Keith Ferrazzi, en “Leading without authority. Why
don´t you need to be in charge to inspire others and make change happen”,
plantea que los nuevos e incesantes cambios tecnológicos hacen que cambiar la
forma en que trabajamos se haya convertido en una necesidad urgente.
En la actualidad
demasiados directivos siguen apoyándose en su puesto y en el control
presupuestario para realizar su trabajo y pierden demasiada energía en
esfuerzos burocráticos cuando deberían emplearla en liderar a los demás para
conseguir su colaboración en la búsqueda de soluciones audaces, ya que, con
frecuencia, se pueden encontrar muchos profesionales que sin tener ninguna
autoridad formal están esperando su turno.
Un estudio realizado
por Deloitte en 2016 entre profesionales de departamentos de recursos humanos
sugería que el concepto de liderazgo se está redefiniendo radicalmente. La idea
de que las personas se convierten en líderes debido al puesto que ocupan se
está cuestionando y cada vez más se pide a los líderes que sean capaces de
inspirar lealtad en el equipo a través de su experiencia, visión y juicio.
Liderar sin autoridad
nunca había sido tan importante y su necesidad crece diariamente. El grupo de
consultoría Gartner, por ejemplo, predice que en 2028 los algoritmos habrán
eliminado tantos puestos intermedios directivos que el trabajo va a depender
casi exclusivamente de redes de equipos autónomos y de alto desempeño que
ofrecerán resultados cruciales. Por tanto, liderar sin autoridad se va a
convertir en el modelo organizacional del siglo XXI.
El autor propone para
liderar sin autoridad seguir una serie de reglas:
REGLA
Nº 1: ¿QUIÉN FORMA PARTE DE TU EQUIPO?
Mindy Grossman mantiene
que: “ la posición no define el poder, el impacto define el poder. El impacto
se puede ejercer desde cualquier rol en cualquier nivel y cuando priorizamos el
sacar lo mejor de aquellos que nos rodean el crecimiento y el éxito son la
consecuencia”.
La base de la primera
regla de las nuevas normas de trabajo es
que debemos ser conscientes de que por cada objetivo, proyecto o misión que tengamos somos responsables de liderar a
un grupo de personas que es mayor que los miembros formales de nuestro equipo.
La mayor parte de nosotros experimentamos un sentimiento de lealtad y
obligación hacia los equipos que nos han asignado o a los que pertenecemos. Nos
preocupamos de las personas que los integran, los apoyamos y queremos que
crezcan y triunfen. En la actualidad, al ir evolucionando las organizaciones
hacia equipos más interdisciplinares e interdepartamentales debemos extender
ese nivel de cuidado, preocupación, compromiso y camaradería a todos los nuevos
miembros que puedan integrar estos equipos “cruzados”.
Quizás la
característica que mejor define este nuevo mundo laboral es la de
“Interdependencia radical”. La jerarquía arriba- abajo sigue definiendo los
presupuestos pero el trabajo en sí se está realizando, cada vez más, a través
de estas redes cada vez más extensas de relaciones radicalmente
interdependientes. Ningún directivo aislado puede tener la autoridad o recursos
para hacer frente a la avalancha de
retos actuales.
Todos debemos
considerarnos líderes e innovadores independientemente del nombre de nuestro
puesto de trabajo. Tenemos que demostrar iniciativa y fomentar una colaboración
más profunda para que podemos contribuir con todas nuestras ideas y talentos.
En cada equipo con el
que trabajemos debemos hacer la siguiente pregunta: ¿Quiénes son las personas
clave para ayudar a conseguir las metas, independientemente de
su situación en el organigrama? Éstas serán las personas que compongan el
equipo aunque no estén directamente bajo nuestro mando.
El autor recomienda
seguir las siguientes prácticas para detectar y organizar este tipo de equipos:
1.- Comenzar por lo más
sencillo. Seleccionando un compañero que respetemos por su experiencia y con
quién pensemos que podemos trabajar en algo importante. Luego centrarnos en
localizar potenciales partners y nuevos miembros del equipo que puedan ayudar a
alcanzar resultados positivos con rapidez. No debemos perder el tiempo en
convencer a los que no se sientan atraídos por el proyecto, ya que es probable
que, posteriormente, cuando vayan viendo los resultados se incorporen al mismo.
En ocasiones, no
tendremos elección y tendremos que empezar a construir nuestro equipo en medio de una crisis, pero la misma urgencia de la
situación nos puede ayudar a establecer los lazos necesarios para una relación
productiva.
2.- Buscar a aquellos
que admiramos y de los que queremos aprender.
3.- Identificar a
alguien que pensamos se pueda beneficiar de nuestra ayuda. Si estamos
verdaderamente comprometidos con una misión o proyecto y detectamos que el
desempeño de uno de los miembros del equipo está interfiriendo en los
resultados de éste de forma negativa debemos actuar y actuar como un coach para
ese colaborador. Debemos responsabilizarnos para facilitar el desarrollo profesional
de esa persona para que pueda tener una influencia positiva en el proyecto.
4.- Enfrentarnos a la
persona o al problema que estamos evitando, recordando las palabras de Ralph
Waldo Emerson en su ensayo “Heroísmo”: “Haz siempre aquello que te dé miedo
hacer”.
Podemos pensar que son
señales de que existen ciertas relaciones que tenemos que mejorar.
5.- Sistematizar.
Comenzar por elaborar una lista priorizada de las personas que son más críticas
para el proyecto que queremos abordar, definiendo el resultado específico que
esperamos conseguir con cada miembro de nuestro equipo. También debemos
preguntarnos de quién necesitamos apoyo para tener éxito.
La mayor parte de las
relaciones en el trabajo se encuentran en lo que el autor llama el “estado de
coexistencia”. En él las personas trabajan juntas para hacer sus trabajos pero
se mantienen respetuosamente fuera del camino del otro aunque estén asignados
en el mismo equipo.
Si vemos que no podemos
realizar nuestro trabajo exclusivamente con los recursos y responsabilidades
que están bajo nuestro control normalmente accederemos a otro estado que es el
de “colaboración”. Con frecuencia llegamos a él exclusivamente por necesidad y
lo vamos a mantener solo el tiempo que sea estrictamente necesario, para
regresar, posteriormente al estado de coexistencia.
Cuando la colaboración
es demasiado exigente y compleja tendemos a caer en el “estado de resistencia”,
que se manifiesta en una situación de tensión o de estrés entre nosotros y un
miembro del equipo o compañero. Mientras nos encontramos en este estado de
forma pasiva o conscientemente evitamos el auténtico compromiso colaborador,
aunque éste pueda magnificar nuestras posibilidades de tener éxito.
En las ocasiones en las
que no existe afinidad o confianza, cuando los intentos de colaboración
conducen a la frustración la relación se encuentra en un “estado de
resentimiento”. En este estado de ánimo evitamos los intentos de desarrollar
una relación profesional o personal y solo procuramos colaborar
superficialmente.
El último de los estados
es el de “co-elevación”. Es en el que se basan las relaciones transformadoras y
es al que debemos aspirar llegar.
Ferrazzi propone que
una vez hayamos identificado la cualidad de nuestras relaciones debemos
asignarles un valor utilizando la escala siguiente:
- 2 Estado de
resentimiento
- 1 Estado de
resistencia
0 Estado de coexistencia
+ 1 Estado de
colaboración
+ 2 Estado de “co –elevación”
De esta forma si
identificamos personas que se encuentran en la lista de proyectos más
prioritarios pero nuestro estado de relación con ellas es bajo deberemos buscar
modos de mejorar la calidad de la misma. Este enfoque es importante porque nos
permite detectar cuáles son las relaciones principales en los proyectos más
prioritarios que necesitan que les dediquemos una atención más urgente. Cuanto más
nos acerquemos a una puntuación media de + 2 mejor lo estaremos haciendo.
La medida de las relaciones
utilizando esta metodología no hace que éstas sean transaccionales sino que lo
que muestra es la importancia que tienen cada una de ellas. Peter Drucker decía
que lo que es medido puede ser gestionado.
El autor como
conclusión, en relación con la identificación de las personas que forman parte
de nuestro equipo de acuerdo con las nuevas normas de trabajo que plantea,
manifiesta que.
A).-
Regla antigua de
trabajo: Nuestro equipo se limita a aquellos que dependen de nosotros o de
nuestro jefe.
Nueva
regla de trabajo: Nuestro equipo está compuesto por todos
aquellos, dentro y fuera del trabajo, que sean importantes para alcanzar mi
proyecto o misión.
B).- Regla antigua de
trabajo: Las relaciones profesionales se producen orgánicamente en el tiempo y
sin ningún esfuerzo consciente.
Nueva
regla de trabajo: las relaciones de trabajo deben ser
proactivas y desarrolladas de forma auténtica con las personas que forman nuestros
equipos.
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