Dana Maor, HansWerner Kaas, Kurt Strovnik y Ramesh Srinivasan, asociados
senior en McKinsey & Company, en"The journey of leadership. How CEO,s
learn to lead from the inside out”, presentan el enfoque “paso a
paso” que siguen en la compañía para ayudar a transformar a los líderes, tanto
desde una óptica profesional como personal, para tener éxito como CEO,s.
Este proceso de liderazgo centrado en las
personas de “dentro a fuera”, se caracteriza por tener dos partes
principales, la primera se centra en los aspectos emocionales,
psicológicos y humanos de liderarnos a nosotros mismos. Podemos llamarla:
“Comienza contigo” .
En esta primera parte el líder va a aprender a
escuchar a su ser interior y a superar sus barreras y prejuicios, así como a
tener claro qué es lo que desea alcanzar. Esto va a requerir que examine su
situación sin prejuicios, centrándose en 6 características: las cuatro
primeras humildad, seguridad y confianza en uno mismo, altruismo y
vulnerabilidad las hemos comentado en entradas anteriores. La
quinta es:
V.- RESILIENCIA (HAS FALLADO Y AHORA
QUÉ VA A PASAR)
Cuando las personas fracasamos la mayor parte de las veces no
queremos hablar de ello, pero el fracaso se está convirtiendo en algo muy común
al volverse el mundo cada vez más complejo y cambiante con mayor rapidez. Por tanto,
es difícil imaginar a alguien que no vaya a fracasar al menos una o dos veces a
lo largo de su carrera profesional, especialmente si nos atrevemos a intentar
hacer grandes cosas.
Cuando fracasamos experimentamos una o más emociones
diversas tales como culpa, ira, inseguridad o autocompasión. Muchos pueden sentir que han
fallado a su organización y a sus compañeros. Otros entierran su dolor. El
quinto elemento de nuestro proceso de liderazgo es la resiliencia. Los líderes que se recuperan con mayor rapidez de un
fracaso son los que no pierden mucho tiempo preguntando las razones por las que
algo malo les ha ocurrido a ellos. Centran su tiempo y energía en entender si era
un comportamiento, un prejuicio o un punto ciego lo que estaba en la raíz de su
fracaso y responden apropiadamente. Aprenden que la mejor forma de ir hacia delante
es hacer una pausa breve y asegurarse de que siguen cualquier lección aprendida
del contratiempo.
El mundo empresarial es una muestra de líderes
resilientes. Por ejemplo, a comienzos de
su carrera Walt Disney fue despedido de una agencia publicitaria por su “falta
de habilidad como dibujante”. Disney y Henry Ford cayeron, cada uno en la
bancarrota con sus primeras iniciativas empresariales.
En ocasiones podemos ver a ejecutivos que se han
convertido en sus peores enemigos. Sus emociones les dominan y en lugar de
mirar hacia delante y mostrarse optimistas por sus posibilidades, se regocijan
y ahogan en su decepción. Los mejores líderes comprenden qué es lo que está
desencadenando esa indignación y miedo. Encontrar de dónde procede su confusión
interna, esté justificada o no, va a ayudar a enfrentarse a esa indignación,
para poder dejarla atrás. Hacer esto resulta particularmente duro en el caso de
los individuos que consideran que su enfado está justificado.
El miedo al fracaso casi siempre conduce a algún tipo de temor procedente del ego. Deberíamos preguntarnos qué es lo peor que podía pasar si fracasamos, qué es lo que el fracaso mostraría sobre nosotros y qué nos parece que está en peligro. Normalmente la respuesta que nos vamos a dar es que no somos queridos, que no hemos conseguido lo que deseábamos, que estamos fallando a los demás o que no hemos sido lo suficientemente buenos. pero si somos capaces de reformular el fracaso como el amor hacia el aprendizaje al servicio de una visión mayor, podremos comenzar a asumir mayores riesgos al servicio de algo más grande que nosotros y comenzaremos a jugar para ganar.
Los mejores CEO´s aprenden a enfocar los fracasos cotidianos, independientemente de lo aparentemente poco importantes que
parezcan, como experiencias de aprendizaje. Cuando reconocemos nuestro miedo al
fracaso podemos descubrir qué necesitamos cambiar y experimentar para probar, aprender y adaptar. La idea es
centrarnos en recoger lecciones valiosas de nuestros fracasos, porque evitarlos
supone evitar aprender y esto puede resultarnos muy costoso en un mundo cada
vez más complejo e impredecible. Los líderes que tienen éxito analizan
serenamente las causas raíz de las situaciones, ajustan su comportamiento y
siguen adelante.
La verdadera fuerza de carácter se construye
admitiendo los errores y transformándoles en lecciones.
Las personas pueden fracasar por las circunstancias o
por mala suerte o por tomar malas decisiones, pero en algunos casos los líderes
deberían mirarse a sí mismos con dureza, ya que quizás es la forma cómo piensan
o actúan la que está impidiendo, por ejemplo una nueva promoción o alcanzar un alto nivel de
desempeño. En estos casos ha llegado el momento de reinventarse.
Fracasar no siempre implica no haber tenido un buen
desempeño. En ocasiones alguien fracasa sin tener culpa alguna ya que el mundo ha
cambiado, los mercados fluctúan o nuevas tecnologías han surgido, por ejemplo.
Quizás el tipo de trabajo que estábamos realizando ya no es necesario o la
organización está sufriendo recortes o el líder siente que ya no aprende más en
su trabajo y éste se ha convertido en una rutina o está experimentando burnout. Ha llegado entonces el momento de
cambiar.
Un aspecto que se menciona con frecuencia como
importante para salir del sentimiento de fracaso es el de utilizar la pasión
para vencer y superar esta sentimiento. El desafío está en encontrar una
profesión que no sintamos como un trabajo, en la que podamos aprender y crecer
y en la que percibamos que estamos trabajando por algo más que por una retribución
económica.
Cuando fracasamos es importante tener un método para
salir de nuestros pensamientos negativos y superar los sentimientos de fracaso.
Con frecuencia nos sentimos atrapados contándonos una historia y nos decimos a
nosotros mismos: “Yo no he fracasado realmente, es culpa de otra persona” o “Yo
tenía razón pero fuerzas externas me han hecho fracasar” Si hacemos esto no
estamos abordando la verdadera razón del fracaso y seguiremos experimentando un
sentimiento de intranquilidad dentro de nosotros.
Plantearnos cómo nos hemos podido equivocar, por el contrario, puede
hacer que obtengamos una o más nuevas perspectivas sobre lo que ha ocurrido
realmente. Al hacerlo descubriremos nuevas historias sobre nosotros, que nos
ayudarán a superar el fracaso.
Con esta técnica analizamos la situación viendo lo que ha
pasado realmente para que sintamos que hemos fracasado y contemplándola desde
diferentes perspectivas. Por ejemplo, nos hemos podido mostrar demasiado
orgullosos para escuchar el consejo de un compañero o nos hemos mantenido
excesivamente centrados en nuestras opiniones y hemos ignorado señales del
mercado que avisaban de la necesidad de cambiar el rumbo. El objetivo es hacer
una pausa para descubrir la razón real de nuestro fracaso para poder
reconocerlo, averiguar y decidir lo que tenemos que hacer y seguir adelante.
Los autores sugieren que nos hagamos una serie de
preguntas sobre el miedo al fracaso y sobre la forma de convertir éste en
crecimiento personal. Éstas son las siguientes:
1.- ¿Cuáles son las causas raíz que están detrás de mi
temor al fracaso?
¿Cómo puedo abordarlas
y afrontarlas?
2.- ¿Tengo miedo a asumir riesgos por el temor de decepcionar
a los demás?
3.- ¿Qué podría ser lo peor que sucediese si fracaso?
¿Qué diría
sobre mí?
¿Qué parece que está en juego?
3.- ¿Estoy “jugando” para no perder por miedo al
fracaso?
¿Qué podría ganar si me atreviese a arriesgarme?
4.- ¿Cómo puedo desarrollar la fuerza interna
necesaria para decidir aceptar lo ocurrido, cortar las pérdidas y seguir
adelante para beneficiarme de lo que he aprendido?
5.- ¿Cómo puedo reformular el fracaso como amor por
aprender al servicio de una visión más amplia para mi y para mis equipos?
¿Cómo puedo utilizar el fracaso para incentivar el
crecimiento y desarrollo?
6.- ¿Cómo puedo aprender a asumir más riesgos
personales al servicio de algo más grande que mi propio ser?
Como conclusión podemos destacar que los líderes que
gestionan bien el fracaso se muestran honestos con ellos mismos en relación con
sus debilidades y tienen tanto la resiliencia para salir de una mala situación
para seguir adelante y la habilidad de utilizar las lecciones aprendidas mientras
avanzan.
Como Annie Duke, jugadora de póker profesional y
experta en toma de decisiones, mantiene tenemos que saber cuándo debemos
perseverar en una mala situación y cuándo “cortar “nuestras pérdidas y
abandonar. Esto requiere una reflexión interior sobre cuándo tomar ciertos
riesgos y cuando no hacerlo, al considerar las ganancias potenciales y como
aprender de los fallos y fracasos.
Esto pone de relieve otra importante característica de
los grandes líderes ( que analizaremos en una entrada posterior), la
versatilidad. Los mejores líderes desarrollan múltiples habilidades y se
comprometen con un aprendizaje profundo que les permite adaptarse rápidamente
cuando se enfrentan a la incertidumbre o
a las crisis continuas, mostrando versatilidad no solo alrededor de los
aspectos emocionales del liderazgo, sino, también, en relación con los
intelectuales.

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