domingo, 26 de octubre de 2025

TODO EQUIPO NECESITA UN SUPERFACILITADOR

 


Jamil Zaki en la edición de septiembre –octubre de Harvard Business Review plantea que la mayor parte de las personas se han encontrado con miembros en los equipos que hacen que todos los que les rodean sean mejores, combinando las fortalezas únicas y distintivas de cada miembro en una especie de superorganismo cognitivo que consigue lo que nadie puede hacer por su cuenta de forma individual. El autor considera  a estas personas superfacilitadores.

Como ejemplo menciona al jugador de baloncesto Chris Paul que en cuatro ocasiones se ha incorporado a un equipo de la NBA distinto y en todos los  casos ha logrado que en dos años cada equipo haya obtenido sus mejores resultados. Este hecho se conoce como el “efecto Chris Paul”.

En los últimos años una nueva ola de investigaciones han revolucionado nuestra comprensión del éxito de los grupos y muestra que los facilitadores son mucho más que miembros de los equipos con talento. Si los supercomunicadores descritos por Charles Duhigg (comentados en entradas anteriores) ayudan a que las personas se entiendan de forma óptima, los superfacilitadores son los arquitectos del desempeño en los equipos, que juntan a las personas de forma óptima, integrando los conocimientos y experiencias diversas, promoviendo contribuciones equitativas y cultivando la confianza. Al hacerlo generan inteligencia colectiva ( la capacidad de un grupo para razonar, innovar y resolver problemas). Con frecuencia son los líderes de los equipos, pero también pueden ser miembros, como el caso de Chris Paul que sacan lo mejor de sus compañeros.

Uno de los hallazgos más importantes en las investigaciones ha sido que superfacilitar es una habilidad y no un rasgo por lo que no solo las personas que son superfacilitadoras naturales pueden ser identificadas y empoderadas, también cualquiera puede ser entrenado para convertirse en uno.

Nuestra cultura tiende a contemplar la innovación como un esfuerzo solitario, como un ascenso en solitario hacia una cumbre intelectual. Los grandes investigadores trabajan en la oscuridad, malinterpretados o ignorados por los demás hasta que hacen un avance o un descubrimiento y entonces el “mundo” les sigue.

Este estereotipo si lo aplicamos a los líderes puede resultar en prácticas organizacionales tóxicas. En un estudio de 2019 Carol Dweck y otros investigadores analizaron las declaraciones sobre cuál  es la misión de 433 de las 500 compañías identificadas  en Fortune Global 500 como las mayores del mundo y encontraron que cuando las empresas enfatizaban una “cultura de genios” destacando la brillantez individual obtenían menores índices de colaboración, confianza e integridad y peores resultados. También resulta dañino el estilo de liderazgo en el que un CEO visionario controla todos los niveles en una compañía, ya que se apoya fuertemente en el individualismo y puede ser empleado para justificar comportamientos autoritarios y hasta abusivos.

La genialidad es con frecuencia un deporte de equipo. En 2010 Anita Woolley  y sus colaboradores desarrollaron un test de inteligencia para grupos que, como en el caso de los tests individuales, examinaba la capacidad para destacar y ser excelentes en múltiplos tipos de resolución de problemas, como la destreza para realizar elecciones económicas acertadas, para resolver ecuaciones complejas o para llegar a un consenso en relación con decisiones éticas, por ejemplo. Los grupos que obtienen buenos resultados en algunas de estas pruebas tienden a hacerlo también mejor en otras, sugiriendo que los equipos poseen inteligencia colectiva. Podemos pensar que los equipos brillantes están formados por individuos brillantes, pero los datos dicen otra cosa. En la investigación de Woolley los supergrupos no estaban formados por individuos especialmente talentosos sino por personas con un “meta-talento” para organizarse basándose en las habilidades de cada una de ellas y en la confianza que tenían entre sí. Los superfacilitadores optimizan estas fortalezas.

Esta nueva perspectiva difiere de la de la “sabiduría de las masas” que consiste en la idea de que la media de la respuestas de las personas a una determinada pregunta tenderá a ser la  correcta. La inteligencia colectiva no es la media de las diferencias entre las personas, sino que  las integra como si fuesen  los órganos y miembros de un superorganismo, cada uno con su propia especialidad. En lugar de duplicar esfuerzos los equipos inteligentes forman sistemas transaccionales en los que cada miembro mantiene la información que conoce mejor, presta atención a las dimensiones de un problema que conocen en profundidad, trabaja en solitario para buscar soluciones basadas en su experiencia,  y se reúne con el resto del equipo para interaccionar con los demás, compartir información y converger en un plan. Cuando los equipos emplean estas estrategias sus miembros no duplican sus esfuerzos. Utilizan su tiempo y sus mentes de forma eficiente. En lugar de competir por el poder combinan sus conocimientos y experiencias diversos para aprender unos de otros.

La clave para generar inteligencia colectiva y para aprovechar su poder radica en que los miembros del equipo tienen que entenderse  y creer unos en los otros. Si la inteligencia colectiva utiliza el poder mental de un equipo, los superfacilitadores van a actuar como el lóbulo frontal del equipo, orquestando los roles, facilitando interacciones apacibles y construyendo un sentimiento de confianza dentro del equipo. Esto lo consiguen, según las investigaciones de tres maneras fundamentalmente,  a través de la :

I.- EMPATÍA

Los superfacilitadores se apoyan en la empatía para poder conectar con las emociones de los demás. En estudios realizados por el autor sobre las redes que los nuevos estudiantes universitarios crean cuando llegan a sus residencias de estudiantes han encontrado que los individuos empáticos rápidamente se convierten en centro de sus comunidades y en los confidentes de sus compañeros. En investigaciones de seguimiento cuando se les enseñaba a los estudiantes fotografías de sus compañeros de residencia empáticos se observaba un incremento de actividad en las regiones del cerebro asociadas con recompensa y conexión social.

Las personas empáticas muestran, también, un dominio mayor de sus comunidades y, por ejemplo, conocen mejor quién está conectado con quién en una red social. Los superfacilitadores destacan en esta habilidad lo que en un entorno laboral les permite implicar a los miembros   del equipo en partes complementarias de un proyecto o reunión de forma que se maximicen las fortalezas de todos.

II.- COMUNICACIÓN

Una forma de identificar a los superfacilitadores es escuchando lo que los demás dicen sobre ellos y observando cómo cuando comunican que creen en sus compañeros claramente, éstos se convierten en mejores y dan todo lo que pueden dar. En un estudio realizado por las fuerzas armadas canadienses  los soldados que admitían mantener relaciones positivas con sus jefes mostraban más confianza en sí mismos a la hora de alcanzar los objetivos y tenían un desempeño mejor como equipo. Muchos líderes tienden a estereotipar a los que tienen un desempeño bajo y piensan que no van a cambiar por lo que no abordan directamente con ellos su situación. Los superfacilitadores, por el contrario, señalan explícitamente el potencial de estos miembros del equipo. Esto produce lo que los economistas llaman “confianza ganada” por la que las personas se esfuerzan para responder ante las altas expectativas. Esto no significa que los superfacilitadores no sean capaces de responder cuando los profesionales de bajo desempeño no encuentran su lugar en un equipo. En estos casos les comunican la situación claramente pero con compasión  y actúan en consecuencia.

Si la empatía es el estado mental del superfacilitador, la comunicación es la herramienta para ponerla en práctica. A través de entrevistas persona a persona los superfacilitadores ayudan a sus compañeros de equipo a encontrar y desarrollar sus mejores cualidades y a utilizarlas al servicio del equipo. Una investigación, por ejemplo, examinó a más de 50 equipos de estudiantes que trabajaban en una serie de proyectos en un periodo de 10 semanas, Se encontró que cuando los líderes de los equipos esperaban una fuerte colaboración entre los miembros de los equipos y lo manifestaban claramente el resultado era menores niveles de conflicto, una resolución de problemas más eficiente y mayor coordinación entre los miembros de los equipos, todos elementos de la inteligencia colectiva.

III- DISTRIBUCIÓN

Los superfacilitadores durante los episodios de colaboración tienden a ayudar a distribuir el tiempo y la atención del equipo para que nadie domine y todos contribuyan. Muchos estudios muestran que la inteligencia colectiva se predice mejor por cómo interactúan entre sí los miembros del equipo , más que por quiénes son éstos. Si uno o dos individuos dominan en un equipo las habilidades del resto se van a perder.

Los superfacilitadores luchan también contra el pensamiento grupal. Las masas no siempre son sabias y cuando los líderes fomentan las disensiones y desacuerdos sanos, como hacen los superfacilitadores, la inteligencia colectiva se incrementa.

Los líderes utilizan a las personas en sus equipos para alcanzar su propia visión, mientras los superfacilitadores empoderan  a las personas en sus equipos para que imaginen y creen una visión compartida. Ambos enfoques tienen su lugar. En una ocasión diversos científicos juntaron a distintos equipos para realizar una compleja tarea estratégica. La mitad de los líderes de los equipos fueron instruidos en una estrategia “directiva” que implicaba proyectar autoridad, instruir a los demás sobre lo que tenían que hacer y asegurarse de que los miembros de los equipos cumpliesen sus órdenes. La otra mitad aprendió un estilo “empoderador” por el que fomentaban que los demás aportasen nuevas ideas y colaborasen en profundidad. Los líderes “directivos” en un principio lograron que sus equipos se moviesen con rapidez y alcanzasen benchmarks, pero con el tiempo los equipos “empoderados” se pusieron por delante, resolviendo problemas más complicados y generando ideas más originales. Si un líder sabe exactamente lo que tiene que pasar y necesita que se haga ya, un enfoque de ordeno y mando puede funcionar. Pero cuando tenemos que considerar el largo plazo, la resolución de problemas o la innovación, una sola persona raramente tiene todas las respuestas. Los grandes líderes crean las condiciones para que todos contribuyan y luego liberan la inteligencia colectiva al dejar que todos trabajen para abordar problemas complejos juntos. Crean un espacio para la colaboración y la creatividad.

Tres tácticas que puede utilizar una organización para poner en práctica los principios de los superefacilitadores son:

1.- Considerar que el primer principio de la “superfacilitación” es que las diferencias son fortalezas, no debilidades. Los equipos prosperan cuando los individuos asumen roles acordes con sus fortalezas. Para que esto ocurra los líderes deben comenzar por entender esas fortalezas. Esto puede empezar en el proceso de selección y de incorporación en el que los directivos aprenden no solo lo que la persona ha hecho, sino cómo piensa y cuáles son los tipos de tareas y conocimientos que le resulta más naturales.  

Una vez creado un equipo con talentos complementarios el líder del mismo debe diseñar bien los roles, no solo distribuyendo el trabajo entre sus miembros sino diseñando las tareas de cada miembro teniendo en cuenta lo que les motiva y lo que hacen mejor. Idealmente se puede incluir a todo el equipo en este proceso de diseño ya que cuando las personas tienen algún tipo de intervención sobre su trabajo y conocimiento del de los demás , se comprometen más profundamente y sus esfuerzos se duplicarán menos, permitiendo que la inteligencia colectiva florezca.

2.- Transmitir  confianza en los demás. Los superfacilitadores tienden hacia un estilo de liderazgo empoderador. Siempre que sea posible las decisiones estratégicas se deben tomar de forma colectiva y al plantear un nuevo proyecto al equipo se debe empezar con preguntas al equipo en lugar de con respuestas  o lo que es peor, con instrucciones sin explicaciones. Y, en el caso de que  las decisiones deban llegar desde lo más alto de la jerarquía explicar la razón de las mismas y crear un espacio para que la personas hagan preguntas y se sientan escuchadas.

Para empoderar a los demás el líder debe  dejar claro que cree en ellos, lo que es vital para ayudar a que crean en sí mismos y para generar confianza. Por ejemplo para empoderar a alguien en un rol adaptado a sus fortalezas podemos decirle que sabemos que va a destacar en ese trabajo y explicar las razones por las que lo creemos. También debemos ofrecer apoyo sin microgestionar, mostrando la confianza que tenemos en esa persona a través de acciones, no solo de palabras. De esta forma ayudamos a que se vean a sí mismos a través de nuestros ojos y alcancen las grandes expectativas manifestadas.

3.- Fomentar la participación de todos asegurando que todos tengan la oportunidad de brillar, tanto los extrovertidos como los introvertidos. Una técnica útil consiste en pedir a cada persona que dedique cinco minutos a escribir sus ideas sobre una pregunta o tema y luego pedir que cada miembro comparta una idea.

 

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