Carmine Gallo en hbr.org del
pasado 6 de enero plantea que con frecuencia las personas que tienen más
desarrollada una habilidad piensan que tienen que mejorar mientras que aquellas
que son mediocres no son conscientes y no se esfuerzan en incrementar sus
competencias. Este fenómeno, conocido como el “efecto Dunning – Krause” ,
consiste en que aquellos que son mediocres en ciertas cosas con frecuencia
piensan que son mejores de lo que realmente son y por lo tanto no intentan
mejorar. Los grandes líderes, por el contrario lo son porque reconocen sus
debilidades y procuran eliminarlas.
Gallo propone las siguientes
sugerencias a aquellos que son buenos al realizar presentaciones pero quieren
perfeccionar su competencia. Éstas son:
a).- Los buenos presentadores
no utilizan muchas diapositivas ni muchas palabras. Los grandes escritores y
oradores son buenos editores. Algunos de los discursos y documentos históricos más
memorables son breves. Por ejemplo el discurso inaugural de John Kennedy duró
menos de 15 minutos y la declaración de Independencia estadounidense garantiza
3 derechos fundamentales, no 22. Por tanto debemos sintetizar y eliminar lo que
no es necesario donde podamos.
b).- Los buenos oradores no utilizan sólo palabras. Por ejemplo Steven Jobs, considerado uno de los
mejores comunicadores de su tiempo, no utilizaba exclusivamente texto en sus
presentaciones sino texto e imágenes.
Experimentos realizados en
relación con la memoria y la comunicación han encontrado que la información
transmitida por medio de imágenes tiene más probabilidades de ser recordada que
la que utiliza solo palabras. Por tanto, debemos complementar los textos en las
presentaciones con fotos, vídeos e imágenes.
c).- Los grandes comunicadores realzan sus palabras.
Un
reciente estudio, por ejemplo, realizado por Jonah Berger, profesor de marketing
en la Universidad de Wharton ha revelado
que los oradores que varían el ritmo, el tono y el volumen de sus voces son más
eficaces. Al modular la voz transmiten mayor confianza en su argumento, por
ejemplo alzando la voz para resaltar un mensaje clave o haciendo una pausa antes
de transmitir un punto importante.
d).- Los grandes oradores crean
momentos impactantes. Las personas no recuerdan todas las palabras de una
presentación, sino determinados momentos especiales. Los momentos inesperados
captan la atención de una audiencia porque la mente humana se aburre con
facilidad y está programada para buscar algo nuevo y sorprendente, algo que
destaque y sea atractivo.
e).- Los grandes comunicadores ensayan. La mayor parte de los
oradores no practican todo lo que deberían para poder brillar en sus
presentaciones.
Malcolm Gladwell defiende la
regla de las 10.000 horas de práctica para lograr la excelencia en una materia
(20 horas a la semana durante una década). No es necesario llegar a tanto pero
los grandes oradores han dedicado mucho tiempo para llegar a ser maestros. Por
ejemplo, Martin Luther King ofreció sus mejores discursos tras años de práctica
lo que le permitía improvisar, como en el caso de sus famosas palabras “yo
tengo un sueño” que no estaban incluidas en el texto oficial del sicurso que se
había entregado previamente. Supo calibrar el estado de ánimo de su audiencia y
en el momento combinó palabras e ideas contenidas en charlas previas.
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