Zhuang Zi, también llamado Chuang Tzu,
Chuang Tse o Chuang Zi ( siglo IV
a.C.) fue un filósofo chino considerado
uno de los más singulares pensadores orientales y el seguidor más brillante de
Lao Tse. Su prosa se caracterizaba por un estilo lleno de donaire, sarcasmo
gran belleza expresiva. Tal fue la razón de que mereciera ser admirado
por todos los estudiosos chinos, incluso por aquellos que no compartían sus
ideas. Lo que Lao Tse explicaba con epigramas,
es expuesto por Zhuangzi mediante ágiles ensayos, llenos de anécdotas y de
fábulas fantásticas.
Zhuangzi era oriundo del pueblo de Mêng, que forma
parte de Ch'u, del que procedía la familia de Lao Tse. Fue llamado algunas
veces "intendente de los jardines de los árboles de la laca", porque
había desempeñado tal cargo durante algún tiempo. Rico e independiente, en cierta ocasión, el rey de Ch'u le ofreció
entrar a su servicio, ante lo cual Zhuangzi se echó a reír y dijo al mensajero
real: "Mil dineros constituyen en verdad un buen pellizco, y el ministerio
es un cargo importante. Pero, ¿no has visto nunca a un buey llevado al
sacrificio? Durante algunos años se le alimenta bien y es cubierto con telas bordadas.
Sin embargo, al ser conducido al altar, su
mayor deseo consiste en volver a ser un simple buey, cosa que resulta
imposible. ¡Vete de aquí¡ ¡No trates de corromperme¡ Más prefiero disfrutar de
mi pobre condición que ser esclavo del gobernante de algún reino. Jamás
aceptaré un puesto semejante que me impide poder seguir siendo libre”.
Su obra se recoge en "El libro de Chuang Tzu” que se divide en tres libros y 33 partes; aunque no todas ellas se pueden atribuir al autor. El
contenido es filosófico, exponiendo el autor su pensamiento por medio de
parábolas.
El libro se resume en un supremo precepto moral y
filosófico: la perfección consiste en la perfecta conformidad con el Tao, esto
es, en la renuncia a toda acción, en la eliminación de todos los deseos
mundanos, en el olvido de sí mismo, en la meditación. El ritmo interior de la
vida del sabio ha de medirse por la ley esencial del Tao: "obra como si no
obrases". También el amor y la caridad han de ser sin esfuerzo para que
tengan valor.
Entre las reflexiones que plantea se encuentra esta
sobre el poder:
“Tsien Wu dijo a
Sun Siu Au: "Señor, usted fue tres veces primer ministro y no se sentía
orgulloso de ello; fue cesado tres veces y no mostraba ningún abatimiento.
Antes yo no tenía plena confianza en usted, pero ahora veo cuán regular y
calmadamente pasa el aliento por sus fosas nasales. ¿Cómo domina su
espíritu?"
Sun Siu Au
respondió: "¿En qué aventajo yo a los demás hombres? Cuando el cargo me fue confiado,
consideré que no debía rehusarlo. Cuando me fue quitado, pensaba que no debía
conservarlo. Consideraba que tener o no ese cargo en nada cambiaba lo que yo
era y que no había ninguna razón para mostrarme abatido. Esto era todo ¿En qué
sobresalí yo de los demás? Además yo no sabía si el honor era para la dignidad
del cargo o para mí mismo. Si el honor pertenecía al cargo, no era para mí, y
si me pertenecía, no tenía nada que ver con el cargo. Con esta incertidumbre y
tomando todo en consideración, no tenía ocasión para averiguar si los hombres me
estimaban importante o ínfimo."
Tsung Ni escuchó
esto y dijo: "El verdadero hombre de antaño no puede ser descrito plenamente por los
grandes sabios. La belleza no puede conducirle a la disipación y no puede ser
asaltado ni por el ladrón más peligroso. Ni el emperador Fu Hi ni Huang Ti pudieron
coaccionarle en base a su amistad. La vida y la muerte son acontecimientos llenos
de importancia, y sin embargo, no podían alterar su ser más profundo, ¡Cuánto menos
le importaría el cargo y los privilegios! Con tal naturaleza, podía subir sin impedimentos
a la montaña Thai, sumergirse sin mojarse en la charca más profunda, desempeñar
la más humilde e ínfima función sin ser humillado por ello. Cuanto más daba a
los demás, más le quedaba para él”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario