Rasmus Hougaard, JaquelineCarter y Louise Chester en el boletín de American Association for Physician Leadership
del pasado 28 de noviembre plantean que las investigaciones del neurociéntifico
Sukhvinder Obhi, que ha encontrado que el poder altera la actividad de las
neuronas espejo y, por tanto, la capacidad de entender y asociarnos con otros, pueden
explicar las conductas de muchos altos ejecutivos.
David Owen, médico y
parlamentario británico ha llamado a este fenómeno el “síndrome de la soberbia”
y lo define como un desorden de la posesión de poder, particularmente de poder
asociado a un éxito desbordante, mantenido durante varios años, por el que el
afectado termina careciendo por completo de empatía, tanto en su pensamiento
como en su toma de decisiones. No es que el poder hace que las personas quieran
dejar de mostrar empatía sino que el asumir mayores responsabilidades y
presiones nuestro cerebro se reconfigura de forma que dejamos de preocuparnos
por las personas tanto como antes. Pero este fenómeno puede revertirse o puede
ser evitado.
La compasión es la clave.
Mientras la empatía es la tendencia de percibir y sentir las emociones de los
demás la compasión implica la intención de contribuir a la felicidad y al
bienestar de los otros. Es, por tanto, más proactiva, por lo que podemos
convertirla en un hábito. Al hacerlo podemos contrarrestar la pérdida de
empatía que va asociada al poder y facilitar un mejor liderazgo y conexiones
humanas en el trabajo.
Los autores, basándose en
su trabajo con miles de líderes, proponen una serie de actuaciones para
fomentar la compasión. Éstas son:
I.-
APLICAR LA COMPASIÓN A CUALQUIER SITUACIÓN
Un proverbio chino dice”
No existe un camino hacia la compasión; la compasión es el camino”. Actuar con
compasión en cualquier interacción que tengamos y preguntarnos cómo podemos
beneficiar a los demás es el camino hacia la compasión. Ésta es algo que
creamos al aplicarla a cualquier interacción.
De esta forma se puede convertir
en la brújula que dirija nuestras intenciones, atención y acciones. Cada vez
que nos relacionemos con una persona podemos preguntarnos qué podemos hacer que
le beneficie de forma que se convierta en un mantra que guíe nuestras
intenciones en todo momento y en cualquier
reunión.
II.-
BUSCAR OPORTUNIDADES PARA MOSTRAR COMPASIÓN
John Chambers, CEO de
Cisco, ha organizado un sistema para asegurase de que es informado dentro de
las 48 horas siguientes de que un empleado sufra una pérdida importante o
enfermedad severa para redactar personalmente una carta de apoyo a esa persona.
De esta forma ha inculcado de arriba abajo la importancia del valor de la
compasión en toda la compañía.
Independientemente de que
seamos altos ejecutivos o no debemos convertir en un hábito la búsqueda de
oportunidades diarias para mostrar compasión hacia alguien que lo necesite.
III.-
DEDICAR DIARIAMENTE UN MOMENTO PARA LA MEDITACIÓN
La compasión puede ser
cultivada a través de una serie de prácticas. Diversas investigaciones han
encontrado que sólo con unos minutos de práctica diaria nuestras mentes pueden
reconfigurarse para sentir una mayor compasión y que con un entrenamiento regular
podemos experimentar un sentimiento de propósito más fuerte, más emociones
positivas y sentirnos más felices y serenos. También altera las rutas
neuronales en nuestro cerebro de forma que reaccionamos ante el sufrimiento de
los demás con compasión espontánea en lugar de con desánimo y angustia.
Una metodología a seguir
puede ser:
1.- Reservar cuatro minutos.
2.- Sentarnos
cómodamente, relajarnos y centrar nuestra atención en nuestra respiración para
serenar la mente.
3.- Cuando estemos
calmados pensar en alguien querido o conocido que esté experimentando desafíos.
4.- Ser muy conscientes de
los desafíos y de cómo se debe sentir la persona que los está experimentando.
5.- Al espirar imaginar
que liberamos todo lo que esa persona necesita: calor humano, fuerza y
compasión. Dejar salir todo lo que es positivo e imaginar que la otra persona
lo recibe.
6.- Al continuar
espirando compasión con cada inhalación imaginar que removemos el sufrimiento,
dolor, remordimientos o daño de esa persona pero sin que lo incorporemos
nosotros. Imaginar simplemente que estamos eliminando su dolor.
7.- Cuando estemos
preparados abandonar a la persona y retornemos la atención hacia nuestra
respiración.
8.- Cuando estemos
preparados abandonar el ejercicio y reflexionar sobre cómo nos sentimos.
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