Hablemos de liderazgo
celebra hoy su tercer cumpleaños y la mejor forma de hacerlo es hablando del
propósito de nuestra vida, de lo que nos mueve y apasiona y de aquello con
lo que disfrutamos. Ya lo dice Mark Twain, en la cita de esta semana,
descubrirlo es uno de los aspectos más importantes de nuestras vidas.
Nick Craig, presidente
del Authentic Leadership Institute y
Scott Snook, profesor de Business Administration en la Escuela de Negocios de
Harvard, en el número de mayo de Harvard Business Review, plantean que en los
últimos 5 años se ha despertado un enorme interés por el liderazgo ligado a un
propósito. Los académicos argumentan que el rol más importante de los
ejecutivos es el ser adalid y administrador del propósito de la organización.
Los expertos en management defienden que el propósito es una de las claves
para obtener un desempeño excepcional, los psicólogos lo describen como
el camino para alcanzar un mayor bienestar y los médicos han encontrado que las
personas que tienen un propósito definido en sus vidas tienen menor tendencia a
enfermar.
Tener un propósito se
está considerando, por tanto, como clave para navegar por el complejo mundo en
el que vivimos en las organizaciones, en el que la estrategia cambia
constantemente y en el que pocas decisiones se pueden considerar claramente
buenas o malas. Los autores consideran que el proceso de articular nuestro
propósito y de encontrar el coraje de vivir de acuerdo al mismo, lo que llaman
el “propósito de impactar” es la tarea de desarrollo personal más importante
que debemos acometer como líderes.
Craig y Snook señalan
que el propósito de un líder es lo que
éste es, lo que le distingue, lo que le mueve
y lo que quiere conseguir. No es lo que hace, sino cómo lo hace y por
qué lo hace, las fortalezas y pasiones que manifiesta. Es aquello que los que
le rodean reconocen como distintivo y que echarán de menos si se va. Surge de
su identidad, de la esencia de cómo es. No es la lista de su formación, experiencias y habilidades, ni un
título profesional (como ejemplo Snook destaca que su propósito es “ayudar a
los demás a que vivan vidas más llenas de sentido”). Debe ser específico y
personal y que resuene con él y sólo con él. No se trata de lo que piense que
tiene que ser, sino de lo que no puede evitar ser, aunque no sea completamente
halagador.
Encontrar nuestro
propósito no es tarea fácil. Estamos siendo
constantemente bombardeados por mensajes poderosos de nuestros padres, jefes,
gurús del management,…, sobre lo que tenemos que ser: más atractivos, más
ricos, más fuertes,…, y sobre cómo debemos liderar: desarrollar a los
colaboradores, ser auténtico, delegar responsabilidad,… descubrir quiénes somos
en este mundo, ser “auténticos” supone
un trabajo duro, pero los autores mantienen, según su experiencia, que
una vez que tenemos un sentido claro de quiénes somos el resto surgirá
naturalmente.
Craig y Snook
recomiendan, para descubrir el propósito de nuestro liderazgo, seguir un
proceso que deje espacio para la expresión de la individualidad pero que
también ofrezca una guía práctica paso a paso.
I.- La primera tarea
consiste en identificar nuestras fortalezas, valores y pasiones. En
esencia lo que nos da energía y alegría.
Nos pueden ayudar las siguientes preguntas y reflexiones:
1).- ¿Qué nos gustaba
hacer especialmente cuando niños, antes de que el mundo nos dijera qué es lo
que nos debería gustar y lo que tendríamos que hacer o no hacer? Describir uno
de esos momentos y cómo nos sentíamos entonces.
2.- ¿Cuáles han sido
dos de las experiencias más retadoras que hemos vivido? ¿Cómo nos han moldeado?
3.- ¿Qué es lo que nos
hace disfrutar más en el momento actual?
Los autores sugieren
que es más aconsejable lidiar con estas preguntas contando con la colaboración
de compañeros en los que confiamos o amigos, porque es muy difícil llegar a
tener una imagen clara de cómo somos sin la ayuda de éstos.
II.- El segundo paso
nos debe llevar a definir una declaración de propósito clara y concisa, que
capture nuestra esencia y nos movilice a la acción. Por ejemplo: “Eliminar
caos” o “Con tenacidad crear brillantez”.
III.- La tercera y
última etapa nos conduce a desarrollar un plan con un propósito que impacte.
Clarificar nuestro
propósito como líderes es crítico, pero escribir una declaración no es
suficiente. Debemos, también, visualizar el impacto que tendremos en lo que nos
rodea como consecuencia de vivir nuestro propósito. Nuestras acciones y no
tanto nuestras palabras, son lo que de verdad importa.
Los planes con un
propósito que impacte se diferencian de los tradicionales de desarrollo en
diversos aspectos:
Planificación
con un propósito
|
Planificación
de desarrollo tradicional
|
Utiliza
un lenguaje con un significado especial para el líder, que transmite su
propósito
|
Utiliza
el lenguaje estándar de negocios
|
Se
centra en fortalezas para alcanzar las aspiraciones
|
Se
centra en las debilidades para abordar el desempeño
|
Plantea
una declaración sobre el propósito
del liderazgo que explica cómo va a ser el liderazgo
|
Plantea
unas metas orientadas al desarrollo de carrera profesional
|
Dibuja
un marco de aspiraciones amplias y marca retos a corto plazo relacionados con el propósito del liderazgo
para lograr ir alcanzándolas
|
Mide
el éxito utilizando métricas ligadas a las metas de la organización
|
Se
centra en el futuro, para definir los pasos que hay que dar hacia atrás hasta
llegar al presente
|
Se
centra en el presente, trabajando hacia delante
|
Es
individual. Reconoce lo que somos como líderes
|
Es
genérico. Describe el puesto o rol
|
Comprende
una visión holística del trabajo y la vida personal
|
Ignora
las metas y las responsabilidades fuera de la organización.
|
El desarrollo del plan
tiene una serie de fases:
1.- Definir una
declaración de propósito.
2.- Explicar la razón
de la misma. Las investigaciones sobre el tema muestran que si somos
conscientes de lo que nos motiva incrementa de forma dramática nuestra
habilidad para alcanzar grandes metas.
3.- Establecer metas
para el tramo que va de los tres a cinco años siguientes, imaginando que ya
estamos alcanzando nuestro propósito.
4.- Considerar las
metas a cumplir en el segundo año. Este
es un momento en el que el gran futuro
soñado y la realidad empiezan a fundirse. Nos tenemos que preguntar: “¿Qué nuevas
responsabilidades vamos a acometer?, ¿Qué tenemos que hacer para prepararnos
para alcanzar nuestros objetivos a largo plazo? No debemos olvidar que tenemos
que considerar también nuestra vida personal, ya que nuestro propósito lo
tenemos que incorporar a todas las facetas de nuestra vida.
5.- Marcar las metas
del primer año. Supone con frecuencia el mayor reto. Muchos profesionales se hacen estas dos preguntas:
a).- ¿Qué puedo hacer
si la mayoría de las cosas que hago actualmente no están alineadas de ninguna
forma con mi propósito de liderazgo?
b).- ¿Cómo puedo pasar
de mi situación actual a la deseada?
Loa autores recomiendan
dos estrategias: cambiar la manera en la que realizamos determinadas tareas de
forma que sean una expresión del propósito y buscar la forma de incorporar
nuevas actividades que estén alineadas al 100% con el propósito.
6.- Definir los pasos
críticos que tenemos que realizar en el próximo mes, tres meses y seis meses
para poder alcanzar las metas establecidas para el primer año. La importancia
de reconocer los pequeños logros como factor motivador es fundamental,
especialmente en esta fase. Podemos hacer una relación de las actividades que van a ser prioritarias
para alcanzar los resultados deseados. De esta forma vemos que algunas de las
tareas que realizábamos de repente son menos urgentes, mientras otras adquieren
mayor relevancia.
7.- Examinar las
relaciones clave necesarias para transformar nuestro plan en una realidad.
Identificar a las dos o tres personas que nos pueden ayudar más a vivir de
acuerdo con nuestro propósito.
¡Enhorabuena en el tercer cumpleaños de tu blog!
ResponderEliminarTu constancia y la calidad de lo que haces son admirables.
¡Felicidades!
GS