Jack B. Soll, KatherineL. Milkman y John W. Payne, en el número de mayo de Harvard Business Review plantean que los prejuicios cognitivos entorpecen nuestros procesos de toma de decisiones, ya que confiamos en exceso en los juicios automáticos e intuitivos y aunque intentemos razonar nuestra lógica es con frecuencia perezosa o errónea.
Los autores defienden
que puede resultar peligrosa la
dependencia excesiva en lo que los expertos llaman pensamiento del “Sistema 1”
( juicios automáticos que surgen de asociaciones guardadas en la memoria), que
analizamos en una entrada anterior, en
lugar de estudiar de forma lógica la
información que tenemos a nuestra disposición. Nadie duda que este sistema es
imprescindible para nuestra supervivencia ( es el que nos hace evitar, por
ejemplo un accidente de coche), pero como Daniel Kahneman ha demostrado es una
fuente común de prejuicios que pueden influir y originar malas decisiones,
porque nuestras intuiciones con frecuencia pueden hacer que nos equivoquemos. Otras causas de prejuicios involucran al pensamiento
del “Sistema 2” cunado el razonamiento deliberado se trastorna y hace que nos
centremos en las cosas equivocadas o dejemos de buscar información relevante,
por ejemplo.
Todos somos susceptibles
de caer en estos prejuicios, especialmente cuando nos sentimos estresados,
fatigados o intentamos realizar varias tareas a la vez. En estas situaciones no estamos preparados mentalmente,
ni emocionalmente, ni físicamente para tomar decisiones y reaccionamos
dependiendo cada vez más en los juicios intuitivos del “Sistema1” y cada vez
menos en un cuidadoso razonamiento. La consecuencia
es que la toma de decisiones se torna más simple y rápida, pero la calidad de
la misma con frecuencia se resiente.
Una solución consiste
en delegar, pero no suele ser la mejor opción ya que una de las funciones
principales del líder es la toma de decisiones. Los autores proponen para
vencer los prejuicios comenzar por entender de dónde proceden: excesiva confianza
en las intuiciones, razonamiento defectuoso o ambos y posteriormente diseñar
estrategias para vencerlos.
Uno de los prejuicios
más peligrosos que nos encontramos a la hora de tomar decisiones es la visión
de túnel en relación con los escenarios futuros, los objetivos y las opciones,
que hace que nos centremos en un solo futuro posible, un objetivo y
exclusivamente en una opción aislada.
Cuando este pensamiento estrecho teje una historia atractiva el “Sistema
1” entra en acción y la intuición nos dice prematuramente que estamos
preparados para decidir y lo hacemos sintiendo una gran confianza infundada.
Para superar este prejuicio es esencial que ampliemos nuestra perspectiva en
los tres frentes:
I.-
PENSAR EN EL FUTURO.
Casi todas las personas
pensamos de una forma muy limitada en los resultados posibles de una decisión.
Para vencer esta estrechez de miras podemos:
1.-
Hacer tres estimaciones que sean posibles. Por ejemplo en
el caso de ventas de un producto, pensar qué estrategia seguir si las ventas
mensuales son de 10.000, 5.000 o 1.000 unidades.
2.-
Pensar dos veces. Hacer dos predicciones. Comenzar con una,
suponer que es equivocada argumentando las razones y hacer luego otra totalmente distinta.
3.-
Utilizar “premortems”. En un “postmortem” la tarea
consiste fundamentalmente en comprender las causas de un fallo ya pasado. En un
“premortem” podemos imaginar un error futuro y explicar la causa que lo
originó. Esta técnica ayuda a identificar problemas potenciales que normalmente
no detectaríamos. Tiene diversos beneficios:
a).- Modera el
optimismo favoreciendo una valoración más realista de los riesgos.
b).- Hace que
preparemos estrategias y planes alternativos.
c).- Destaca los
factores que pueden favorecer el éxito o el fracaso, lo que incrementa nuestra
habilidad para poder controlar los resultados.
4.-
Mirar desde fuera. Necesitamos completar la perspectiva
interna con la externa: ¿Qué ha ocurrido con otras iniciativas similares? ¿Qué
consejos le daríamos a alguien que nos plantease esa idea si no estuviésemos
implicados en la misma?
II.-
PENSAR EN LOS OBJETIVOS.
La mayor parte de las
personas inconscientemente se limitan dejando que unos pocos objetivos les
guíen porque no saben ver todas las posibilidades que tienen a su disposición.
En las fases iniciales del proceso de toma de decisiones debemos generar
numerosos objetivos que posteriormente podemos priorizar. Cuando articulamos,
documentamos y organizamos nuestras metas podemos ver de forma más clara los
caminos y elegir el que tiene más sentido en función de los resultados
probables.
Los autores sugieren
seguir los siguientes pasos:
1.-
Buscar consejo. Podemos completar nuestra perspectiva
solicitando que otros nos faciliten ideas, una vez que ya tenemos delineados
nuestros objetivos para evitar anclarnos en lo que otros nos digan.
Si vamos a tomar una
decisión de forma conjunta con otros debemos proponer que cada uno prepare una
lista con sus objetivos para posteriormente analizar y combinar las listas para
obtener una común.
2.-
Analizar los objetivos de uno en uno. De esta forma surgen
más alternativas que si se hace conjuntamente.
III.-
PENSAR EN LAS OPCIONES.
Aunque necesitamos una
masa crítica de opciones si queremos tomar decisiones consistentes es
importante seleccionar las que tienen más fuerza, al menos dos, pero idealmente
de tres a cinco. Tenemos que tener cuidado y no caer en el pensamiento del “Sistema
1” y generar una elección falsa para
racionalizar nuestra opción intuitiva favorita.
Limitamos nuestras opciones
si las planteamos como preguntas con respuestas sí o no exclusivamente, o
centrándonos en un solo tipo de soluciones para un problema, por ejemplo. Éstas
son señales de rigidez cognitiva que se amplifica cuando nos sentimos
amenazados por presión de tiempo, emociones negativas, agotamiento y otros
factores estresantes.
Los autores proponen
las siguientes estrategias para seleccionar las opciones adecuadas.
1.-
Utilizar la evaluación conjunta. El problema de evaluar
opciones de forma aislada es que no podemos asegurar los mejores resultados. Si
queremos tener una visión más completa de las alternativas. En un estudio de la
Universidad de Yale el 75% de los participantes respondieron afirmativamente
cuando se les preguntó si estarían dispuestos a pagar 14.99$ por una copia de una
comedia divertida, pero sólo el 55% dijo
sí cuando se les dijo de forma explícita que podían comprar la película o
dedicar ese dinero para otras adquisiciones, ya que les hizo reflexionar sobre
el coste de oportunidad ( lo que dejaban de hacer al seleccionar una opción).
2.-
Utilizar el test de las “opciones que desaparecen”. Una
vez que las personas piensan que han encontrado una opción sólida dejan de buscar y pierden la oportunidad de explorar
alternativas mejores. Para evitar este problema Chip y Dan Heath recomiendan
que recurramos a un truco mental e imaginemos que no podemos escoger ninguna de
las opciones que estábamos barajando y nos preguntamos qué más podemos hacer. Esta
pregunta desencadenará la exploración de nuevas alternativas.
Todos estos prejuicios
cognitivos se dice que son motivados
cuando son dirigidos por una necesidad psicológica intensa y son muy difíciles
de superar. Es lo que ocurre, por ejemplo si dedicamos mucho tiempo y recursos
para desarrollar una idea y descubrimos que alguien lo ha hecho antes que
nosotros y en lugar de abandonarla y hacer otra cosa continuamos con la vana
ilusión de demostrar que nuestra idea es mejor.
Nuestra equivocada fe
en nuestro propio juicio empeora las situaciones. Tenemos un exceso de
confianza por dos razones:
1.-
Concedemos demasiada importancia a la información que tenemos. Los
autores proponen las siguientes tácticas para paliar este hecho:
a).- Ocultar datos para
eliminar la influencia de estereotipos, asociaciones idiosincráticas y de
factores irrelevantes: tapar el nombre del alumno en un examen por ejemplo.
b).- Utilizar listas de
chequeo para reducir errores debidos a olvidos y otras distorsiones de la
memoria, al tiempo que dirigen la atención a aquello que es más relevante.
c).- Emplear algoritmos
para asegurar la consistencia y predeterminar el énfasis que debe asignarse a
cada información.
2.-
Tenemos dificultades para imaginar otras formas de formular el problema o de buscar
soluciones al no ser capaces de saber lo que no vemos.
Podemos actuar sobre
algunos de estos prejuicios motivados como el de la tendencia de seguir un camino
que queremos tomar desesperadamente determinando
por ejemplo un punto crítico a partir del cual vamos a redirigir nuestros pasos
hacia una ruta más lógica. Esto es lo que hacen los guías de montaña en el
Everest. Anuncian una fecha límite y unos requisitos sobre el tiempo que debe
hacer para alcanzar la cumbre antes de comenzar la expedición y si no se
cumplen regresan al campamento base.
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