Sydney Finkelstein, tras más de 10 años de investigaciones revela en “Superbosses. How exceptional leaders master the flow of talent”cómo los grandes líderes tienen la capacidad de identificar a los profesionales prometedores y les inspiran a realizar un trabajo excelente, construyendo de esta forma organizaciones fuertes y potentes.
Los “Superjefes” son
los grandes expertos en coaching, los que destapan y fomentan el talento y los
que enseñan en qué consiste el liderazgo en la mayoría de las organizaciones.
Ejercen de maestros en el camino hacia
el éxito extraordinario basado el triunfo de
sus profesionales. Consiguen que sus lugares de trabajo sean un foco de
atracción de talento.
Estos “Superjefes”
tienen una serie de características comunes y se pueden clasificar dentro de
tres tipologías principales:
1.-
ICONOCLASTAS
Están tan obsesionados
con su visión que son capaces de enseñar de una forma intuitiva y natural fruto
de su pasión y al servicio de la misma, de forma más inconsciente que metódica.
Son los artistas de entre los “superjefes”. Su misión en la vida consideran que
es expresar lo que sienten dentro de ellos, que el resto del mundo sepa lo que
ven o sienten. Los colaboradores jóvenes los siguen para aprender a ser
artistas creativos y los iconoclastas les acogen porque les ayuda a mantener su
arte fresco y relevante.
2.-
GLORIOSOS BASTARDOS
Su propósito
fundamental no es el desarrollo de sus profesionales sino ganar, sin importar
cómo y para ello puede exigir a sus colaboradores a trabajar sin descanso el
tiempo que sea necesario. Pueden llegar a ser excesivamente egoístas,
desconsiderados e insensibles pero pueden hacer que florezca el talento, en
ocasiones, mejor que otros “superjefes”. Tienen algo que les hace gloriosos y
es que son conscientes de que si quieren ganar necesitan contar con los profesionales más cualificados y a los
mejores equipos. Pueden ser egoístas y aspirar a la fama y a la gloria para ellos pero perciben que el camino para
lograrlo pasa por el éxito de los que les rodean. Por tanto enseñan a éstos lo
que tienen que hacer para triunfar, les inspiran con ejemplos de lo que se
siente y lo que significa ganar y les empujan a alcanzar niveles más altos de
rendimiento. No les importa el desarrollo de sus colaboradores pero
sorprendentemente consiguen crear profesionales “estrella”. Éstos no les van a
querer, pueden detestarles, pero les respetan y cómo los “gloriosos bastardos”
van a conseguir que su carrera vaya en ascenso agradecen la oportunidad de
trabajar para ellos. Los talentos ambiciosos, también, hacen cola para trabajar
con ellos. Según el autor, un ejemplo sería Larry Ellison, el fundador de Oracle, nombrado por
BusinessWeek como una de las personas más competitivas del planeta, que se
jacta de haber inventado su propio estilo de management: la dirección a través
del ridículo.
Éstos “superjefes”
pueden no ser agradables y empáticos,
como esperamos que lo sean nuestros
jefes, pero son capaces de transmitir motivación, conocimientos, guía, libertad
creativa y otros elementos necesarios para el aprendizaje y crecimiento de sus
colaboradores.
3.-
“NUTRIDORES”
La mayoría de los
“superjefes” nunca soñarían con emplear la dirección por el ridículo y a
diferencia de los iconoclastas y “gloriosos bastardos” se preocupan
sinceramente por el desarrollo de sus colaboradores y se enorgullecen de su
capacidad de hacerlo. Son “Nutridores” a diferencia de los mentores porque son
capaces de mantener relaciones profundas con sus profesionales más inexpertos,
son “jefes activistas” que están presentes de forma consistente y continuada
para guiar y enseñar a sus colaboradores y se comprometen de forma activa con
ellos para ayudarles a alcanzar el éxito.
Entre las
características comunes que poseen estos tres tipos de “superjefes” están su:
a).- Extrema
seguridad y confianza en sí mismos, que
puede llegar a parecer temeraria, para defender sus ideas. Casi universalmente suscriben
el axioma:”No hay problemas, sólo soluciones”.
b).- Competitividad. La
necesitan, la persiguen y la crean.
c).- Imaginación. Los
“superjefes” son visionarios. Dedican mucho tiempo a pensar en lo que podía ser
y se centran en convertir sus sueños en realidades.
d).- Integridad. No
entendida como honestidad en sentido coloquial sino la adherencia estricta a
una visión central o a un sentido de uno mismo. Se mantienen leales a ellos
mismos, a sus creencias y a sus valores.
e).- Autenticidad.
Finkelstein, como hemos
visto plantea que los “superjefes tienen la capacidad de:
I.- RODEARSE DE LOS MEJORES
En cualquier sector los
“superjefes” buscan profesionales con cualidades inusuales que la mayoría de
los jefes convencionales no valorarían. Quieren encontrar candidatos que no
sean sólo los que puntúan alto en determinadas pruebas sino aquellos que poseen
unas habilidades tan especiales que nadie se plantea examinarlas. No quieren
personas que tengan mucho talento desean contar con colaboradores que tengan un
talento inusual y que sean extremadamente buenos. No buscan líderes ordinarios
sino movilizadores del cambio.
Aspiran a encontrar
profesionales:
1.- Inusualmente
inteligentes. Quieren que posean el tipo de inteligencia acorde con la clase de
trabajo que van a desempeñar y por tanto les observan cuidadosamente durante
los periodos de prueba.
2.- Creativos. No
tienen por qué pensar como ellos, sino que sean capaces de manejar los
problemas de forma original y diferente, que desarrollen líneas innovadoras de
pensamiento y que apliquen de forma creativa sus conocimientos.
3.- Extremadamente
flexibles. Los “superjefes” no están interesados en contratar a especialistas
que sólo saben hacer una cosa. Buscan el tipo de brillantez que se puede aplicar
a la solución de diversos tipos de problemas.
No es fácil para los “superjefes” encontrar
profesionales, por lo que con frecuencia tienen que dar oportunidades a
aquellos que tienen cualificaciones y antecedentes poco convencionales. En las
entrevistas están interesados en observar cómo los candidatos reaccionan ante
preguntas inesperadas ante las que no pueden estar preparados.
La mayoría de los
directivos aunque defienden que están interesados en contar con los mejores
profesionales en la realidad no se sienten muy cómodos con ellos. No se sienten
bien dirigiendo colaboradores que parece que entienden la tarea a realizar mejor que ellos y que por tanto sus contribuciones son
superiores a las suyas. No saben qué hacer con propuestas de subordinados que
son demasiado originales o inesperadas. Pueden terminar sintiendo que pueden
llegar a ser reemplazados por aquellos a los que han contratado y promocionado.
Por lo tanto pueden terminar seleccionando inconscientemente profesionales más
mediocres. Los jefes muy egocéntricos son un ejemplo extremo: no son capaces de
tolerar a colaboradores cuyas competencias puedan suponer cualquier tipo de
rivalidad.
Los “superjefes”, por
el contrario, no tienen estos problemas. Tiene la suficiente confianza en sí
mismos como para no sentirse amenazados por la inteligencia sobresaliente, la
sorprendente creatividad o las personalidades extremadamente atractivas. Son lo
suficientemente arrogantes como para pensar que no pueden ser desbancados. No
tiene problemas con subordinados que son mejores que ellos, quizás porque, en
el fondo, piensan que nadie puede ser
mejor que ellos. Disfrutan con el reto que supone contar con mentes especiales.
Encuentran irresistible el que alguno de
sus colaboradores pueda ofrecerles la oportunidad de mejorar su entendimiento,
hacer las cosas mejor o de encontrar una
solución más efectiva a los problemas.
Aprecian el talento destacado, no sólo por los beneficios
que éste puede aportar a la organización sino porque disfrutan con la inyección
de energía que este talento inusual ofrece. Cuando los “superjefes” ven que sus
colaboradores destacan piensan que se va a reflejar positivamente en su imagen
como líderes y por tanto va a resultar más sencillo seguir atrayendo más
profesionales como ellos.
La extremada confianza
que tienen en sí mismos significa que siempre va a existir un hueco para que
existan otras “estrellas” a su alrededor. Sienten que colaborar con estos
individuos extremadamente capacitados y brillantes sólo es apropiado para alguien
como ellos. Los únicos que se pueden sentir amenazados y considerarlos como
rivales son los “gloriosos bastardos”.
Esta seguridad en sí
mismos les permite, también, adaptar sus organizaciones para utilizar
adecuadamente a sus brillantes nuevos colaboradores. No dudan en adaptar la
descripción del puesto de trabajo para que se ajuste al profesional en lugar de
hacer que éste se adapte al puesto de trabajo. Si ven que los resultados no son
los esperados están dispuestos a dar una nueva oportunidad en otro puesto.
Las personas con
talento se sienten atraídas por jefes que aprecien sus extraordinarias
capacidades y son conscientes de que trabajar con un “superjefe” les genera una
reputación mágica y que suelen obtener grandes éxitos. De esta forma se va
generando un entorno de talento que va atrayendo a nuevos talentos y pronto el
“superjefe” se convierte en alguien con el que cualquier “estrella” ascendente
quiere trabajar. La belleza de ser un imán de talentos es que aunque se pierdan
algunas de las “estrellas” que partirán hacia mejores oportunidades se va a ir
regenerando el talento con las nuevas incorporaciones que seguirán siendo
excelentes.
II.-
MOTIVAR A PERSONAS EXCEPCIONALES PARA ALCANZAR LO “IMPOSIBLE”
En ocasiones los
“superjefes” producen en sus colaboradores un fenómeno similar al “síndrome de
Estocolmo”: éstos están dispuestos a esforzarse hasta el límite de sus fuerzas
por sus “superjefes”, pero en lugar de sentirse resentidos por ello sienten una
gran lealtad hacia ellos. Harán lo que sea necesario para no defraudarles y
aspiran complacerles, no sólo porque estén completamente de acuerdo con la
visión de sus jefes, sino porque quieren sentir que éstos acertaron al
seleccionarles para el puesto.
Los “superjefes” saben
que para triunfar necesitan tener el mejor equipo, lo que no implica sólo
talento comprometido, sino talento con energía y pasión. La mayoría de los
profesionales que pertenecen a la generación de los llamados “millennials”
buscan sentirse parte de algo que tenga sentido. No están interesados en el
“trabajo” exclusivamente, quieren sentir pasión por él.
Los “superjefes” para
conseguir “lo imposible” son muy exigentes con sus colaboradores, ya que
esperan de éstos un desempeño de primera clase. No dejan que sus profesionales
“se duerman en los laureles” sino que siempre están incrementando sus
expectativas con respecto a ellos.
Quieren comprobar hasta dónde pueden llegar, para lo que les tratan como
si fuesen atletas olímpicos que tienen que ir más allá de sus límites para desarrollar
todo su potencial. Les sacan de sus zonas de confort como están dispuestos a
hacer ellos mismos. No temen a las críticas por esta actuación como se
evidencia por su negativa a moderar sus estándares. Si un profesional no cumple
sus expectativas deja de interesarle.
Estas duras exigencias
pueden ser contraproducentes y conducir al “burnout” y al desencanto en muchas
organizaciones de alto rendimiento. En ocasiones en las empresas lideradas por
“superjefes” se producen abandonos, pero los que permanecen lo hacen
desarrollando un lazo emocional más profundo con éstos. Esto ocurre porque
aunque mantienen un nivel de presión muy alto son capaces de inspirar al
profesional para que desarrolle todas sus capacidades para lograr ser mejores.
Consigue que tengan gran seguridad en sí mismos y que crean en lo que pueden
llegar a alcanzar.
Los “superjefes” son
imanes de talento, también, porque son capaces de visualizar las posibilidades
futuras de una forma atractiva y sugestiva. Sus visiones son únicas, auténticas
y consistentes y buscan tener un
impacto. Son genios de la motivación y quieren obtener el 100% de la dedicación
y atención de sus colaboradores. Éstos son conscientes de que están trabajando
para un jefe muy especial, alguien que está cambiando las reglas, que no tiene
miedo de asumir riesgos, que se preocupa intensamente de lograr alcanzar
objetivos más altos y que invita a sus colaboradores a tomar parte de ese
proceso. Cuando un jefe como el descrito da órdenes o como es más frecuente
inspira no se percibe la presión hacia un alto desempeño como algo tedioso o no
deseado, sino como parte de una misión extraordinariamente importante y
excitante y los profesionales asumen totalmente esa misión y están dispuestos a
hacer todo lo necesario para alcanzarla.
Es la combinación de
las altas expectativas de los “superjefes” y las aspiraciones lo que posibilita
que las personas excepcionales que trabajan bajo su influencia hagan cosas
imposibles. Se convierten en adictos del éxito y buscan tareas cada vez más
retadoras.
Estimada Isabel:
ResponderEliminarSin duda alguna trabajar con súper jefes es verdaderamente adictivo y usted describe ampliamente lo que un súper jefe espera de sus subordinados, si bien es cierto que los jefes eligen a sus subordinados de acuerdo a sus aptitudes y preparación, los subordinados tienen claras las expectativas o características y competencias que deben tener los jefes, por ello considero que sería útil también describirlas a profundidad, tales como:
Que sea un experto. (conocimiento y experiencia)
Que posea inteligencia emocional. (autocontrol emocional, empatía, optimismo, autoconfianza, saber comunicar).
Conciencia de la organización (definir propuestas, involucrar a todos con los objetivos).
Gestión de conflictos.
Adaptabilidad.
Que asuma riesgos, de resultados.
Que sea asertivo.
Muchas gracias por su atención.
Interesante publicación hoy en un mundo moderno es de vital importancia que los lideres reúnan todas las características que se describen un buen jefe debe conocer a los miembros de su equipo y a sí mismo. Tiene que poseer habilidades comunicacionales, estimular la creatividad de sus subordinados, así como proyectar sus carreras y delegar con inteligencia las tareas. El líder debe Conocer a los miembros del equipo y autoconocimiento: es fundamental que el jefe se conozca primero a sí mismo y luego a los trabajadores. Si actuamos con desconfianza hacia nuestros subalternos, lo más probable es que recibamos ese mismo sentimiento de ellos.
ResponderEliminarAsí como Comunicarse efectivamente: hay que considerar las palabras, la velocidad al hablar y el tono en que uno se comunica, como también el nivel de comprensión de cada individuo y los sentimientos, las actitudes o las percepciones que ellos tengan sobre uno.
Liderazgo es el conjunto de capacidades que una persona tiene para influir en los demás, haciendo de individualidades una cohesión humana para el logro de objetivos y metas. Desde que una persona te siga te debes considerar como líder y por consecuencia hay que tener en cuenta que existen ciertas expectativas hacia ti.
ResponderEliminarEn el ámbito que te desenvuelvas como líder tus subalternos esperan que tengas conocimiento y dominio de lo que dices y lo que realizas, de igual manera esperan que seas empático y que puedas definir metas, establecer estrategias y dar resultados, aunado a que debes motivar a quienes te siguen, por lo cual debes tener un alto sentido comunicativo con quienes diriges.
Los líderes tienen la firme tarea de que no sólo las personas a su cargo sean responsables por sus trabajos y acciones, sino ser responsables también ellos, dando un ejemplo de lo que esperan del equipo