Thomas Davenport en MIT Sloan Management Review del pasado 8 de abril
plantea que la toma de decisiones es fundamental en tiempos de crisis y el
momento actual es evidentemente un ejemplo. Pero es también más complicada en
situaciones de estrés y cuando el futuro es incierto, como está ocurriendo en
la actualidad. Una de las razones es que los sesgos cognitivos suelen aflorar
en entornos altamente cambiantes y de
elevado nivel de estrés influyendo en la toma de decisiones de forma
nociva.
Daniel Kahneman y Amos Tversky y otros investigadores sobre el
comportamiento humano han identificado gran cantidad de estos sesgos cognitivos
que afectan al proceso de toma de decisiones, normalmente de forma negativa.
En relación con la toma de decisiones frente a la crisis del COVID- 19 el
autor destaca los siguientes como los más comunes:
1.- El sesgo
del estatus quo. Implica que nos cuesta modificar lo que teníamos
previsto ante nuevos acontecimientos. La situación actual sigue siendo óptima y
cualquier variación sería una pérdida. Por ejemplo: “He planificado este
evento, por lo tanto debo mantenerlo”.
La forma de evitarlo es preguntarnos: “¿En el momento actual planificaría
este mismo evento/viaje/reunión, etc, teniendo en cuenta la situación que
estamos viviendo hoy? En la mayoría de los casos seremos conscientes de que
adaptarnos a la nueva situación ( cancelar o modificar nuestros planes) es lo
que es correcto hacer y no será tan duro hacerlo.
2.- El sesgo
político. Influye en la forma en que las personas
interpretan la información y toman decisiones. En Estados Unidos, por ejemplo,
algunas cadenas de noticias reaccionaron
con este sesgo: Fox inicialmente argumentaba que el COVID- 19 era un engaño y
que iba contra el presidente Trump mientras MSNBC y CNN dedicaban mucho tiempo
a criticar las políticas de la administración Trump ante el COVID- 19.
En momentos como este nos puede ayudar el admitir, aunque nos cueste,
hechos como el que los demócratas en Estados Unidos no tienen nada que ver con
el virus o que aunque Trump en un inicio negaba la seriedad del problema parece
que sta´en la actualidad comprometido a tomar medidas.
Para evitar caer en este sesgo debemos dedicar más tiempo a las noticias
basadas en hechos y no a las columnas de opinión.
3.- El sesgo
de la confirmación. Es uno de los que aparecen con más frecuencia a
la hora de tomar decisiones. Surge porque dedicamos, normalmente, más tiempo y
prestamos más atención, a la información que apoya nuestros puntos de vista. En
el caso de la pandemia actual se apoya en lo que se ha llamado “infodemía COVID
– 19”, que consiste en la desinformación en el contenido de las redes sociales.
Por ejemplo, si tenemos algún prejuicio contra China, nos sentiremos cómodos
con los comentarios en las redes que
enfatizan el origen chino del virus.
La clave para evitar este prejuicio consiste en buscar fuentes que puedan
contradecir nuestras opiniones y que estén bien documentadas como puede ser las
ofrecidas por el Centro para el Control y prevención de Enfermedades (CDC).
4.- El sesgo
de la heurística disponible. La
pandemia actual es una situación compleja y que presenta muchas facetas por lo
que muchas personas inicialmente se centraron en el seguimiento de las personas
famosas contagiadas. Pero la disponibilidad de información sobre afectados
famosos puede mostrar factores atípicos de la pandemia y hacer que prestemos
menos atención a patrones más importantes sobre su difusión.
Para evitar caer en este sesgo debemos centrarnos en los datos técnicos
sobre la situación en lugar de en las anécdotas.
5.- El
efecto de la formulación. Uno de los factores
que tienen mayor influencia sobre una decisión es la forma en que se enmarca el
asunto sobre el que se va a decidir. En el momento actual, por ejemplo, en
Estados Unidos la forma en que se gestiona la pandemia parece estar enmarcada
en la siguiente pregunta: “¿Salvar la economía o cerrar todo?”, con el
presidente, al menos inicialmente, inclinándose hacia la primera opción y los
científicos por la segunda.
Las formulaciones binarias 1 o 2 no suelen ser las óptimas porque
excluyen la posibilidad de otras alternativas o que en lugar la opción sea una
y en otro sea diferente.
Lo ideal, si es posible, consiste en considerar múltiples opciones para
la misma decisión.
6.- El sesgo
de lo popular. Diariamente, durante la pandemia, estamos viendo
como numerosas ideas surgen y dominan las conversaciones y otras caen. La
naturaleza de estos diálogos sobre el tema del momento es que crecen rápido y
llenos de errores hasta que las reflexiones fundamentadas los eliminan.
7.- El sesgo
de la atribución hostil. Cuando los demás no
se muestran de acuerdo con nosotros en un tiempo de altos niveles de estrés
tendemos atribuirles intenciones hostiles contra nosotros. De esta forma
incrementamos los niveles de estrés de todos los afectados.
Para no caer en él y ya que no conocemos los detalles de la situación y
motivaciones de los demás debemos asumir que tienen buenas intenciones, salvo
que tengamos claras evidencias de lo contrario.
8.- El sesgo
del rechazo de la probabilidad. Los
campos de la salud pública y de la epidemiología son probabilísticos, así como
cualquier intento individual para evadir un microbio. Ningún tratamiento o
intervención puede hacer descender la probabilidad relevante a cero o incrementarla
al 100%, solo se puede lograrlo hasta unos límites, pero muchas personas se
sienten incómodas ante un pensamiento relacionado con probabilidades y
prefieren los juicios absolutos. En el caso del COVID- 19 una dificultad
añadida es la escasez de datos fiables sobre cómo se transmite, su tasa de
mortalidad en pacientes infectados y sobre cuál es el tratamiento más eficaz,
por ejemplo.
A nivel individual el único comportamiento razonable, excluyendo la
cuarentena total, consiste en tratar de
reducir la probabilidad del contagio adaptando las medidas recomendadas.
9.- El sesgo
de la normalidad. Consiste en la creencia de que las cosas
continuarán siendo como en el pasado lo que conduce a la incapacidad o falta de
deseo de planificar ante posibles circunstancias que no se pueden ver en la
actualidad. Aunque en el pasado hemos sufrido pandemias globales la mayor parte
de los líderes políticos y empresariales han ignorado la posibilidad de otra
epidemia relacionada con un virus, por lo que los sistemas sanitarios no
estaban preparados, no se contaba con el stock adecuado de equipamiento médico
y no existían planes de contingencia.
Este sesgo seguramente es el que es más importante que recordemos en el
futuro más allá de la crisis actual. Cuando todo acabe debemos analizar con
detalle cómo y a quiénes afecto este sesgo en sus pensamientos y decisiones.
Kahneman señala que el conocer cuáles son los sesgos que intervienen en
nuestra toma de decisiones no implica necesariamente que el que nosotros a la
hora de tomarlas podemos identificarlos. Si podemos pedir a personas de nuestra
confianza que nos los señalen.
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