAR LAZOS RECÍPROCOS. Las mejores relaciones se establecen de esta forma. Resulta muy tentador recurrir a las personas en nuestra red sólo cuando les necesitamos, pero si queremos extraer el máximo de una relación debemos crear el hábito de contactar con ellas también para  ofrecerles algo. Robert Cross mantiene que los líderes que tienen más éxito son los que siempre buscan formas de dar más a sus contactos. Adam Grant, también en su libro “Dar y recibir”, que hemos comentando en entradas anteriores, que la personas que dan ganan y a su vez consiguen que los demás también lo hagan.

Cuanto más recíproca sea una relación mayor impacto va a tener en nuestra felicidad, compromiso y creatividad. También va a contribuir a fomentar la seguridad psicológica, que, como ya hemos visto  en entradas anteriores, se ha demostrado, como por ejemplo en el Proyecto Aristóteles de Google , que es el ingrediente clave para el éxito de un equipo. Cuando las relaciones entre los miembros de  un equipo son bidireccionales instilan lo que Amy Edmonson describe como “un sentido de confianza por el que se siente que el equipo no va a avergonzar, castigar o rechazar a uno de sus miembros por defender sus ideas.”. De esta forma se origina un clima de confianza y respeto mutuo en el que todos se sienten cómodos siendo quienes son que es crítico para cualquier equipo que luche por alcanzar un alto potencial.

Esta estrategia tiene un pequeño riesgo que es el de la sobrecarga de colaboración. Cuando perseguimos alcanzar un alto potencial es fácil que nos sintamos tentados a obtener el máximo de conexiones posibles pero si queremos que sean bidireccionales podemos sobrecargarnos en exceso para dar respuesta a esta exigencia y podemos empezar a fallar a algunas personas.

No debemos olvidar que si queremos encontrar personas dispuestas a ser abiertas, auténticas y generosas tenemos primero que serlo también nosotros.



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