miércoles, 17 de junio de 2020

LOS BUENOS DIRECTIVOS EQUILIBRAN LA INTELIGENCIA ANALÍTICA Y LA EMOCIONAL



Melvin Smith, Ellen Van Oosten y Richard E. Boyatzis en hbr.org del pasado 12 de junio plantean que en tiempos como los actuales,  y como resultado de la pandemia que estamos sufriendo, los trabajadores se sienten estresados, tienen miedo y están preocupados por su salud y por su trabajo. Los directivos experimentan lo mismo pero tienen que seguir gestionando un presupuesto, garantizando unos productos y servicios y tomando decisiones complicadas para mantener la viabilidad de sus organizaciones.

Es imprescindible que se tengan en cuenta las necesidades, temores y preocupaciones de los profesionales, pero también es vital que se solucionen los problemas urgentes y que se tomen las decisiones críticas para la supervivencia de la organización. El problema surge porque para hacer estas dos tareas necesitamos activar dos partes distintas de nuestro cerebro y en ocasiones podemos quedarnos atascados en una de ellas.

Las investigaciones de Anthony Jack muestran dos de las principales redes neuronales que funcionan en nuestros cerebros. Éstas son:

a).- La red analítica (AN), que es la que se encarga de las tareas y es la que utilizamos cuando resolvemos problemas o tomamos decisiones. Nos permite el pensamiento analítico, poder “escanear” el entorno y mantenernos abiertos a nuevas ideas y personas.

b).- La red “empática” (EN).

Ambas redes se oponen y se desactivan entre sí . Si una está activada la otra está desactivada. Anthony Jack llama a estas dos redes “ los polos opuestos del razonamiento”. Las dos implican una actividad cognitiva, pensamiento rápido y lento y un razonamiento,  pero el razonamiento de AN se ocupa más de la información y el análisis mientras el razonamiento EN se centra más en las personas o en observaciones cualitativas.

Los autores proponen para lograr el equilibrio adecuado seguir una serie de recomendaciones. Éstas son:

I.- Ser conscientes de cuál es nuestra red predominante. Para ello nos podemos hacer las siguientes preguntas:

a).- ¿Cómo estoy procesando las cosas en este momento?:  ¿Estoy pensando en hechos concretos, detalles o soluciones? o ¿Estoy reflexionando más abiertamente y creativamente sobre las posibilidades? ¿Estoy pensando en los que es objetivamente correcto o incorrecto? o ¿Estoy valorando los méritos relativos de lo que parece justo moralmente?

b).- ¿Qué tipo de situaciones o actividades me introducen en mi red analítica? , ¿Qué tipo de situaciones o actividades me conducen a mi red “empática”?

c).- ¿En conjunto paso más tiempo en mi red analítica o en la “empática”?

II.-  Ejercitar nuestra red neuronal menos predominante. Existen diversas formas de ejercitar nuestras redes AN y EN y lo más recomendable es dedicar más tiempo a la que utilizamos con menos frecuencia. Podemos en el caso de:

1.- “La red “empática”:

a).- Mantener una conversación diariamente en la que nuestro único propósito sea comprender a la otra persona, no para solucionarle un problema ni para aconsejarla.

b).- Cuando escuchemos a alguien debemos dejar de hacer lo que estemos haciendo  o de pensar en otras cosas para procurar dar  a esa persona nuestra atención plena, intentando captar el lenguaje corporal, su estado de ánimo,  el tono de su voz, etc.

c).- Si pensamos que hay algo que sabemos con relativa certeza, cuestionemos ésta y consideremos otras opciones.

2.- La red analítica:

a).- Reservar determinados momentos para completar algunas tareas, aunque no exista una urgencia para hacerlo.

b).- Identificar una situación en el  trabajo que requiera un nuevo enfoque para  poder finalizarla satisfactoriamente e investigar distintas posibilidades que incluyan la utilización de nuevos recursos en los que normalmente no pensaríamos (pueden ser personas), analizar sus ventajas e inconvenientes, considerando el coste de cada una de sus potenciales contribuciones.

c).- Preparar una lista de todos los gastos mensuales personales y analizar las tendencias mensuales a lo largo de un año y los gastos más elevados para en este caso ver si se han cumplido las expectativas generadas por los mismos.

III.- Practicar el procurar mantener el equilibrio entre las dos redes. Si hemos dominado ya la habilidad de detectar en qué red estamos operando en un determinado momento y hemos desarrollado la capacidad de activar la que es necesaria a demanda estamos preparados para procurar encontrar el equilibrio entre ambas, para poder pasar de una a otra según sea necesario. Entre las cosas específicas que podemos hacer están:

1.- Tener claras nuestras intenciones ya que en ocasiones no se trata de una cuestión de capacidad sino de motivación.

2.- Cuando tomemos o comuniquemos una decisión que impacta en otras personas pensar las implicaciones personales  potenciales de la misma y dedicar tiempo a la atención de estos aspectos relacionales además de a los técnicos.

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