Charlie Gilkey en “Start finishing. How to go from idea to done” presenta un
método de 9 pasos para convertir una idea en un proyecto por medio del
reconocimiento y afrontamiento de los desafíos que puedan surgir y una
planificación y programación realista.
El autor parte de las
siguientes premisas:
a).- No realizamos
ideas, hacemos proyectos.
b).- Un proyecto es
algo que requiere tiempo, energía y atención para poder completarlo.
c).- Crecemos cuando
hacemos nuestro mejor trabajo.
d).- Nuestras vidas personales
y carreras profesionales están marcadas por segmentos de tres a cinco años que pueden
considerarse proyectos.
e).- Los proyectos son
como espejos porque nos reflejan lo que
realmente está ocurriendo en nuestros mundos internos y externos. Son puentes
porque solo al abordarlos estamos creando los caminos que debemos transitar.
f).- Cualquier aspecto
de nosotros requiere un mantenimiento en forma de proyectos.
g).- Podemos crear
nuevas realidades para nosotros mismos pero solo si abandonamos la idea de que
somos exclusivamente defectuosos.
Si imaginamos nuestra
vida como si fuese dos rebanadas de pan de un sándwich nuestra visión, misión,
propósito y grandes metas compondrían la rebanada de arriba y nuestra realidad
cotidiana la de abajo. Para muchas personas existe un amplio espacio entre
ambas lo que va a hacer que se forme un “sándwich de aire”.
En realidad entre las
dos rebanadas existen 5 tipos de desafíos que se combinan entre ellos para
conseguir evitar que dediquemos nuestros días a trabajar en lo que más nos
importa. Éstos son:
1.- LA COMPETENCIA ENTRE
PRIORIDADES
No todos nuestros deseos
se convierten en prioridades pero los más profundos si van a condicionarlas y
cuando se convierten en prioridades van a competir entre si.
Otro aspecto a tener en
cuenta es que, con frecuencia, nuestras
prioridades no responden a nuestros deseos
o nos resultan casi invisibles, como puede ser el caso de la importancia
desmesurada que podemos conceder a mantenernos en contacto con determinadas
personas, priorizando esta actividad sobre otras que realmente nos importan
más.
2.-
LA BASURA MENTAL
Todos poseemos en
nuestro cerebro nuestra basura individual basada en nuestras experiencias personales,
historias que nos contamos y contextos. Aunque es cierto que en gran parte se
origina en nuestras infancia podemos recolectar, también, en gran cantidad de
adultos. Por ejemplo después de una temporada en la que no hemos sido capaces
de crear planes que funcionen en el trabajo podemos decirnos a nosotros mismos
que no somos buenos planificadores o que somos “creativos” y por eso somos
incapaces de diseñar y seguir un plan.
Muchos de nosotros terminamos
aferrados a historias que apoyan la idea de que somos defectuosos en varios
aspectos y terminamos cumpliendo nuestra propia profecía.
Cuando la expresamos
abiertamente vemos que es absurda porque la contemplamos como lo que realmente
es. Es la versión adulta del monstruo debajo de la cama y su poder sobre
nosotros reside en que la mantengamos en la oscuridad y no la afrontemos.
3.-
LA AUSENCIA DE PLANES REALISTAS
Muchas personas tienen
planes pero no son realistas. Otros carecen de ellos porque piensan que nos son
importantes o porque no son de los que planifican o porque confunden un deseo o
una idea con un plan y por tanto no llegan a ninguna parte.
Para vencer la
situación creada de “sándwich de aire” deberemos conectar nuestra visión,
propósito y metas principales con nuestra realidad cotidiana y el tipo de
proyectos que lo permite son los que son realistas.
4.-
LA ESCASEZ DE RECURSOS
Muchos de nosotros
aplazamos la realización de nuestros mejores proyectos porque pensamos que
tenemos muy pocos recursos para alcanzar nuestras metas (si tuviésemos más dinero
comenzaríamos ese proyecto o si tuviésemos tiempo escribiríamos ese libro, por
ejemplo).
Mientras tanto nos
distraemos siguiendo caminos que no nos llevan necesariamente hacia los
recursos que necesitamos y aunque fortuitamente éstos nos ofrezcan los recursos
que necesitamos con frecuencia no somos capaces de verlos porque no estamos
abiertos a verlos.
La recomendación de Teodoro
Roosevelt “haz lo que puedas , con lo que tengas” parece también que no tiene
que ver con nosotros porque “lo nuestro” requiere mucho más para empezar que lo
que tenemos con lo que dejamos que lo que no tenemos nos impida crear con lo
que tenemos.
5.-
LA MALA ALINEACIÓN DEL EQUIPO
Impide que todos se
centren en las metas compartidas. Puede ser que ocurra porque sus miembros son
los equivocados y por tanto sentimos miedo de expresar nuestros deseos,
necesidades y sueños. En otros casos puede ser porque los desconocemos y
estamos esperando que nos llegue la inspiración. Mientras tanto cada uno puede
ir siguiendo su propio camino y si nos unimos será a costa del nuestro.
Cada uno de nosotros
lucha con uno o dos de los 5 desafíos mencionados más que con el resto , pero a
muchos de ellos nos enfrentamos a la vez y puede ocurrir, por ejemplo que como “hemos
aprendido” que no somos planificadores (basura mental) no tenemos un buen plan
realista para que nuestro proyecto funcione y, por tanto, no somos conscientes
de que hay formas menos ambiciosas de comenzar (escasez de recursos) y personas
a nuestro alrededor que nos podrían ayudar (mala alineación del equipo).
Aunque una cosa al
tiempo es una recomendación prudente normalmente no sirve para abordar estos
desafíos. Podemos enfrentarnos a todos intencionadamente trabajando sobre uno y
encararnos a los demás. En el ejemplo anterior si reconocemos que no existe el “tipo
planificador” ( o que nosotros podemos serlo) podemos empezar a diseñar planes
realistas que utilicen los recursos que tenemos a nuestra disposición contando
con la ayuda del resto del equipo.
Gilkey propone 5 claves
para liberar nuestro mejor trabajo y vencer las limitaciones anteriores y eliminar
el “sándwich de aire”. Éstas son las siguientes:
1.-
INTENCIÓN. Debemos comenzar por el por qué teniendo la
finalidad en mente. La mayor parte de nuestras conversaciones sobre el
propósito se anclan en la intención. La creencia es que si lo conocemos la
forma en que empleamos nuestros días será más intencional. Si no nuestras
acciones no tendrán un sentido y mostrarán nuestra desorientación.
Para diseñar un plan
debemos marcar una meta. Los planes y metas son intenciones sobre la forma en
que utilizaremos o no lo haremos nuestro tiempo y sobre lo que es importante
para nosotros.
2.-
CONSCIENCIA. “Conocerse a sí mismo” es un principio
fundamental que aparece en la mayor parte de las teorías filosóficas en todo el
mundo desde Sócrates a Lao Tzu o desde Buda a la Biblia. Es muy importante ,
por ejemplo, porque cuando planificamos para realizar nuestro mejor trabajo
debemos tener planes sobre qué cantidad de tiempo y energía tenemos a nuestra
disposición. El trabajo profundo y creativo requiere un cierto tipo de energía.
Es necesaria para
conocer cuál es nuestro mejor trabajo y para percibir como nuestras emociones y
presencia varían mientras lo realizamos.
3.-
LÍMITES. Algunos son positivos al crear espacio para algo y
otros negativos que nos alejan de algo. Los límites sociales, por ejemplo, son
negativos al centrarse en los comportamientos que aceptamos de los demás ( que
pueden ser muy limitantes) y cómo responderemos para crear un espacio lejos de
ellos. Un espacio social positivo sería el que creamos para nuestros niños,
pareja o amigos.
Si no establecemos
límites para nuestro mejor trabajo y para las cosas que nos impiden realizarlo, éste se verá siempre desplazado por otras cosas.
4.-
VALENTÍA. Es más importante que el talento para finalizar
aquello que más importa ya que una acción valiente puede generar talento
mientras que el miedo nos mantiene atascados en los confines del ayer.
Cada día que elegimos
hacer nuestro mejor trabajo, iniciamos o participamos en conversaciones
complicadas, mantenemos límites positivos o compartimos nuestro mejor trabajo
con otros es un día en que estamos
demostrando nuestro valor.
5.-
DISCIPLINA. Canaliza nuestra energía hacia acciones
constructivas y que tienen un sentido. Una falta de disciplina difumina nuestra
energía en actividades que pueden resultar muy destructivas.
Los hábitos representan
la automatización de la disciplina y son fruto de la práctica y la constancia. Por
ejemplo seleccionar menos proyectos para poder finalizarlos requiere
disciplina, si aceptamos muchos no podremos realizar un progreso adecuado en
ninguno de ellos..
Gran parte de nuestra resistencia
hacia la disciplina es fruto de la asociación que con frecuencia hacemos en nuestras
mentes entre disciplina y dolor o castigo en lugar de con felicidad o placer,
en gran manera consecuencia de que desde nuestra infancia hemos vivido la
disciplina como un castigo o algo doloroso. La realidad, en cambio, muestra que
por ejemplo entre los creativos son con frecuencia los más disciplinados. Una
rutina mantenida matutina elimina la necesidad de realizar múltiples elecciones
todos los días, lo que libera energía mental y creativa que puede impulsar
nuestro mejor trabajo.
Ser disciplinado
implica , según James Clear, comprometernos con lo que es importante para
nosotros en lugar de decir que algo es importante para nosotros. Consiste en
comenzar cuando lo que más nos atrae es parar, no porque queremos trabajar más
sino porque nuestro objetivo es los suficientemente importante para nosotros que
no solo lo abordamos cuando es conveniente. Consiste en transformar nuestras
prioridades en realidades. No significa que seamos adictos al trabajo sino que
sabemos liberar tiempo para hacer lo que nos importa, especialmente cuando no
nos sentimos muy motivados, en lugar de interpretar el papel de víctimas y
dejar que la vida pase de largo sin ser protagonistas.
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