En una entrada anterior
vimos dos de las tipologías de personas difíciles, “el tanque” y el
“francotirador”, que describen Rick Brinkman y Rick Kirschner en su libro
“Dealing with people we can´t stand”. Las siguientes son:
III.-
EL “SABELOTODO”:
Son personas con alto
nivel de conocimientos, extremadamente competentes y muy asertivas y francas a
la hora de manifestar sus opiniones. Su
intención es hacer las cosas de la forma que ellos determinan que es la mejor. Pueden
ser, pues, muy controladores y tener un nivel bajo de tolerancia para las
correcciones y contradicciones. La presentación de nuevas ideas o de enfoques
alternativos los pueden considerar como desafíos a su autoridad y conocimiento,
independientemente de los méritos de estas ideas o enfoques. Si sus decisiones
u opiniones son cuestionadas plantean cuáles son los motivos ocultos de la
persona que no está totalmente de acuerdo con él.
Creen que equivocarse
es humillante. Consideran que su destino es dominar, manipular y controlar. No
sienten ningún escrúpulo para robar el tiempo de los demás para exponer sus
ideas, pero no tienen tiempo para perder en escuchar a las ideas “inferiores”
de los demás.
Al enfrentarnos a un
sabelotodo debemos vencer la tentación de:
a).- Convertirnos en
otro sabelotodo, con la rigidez mental que conlleva y los problemas que puede
acarrear.
b).- Generar un alto
nivel de resentimiento hacia la actitud arrogante del sabelotodo y hacia su
negativa de valorar una segunda opinión.
La actitud más
recomendable es procurar ser paciente, flexible
y listo a la hora de presentar las ideas. Debemos ponernos en su lugar y
comprender que su actitud es fruto del temor a la incertidumbre y que pueden
ser por dentro personas muy desgraciadas e inseguras. Es recomendable, también,
que recordemos pasadas experiencias con personas que presentan estas
características y los errores que cometimos y pensemos cómo podríamos haber
actuado para obtener resultados más positivos. Otra posibilidad es observar a
personas que saben cómo manejarles para aprender de ellos.
El obietivo al
relacionarnos con un sabelotodo se debe centrar en lograr que éste sea capaz de abrirse nuevas ideas. Los autores recomiendan el
siguiente PLAN DE ACCIÓN:
1.-
Estar preparado. El sabelotodo detecta rápidamente cualquier
tipo de error en la información que le transmitimos. Si existe cualquier fallo en nuestro
argumento o nuestras ideas no son claras en algún aspecto, por nimio que éste
sea, los va a utilizar para desacreditar nuestras ideas en su totalidad. Como
el sabelotodo tiene poca paciencia para escuchar las ideas de los demás hay que
preparar bien nuestra presentación, sabiendo claramente lo que queremos decir y
cómo lo vamos a hacer de forma clara, breve y concisa.
2.-
Reproducir sus palabras con respeto para que sientan que
hemos escuchado y captado la brillantez de su punto de vista antes de
redirigirles al nuestro. Si el sabelotodo dice algo y no lo repetimos corremos
el riesgo de tener que volver a escuchar como lo repiten una y otra vez hasta
que nos sometemos a su opinión.
No basta con repetir
sus palabras, debemos hacerlo con respeto y apariencia de sinceridad. No puede
haber un resquicio de contradicción, condescendencia o desacuerdo. Tenemos que
aparentar que su punto de vista es el correcto. Hay que hacerlo sin apresurarse para que
parezca sincero y no que lo estamos haciendo con prisas para pasar rápidamente
a lo que nos importa que es exponer nuestras ideas.
3.-
Sintonizar con sus dudas y deseos. Si un sabelotodo cree
realmente en una idea puede ser porque
existen criterios específicos que hacen que sea importante. Si queremos
que acepte nuestra ideas debemos reconocerlos e incorporarlos antes de
presentarlas, mostrando posteriormente como nuestra propuesta los tiene en
cuenta.
4.-
Presentar nuestras opiniones de forma indirecta.
Hay que proceder con rapidez pero con cautela es este paso. Con los anteriores
le hemos neutralizado temporalmente su sitema defensivo y ha llegado el momento
de redirigirles hacia nuestra idea o información. mientras lo hacemos debemos
evitar que alcen de nuevo barreras siguiendo las siguientes recomendaciones:
a).- Usar palabras
suaves como "quizás", "tal vez"," estaba preguntándome
en este momento si,...." o "¿qué es lo que supones que puede pasar
si.....?", para parecer que planteamos hipótesis indirectas, en lugar de desafiantes
o directas.
b).- Utilizar
pronombres en plural tales como nosotros o vosotros, antes que yo o tú:
"¿Qué es lo que piensas que puede suceder si nosotros,....?" o
"¿Cuál puede ser el resultado si nosotros hacemos,....?", por
ejemplo. Este tipo de frases sirven para recordar al sabelotodo que no somos el
enemigo y que no están sufriendo un ataque por nuestra parte. le concede,
también, una parte de autoría sobre la idea mientras la considera.
c).- Hacer preguntas en
lugar de declaraciones. Cuando las personas actúan como sabelotodos creen que
deben conocer las respuestas a las preguntas, lo que significa que deben
considerar la pregunta para poder responderla. Por ejemplo: "¿Me estaba
preguntando que es lo que supones que puede pasar si probásemos (nuestras ideas
e informaciones) de esta forma específica?".
d).- Incluir, al hacer
nuestra pregunta, la aclaración de que todas sus dudas y deseos se verán
contemplados si actúa con nuestras ideas.
Todos estos pasos
requieren una paciencia extrema por nuestra parte y debemos plantearlos si el
fin merece el esfuerzo.
6.-
Designar al sabelotodo como nuestro mentor
en un área específica de conocimiento. Al mostrarle
que le reconocemos como experto y que queremos aprender de él nos convertimos
en una amenaza menor para él y dedicará más tiempo a instruirnos que a
obstaculizarnos. Pasamos a la categoría de personas a las que resulta seguro
escuchar y nuestras ideas serán escuchadas con menor resistencia por su parte y
pueden llegar a ser valoradas con lo que nos ganaremos su respeto.
IV.-
EL QUE PIENSA QUE LO SABE TODO:
Este comportamiento
surge de la necesidad de ser apreciado y
reconocido. Si se siente menospreciado de alguna forma intentará atraer la atención,
con más fuerza, en su dirección. Es asertivo y participará en las
conversaciones aunque no sea bien recibido. tiene un fuerte enfoque hacia las
personas porque éstas son la fuente de la atención y apreciación que anhelan.
Tiene al menos una
habilidad única: sabe cómo aprender de
un tema el mínimo necesario para poder conversar sobre él y tiene un mal hábito
que destaca: es adicto a la exageración como mecanismo para llamar la atención. No siente que es un
mentiroso, cree en lo que dice y cuánto más se ponga a la defensiva más se
repetirá. Cada vez que escucha sus palabras piensa que los demás se están
mostrando de acuerdo con él y crea un consenso de opiniones aunque sólo exista
en su mente.
En un principio puede
resultar hasta divertido escuchar toda la desinformación que transmite, pero en
tiempos de crisis o de cambio puede resultar irritante y hasta peligroso.
Después de un tiempo las personas dejan de escucharle y en su desesperación
puede intentar más intensamente atraer la atención lo que les lleva a un mayor
aislamiento y rechazo. Al final no recibe nada de nadie. las personas suelen
empezar a decir: "¡No le animéis'" , con lo que al final hasta sus
buenas ideas se pueden desperdiciar y
reforzará su conducta dirigida a captar la atención.
Si tenemos baja
tolerancia hacia las personas que exageran hasta llegar a mentir o que trafican
con la desinformación sentiremos tentaciones de hacer estallar su burbuja, pero
tenemos que ser conscientes de que lo que conseguiremos es que reacciones, normalmente,
reforzando sus ideas, con lo que pueden convencer a los desinformados con
desastrosas consecuencias ya que puede liderar a las personas por caminos
ilusorios.
No debemos pensar que
nosotros nunca actuamos así. Es probable que nosotros en ocasiones hayamos
exagerado, defendido ideas que no conocíamos en profundidad o que luego hemos
visto que no eran acertadas.
Los autores recomiendan
adoptar una actitud más tolerante y considerar sus interrupciones como
molestias menores. Una actitud compasiva, en lugar de buscar humillarles, nos va a ayudar a tratar con ellos de forma
más efectiva, para ayudarles a encontrar salidas dignas. La vida es dura para
las personas que tienen este tipo de personalidad ya que piensan que tienen que
mantener siempre una imagen que oculte la inseguridad que siempre sienten. Otro recurso necesario es tener paciencia
puesto que en ocasiones son capaces de enganchar a la audiencia y hay que
esperar el momento oportuno para intervenir, sin precipitación.
El objetivo al tratar con
este tipo de personas se debe centrar en dar una vuelta a sus malas ideas y
convertirlas en aceptables o eliminarlas
de manera discreta.
EL
PLAN DE ACCIÓN puede ser el siguiente:
1.- Concederles un poco
de atención. Existen dos formas de hacerlo:
a).- Referirnos a sus
comentarios con entusiasmo, para demostrarles que les estamos escuchando y
dedicando tiempo.
b).- Reconocer la
intención positiva de sus comentarios en lugar de perder el tiempo con sus contenidos. Por ejemplo, en una reunión si este tipo de persona
empieza a hacer sugerencias ridículas o a ofrecer información inútil o
equivocada podemos decir: “Te agradezco que quieras contribuir a la discusión”.
No estamos expresando
que estamos de acuerdo sobre el contenido de sus palabras, sólo estamos
reconociendo sus buenas intenciones, con lo cual les estamos concediendo
atención y puede ser suficiente para que se sientan satisfechos y no
intervengan más.
2.- Buscar aclarar sus
intervenciones. Si estamos seguros de que no saben de qué están hablando y
nosotros sí lo estamos se les puede preguntar preguntas específicas para
intentar clarificar sus comentarios.
Como suelen utilizar generalizaciones, podemos hacer preguntas del tipo:
“¿Quién concretamente?, ¿Cuándo específicamente? o ¿Significativo, de qué modo específico?
Al hacerles estas
preguntas tenemos que cuidar mucho nuestro lenguaje no verbal y hacerlo con
inocencia o mostrando curiosidad pero no demostrando en ningún momento la
intención de avergonzarles, porque como no van a pode responder de forma
coherente, por desconocer las respuestas podemos logra que adopten una actitud
defensiva.
3.- Decir las cosas
como son. Este puede ser el momento para
dirigir la conversación de vuelta a la realidad. Podemos hacerlo como si fuera
nuestro punto de vista, para que parezca menos amenazador, comenzando las
frases por: “Lo que he oído es que,….”, “Lo que he leído es que,….,” o “Lo que he visto es que,….”. Para añadir
evidencias irrefutables podemos aprovechar y documentar nuestra información y
mostrársela mientras hablamos. Como saben que no pueden refutar pruebas
escritas no lo intentarán.
4.- Concederles un
respiro. En este momento este tipo de personas se encuentran ante un momento de
la verdad. Se ha evidenciado que nosotros sabemos de los que estamos hablando y
ellos no. Hay que resistir la tentación de avergonzarles y en lugar de ello
buscar la forma de convertirles en aliados dándoles una vía de salida y
minimizando las posibilidades de lograr que se pongan a la defensiva. Por
ejemplo si hemos mencionado un artículo podemos decir: “¿Es posible que no te
haya dado tiempo a leerlo todavía?” o “Te agradezco que hayas sacado el tema.
Me ha servido para recordar la existencia de esos artículos”.
La clave está en que el
“que cree que todo lo sabe” no está tan aferrado a sus ideas como el “que todo
lo sabe” y si les damos la oportunidad de que incorporen nuestras ideas es posible que lo hagan. Si
constantemente ven que sabemos de lo que
estamos hablando sentirán una menor inclinación hacia desafiarnos, estando
otras personas presentes. Incluso pueden intentar convertirse en nuestros
“colegas”, ya que si no puedes ser el ganador lo mejor es ser visto con uno.
5.- Romper el círculo.
Los que “creen que todo lo saben” con su comportamiento crean un círculo
negativo, del que ya hemos hablado: cuando estas personas son percibidas como
irritantes personas ignorantes, se verán obligadas a intentar captar la
atención con mayor intensidad y conseguirán que hasta sus buenas ideas se
desechen lo que causará que sigan reforzando su comportamiento negativo. Se
puede romper este círculo haciendo dos cosas:
a).- Utilizar una
confrontación suave para decirles las consecuencias reales de su comportamiento
negativo.
b).- Buscar activamente
qué es lo que estas personas están haciendo bien y darles el crédito que se
merecen. Para algunas personas esto es suficiente y moderan o eliminan el
comportamiento nocivo. Para otros les sirve para que vean cómo pueden lograr
reconocimiento y reconducirles a una conducta más productiva.
V.-
LA “GRANADA”.
Cuando los esfuerzos de
las personas para ser apreciados se encuentran ante el muro de la indiferencia
pueden actuar como “granadas”. La pérdida del control emocional es una
estrategia de último recurso ante el sentimiento de nula importancia. Si este comportamiento se tolera
puede llegar a convertirse en la primera línea de defensa.
Cualquier motivo puede
ser el desencadenante para la reacción explosiva: un tono de voz, una mirada,
un comentario. A los pocos segundos de empezar, normalmente, cualquier intento
nuestro de decir o hacer algo sólo puede empeorar las cosas y convertirse en una reacción en cadena de
agravios e improperios que es difícil detener.
Esta situación, si se produce delante de testigos
deja una sensación humillante para el que la protagoniza. La “granada” se odia
por su comportamiento mientras lo están haciendo, una vez finalizado y cuando
temen que van a volver a repetirlo. Este círculo sin fin de odio es el que
desencadena la explosión. Con frecuencia las “granadas” abandonan el escenario
de su explosión, tan pronto como son conscientes de lo que han hecho, con la
esperanza de que el tiempo cure las heridas que han ocasionado y que los
testigos olvidarán lo ocurrido. una
forma de romper el círculo consiste en perdonarles sus momentos de locura
transitoria,, para que ello a su vez puedan empezar a perdonarse por ellos.
Para poder perdonar lo
que podemos considerar imperdonable debemos respirar profundamente y con cada
espiración dejar salir alguna de las reacciones dolorosas que estamos
experimentando o escribir una carta, que no enviaremos, en las que expondremos
todas nuestras frustraciones y desilusiones. Posteriormente debemos intentar ver a la
"granada" con otros ojos. El objetivo al tratar con este tipo de
personas se centra en tomar y mantener el control de la situación cuando las
"granadas" lo pierden.
El
PLAN DE ACCIÓN que recomiendan los autores es el
siguiente:
1.-
Captar su atención. Para hacerlo en los momentos en que
están perdiendo el control podemos llamarlos por su nombre, alzar la voz de
forma que puedan oírnos a través de sus comentarios explosivos y agitar las manos lentamente delante del cuerpo. Hacerlo
con un tono amistoso que no se pueda
confundir con una actitud agresiva.
2.-
Dirigirnos al corazón. Debemos demostrar nuestra genuina preocupación
por estas personas problemáticas diciendo lo que quieren oír. Escuchando
atentamente podemos descubrir la causa de la explosión y mostrar que les
entendemos y nos preocupamos por ellos.
3.-
Reducir la intensidad. Si hemos acertado con nuestras
observaciones la "granada" intentará que su ira desaparezca y
empezará a valorar los posibles daños ocasionados. Es el momento de reducir el
volumen de nuestra voz para procurar llevarles hacia una conversación normal.
4.-
Dejar enfriar. No tiene ningún sentido intentar
mantener una conversación razonable sobre la causa de la explosión mientras la "granada" tiene altos
niveles de adrenalina circulando por su organismo. Es mejor dejar que pase un
tiempo antes de abordar el tema.
5.- Prevenir. Si
conseguimos averiguar el factor o
factores que desencadenan estas
reacciones descontroladas podemos actuar para procurar prevenirlos. Una forma
de descubrirlo es preguntarle directamente que es lo que le enfureció tanto en la última ocasión en que explotó y
cómo cree que se podría evitar y cómo deberían actuar los demás para que no le
provoquen esa reacción. de esta forma la "granada" tiene que analizar
su comportamiento y puede ser que sea consciente de lo irrazonable de la misma.
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