Erica
Dhawan en “Digital body
lenguaje. How to build trust and connection no matter the distance” ,
que estamos comentando, analiza los factores que intervienen para que nos
sintamos más estresados en un mundo cada vez más digital.
La mayor parte de las personas están familiarizadas
con los juegos de poder comunes en los encuentros cara a cara, como por ejemplo
cuando nuestro jefe o un compañero de equipo se aleja físicamente de nosotros
en una reunión y se acerca a otro compañero, o evita el contacto visual o deja
de sonreír o de hacer gestos amistosos cunado nos ve. Pero en la esfera digital
los comportamientos que indican un juego de poder son más difíciles de
interpretar y pueden mostrarse a través, por ejemplo, de una respuesta de una
sola palabra a un e mail, retrasos evidentes en las respuestas, exceso de
formalidad de las mismas o ausencia total de contestaciones.
Resulta muy duro encontrarse en el extremo final de
este tipo de juegos de poder , especialmente porque la ambigüedad de las
comunicaciones digitales permite los malentendidos ( por parte de la persona que
tiene menos poder) y la manipulación hasta hacer perder la cordura ( por parte
de la persona que tiene más poder).
Cuando nos encontramos con una falta de claridad por
parte de alguien podemos plantearnos dos preguntas que nos pueden ayudar a
decidir qué hacer:
a).- ¿Quién tiene más poder en la relación?
b).- ¿Qué grado de confianza tenemos entre nosotros?
Poder
= rapidez
Podemos pensar en la rapidez con la que respondemos a
un requerimiento de un jefe que tiene poder sobre nosotros. En ese caso nuestra
rápida respuesta está reconociendo ese poder. Pero en el caso que respondamos a
alguien con menos poder, como por ejemplo un becario o nuestra secretaria pensamos
que podemos permitirnos el responder más
tarde y con menos claridad.
Las señales que emitimos también dependen mucho del
grado de confianza que tengamos con la persona con la que nos comunicamos. Si mandamos
un correo con una respuesta muy sucinta a un compañero que ha trabajado mucho
tiempo con nosotros y con quién tenemos mucha confianza, va a interpretar que
estamos muy ocupados y por eso no nos explayamos. Pero si la relación es corta
y no existe mucha confianza la brevedad puede ser considerada como una muestra de
enfado o resentimiento.
La mejor forma de gestionar mensajes ambiguos es a
través de la “Matriz de Confianza y Poder”. Ésta es una herramienta que puede
guiarnos para saber qué señales del lenguaje digital tenemos que tener en mente
cuando juzgamos los diferentes niveles de relaciones en nuestro entorno
laboral.
El eje vertical indica el nivel de nuestro poder en
relación con el de la persona con la que nos estamos comunicando: si tenemos
más poder ( es nuestro subordinado, por ejemplo) miraremos a la parte de arriba
de la matriz. Si lo estamos haciendo con nuestro jefe o con un cliente
tendremos que mirar a la parte inferior de la matriz. El eje horizontal indica
el nivel de confianza. Si nuestra relación es de confianza debemos mirar al
lado derecho de la matriz y si no lo es al izquierdo.
MATRIZ DE
PODER Y CONFIANZA |
||
PODER |
A |
B |
C |
D |
|
CONFIANZA |
Si estamos en el cuadrante A, significa que tenemos un
nivel alto de poder junto con uno bajo de confianza es importante que mostremos
a los demás por qué les apreciamos. Frases sencillas como “Gracias por tu mensaje”
o “No puedo mirar esto ahora pero lo haré y te responderé” sirven para ayudar a
los demás a gestionar sus expectativas.
Si estamos en el cuadrante B, lo que significa que
tenemos poder pero también nos beneficiamos de una confianza bien desarrollada
podemos ser breves en nuestras comunicaciones con la otra persona, pero siendo
claros con nuestras expectativas, n8unca sumiendo que los demás han captado lo
que queremos.
Si nos encontramos en el cuadrante C, lo que implica
que tenemos poco poder y un bajo nivel de confianza debemos priorizar
respuestas rápidas, reflexionadas a las tareas y no debemos temer pedir
claridad. Nuestra meta debe ser incrementar el grado de confianza en la
relación y, si nos sentimos totalmente perdidos debemos buscar a alguien que
nos pueda informar y guiar en lo que tenemos que hacer.
Finalmente, si nos hallamos en el cuadrante D, lo que
significa que tenemos menos poder pero una relación con un alto nivel de
confianza no debemos bajar la guardia y dejar que nuestro trabajo y mensajes
sean descuidados y chapuceros solo poco estemos generalmente en la misma onda
que la otra persona.
Las intenciones juegan un importante papel en las
dinámicas del poder y el lenguaje digital corporal tiene la costumbre de
distorsionarlas, ya que al no conocerlas podemos interpretar mal. La frecuente
desconexión entre intención e interpretación en el mundo digital se ve
exacerbada por un fenómeno conocido como “efecto de la desinhibición online”. Este
se produce cuando bajamos la guardia, renunciamos a las formalidades y nos
expresamos online de formas francas y sin censuras que nunca soñaríamos con
emplear si lo hacemos en persona. Según John Suler este efecto surge del
anonimato, invisibilidad, asincronía, introyección, imaginación disociativa y
minimización de la autoridad que se fomenta normalmente durante las
interacciones virtuales. Cuando la interacción es cara a cara, las señales
sociales que emitimos, tales como expresiones faciales, tono de voz, gestos,
etc, actúan como frenos a nuestro comportamiento.
Cuando los equipos luchan por entender las intenciones
tras las comunicaciones, los juegos de poder, animosidad y resentimiento
aparecen, erosionando la confianza y disminuyendo la colaboración y el pensamiento
innovador.
Las fuentes más frecuentes de ansiedad digital son:
I.-
AMBIGÜEDAD
1.- Para gestionar la ambigüedad Dhawan recomienda analizar
si nos sentimos confundidos por la elección del canal, el tono o el mensaje en
sí. Si es el canal debemos cambiar a otro distinto, si es el tono debemos
asumir las mejores intenciones de la otra persona y responder con hechos y si
es el mensaje pedir claridad.
Si el mensaje sigue siendo poco claro buscar una
segunda opinión. Si a pesar de todo tenemos dudas debemos pedir al autor que
nos diga cuál es el asunto a tratar, qué es lo que se tiene que hacer y cómo
podemos ayudar mejor.
2.- Para evitar ser nosotros la fuente de ansiedad
digital debemos responder a las siguientes preguntas al escribir a alguien: ¿Es
mi mensaje claro?, ¿Se puede interpretar de más de una forma?, ¿Existe algún
medio o estilo en que pueda transmitirlo para que sea más claro?
II.-
BREVEDAD
Las comunicaciones cortas pueden resultar muy
estresantes. Los líderes suelen tener fama, con frecuencia, de enviar textos
descuidados y correos chapuceros, porque piensan que no tienen tiempo para
ocuparse de esos detalles. La brevedad puede hacer que una persona parezca
importante pero también puede dañar su trabajo. Recibir un correo mal redactado
implica que el receptor del mismo debe dedicar tiempo a descifrar su
significado lo que puede ocasionar retrasos y conducir potencialmente a errores
costosos.
La autora recomienda que:
1.- Si recibimos mensajes breves y poco claros si se
refieren a asuntos de trabajo hagamos preguntas aclaratorias como, ¿Puedes compartir lo que necesitas de mí?
2.- Si no estamos seguros de algo, solicitar que nos
faciliten detalles para tener una mejor idea de las intenciones de la otra
persona o cambiar de canal de
comunicación más cercano como una llamada telefónica o una reunión cara a cara.
3.- Si observamos que existe una gran desconexión
entre los mensajes que enviamos y las respuestas que recibimos debemos preguntarnos
si hemos aclarado correctamente lo que los receptores de nuestros mensajes
tienen que hacer y cuándo deben hacerlo. También podemos plantearnos si estamos
empleando el canal adecuado o si otro puede ofrecer un mayor contexto que un
correo.
III.- POSIBLE
CONTENIDO PASIVO – AGRESIVO
En ocasiones tendemos a percibir el lenguaje codificado
como una microagresión o como un descuido por parte del que lo escribe que no
es consciente de la mala interpretación que puede tener.
Las comunicaciones digitales no nos dejan ver las
reacciones inmediatas de los demás, por lo que buscamos formas de expresar la
irritación de forma educada. Dhawan sugiere que si tenemos que tratar con un
jefe o compañero pasivo – agresivo.
a).- Evitemos responder a mensajes o correos cunado
estamos enfadados o nos sentimos frustrados. De esta forma prevenimos problemas
de comunicación, perder el tiempo y luego posible arrepentimiento.
b).- mantener una actitud razonable. Pensar nuestras
respuestas asumiendo buenas intenciones. Ponernos en lugar del otro y
preguntarnos cuál puede ser el motivo por el que han cometido el error en la
forma de comunicarse.
Si somos nosotros los que podemos enviar un mensaje
que puede ser interpretado como pasivo – agresivo debemos procurar, en cambio,
mostrar empatía y reemplazar los imperativos como “Haz esto” por frases condicionales: ¿Puedes hacer esto?.
Al ofrecer feedback comenzar nuestro mensaje mostrando apreciación utilizando
palabras como: “gracias” o “excelente trabajo”.
IV.-
SILENCIO
Si un compañero normalmente amable ignora nuestro saludo
sabemos que algo va mal y si el silencio continúa posteriormente intentaremos
averiguar qué ha pasado. No es el silencio lo que nos preocupa sino el cambio
en el comportamiento.
En el mundo digital el silencio se puede observar a
través de retrasos en los correos, textos, etc, y pueden producir un fenómeno
conocido como la “ansiedad por el tiempo adecuado” que es la intensa preocupación
que sentimos cuando nos encontramos rumiando sobre los potenciales significados
de los tiempos de respuesta digitales.
La autora recomienda que si:
1.- Estamos aguardando una respuesta:
a).- No saltemos a buscar conclusiones y, salvo que
necesitemos una respuesta rápida, recordemos que la otra persona puede estar
ocupada.
b). Si repetimos el mensaje una segunda vez sin éxito,
cambiar el canal de comunicación.
2.- Tenemos que responder a alguien:
a).- Si podemos responder en 60 segundos o menos
hacerlo inmediatamente.
b).- Si es urgente responder inmediatamente o hacer
saber al que ha enviado el mensaje que estamos en ello y reservar un tiempo en
nuestra agenda para responder sin retraso.
c).- Si no es urgente no debemos estresarnos y
reservar un tiempo en la agenda para contestar en un momento que nos venga
bien.
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