domingo, 21 de mayo de 2023

DIVERSIÓN, MIEDO Y FOCO, CLAVES PARA UN ESTADO DE "FLOW"

 


Friederike Fabritius en “The brain friendly workplace. “Why talented people quit and how to get them to stay”, plantea que un desempeño cumbre es la experiencia de alcanzar un desempeño utilizando nuestras máximas capacidades. Nuestra mente libera un delicioso coctel de sustancias que nos ayudan a sentirnos, sin ningún esfuerzo,  totalmente absorbidos por lo que estamos haciendo. Nos sentimos completamente presentes y amando la vida, perdiendo el sentido del tiempo. Investigaciones muestran que cuando nos encontramos en este estado mental somos 5 veces más productivos. Este estado se llama también de flujo ( Flow).

Flow es un estado mental en el que nos sentimos totalmente inmersos en una actividad, en el que el tiempo se vuelve irrelevante y en el que por unos momentos mágicos nuestro trabajo se convierte en el centro de nuestro universo. Empresas innovadoras como Pixar Animation Studios y SAP reconocen que enseñar a sus profesionales a alcanzar este estado es más importante para la productividad que el número de horas que pasan en sus mesas de trabajo. Aquellas organizaciones que busquen crear una cultura de resultados, como hemos comentado en una entrada anterior, necesitan enseñar a sus empleados cómo llegar a este estado si quieren lograr más en menos tiempo.

Cuando entramos en estado de flujo nuestra corteza prefrontal, ubicación de nuestro “crítico interno”, se desactiva y las inseguridades y dudas se evaporan. Posteriormente nuestro lóbulo parietal derecho, también, se desactiva. Esta parte del cerebro define nuestro “yo” individual como diferente de otros. Esta es la razón, por ejemplo, por la que montañeros, en este estado, dicen que se convierten en “uno” con las montañas. Nuestro cerebro empieza a liberar potentes neurotransmisores. Chutes de dopamina y norepinefrina nos estimulan, la anandamida empieza a liberarse y nos ayuda a centrarnos intensamente ampliando nuestra capacidad de pensar de forma diferente. Impulsa, también, el pensamiento lateral, lo que ayuda a que en este estado tengamos momentos de descubrimientos creativos. Las endorfinas se incrementan aumentando los sentimientos de placer que nos motivan a continuar en este delicioso estado de flujo.

Finalmente, cuando empezamos a emerger de este estado de flujo, se liberan serotonina y oxitocina, promoviendo sensaciones de bienestar. Si, por ejemplo, hemos estado trabajando en un equipo que colectivamente ha entrado en este estado, nos sentiremos muy bien unos con otros mientras vamos saliendo de los momentos en los que hemos experimentado un desempeño y productividad extraordinarios trabajando juntos.

No solo este estado nos hace sentir bien, también es un estado muy productivo que nos abre la mente al perder el sentido de nosotros mismos, lo que favorece que nos mostremos más abiertos a las ideas de personas ante las que nos habríamos resistido anteriormente.

Las personas con altos niveles de estrógenos suelen ser muy buenas a la hora de entrar en este estado. Especialistas en neurociencia  han descubierto que las mujeres tienen más conexiones laterales entre los dos hemisferios, por lo que suelen destacar en el pensamiento lateral.

Cuando nos sentimos estresados nuestro cerebro produce pequeñas y rápidas ondas beta. En el estado de flujo el cerebro cambia a ondas alfa más grandes y lentas. Esto crea un estado de ánimo soñador y placentero. Posteriormente al hundirnos más profundamente en este estado nuestro cerebro genera una mezcla de ondas  alfa y theta, lentas y relajantes, mientras vamos penetrando más intensamente en el estado de flujo. Las ondas theta preparan el cerebro para las oscilaciones gamma, las más rápidas y sutiles de las ondas cerebrales. Las ondas gamma nos sumergen en momentos creativos y de descubrimiento.

Tres sustancias neuroquímicas contribuyen a la inconfundible sensación de “flujo”: dopamina (diversión), norepinefrina (temor) y acetilcolina (foco). Si conseguimos el nivel adecuado de diversión y miedo el foco surgirá naturalmente.

I.-DIVERSIÓN

Cuando estamos experimentando diversión nuestro cerebro libera dopamina. Cuando nuestra mente está llena de dopamina pensamos y aprendemos más rápido lo que resulta muy beneficioso para nuestro desempeño en el trabajo. La risa provoca estallidos de dopamina y ésta facilita que nos centremos en lo que estamos haciendo.

 Las sorpresas y las novedades elevan los niveles de dopamina. Cada vez que nos sorprendemos el cerebro libera dopamina, así como cada vez que vemos o experimentamos algo nuevo.

La autora recomienda para elevar los niveles de dopamina en el trabajo:

1.- Acortar las reuniones dramáticamente. No hay nada que reduzca más los niveles de dopamina que tener que estar sentado durante reuniones largas y aburridas.

2.- Hacer ejercicio. Concentrarnos profundamente durante 45 minutos y luego dedicar 15 minutos a movernos: caminar, hacer gimnasia. ….

3.- Dedicar cinco minutos a ver algo que nos haga reír.

6.- Contratar personas optimistas y positivas. Al realizar entrevistas de trabajo estar alerta ante los quejicas u otros ladrones de energía.

Todas estas sugerencias no funcionan si no amamos lo que hacemos y odiamos nuestro trabajo. La mayor parte de las personas que triunfan aman lo que hacen y por tanto están llenas de dopamina, divirtiéndose en el trabajo y sintiéndose estimuladas por los retos a los que se enfrentan. Cuando odiamos nuestro trabajo nuestro cerebro está hambriento de dopamina y nos sentimos que nos estamos arrastrando durante la jornada laboral, por lo que hasta que encontremos el trabajo que amemos podemos intentar compensar divirtiéndonos más en nuestro tiempo fuera del trabajo.

Procurar ser amables con nosotros mismos es clave para alcanzar el estado de “flujo” de forma que la corteza prefrontal reduzca su actividad y no sea tan autocrítica, para poder sumergirnos totalmente en lo que hacemos.

II.- MIEDO

Necesitamos experimentar diversión para entrar en el estado de “flujo” pero, también, se requiere un cierto temor. Nuestro mejor desempeño se presenta cuando nos sentimos ligeramente desafiados y un poco asustados. Si, por ejemplo, nos preocupa no hacer una buena presentación nos centraremos completamente.

Cuando sentimos que estamos ante un reto el cerebro libera norepinefrina que nos ayuda a pensar con mayor rapidez y estar a la altura del desafío. Si no sentimos ningún tipo de temor en el trabajo nos aburriremos y no seremos capaces de centrarnos. Por otro lado si nos sentimos demasiado estresados nos sentiremos saturados y desbordados.

Cada persona tiene un punto de estrés óptimo en el que nos sentimos desafiados y centrados, pero no saturados. Si somos capaces de aprender a llegar al mismo de forma consistente, experimentaremos y obtendremos un desempeño mucho mayor que las personas que estén aburridas o muy estresadas.

Si nuestro patrón mental es elevado en estrógeno y serotonina llegaremos al desempeño cumbre en un punto de estrés más bajo que las personas con patrones mentales altos en testosterona y dopamina, que necesitaran niveles de estrés más elevados para alcanzar su máximo desempeño. Por este motivo estos dos últimos patrones mentales florecen en entornos con altos niveles de estrés.

Si gestionamos un equipo considerar el punto máximo de estrés es muy importante y valioso, ya que nos sirve para ser conscientes de las razones por las que algunos de los miembros del equipo están floreciendo mientras otros se están hundiendo y entender que no tiene nada que ver con el talento, habilidades o productividad. Solo tiene que ver con la forma en la que los distintos patrones mentales procesan el estrés. No somos mejores si gestionamos mejor el estrés que nuestros compañeros solo somos diferentes.

Los distintos patrones mentales necesitan también distintos entornos para alcanzar el estado de “flujo”. Algunas personas necesitan espacios cerrados  tranquilos y otras espacios abiertos con gran actividad alrededor. Por lo que hay que respetar las necesidades de cada uno si queremos facilitar que lleguen a este estado.

Hay que tener en cuenta, también, que al envejecer tenemos biológicamente menor tolerancia al estrés pero compensamos con la experiencia. Aprendemos a manejar la ansiedad y el miedo mejor y tenemos más facilidad a la hora de mantener los niveles de estrés óptimos para un desempeño excelente.

III.- FOCO

Cuando nos encontramos centrados nuestro cerebro libera acetilcolina que ayuda a que nuestra atención destaque nuestros pensamientos más importantes,  olvidando lo que normalmente nos puede distraer. Sin miedo y diversión nuestro perezoso cerebro no se molesta en producir acetilcolina y nunca conseguiremos centrarnos totalmente.

Las personas que practican la meditación suelen tener más facilidad para entrar en este estado. Una mente entrenada para estar más presente y cómoda consigo misma va a experimentar fácilmente el estado de “flujo”, porque ha aprendido a no distraerse y centrarse.

Establecer momentos en los que desconectamos del móvil es necesario si queremos alcanzar este estado. Las personas de media accedemos al móvil unas 110 veces al día. Las personas utilizamos los smartphones como un mecanismo de escape cuando nos sentimos aburridos / sin diversión) o muy estresados (demasiado miedo). Son adictivos y cada vez que recibimos una notificación liberamos un pequeño chorro de dopamina debido a la posibilidad de una interacción agradable con otra persona.

La autora recomienda, también, que mantengamos reuniones con nosotros mismos para intentar acceder al estado de “flujo”, por ejemplo cuando tengamos que solucionar un problema importante. Algunas organizaciones han comenzado a hacer esto con sus  equipos y por ejemplo establecen que los viernes no se celebren reuniones para que los profesionales puedan dedicar el día a centrarse en lo verdaderamente importante.

Tras estar un tiempo en este estado es necesario dedicar un tiempo para un descanso estratégico para volver a recargar nuestros neurotransmisores y restaurar el equilibrio. Es la única forma de mantener de forma sostenible un alto desempeño.

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