Sally Blount y Paul Leinwand, en la edición Harvard Business Review correspondiente a
noviembre - diciembre, plantean que en la última década el “propósito”
se ha convertido en una de las palabras de moda en el mundo del management. Desde
2010 ha aparecido en los títulos de más de 400 nuevos libros sobre gestión
empresarial y liderazgo y en miles de artículos, lo que no debe sorprendernos
ya que muchas personas y no sólo los millennials quieren trabajar en
organizaciones cuya misión y filosofía de negocio resuene en ellos tanto
intelectual como emocionalmente.
El problema lo
encontramos a la hora de definir y sobre todo vivir de acuerdo con un
propósito. La mayor parte de las declaraciones se centran en metas genéricas
tales como, por ejemplo, “ser la compañía de elección” o “maximizar el valor
para los accionistas”, estas misiones no consideran qué es lo que hace la
organización ni a qué población diana se dirige. Otras definiciones incluyen
aspiraciones de altos vuelos pero vagas, como por ejemplo, ”inspirar a los
demás para dar lo mejor de sí mismos
todos los días” o “extender el poder del optimismo”. Éstas, también, dejan de
contestar las preguntas: “Cuál es la
razón de la existencia de la empresa?, ¿Qué
valor aporta a los clientes? o ¿Por qué tu organización es la única capaz de
aportar ese valor?
Una declaración de
propósito verdaderamente poderosa es aquella que alcanza dos objetivos:
a).- Articular claramente
metas estratégicas.
b).- Motivar a la fuerza
laboral.
Estos tienen importancia
individualmente y en conjunto ya que cuando los profesionales entienden y
abrazan el propósito de la organización se sienten inspirados para realizar un
trabajo bueno o hasta excelente al tiempo que se ajusta a su misión.
Es difícil imaginar cómo
pueden trabajar los profesionales si no entienden el propósito que guía su
tarea ni lo que la organización intenta conseguir así como la forma en que su
trabajo y la forma en la que éste apoya esas metas.
En la actualidad se está
produciendo con frecuencia una crisis de propósito: los trabajadores se sienten
perdidos y con el tiempo la falta de dirección afecta a su nivel de motivación
con lo que dejan de afrontar los retos requeridos para conseguir cumplir los
objetivos definidos.
La buena noticia es que
el propósito ejerce un gran poder inspirador. Por ejemplo en las organizaciones
en las que han definido y comunicado claramente cómo crear valor el 63% de sus
empleados en lugar del 31% de las que no lo tienen manifiestan sentir pasión
por su trabajo.
Con el fin de asegurar el
que el propósito genere claridad estratégica y motive a los profesionales debemos
preguntarnos si apela a nuestro valor único y diferenciador y a partir de ahí
tenemos que facilitar que la estructura, los sistemas y los recursos equipen a
nuestros colaboradores para darle vida.
Los autores recomiendan
explorar los elementos de un propósito bien articulado y las acciones
necesarias para desarrollarlo:
I.-
NUESTRO PROPÓSITO ES NUESTRA PROMESA A NUESTROS CONSUMIDORES
En un mundo ideal todas
las organizaciones crearían, comunicarían y vivirían un propósito firmemente
asentado en sus consumidores. Las empresas nacen y sobreviven porque dan
respuesta de una forma única a un conjunto de necesidades de los usuarios. Tienen
éxito y crecen cuando su propósito permanece fresco y cuando conecta con el
trabajo de sus profesionales.
Uno de los problemas con
los que se encuentran las organizaciones al explicar el propósito a sus
profesionales es la gran variedad de declaraciones que ofrecen. Desde el punto
de vista de los autores cuantas menos se hagan mejor. Los líderes deben
comunicar claramente la razón de la
existencia de la compañía ( qué valor genera y para quién) de una forma que sea
sencilla para que sus profesionales puedan entender e incorporar a su trabajo.
Para evaluar si hemos
articulado de forma eficaz la razón de ser de la organización debemos considerar
las siguientes preguntas:
1.- ¿Es nuestro propósito
relevante para una serie de consumidores
o usuarios con capacidad potencial de compra o utilización de nuestros
productos o servicios? ¿Está claro a qué vidas o negocios estamos contribuyendo
a mejorar en mayor o menor grado?
2.- ¿Es nuestro propósito
único y diferenciador? ¿Qué ocurriría en el mercado si desapareciésemos?
3.- ¿Somos los
propietarios legítimos de nuestro propósito? ¿Podemos cumplirlo de una forma
más eficiente y eficaz que nuestros competidores?
Así como ser claros en
otros aspectos tales como:
a).- Cómo nuestra
organización actúa y cuáles son los principios que guían sus decisiones. Es
importante tener en cuenta a todos nuestros grupos de interés independientemente
de que estén identificados en nuestro propósito. Éstos deben incluir a la
comunidad en que operamos, los gobiernos locales y los proveedores, entre
otros, para teniéndoles en cuenta decidir qué valores deben guiar a nuestros
profesionales, qué tipo de entorno laboral, experiencia del cliente y otras
interacciones buscamos crear con nuestras actuaciones diarias.
b).- Dónde aspira a
encontrarse nuestra organización en el futuro. Las mejores organizaciones
tienen definido claramente cuáles son sus metas de desempeño futuras, el tiempo
en el que lo van a conseguir y las métricas por las que pueden ser evaluadas.
IKEA, por ejemplo, presenta
un mensaje claro sobre el valor que
ofrece: “ crear una vida cotidiana mejor para muchas personas al ofrecer una
amplia variedad de bien diseñados muebles y artículos para el hogar a precios tan bajos
que muchas personas puedan adquirirlos”.
Lego no sólo vende
juguetes sino que busca el “desarrollo de la creatividad de los niños a través
del juego y el aprendizaje”. Para cumplir esta promesa, por ejemplo, diseña conjuntos de bloques que pueden ser
ensamblados de múltiples formas y promueve comunidades on-line y presenciales
de entusiastas de todas las edades para fomentar la creatividad, innovación y
aprendizaje. Lo hace a través de iniciativas como “Ambassador Network” una
plataforma de comunicación y apoyo para fans adultos, Lego Ideas una página web
que permite el que los usuarios envíen ideas para nuevos juegos o Lego Life una
red social para niños.
II.-
LA ORGANIZACIÓN DEBE SER CONSTRUIDA DE FORMA QUE PUEDA DESARROLLAR Y TRABAJAR
DE ACUERDO CON EL PROPÓSITO
La articulación clara de
un propósito es el comienzo naturalmente pero éste, por muy bueno que sea, va a
tener una utilidad limitada y puede
llegar a ser contraproducente si la organización no actúa de forma que se pueda
ejecutar. Los profesionales pueden comprender que existe un poderoso propósito
pero se enfrentan a barreras organizacionales no podrán ser capaces de alcanzar
las prioridades que hemos marcado. Cuando esto ocurre se genera frustración, cinismo y el descenso de su motivación, con lo
que los clientes se verán finalmente afectados.
Para asegurarnos la
ejecución del propósito debemos:
1.-
Actuar como un imán para captar los talentos adecuados. Necesitamos
contar con las personas adecuadas en los roles adecuados si queremos alcanzar
nuestras metas y ser competitivos. Los modelos en uso sobre desarrollo del
talento con frecuencia aspiran a crear grandeza en todas partes pero esto es
poco realista según los autores. Las organizaciones deben efectuar elecciones
en la guerra por el talento y decidir cuáles son las competencias en las que la organización debe ser excelente
para alcanzar el propósito. Éstas deben incluir habilidades altamente
específicas y determinar las decisiones sobre qué trabajos requieren contar con
un profesional con un talento muy destacado. No debemos caer en la trampa de
pensar que los generalistas van a aportar la experiencia necesaria en las áreas
que son críticas para nuestro propósito. Por ejemplo, Apple consiguió una mayor
prominencia por su utilización de diseños atractivos y cómodos. Para ello elevó
el rango del equipo de diseño e incorporó a su responsable al comité de
dirección con lo que consiguió atraer a profesionales de gran talento en esa
área.
2.-
Conectar a toda la organización entre sí. Una vez que
contamos con las personas adecuadas con las competencias necesarias podemos
configurar nuestra organización para permitir que éstas puedan dar respuesta a
todo lo que el propósito demande. Casi todas las iniciativas importantes
requieren la intervención de diversas áreas por lo que debemos romper los
posibles silos, ya sean funcionales, geográficos, …
La mejor forma de recoger
las mejores reflexiones y experiencias sobre un tema complejo son los equipos
multifuncionales. Estos pueden estar formados por profesionales que dedican
parte de su tiempo a trabajar en los mismos o por profesionales con diversas
competencias que trabajan en unidades multifuncionales de forma permanente. Por
ejemplo los equipos de innovación suelen incluir a profesionales de las áreas
de investigación, ingeniería, marketing o finanzas.
3.-
Invertir en nuestro propósito. Nada resulta más
desmotivador para los profesionales que trabajan en algo que ha sido
identificado como crítico que el no recibir la atención, el tiempo o la
financiación adecuada. En las áreas que van a tener más repercusión sobre el
propósito nuestra meta no debe ser el conseguir sólo la excelencia funcional
sino, también, invertir más que nuestros competidores para poder ofrecer el
valor que hemos prometido.
4.-
Asegurar que los líderes modelen el propósito.
Los buenos líderes personifican el propósito de su organización cada día a
través de sus acciones, ya sea comunicando las prioridades a la fuerza laboral
o dedicando tiempo a estar con sus profesionales o clientes.
Como conclusión Blount y
Leiwand recuerdan que por mucho que
intentemos motivar a nuestros profesionales con eslóganes o recompensas extrínsecas
no conseguiremos que nuestros profesionales alcancen la excelencia si no saben
por qué acuden al trabajo diariamente. Cuanta mayor claridad facilitemos sobre
el valor que nuestra organización crea y para quién, mayor será nuestra
capacidad para inspirar a nuestros colaboradores y cuánto mejor sea la
alineación entre el talento adecuado, el
modelo operacional y los recursos económicos para apoyar nuestro propósito
mejor podrán ofrecerlo nuestros profesionales.
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