Josh Levs en strategy+business del pasado 30 de marzo plantea que la
percepción del poder en el entorno laboral puede convertirse en un factor
crítico para determinar la forma en la que las personas respondemos a las
situaciones. Y el poder en cuestión no tiene por qué corresponder
necesariamente al de la jerarquía formal.
Un estudio clave realizado por los sociólogos sociales, en 1959, John R.P.French y Bertram Raven distinguían cinco categorías de poder organizacional o
social. Pocos años más tarde Raven añadió una sexta a la lista. Actualmente
numerosos investigadores utilizan esta lista para analizar las distintas formas
de influencia que las personas pueden tener en el ámbito laboral. Éstas son:
1.- Poder coercitivo: la persona A puede enfrentarse a consecuencias
negativas si no hace lo que dice la persona B.
2.- Poder de recompensa: la persona A puede recibir una recompensa si hace
lo que dice la persona B.
3.- Poder legítimo: una jerarquía oficial o norma facilita a B el “legítimo
derecho” de influie en A.
4.- Poder de referente: A admira, le gusta o respeta a B y quiere actuar
como B, lo que da a B el poder de influir sobre A.
5.- Poder de experto: A percibe que B tiene un mayor conocimiento o
competencia en un área y por tanto es más fácil que B pueda tener influencia
sobre A.
6.- Poder de información: B controla de alguna forma la cantidad de información
que recibe A; si A sabe menos es más fácil que obedezca a B.
Evidentemente muchas de estas formas de poder se pueden superponer.
Normalmente no hemos aprendido ni somos conscientes de las distintas formas en
las que utilizamos el poder ni de cómo los demás lo perciben o lo emplean, lo que puede conducir a
situaciones incómodas o desagradables. Por ejemplo la persona A puede estar distraída
o no prestar atención durante su interacción con la persona B o puede haber
hecho un comentario inocente o una broma ligera. Pero la persona B puede haber
interpretado el incidente de forma distinta porque percibe que la persona A
tiene influencia sobre su carrera a través de distintas formas de poder. Por
esta razón es muy importante concienciar a las personas en el trabajo sobre su
poder y para ello la formación es clave.
A través de sesiones formativas bien diseñadas los profesionales pueden
aprender sobre las distintas formas de poder y la forma en que pueden alterar
las dinámicas en el entorno laboral. Ofrecen, también, la oportunidad a los
participantes de compartir sus propias historias y experiencias en momentos en
que estos factores han entrado en juego.
Al desarrollar nuestra consciencia del poder que tenemos y del que
atribuimos correctamente o no a los que nos rodean, no solo podremos ver cómo
puede afectar a nuestras interacciones sino que también seremos capaces de
utilizar este conocimiento para lograr cosas buenas en nuestras organizaciones.
En muchas ocasiones al no ser conscientes de su poder las personas no lo
utilizan y no solo la persona es menos eficaz , también lo va a ser la
organización, ya que como escribía Maxim Sytch en Harvard Business Review: “El poder
informal puede permitirnos movilizar recursos, impulsar el cambio y crear valor
para la organización y para nosotros mismos”.
Toda forma de poder se puede utilizar de manera positiva o negativa pero
hasta que no conozcamos las distintas formas del mismo no podremos utilizarlo
de forma positiva ni podremos asegurarnos de que las percepciones de los demás
no ocasionen problemas.
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