Judith E. Glaser, en su libro “Conversational intelligence”, plantea que la clave para está el éxito en la vida personal y
profesional se encuentra en ser un maestro en inteligencia conversacional.
Las conversaciones no
son lo que creemos que son. Hemos crecido con una visión estrecha de las
conversaciones pensando que, fundamentalmente, se ocupan de hablar, de compartir información, de decir a otros lo
que pensamos. Ahora estamos aprendiendo, a través de investigaciones sobre el
funcionamiento del cerebro, que una “conversación” va más allá de compartir
información. Las conversaciones son dinámicas, interactivas e inclusivas e
impactan en la forma en que nos relacionamos, cautivamos, interactuamos e
influimos sobre los demás, permitiendo moldear la realidad y los hechos de
forma colaborativa. Las conversaciones nos permiten que vayamos más allá del
“poder sobre” otros al “poder con” otros, facilitando que experimentemos la
misma realidad al acortar la distancia entre cómo ven las cosas los demás y
cómo las vemos nosotros.
Las palabras no son
cosas, son representaciones y símbolos que utilizamos para ver, pensar y
procesar nuestras percepciones de la realidad y son el medio para compartir
estas percepciones con otros. Desgraciadamente pocos líderes son conscientes de
la importancia que tienen las conversaciones para la salud y la productividad
de la organización.
Las conversaciones
insanas están en la raíz de la desconfianza, del engaño, de la traición y de la
evitación, que van a conducir a una disminución de la productividad y de la
innovación, lo que originará peores resultados.
Frases tales como “no
puedes hacer eso” o “ si supieses cómo hacerlo” se pueden decir en pocos
segundos pero pueden tener repercusiones serias. Existe poca relación entre el
tiempo que lleva decir unas palabras y el
impacto duradero que pueden tener en una persona, una relación o una
organización. Al ser nuestras palabras tan poderosas debemos ser capaces de
entender y desarrollar nuestra inteligencia conversacional, que es el marco y
la perspectiva que nos permite ver cómo las conversaciones crean uniones
poderosas entre las relaciones y la cultura. Las conversaciones son la forma en
la que conectamos, enganchamos, navegamos y transformamos el mundo con los
demás.
La premisa de la inteligencia
conversacional es que acceder a un nivel superior de progreso va a depender de la calidad de nuestra cultura, lo que depende de la calidad de
nuestras relaciones, que a su vez dependen de la calidad de nuestras
conversaciones. Todo ocurre a través de conversaciones.
La inteligencia
conversacional nos va a dar poder para:
1.- Influir en nuestra
química cerebral ya que toda conversación que mantenemos con una persona tiene
un componente químico. Las conversaciones tienen el poder de cambiar nuestro
cerebro: estimulan la producción de hormonas y neurotransmisores y estimulan las conexiones nerviosas.
2.- Expresar nuestros
pensamientos y sentimientos íntimos a los demás de forma que pueden fortalecer
las relaciones. Al comunicar transmitimos contenido y emociones a los demás y
vemos el contenido y emociones que nos muestran éstos. Una conversación va más
allá de la información que compartimos y las palabras que decimos. Ofrece la
posibilidad de empaquetar y presentar nuestros sentimientos sobre nuestro
mundo. Como líderes comunicamos si estamos alegres o tristes, por ejemplo, con
cada conversación.
3.- Influir en la forma
en la que interpretamos la realidad. Las conversaciones impactan en distintas
partes de nuestro cerebro porque diversas partes del mismo están escuchando a
cosas diferentes. Al entender la manera en la que las conversaciones influyen en
nuestra escucha podemos determinar cómo lo estamos haciendo, ya que va a
determinar cómo interpretamos el mundo.
La inteligencia
conversacional es esencial para lograr
que la organización tenga la capacidad de crear significados compartidos sobre
qué necesidades se tienen que cubrir y por qué, para que los profesionales
tengan ideas claras del futuro que tienen que contribuir a crear entre todos.
Va a permitir, también, discernir qué tipo de conversación es adecuada para
cada situación. La autora distingue distintos niveles:
a).-
Nivel I.- Conversaciones que nos permiten hacer transacciones
y compartir información.
b).-
Nivel II.- Conversaciones en las que manifestamos nuestra
posición. En ellas tenemos un punto de vista fuerte e intentamos influir en los
demás para que lo entiendan o acepten.
c).-
Nivel III.- Conversaciones mediante las que nos
comunicamos con los demás para poder transformar y moldear la realidad junto a
ellos: co-crear conversaciones. Los investigadores en neurociencia están
demostrando que la capacidad de operar en el nivel III se encuentra en la
corteza prefrontal. Ésta se activa cuando sentimos que podemos confiar en los
demás y se desactiva cuando experimentamos niveles elevados de miedo o
desconfianza. Todos los seres humanos estamos creados para llegar a este nivel
pero muchos entornos no estimulan el desarrollo de esta capacidad e incluso la
desaconsejan.
Conocer y entender
estos tres niveles y cómo activarlos es vital para alcanzar el éxito. Para
empezar es importante saber que la inteligencia conversacional es una
competencia que se puede cultivar. Nos permite conectar con los demás y se
expande con la práctica. Mientras el resto de las inteligencias son más
individualistas ya que se desarrollan en
solitario, tales como la matemática o lingüística, ésta existe como resultado
de un esfuerzo colaborativo y al practicarla junto a los demás aumentamos la
“inteligencia” de las relaciones y de
los grupos y organizaciones.
En 1931 el científico y filósofo Alfred Korzybski
acuñó la frase “ el mapa no es el territorio” para distinguir entre las
palabras que utilizamos para describir la realidad misma. Planteaba que con
frecuencia confundimos el mapa ( la forma en la que nuestras mentes representan
la realidad), con el territorio (la realidad física) y no somos conscientes de
que estamos mezclando ambos. Nos comunicamos con los demás como si todos
compartiésemos el mismo mapa ( el mismo mundo) lo que ocasiona conflictos.
Por medio de la
inteligencia conversacional se crea un diálogo mantenido con los demás, para
explorar nuestros mapas ( a los que la autora llama nuestras películas) y
mantenernos en contacto con la evolución del pensamiento de cada uno mientras
se trabaja en conjunto para alcanzar metas compartidas.
Glaser como ejemplo de
desarrollo de la inteligencia colectiva menciona el programa que desarrollo
para Boehringer Ingelheim dirigido a sus representantes de ventas para
enseñarles habilidades “estrella” que obtienen resultados. Éstas consisten en
tener la capacidad de:
1.- Establecer empatía
para estar en la misma longitud de onda que la persona con la que hablamos.
2.- Escuchar sin juzgar
que implica prestar atención plena a la otra persona mientras habla, procurando
apartar conscientemente la tendencia que tenemos a juzgar a los demás.
3.- Hacer preguntas
para descubrir nuevas cosas. De esta forma abrimos nuestras mentes a la
curiosidad y a la posibilidad de cambiar nuestros puntos de vista mientras
escuchamos y aprendemos.
4.- Reforzar el éxito.
Se centra en ver y validar cómo será el éxito para todas las partes eliminando
la incertidumbre y movilizando a las personas a la acción con mayor
conectividad y coherencia.
5.- Dramatizar el
mensaje. Nos va a recordar que necesitamos estar alertas para comprobar que
nuestros mensajes son claros y comprensibles para todos. Cuando no conseguimos conectar con la
audiencia al comunicarnos podemos intentar transmitir el mensaje de otra
manera, por ejemplo contando una historia o mostrando una imagen de lo que
estamos intentando decir. Estas dramatizaciones ayudan a un mayor
entendimiento, elevan la confianza y refuerzan las relaciones.
Estas habilidades
“estrella” sirven como guía y anclaje de nuestro proceso de compromiso y están
diseñadas para originar cambios positivos en la química cerebral: la oxitocina
que se libera durante este tipo de conversaciones incrementa nuestros
sentimientos de unión con los demás y la dopamina y serotonina contribuyen a
aumentar nuestros sentimientos de bienestar. Estos neurotransmisores mitigan el
rol defensivo de la amígdala liberando a la corteza prefrontal para que puedan
emerger nuevas ideas y sabiduría. Esta parte del cerebro contiene también las
neuronas espejo que nos permiten sentir empatía por los demás.
Las conversaciones
tienen un propósito en nuestras vidas. Todos los niveles, el I (transaccional:
intercambio de datos e información), II (posicional: trabajar el poder y la influencia)
y III (transformacional: co-crear el futuro para el éxito mutuo), son
importantes. Podemos atascarnos en uno de ellos y encontrar que nuestras
conversaciones no sólo no son sanas sino que conducen a la desconfianza o
podemos destacar en todos y lograr resultados que van a conseguir resultados
transformacionales. Las conversaciones sanas se sustentan en altos niveles de
confianza.
Las investigaciones de Angelika Dimoka y otros neurocientíficos han comprobado que la confianza se
encuentra situada en la corteza prefrontal y la desconfianza está instalada en
la amígdala y en áreas límbicas del cerebro. El hecho de que el cerebro procese
estas dos respuestas en lugares separados ofrece claves para poder desarrollar
la inteligencia conversacional. No podemos conectar con otras personas si
nuestra amígdala está muy activada. El miedo y la desconfianza en este caso
cierran nuestro cerebro.
La autora recomienda no
olvidar.
1.- La necesidad de ser
considerados en nuestras conversaciones y en el contexto emocional que creamos
con las mismas. Por ejemplo si estamos mandando el mensaje de que pueden
confiar en nosotros o de que queremos que no discrepen de nuestras opiniones.
Si somos conscientes de estos meta-mensajes podremos crear una cultura segura
que permita a todas las partes interactuar al nivel más elevado, compartiendo
perspectivas, sentimientos y aspiraciones e incrementando la sabiduría de
todos.
2.- La habilidad que
tienen las conversaciones para desencadenar reacciones emocionales. Las
conversaciones llevan consigo un significado que puede conducir a una mayor
unión y confianza y hacer que sintamos que los demás son amigos o colegas o
pueden ocasionar una ruptura de la empatía y que contemplemos a nuestros interlocutores como enemigos.
3.- Las palabras que
utilizamos en nuestras conversaciones raramente son neutrales. Las palabras
tienen historia y cada vez que una nueva experiencia crea un nuevo significado
de una palabra la información se recoge en nuestros cerebros para ser activada
durante las conversaciones. Conociendo como proyectamos significados en
nuestras conversaciones podremos conectar con otros más fácilmente.
Entendiendo cómo las
conversaciones activan distintas partes de nuestro cerebro y estimulan
determinados hábitos y comportamientos podremos desarrollar nuestra
inteligencia conversacional para construir organizaciones más sanas y
resilientes.
Isabel, realmente es muy interesante el desglose que haces sobre la inteligencia conversacional¡ Considero que es una competencia muy importante profesional y personal ¡ Y que se cultiva poco ¡
ResponderEliminarEn este sentido , creo que debería trabajarse ás, sobre todo en aquellos que trabajamos en equipo¡
Muy interesante ¡ Gracias por compartirlo¡
Muy rentable. Muchas gracias.
ResponderEliminarMe encanto Felicidades Lo veo muy alineado y que explica o da un fundamento científico (no sólo filosofico) al tema de Competencias Conversacionales de la Ontologica flores Lenguaje Que piensan?
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