miércoles, 17 de octubre de 2018

¿POR QUÉ SI LA HUMILDAD ES TAN IMPORTANTE LOS LÍDERES SON TAN ARROGANTES?


Bill Taylor en hbr.org del pasado 15 de octubre se pregunta la razón por la que si como en el Wall Street Journal se publicó recientemente un artículo con el título” Los mejores jefes son los jefes humildes”, en el que se destacaba el hecho de que éstos inspiran el trabajo en equipo, el aprendizaje y el alto rendimiento en sus equipos y se informaba que algunas empresas están empezando a introducir “assessments” que incluyen la identificación de rasgos de personalidad como la sinceridad, modestia, justicia, sinceridad y sencillez que forman parte de lo que algunos psicólogos llaman “el factor H” (una combinación de honestidad y humildad), la realidad nos muestra que la cultura de nuestras organizaciones favorece la existencia de líderes arrogantes.

El autor ofrece algunas respuestas que explican estas aparentes dificultades que manifiestan los líderes y directivos para aparcar sus egos antes de entrar en sus trabajos. Entre ellas tenemos:

1.- Muchos líderes piensan que no pueden ser humildes y ambiciosos al tiempo. Uno de los grandes beneficios de ser un alto directivo de una empresa, el jefe de una unidad de negocio o el líder de un equipo es que finalmente eres responsable de hacer que pasen cosas y de obtener resultados. Edgar Schein, experto en liderazgo y cultura, un día preguntó a sus alumnos lo que significaba para ellos el ser promocionados al rango de manager y contestaron, sin dudar, que así podían decir a los demás lo que tenían que hacer. Estas son las raíces del estilo de liderazgo “yo lo sé todo” , que se ve acompañado por la creencia de que la vida en todas sus facetas es una competición, lo que supone la existencia de un patrón mental que no reconoce ni valora las virtudes de la humildad.

En la realidad, por el contrario, la humildad al servicio de la ambición es el patrón mental más eficaz para los líderes que aspiran a hacer grandes cosas en un mundo lleno de grandes incógnitas. Hace unos años, por ejemplo, un grupo de profesionales de recursos humanos que trabajaban en IBM acuñaron un término que se adaptase a ese patrón mental: “humbición” que definieron como una parte de humildad y otra de ambición, ya que habían observado que la mayor parte de las personas que eran capaces de cambiar el mundo eran humildes ya que se centraban en el trabajo y no en ellos mismos, buscando el éxito, pero manifestándose humildes cuando éste llegaba, sintiéndose afortunados y no poderosos.

2.- La humildad se puede interpretar como una señal de debilidad en momentos complicados, al hacer que los líderes parezcan vulnerables cuando las personas están pidiendo respuestas y seguridad. Precisamente esa es una de las principales virtudes de la humildad: la capacidad de no pretender tener todas las respuestas y, por tanto, entender que una parte importante de su labor es obtener las mejores ideas de las personas adecuadas, estén donde estén.

Schein, en su libro “Humble Inquiry” ( que hemos comentado en entradas anteriores), identifica tres formas diferentes de humildad:

a).- La que experimentamos cuando estamos con nuestros mayores o con dignatarios. Constituye una parte básica de nuestra vida social.

b).- La que sentimos en presencia de aquellos que nos asombran con sus logros. Es una parte estándar de nuestra vida profesional.

c).- La humildad “aquí y ahora” y que es la  más relevante para los líderes que verdaderamente quieren alcanzar grandes logros. Consiste en el sentimiento que experimentamos cuando somos conscientes de que dependemos para algo de alguien: “mi estatus es inferior al tuyo en este momento porque sabes algo o sabes cómo hacer algo que yo necesito para alcanzar un objetivo, por lo que tengo que mostrarme humilde porque temporalmente dependo de ti”.

Vivimos en un mundo en el que el ego atrae la atención pero la modestia obtiene los resultados, donde la arrogancia capta los titulares pero la humildad marca la diferencia, lo que implica que todos nosotros, líderes o aspirantes a serlo, debemos hacer frente a preguntas cómo: “¿ Tengo la suficiente seguridad en mí mismo para mostrarme y mentenerme humilde? O ¿Tengo la suficiente fortaleza para reconocer que no tengo todas las respuestas?  


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