miércoles, 31 de octubre de 2018

EL PODER "SABIO"


Marc le Menestrel en INSEAD Knowledge del pasado 26 de septiembre plantea que una de los errores de concepto más dañinos y comunes al hablar sobre liderazgo es la confusión entre poder y control externo. Con demasiada frecuencia pensamos sobre el poder como la capacidad para dirigir o influir en el comportamiento de los demás o como conseguir que el curso de los hechos se adapte a un esquema preconcebido.

Pero existe otro tipo de poder, igualmente importante que es aquel que se ejerce hacia dentro ya que el poder es tanto la habilidad de adaptarnos al mundo que nos rodea como el moldear el mundo.

El equilibro armonioso entre el poder dirigido hacia dentro y hacia el exterior es lo que el autor llama poder sabio. Los líderes que desarrollan este tipo de poder centran su atención en las fuerzas que subyacen moldeando el entorno y a sí mismos. No se ciegan fácilmente ante las amenazas o retos y como su pensamiento no está dominado por prejuicios y patrones de comportamiento pueden concebir soluciones más eficientes.

El primer paso para cultivar este poder consiste en ir soltando las ataduras mentales y emocionales con las herramientas que nos han permitido tener éxito hasta ese momento, como son los conocimientos, la experiencia, las habilidades,…Pueden ser conservadas ya que son parte de nosotros y no pueden ser descartadas pero debemos estar preparados para en cualquier momento almacenarlas e incorporar lo nuevo.

Le Menestrel propone tres principios que considera claves para desarrollar la automaestría que nutre al poder sabio. Éstos son:

1.- Tener una mente dual que permite abordar las múltiples perspectivas de un hecho, en lugar de estar restringida a la parte que coincide con nuestra visión preexistente de las cosas. Con la sabiduría de la mente podemos ir más allá venciendo la tendencia natural de nuestra mente a crear oposiciones inflexibles. Aprendemos a ver un mundo lo suficientemente amplio para mantener una tensión entre diversas contradicciones sin intentar forzar ninguna resolución. Al ser conscientes de la forma en que contemplamos las cosas vamos desarrollando nuestra capacidad de elección sobre cómo mirar a las cosas.

2.- Contar con madurez emocional que nos permite hacer frente a las cosas que nos desagradan igual que a aquellas que nos gustan. El mundo evidentemente contiene ambas. La tendencia a apartarnos de las cosas que no nos gustan disminuye nuestro sentido de la realidad y por extensión nuestra agilidad cognitiva. La madurez emocional nos ayuda a desarrollar de conocer qué es lo que nos gusta y qué es lo que no nos atraer y a reconocer que son sentimientos que proyectamos hacia el mundo y no propiedades innatas de las cosas. No necesitamos resistirnos a o abandonar nuestros juicios naturales sobre lo bueno y lo malo, sino que debemos ser totalmente conscientes de ellos para poder distanciarnos y al poder sentir sin ser controlados por nuestros sentimientos podemos aprender a influir en nuestras emociones al tiempo que nos vemos influenciados por ellas.

3.- Mostrar una mente generosa que se alimente de sueños para inspirar y motivar acción real. Cuando nos encontramos bien conectados con nuestros sueños y aspiraciones fundamentales somos más susceptibles de convertir un giro inesperado en determinados sucesos en oportunidades. En lugar de reaccionar ante todas las cosas que nos pueden entorpecer la obtención de nuestros objetivos aprendemos cuándo y cómo debemos cambiar éstos para tener éxito en la vida. En lugar de sentirnos prisioneros de nuestras metas nos permitimos soñar más allá de ellas y aprender a dominar el arte de las sorpresas con que la vida nos presenta.

Un ejemplo de la utilidad del poder sabio se muestra en la ayuda que puede prestar para gestionar potenciales crisis éticas. Ante una acusación seria como corrupción o prácticas de gestión ilícitas el primer principio favorece la llamada a la curiosidad y en lugar de rechazarla  inmediatamente por su inconsistencia lleva a buscar toda la información disponible y en lugar de recurrir a la negación reflexiva los líderes sabios pueden pedir al que formula la acusación que si sabe algo que él no sabe se lo cuente todo porque puede ser que no posea todos los datos para poder tomar una decisión.

El segundo principio fomenta la compasión y en lugar de reaccionar con ira podemos decir al acusador que lo que nos dice nos hace sentirnos mal y que nos gustaría hacer algo. Reconocer y dejar un espacio para la emoción no solo establece un terreno común, sino que ayuda a generar credibilidad y rompe el ciclo de feedback de violencia (verbal o de otro tipo) que puede empeorar las situaciones.
El tercer principio la generosidad del alma marca el camino hacia delante y busca formas para ser útiles para la sociedad.

Otro ejemplo lo tenemos con la innovación tecnológica. La agilidad cognitiva que deriva de la dualidad de la mente nos permite entender mejor las razones por las que la innovación puede ser al tiempo una bendición y una maldición, ya que es una fuente de ventajas competitivas pero puede suponer un riesgo para el medio ambiente o la sociedad.

Las nuevas tecnologías pueden resultar perturbadoras al traer consigo la amenaza de nuestra propia obsolescencia. La madurez emocional nos ayuda a reconocer que el temor ante las tecnologías tiene sus aspectos positivos, como por ejemplo el escepticismo saludable ante las modas. Al aceptar estas emociones podemos evitar convertirnos en prisioneros de la innovación y cultivar una prudencia sabia.

También, a través del tercer principio, podremos responder a preguntas cruciales como cuál es el propósito de la tecnología y que sueños podemos tener más allá de la innovación. Como líderes nuestra habilidad para responderlas con una visión es un aspecto muy valioso para las organizaciones ya que genera motivación y desarrolla la pasión por el futuro. El poder de un sueño nos sirve para encontrar un propósito genuino y un significado para la innovación.

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