Alice Boyes en hbr.org
del pasado 17 de mayo plantea que si tenemos una mente propensa a la ansiedad
puede ser que nuestro primer instinto sea pensar que algo va a ir mal y
ponernos en el peor escenario posible peor que lo que debemos procurar hacer es
reconocer que estamos contemplando las situaciones a través del sesgo de la
ansiedad y ajustar nuestro pensamiento para que no nos limite.
Con frecuencia la ansiedad
nos causa problemas en el trabajo porque:
1.- Malinterpretamos la
opinión que los demás tienen de nosotros. Las personas ansiosas se preocupan
porque piensan que no gustan a los demás o que éstos consideran que no tienen
talento. Por ejemplo si consideramos que una persona nos saluda con más
frialdad que a los demás pensamos que es porque no les caemos bien descartando
otras opciones y respondemos evitándola, con lo que el compañero afectado puede
creer que no nos gusta.
En estos casos lo que hay
que hacer es reconocer cuando estamos interpretando una relación interpersonal
sin una evidencia sólida. También es conveniente aceptar que las relaciones en
el trabajo pueden ser cordiales y mantenerse en un plano estrictamente
profesional.
2.- Mostramos una actitud
defensiva ante el feedback. Las personas ansiosas suelen estar muy motivadas
hacia el logro y el triunfo por lo que quieren recibir feedback que les ayude a
mejorar pero al tiempo tienden a considerarle desde un enfoque catastrófico
como un indicador de que van a fracasar.
En estas situaciones es
aconsejable ser consciente de cómo queremos recibir feedback y en qué
escenarios, por ejemplo podemos rechazar las críticas si vienen de compañeros recién
incorporados y sentirnos más cómodos si provienen de personas en las que
confiamos y que sabemos que creen en nuestras capacidades.
3.- Evitamos situaciones
y como consecuencia somos considerados problemáticos. Tendemos a evitar aquello
que nos produce ansiedad y luego nos avergonzamos por hacerlo, lo que nos lleva
a no ser claros en nuestra relación con los demás. Por ejemplo si tenemos miedo
a volar podemos evitar viajes de trabajo o si nos incomoda responder a un
correo podemos procrastinar lo que va a transmitir la impresión de que no somos
de confianza.
En muchos casos la mejor respuesta
consiste en ser honestos sobre lo que está causando nuestra reticencia. No
siempre recibiremos la comprensión que esperamos pero la transparencia reduce
el estrés de todos, fomenta la confianza y con frecuencia es percibida como
valiente y auténtica.
4.- Reaccionamos
negativamente cuando nos presentan ideas inesperadas. Si nuestro primer
pensamiento cuando nos presentan nuevas ideas consiste en considerar los
riesgos, dificultades y razones por las que no van a funcionar los demás pueden
percibirlo como una negatividad indeseada. Aunque solo sea la reacción inicial
puede ser desmoralizante y molesta para los demás que si ven los aspectos
positivos y formas de que salgan adelante.
Si somos de este tipo de
personas la autora recomienda que nos entrenemos para ofrecer “sándwich”
feedback para que nuestra primera respuesta ante una buena idea sea destacar lo
que tiene de bueno, luego manifestar nuestras inquietudes ante ella y finalizar
con una nota positiva. Otra estrategia consiste en retrasar nuestra respuesta
aunque solo sea una pocas horas para que cuando lo hagamos sea de forma
reflexiva y considerada.
La ansiedad puede,
también, motivar a las personas de forma positiva. Por ejemplo el miedo al
rechazo puede hacer que trabajemos con más empeño y que valoremos mejor las
relaciones y ser cauto y cuidadosos puede mejorar nuestro desempeño ante tareas
difíciles. Cuanto mejor entendamos cómo funciona nuestra ansiedad mejor
podremos maximizar estos aspectos positivos y minimizar los negativos, nos aceptaremos
mejor y gestionaremos más adecuadamente los retos que surgen en nuestro
trabajo.
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