miércoles, 29 de mayo de 2019

LOS PELIGROS DEL "TECNOESTRÉS"



Caroline Rook y ManfredF.R. Kets de Vries en INSEAD Knowledge del pasado 27 de mayo plantean que la mayor parte de las personas estamos tan conectados digitalmente que en realidad nos encontramos desconectados completamente.

Padecemos  tecnoestrés que es la incapacidad de gestionar el mundo digital de una forma sana. La tecnología digital se supone que nos hace más productivos, y lo ha conseguido en cierta forma, pero estos beneficios se han alcanzado con unos costes.

La presión combinada de una presencia virtual constante y del bombardeo de la información continua tienen consecuencias negativas para nuestra salud. Además de generar una potencial carga extra de trabajo puede contribuir a crear sentimientos de ansiedad, frustración, insatisfacción laboral, bajo desempeño en el trabajo, absentismo y problemas de retención del talento. Burnout y problemas de salud mental incluyendo la adicción digital se encuentran siempre acechando.

Cuando Rescue Time realizó una encuesta sobre el uso de la tecnología digital en el trabajo sólo el 10% de los encuestados manifestaban que sentían que tenían el control sobre cómo empleaban sus días. Los datos de más de 50.000 usuarios de Rescue Time mostraban que las personas sólo disponían de 1 hora y 12 minutos al día para sentirse libres de las herramientas digitales. El estudio encontró, también, que exclusivamente el 20%  tenían una estrategia establecida para gestionar sus correos.

Las razones por las que parece que estamos obsesionados con estar permanentemente conectados incluyen el miedo a perdernos algo importante y quedarnos atrás, la necesidad de sentirnos o ser percibidos como productivos y la compulsión hacia estar conectados en un mundo cada vez más virtual.

Estas motivaciones  están impulsadas por una serie de fuerzas de carácter bioquímico y psicológico que producen efectos muy similares a los que padecen los adictos al juego. Al igual que los jugadores compulsivos que viven pendientes de la emoción de una posible ganancia nos sentimos forzados a comprobar constantemente si hemos recibido nuevos mensajes “agradables”. En ambos casos las posibles recompensas estimulan la liberación de dopamina, un neurotransmisor que nos hace sentir bien y que nos motiva a repetir el comportamiento que lo activa.

En el mundo de las organizaciones cada vez está siendo más evidente que las personas necesitan desconectar para obtener tiempo para la reflexión y para ello deben aprender a mantener el tecnoestrés bajo control lo que requiere reservar espacios para el pensamiento creativo y la reflexión.
Los directivos para liberarse ellos y sus colaboradores de la prisión del tecnoestrés deben definir límites claros sobre cómo y cuándo utilizar las herramientas de comunicación digital. Algunas sugerencias que proponen los autores son:

1.- Como norma los mensajes no necesitan una respuesta inmediata. Los verdaderamente urgentes se solucionan mejor a través de un contacto más personal.

2.- Los profesionales deben abstenerse de acceder a los correos corporativos fuera de su horario de trabajo o en vacaciones.

3.- Las personas no deben permanecer en sus lugares de trabajo fuera del horario del mismo salvo en circunstancias excepcionales. Lo mismo ocurre con las reuniones virtuales fuera de horas.

4.- Redactar un mensaje breve  automático que indique que el correo se ha recibido pero que será atendido a unas horas específicas que se determinan.

Depende de los líderes el promover un patrón mental en el trabajo que defienda la necesidad de hacer pausas para la reflexión. Aunque exteriormente parezca que no estamos haciendo nada nuestras mentes pueden estar trabajando en estos momentos, con frecuencia,  para resolver asuntos importantes con la tranquilidad requerida.

Los líderes, por tanto, deben ser conscientes de que cuanto más conectados digitalmente están ellos y sus colaboradores más desconectados están del resto de sus congéneres, ya que aunque las herramientas de comunicación tengan sus usos las interacciones cara a cara tienen un mayor potencial para producir un impacto significativo y duradero.

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