domingo, 12 de abril de 2020

PREPARÁNDONOS PARA LO DESCONOCIDO


En la newsletter de Farnam Street del 29 de marzo Shane Parrish plantea que con frecuencia nos recomiendan que destaquemos en alguna cosa pero que al ser cada vez más complicado predecir el futuro contar con diversas opciones nos permitirá sobrevivir cuando el camino que tenemos por delante se tambalee.
Para prepararnos para afrontar un mundo que puede cambiar drásticamente y rápidamente debemos mantener diversas opciones abiertas, aunque la tendencia sea el que dediquemos muchas horas a especializarnos en aquello que consideremos que es nuestra pasión para poder triunfar.
La realidad es que vivimos en un mundo en el que por su constante cambio tenemos que ser capaces de responder eficazmente ante las nuevas demandas si no queremos perder nuestros trabajos, frustrarnos y sentirnos inútiles.
En lugar de centrarnos en ser muy buenos en una sola cosa podemos adoptar otra estrategia que nos puede ser más útil: preservar nuestras opciones. Cuantas más tengamos mejor preparados estaremos para hacer frente a los imprevistos y a la incertidumbre y podremos mantenernos serenos cuando los demás entren en pánico porque tendremos elecciones. Preservar nuestras opciones significa evitar limitar nuestras dependencias o posibilidades y mantenernos abiertos a las oportunidades y tener siempre un plan de reserva.
Al hablar de opciones nos referimos a la acción de mantener la mayor cantidad posible de posibilidades abiertas. En el contexto de una estrategia tiene que tener unas limitaciones, por ejemplo : apostar en un casino no puede ser una opción, el resultado es conocido, pero si lo hacemos por una nueva startup, en cambio las ganancias pueden ser grandes y las pérdidas estarán limitadas a la cantidad que invirtamos.
Las opciones se presentan constantemente pero aquellas que pueden cambiar nuestras vidas con frecuencia aparecen en tiempos de grandes cambios, pero si nos especializamos excesivamente el cambio los contemplaremos como una amenaza y no como una oportunidad. La superespecialización en una sola área es muy limitante, especialmente si requiere mucho esfuerzo para mantenerla.
Pocas personas se encerrarían voluntariamente en una situación no deseada, pero con frecuencia tomamos decisiones pequeñas y racionales que terminan eliminando nuestras opciones con el paso del tiempo. Esta es la tiranía de las pequeñas decisiones, concepto identificado por el economista Alfred Kahn en 1966. Éste mantenía que pequeñas decisiones pueden conducir a malos resultados, ponía el ejemplo de que si alguien hace 75 años hubiese hecho la siguiente proposición: “ Se cómo construir un vehículo que puede poner a disposición de cada persona el equivalente a 200 caballos y que permitirá que viajemos solos o acompañados a una media de 60 a 80 millas la hora. Pero los costes de estos artilugios van a suponer una pérdida de 40.000 vidas al año, el calentamiento global, la decadencia del interior de las ciudades, desplazamientos continuos a los trabajos y la extensión de los suburbios de las ciudades”. La respuesta sería negativa pues no escogeríamos el avance de la tecnología de los transportes si pudiésemos haber visto inmediatamente los costes nocivos. Pero aceptamos esa oferta en el tiempo a través de millones de pequeñas decisiones y ahora es difícil volver atrás. La mayor parte del mundo moderno está construido para acomodar a los coches y conducir es ahora la elección “racional” independientemente de sus efectos destructivos. Parece como si ya no tuviésemos otra opción. Es el problema de determinadas pequeñas decisions que parece que no tienen trascendencia pero que en algún momento pueden ocasionar que las alternativas desaparezcan y nos quedemos sin opciones.
Resulta fácil predecir los inconvenientes de las grandes decisiones, pero los de las pequeñas son más elusivos. En una economía de mercado Kahn explica que el cambio es el resultado de minúsculos pasos, pero que combinados pueden tener tremendos efectos acumulativos en nuestra libertad colectiva. Día a día es difícil contemplar el camino que se está formando pero en algún momento, según Kahn, podemos mirar y ver que no nos gusta hacia donde estamos yendo y no podemos hacer nada para modificarlo ya que es demasiado tarde. Sólo si a los consumidores se les ofrece la totalidad de las alternativas posibles y socialmente deseables los errores en la asignación de recursos fruto de la tiranía de pequeñas decisiones de mercado se evitarán.
La tragedia de los bienes comunes es otra muestra del poder de las pequeñas decisiones. Gareth Hardin lo describe con el ejemplo de la posibilidad en un pueblo de que sus habitantes utilicen unas tierras comunes y pueden optar por utilizarlas para la agricultura o la ganadería como pastos. Si todos la emplean para este último fin los pastos se agotan por el exceso de ganado y todos se quedan sin opciones. Ninguna de las personas busca que los recursos se acaben pero cada persona realiza una serie de pequeñas opciones que pueden ocasionar la ruina del medio ambiente.
Preservar las opciones tiene tanto que ver con cambiar nuestras actitudes como nuestras circunstancias, así como con aprender a detectar las oportunidades y aprovecharlas. No es un concepto nuevo. Ya en el Antiguo Testamento se recomienda invertir en 7 u 8 iniciativas o empresas puesto que no sabemos que desastres podían acontecer a la tierra.
En el mundo actual preservar nuestras opciones se puede integrar en numerosas áreas de nuestra vida si nos preocupamos de buscar formas de prepararnos para una serie de eventos posibles. Implica desarrollar habilidades generalistas como la creatividad en lugar de especializarnos en un área muy concreta como, por ejemplo, una tecnología particular. Cuanto más variadas sean nuestras capacidades (conocimientos y habilidades) mejor posicionados nos encontraremos para aprovechar las nuevas oportunidades.
Esto significa, por ejemplo,  no depender de un solo distribuidor para nuestros productos o que todo un sector industrial dependa del aprovisionamiento de un solo país. No podemos tomar decisiones basándonos en cómo era el mundo en el pasado. Preservar las opciones supone buscar la diversidad, lo que puede facilitar el que las organizaciones puedan seguir funcionando cuando las circunstancias cambien. Por ejemplo no podemos seguir construyendo nuestras sociedades alrededor del petróleo, que es un recurso finito, por lo que el desarrollo de múltiples tipos de energías alternativas sostenibles crea nuevas opciones.
Finalmente preservar nuestras opciones, como hemos visto, va a implicar el prestar atención y contemplar la vida desde distintas perspectivas y el construir una base versátil de conocimientos, permitiendo que surja la serendipidad y las conexiones inesperadas. Debemos buscar expandir nuestra zona de confort y competencias e ir tomando pequeños riesgos que tengan potencialmente grandes ventajas e inconvenientes limitados.
Paradójicamente, también va a demandar que digamos que no a muchas oportunidades y que evitemos todo lo que puede ser restrictivo, para aceptar solo aquello que facilite la creación de más opciones.
Preservar nuestras opciones, como conclusión, es importante porque nos da la flexibilidad suficiente para capitalizar los cambios que son inevitables. Para mantener nuestras opciones abiertas, por tanto, necesitamos diversidad de perspectivas, conocimientos y habilidades. No nos gustaría encontrarnos en la situación de ser capaces exclusivamente de vender algo que nadie quiere. Los cambios rápidos y extraordinarios son la norma, por lo que para adaptarnos de una forma que sea útil debemos mantener nuestras opciones abiertas.

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