miércoles, 20 de octubre de 2021

PENSAMIENTO CENTRADO - PENSAMIENTO DIFUSO

 


Shane Parrish en Farnam Street del pasado 17 de octubre plantea que nuestra mente utiliza dos formas de pensamiento para abordar cualquier tarea amplia: centrado y difuso. Las dos son igual de importantes pero sirven a distintos propósitos. Para realizar bien nuestro trabajo debemos dominar ambas.

Barbara Oakley, en “A mind for numbers” habla del concepto de las formas difusa y centrada de pensamiento y de cómo pasamos de uno al otro a lo largo del día. Estamos constantemente persiguiendo los verdaderos momentos de “foco”: trabajo profundo, estados de flujo y sesiones altamente productivas en las que podemos ver resultados tangibles. Gran parte del proceso de aprendizaje tiene lugar durante el modo centrado de pensamiento.

Cuando nuestras mentes se sienten libres para divagar estamos en un modo de pensamiento difuso, que se considera como nuestra forma natural o el modo “soñar despierto”. Es el momento en el que establecemos conexiones y reflexionamos inconscientemente sobre los problemas. En ocasiones es un fenómeno momentáneo en el que por ejemplo miramos fijamente a la distancia antes de regresar al trabajo.

Oakley explica que los vertebrados necesitamos ambos modos para sobrevivir. El centrado es útil para tareas vitales tales como la búsqueda de alimentos o el cuidado de los descendientes y el difuso lo es por ejemplo para detectar amenazas. Ambos son igualmente valiosos pero lo verdaderamente importante es la armonía entre ellos. No podemos mantener el esfuerzo del modo centrado durante mucho tiempo, en algún momento necesitamos relajarnos y pasar al difuso. El aprendizaje de una habilidad compleja, un idioma, un instrumento musical, ajedrez, etc, requiere que ambos modos trabajen juntos ya que dominaremos los detalles a través del modo centrado pero comprenderemos cómo todo encaja junto gracias al difuso. Se trata de combianr la creatividad con la ejecución.

En “The Middle Way: Finding the Balance between Mindfulness andMind-Wandering” los autores escriben que la consciencia actúa como una ola expandiéndose externamente y luego retrocediendo internamente. Este ritmo perenne de la mente que primero extrae información del mundo externo y luego la mete hacia el interior para que aflore posteriormente refleja la vida mental. Esta oscilación mental es importante ya que si nos mantenemos en modo centrado mucho tiempo obtendremos menos retornos y nuestro pensamiento se anquilosa. Dejamos de tener nuevas ideas y podemos caer en un efecto de “túnel” cognitivo, caemos en el cansancio y nos volvemos menos productivos. También pueden darse las condiciones para que seamos víctimas de prejuicios cognitivos contraproducentes y para que perdamos la visión del contexto real.

Einstein, por ejemplo, imaginó la relatividad durante una discusión con un amigo y dedicó décadas refinando y aclarando sus ideas para publicarlas, trabajando hasta el día anterior a su fallecimiento. Muchos de los libros de Stephen King comienzan como frases aisladas escritas en un cuaderno o en una servilleta después de un paseo o de otra actividad. Para convertir esas ideas en libros se ajusta a una agenda fija escribiendo 2000 palabras cada mañana. Tanto Thomas Edison como Salvador Dalí aprovechaban “microsiestas” que duraban menos de un segundo para generar ideas.

Estudios que exploran el pensamiento creativo han apoyado la idea de que necesitamos ambos tipos de pensamiento. En  The Richness of Inner Experience: Relating Styles of Daydreaming to Creative Processes,” los autores Claire Zedelius y Jonathan Schooler plantean que las investigaciones han encontrado que hacer un descanso cuando se está trabajando en un problema creativo y dedicar el tiempo a una tarea no relacionada incrementa la creatividad debido a un fenómeno conocido como de “incubación”.  Por tanto, si queremos encajar los dos modos podemos dedicarnos a  trabajar durante espacios de tiempo   muy centrados e intensos y cuando observemos que las ideas dejan de fluir hacer algo que permita “volar el pensamiento” como hacer ejercicio, leer, bailar o escuchar música. El problema es que las actividades que fomentan el pensamiento difuso nos hacen sentir culpable y perezosos, por lo que optamos por sustitutos más mediocres como las redes sociales, que conceden un descanso a nuestra mente pero no permiten una verdadera desconexión y que el pensamiento vague.

Nuestras mentes siempre van a terminar buscando estar en modo difuso independientemente de lo mucho que intentemos mantenerlas centradas. Entrar en modo difuso requiere dejar de hacer algo para hacer algo que idealmente es físicamente absorbente y mentalmente liberador. Puede parecer que supone hacer un descanso o perder el tiempo pero es una parte importante de la creación de algo valioso.

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