Deborah Ancona y Dennis N.T.Perkinsen la edición de enero – febrero de Harvard Business Review plantean que el crecimiento
profesional puede verse obstaculizado por muchas razones, pero que una de las
más importantes no suele ser considerada: los fantasmas de nuestro pasado.
La teoría es la siguiente:
si queremos ser mejores líderes debemos buscar feedback y dedicar tiempo a la
auto –reflexión. Si lo hacemos lograremos comprender y ser conscientes de
nuestras fortalezas y debilidades, lo que nos permitirá abordar un programa de
mejora personal.
En la práctica no es tan
sencillo ya que aunque tengamos claro qué es lo que queremos cambiar con
frecuencia no podemos hacerlo y no sabemos la causa.
Los fantasmas del pasado que
son las actitudes y comportamientos fundamentales que surgen de las dinámicas
familiares de nuestra infancia han viajado con nosotros hasta el presente y
hasta nuestro trabajo. Estas dinámicas nos
enseñaron mucho sobre autoridad, maestría e identidad. Por lo que si algunas
similares se asientan en nuestro entorno laboral es fácil que retornemos a
patrones de nuestra infancia y, por ejemplo cuando negociamos con nuestro jefe y
de repente nuestro niño de cinco años
aparece y deja a un lado al adulto y reaccionamos como si fuésemos niños.
Estos fantasmas no se
encuentran en lo más profundo de un mar de memorias sino que crean deseos que
hay que alimentar y que activamente nos guían por el mundo. Los traemos todos
los días a nuestras vidas a través de un proceso que los psicólogos llaman de
transferencia por el que pensamientos, sentimientos y respuestas que han sido
aprendidos en un determinado momento se
activan en otro.
Un sistema es un conjunto de elementos conectados, de tal forma que si hacemos algo a uno de esos elementos los otros se verán también, afectados. Las familias son sistemas y sus sistemas están conectados dinámicamente, por lo que hace cualquiera de sus miembros afecta al resto.
Los psicólogos clínicos
animan a sus pacientes a que examinen patrones que se remontan a su infancia
para que puedan abordar cambios. Este enfoque está muy establecido a la hora de
considerar comportamientos individuales y relaciones, pero hasta recientemente
no se había utilizado en el campo de las organizaciones, donde éstas esperan
que sus profesionales mantengan barreras estrictas entre sus vidas personales y
profesionales y que se muestren más
racionales que emocionales, olvidando que el rol que desempeñamos en nuestras
familias suele ser el que adoptamos con facilidad en el trabajo.
Estas tendencias están
cambiando y muchos académicos y coaches están empezando a incorporar la teoría
de sistemas “familiar” en entornos organizacionales. Lo que sugieren es la
utilización no de terapias sino de una forma de auto – análisis y reflexión que
puede ayudar a nuestro desarrollo como líderes, teniendo cuidado ya que
cualquier exploración del pasado puede exponer asuntos sensibles y complicados.
Los autores, guiados por los
dogmas de la teoría de sistemas y por su propia experiencia, han
identificado seis elementos de la
dinámica familiar que suelen presentarse en el lugar de trabajo. Para poder
entendernos mejor en el entorno laboral necesitamos conocerlos, el papel que
cada uno ha tenido en nuestro desarrollo y cómo han intervenido para hacernos como somos en la actualidad. Estos factores son:
I.- VALORES Y CREENCIAS
Cada familia tiene unas
características únicas que son transmitidas a los niños a través de un marco
compartido de valores y creencias. Este marco, que determina los “deberes” en
una familia guía los comportamientos individuales y define la identidad
principal de la familia como un todo.
Entre los más frecuentes
tenemos: ·”la educación es lo más importante” , implicando que es lo que hace
que salgamos adelante en nuestras vidas o “ser considerado con los demás”, que
suele significar que las relaciones son más importantes que otras cosas, “el
padre tiene todas las respuestas y debes seguir sus indicaciones” , lo que
implica que nuestro razonamiento es inferior al suyo o “ Tienes que ser un
médico, abogado o ingeniero o avergonzarás a la familia” , lo que viene a
significar que existe la responsabilidad de mantener el estatus que la familia
ocupa en la comunidad, por ejemplo.
II.- ROLES
Todos los miembros de una familia
tienden a jugar un determinado papel determinado, en parte, por su personalidad
individual y en parte por la necesidad de equilibrio dinámico de su sistema
familiar. Una familia puede considerar que un niño es un triunfador mientras
otro es un perdedor o una desilusión o un rebelde. Los mellizos pueden dividir
su mundo para crear identidades separadas, como por ejemplo una introvertida artística
y otra la extrovertida y atleta, o convertirse en dos identidades idénticas que
los demás no pueden distinguir. Algunos fantasmas pueden ser positivos, como la
fuerza creativa, pero también pueden ser negativos.
Frecuentemente este es el
rol que vamos a desempeñar en nuestro entorno laboral. Al ir identificando
nuestros fantasmas debemos ir pensando en las razones por las que nos puede ser
difícil abandonar un rol o identidad que puede ser querida, aunque aspiremos a ser
diferentes.
III.- SECRETOS
La mayor parte de las
familias guardan secretos. En ocasiones todos su miembros los conocen, pero no
son compartidos con las personas fuera del entorno familiar. Otras veces solo
unos determinados miembros los conocen y los esconden del resto de la familia.
Los secretos intervienen en la forma en que sus integrantes se comunican y
actúan. Con frecuencia suelen referirse a abuso de sustancias, enfermedades
mentales, orientación sexual, divorcios, aspectos económicos y otros asuntos difíciles
de reconocer y de discutir. En relación a los mismos, al igual que en el caso
de los dos factores mencionados
anteriormente es importante que analicemos la forma en que pueden estar
afectando nuestra capacidad de liderar.
IV.- LÍMITES
Las familias difieren
significativamente en la forma en que piensan sobre estructura y límites, por
ejemplo en algunas familias llegar a cenar media hora tarde con tres amigos sin
avisar se considera correcto. En otras familias, sin embargo, las reglas pueden
ser más rígidas y no dar de comer a cualquiera que aparezca cinco minutos tarde
de la hora de comida establecida. La mayor parte de las familias se encuentran
en un lugar entre estos dos extremos.
Las personas suelen
encontrarse más cómodas en las organizaciones que tienen límites similares a
los de sus familias. Es conveniente que seamos capaces de caracterizar cómo era
nuestra familia, estructurada y con normas claras o más flexible y hasta caótica
y pensemos en cómo nos sentíamos al vivir dentro de ese sistema, así como
debemos reflexionar para analizar de qué forma ha podido interferir en nuestro
estilo de liderazgo y en nuestra selección de trabajos.
V.- TRIÁNGULOS
Es fácil pensar que las
dinámicas familiares consisten en relaciones en las que participan solo dos
personas: un hijo teme a su padre, una hermana eclipsa a su hermano, etc. Pero los
triángulos en las relaciones son muy importantes a la hora de determinar la
dinámica de cualquier sistema familiar. Los padres, por ejemplo, pueden no
regañar nunca a sus hijos si los abuelos están presentes o pueden intentar
evitar sus propios conflictos quejándose cada uno del otro delante de su hijo.
Los niños son maestros en el juego del triángulo yendo del padre a la madre y
viceversa hasta que obtienen lo que quieren.
Es importante pensar en cuáles
han sido los patrones de triángulos que
caracterizaron nuestra familia, quiénes los componían y qué comportamientos
propiciaban para después analizar si los estamos repitiendo en nuestro
liderazgo y conducta en el trabajo, así como reflexionar sobre si están beneficiando
o perjudicando nuestro trabajo.
VI.- EXPECTATIVAS
Todos los padres tienen
expectativas en relación con sus hijos. Algunos responden a ellas, otros lo
intentan y fracasan intentando destacar en otras áreas y otros sienten el peso
de las expectativas como una losa y se rebelan. No es infrecuente encontrar
ejecutivos experimentados que siguen procurando cumplir las expectativas que su
familia ha tenido sobre ellos, aunque en algunos casos los miembros que las
tenían hayan fallecido hace años.
Es conveniente reflexionar
sobre cuáles han sido para ver cómo pueden influir en la forma en la que
respondemos a las expectativas que tienen sobre nosotros en el trabajo.
Los fantasmas de nuestra
familia son parte de cada persona, pero no tienen que definirnos ya que si
reconocemos las dinámicas que nos han moldeado podremos crear un nuevo camino
de desarrollo para nosotros. Para hacerlo los autores recomiendan seguir los
siguientes pasos:
1.- Identificar nuestros fantasmas
Revisar las respuestas a
todas las preguntas que nos hemos hecho en la etapa anterior y redactar un
resumen de nuestras dinámicas familiares.
Ancona y Perkins han
observado que cuando piden a ejecutivos que realicen este ejercicio muchos de
ellos experimentan un momento de iluminación en el que finalmente pueden ver
cómo partes importantes de sus complejas personalidades de repente encajan entre
sí. Algunos se sienten aliviados en este momento y otros pueden sentirse
avergonzados, pero a partir de este punto se abren a la posibilidad de cambios.
Ver el patrón completo puede llevar algún tiempo por lo que hay que ser paciente y no
caer en la tentación de juzgarnos.
Al ir identificando nuestros
fantasmas debemos pensar en las razones por las que nos puede resultar difícil
dejar atrás un rol o identidad queridos, a pesar de que aspiremos a ser
diferentes.
2.- Definir una meta para cambiar
Cuando revisemos nuestro
resumen debemos considerar en qué forma nuestros fantasmas familiares están
afectando nuestro trabajo. Primero debemos centrarnos en cómo nos están
ayudando. Algunos nos hacen resilientes y son los pilares de nuestro éxito. En
ese caso debemos celebrarlos y construir sobre ellos. Luego debemos pensar en
aquellos que entorpecen nuestro trabajo e intentar identificar el modo en que
podemos cambiarlos para ser mejores líderes. La neurociencia nos enseña que la
forma más eficaz de cambiar un comportamiento consiste en crear caminos
neuronales nuevos en lugar de intentar desprendernos de los ya existentes. Por
tanto tenemos que definir nuestra meta como una aspiración. Es mejor, por
ejemplo, decirnos a nosotros mismos: “escucha y anima a los demás a participar”
que “No acapares toda la atención”, ya que la primera afirmación se centra en
crear un nuevo comportamiento.
3.- Formular la meta adecuadamente
Una vez que hayamos
identificado la meta debemos asegurarnos de que está formulada de forma que nos
mantenga alejados de nuestros antiguos desencadenantes.
4.- Desarrollar nuevas
versiones de nosotros mismos
Cuando ya tenemos nuestra
meta bien formulada ha llegado el momento de comenzar a dar los primeros pasos
para cambiar. Para comenzar debemos buscar y recoger pistas de cómo están
funcionando nuestros fantasmas, para lo cual podemos hacernos las siguientes
preguntas:
a).- ¿Cuándo toman el mando
los fantasmas negativos?
b).- ¿Existen dinámicas o
factores desencadenantes predecibles que los despiertan?
c).- ¿Cuándo esto ocurre,
cómo nos afecta a la forma en que pensamos, sentimos y actuamos?
d).- ¿Qué es lo que tememos
de los cambios?
Con una mejor comprensión de
cuándo y por qué los fantasmas negativos toman el control y de la forma en que
impiden nuestro desarrollo lograremos abrir un espacio para la auto - reflexión
y el cambio.
Una manera de hacerlo consiste
en crear lo que Herminia Ibarra llama versiones provisionales de nosotros, que
son nuevas versiones que no se ven afectadas por los fantasmas al no
desencadenarlos. La clave está en identificar personas que puedan ejercer de roles
modelo al tener éxito haciendo lo que nosotros queremos hacer. No importa que
no conozcamos a esas personas, pero sí debemos analizar todo lo que podamos
sobre su comportamiento para ver cómo afrontaron retos similares a los nuestros.
Encontrar múltiples roles modelo es vital porque necesitamos contar con una
gran cantidad de comportamientos que probar sin la interferencia de nuestros
fantasmas.
Experimentar nuevas
conductas no es suficiente. La reflexión es importante para averiguar si
nuestras nuevas formas de actuar han logrado cambios positivos o si nuestros
antiguos pensamientos y sentimientos siguen interfiriendo, por ejemplo. Si
prestamos la atención suficiente a nuestras respuestas con el tiempo seremos
capaces de avanzar hacia nuevas direcciones.
Al final el liderazgo pasa
por imaginar el futuro que queremos
construir para nuestra organización y para nosotros y para ello tenemos que
conseguir desarrollar todo nuestro potencial por lo que debemos preguntarnos:
a).- ¿Qué clase de líder y
compañero quiero ser dentro de 10 años?
b).- ¿Puedo encontrar o
crear un lugar que resulte hospitalario y enriquecedor para la persona que
quiero llegar a ser?
c).- ¿Qué fantasmas
familiares debo conservar y celebrar y cuáles debo dejar finalmente atrás?
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