Phil Rosenzweig, en su libro “Left brain, right stuff. How leaders make winning decisions”, que estamos comentando, plantea que la segunda clave para tomar buenas decisiones se encuentra en SABER SI NOS TENEMOS QUE CENTRAR EXCLUSIVAMENTE EN HACER LAS COSAS BIEN O SI TENEMOS QUE HACERLAS MEJOR QUE NUESTROS RIVALES.
La mayor parte de las
investigaciones relacionadas con la toma de decisiones analizan nuestros
juicios y elecciones referidos a nuestras necesidades sin tener en cuenta a los
demás. Este enfoque es correcto si el objetivo es aislar los mecanismos
cognitivos. Pero los resultados no se pueden extrapolar en situaciones es que
existe algún grado de competitividad. En
este caso nos movemos en el ámbito del pensamiento estratégico, definido por
Avinash Dixit de la Universidad de Princeton y por Barry Nalebuff de la Universidad de Yale como “el arte de
superar a un adversario, sabiendo que éste está tratando de hacer lo mismo con
nosotros”. Este tipo de pensamiento es fundamental cuando el éxito está más
determinado por el desempeño relativo que por el absoluto.
Otro aspecto importante
a tener en cuenta es la distribución de las ganancias. Cuando el que tiene
mejor desempeño gana un poco más que los demás pero la distribución es justa,
existen pocos estímulos para ser el primero ya todos les va bien. En
organizaciones donde el que tiene los costes más bajos o la calidad más alta se
produce un fenómeno distinto, los beneficios ya no están tan bien distribuidos,
existen más diferencias y es más importante tener un buen desempeño relativo.
La rivalidad intensa se
presenta en los casos en que el competidor con mejor desempeño obtiene muchos
beneficios pero estos disminuyen de forma dramática para los demás. La forma
más extrema surge cuando sólo uno obtiene todos los beneficios y el resto se
hunde.
Los eventos deportivos,
juegos y elecciones se diseñan para
producir una gran tensión dramática, con grandes diferencias en el reparto de
beneficios y un final establecidos
claramente. En otros tipos de competiciones, sin embargo, no está tan claro el
final ni la distribución de las ganancias.
En el mundo de la
empresa, el desempeño es relativo, en el sentido de que la fortuna de una
compañía está ligada a la de otras dentro del mismo sector, pero es raro que el
ganador se lleve todo, por ejemplo en el caso de la hostelería. En otros casos
la competencia puede ser tan intensa que sólo existe lugar para unas pocas
empresas y aquellas que son tan pequeñas que no consigan disfrutar de economías
de escala o no alcancen una determinada cuota de mercado pueden fallar.
En la mayor parte de
los casos el éxito va a consistir en lograr un alto desempeño y mantenerlo en
el tiempo, teniendo en cuenta que existen sectores estables y otros en los que,
como en el caso de la tecnología, la necesidad de innovación y evolución es
constante. En este último escenario se ha acuñado un término para referirse a
él: “La hipótesis de la Reina Roja”, en recuerdo del libro de Lewis Carroll,
“Alicia en el país de las Maravillas”, en el que la Reina Roja le dice a Alicia
que tiene que estar corriendo continuamente si quiere mantenerse en el mismo
lugar.
En este entorno las
compañías se encuentran sometidas a grandes presiones para superar a las
rivales, para introducir nuevos y mejores productos, para encontrar formas de
aportar mayor valor a los clientes o a experimentar nuevos modelos de negocio,
por ejemplo, para obtener ventajas sobre los competidores. Este tipo de competencia
implica que una empresa puede correr mucho, pero perder terreno al mismo
tiempo. Investigaciones recientes sugieren que en muchas industrias la ventaja
competitiva es muy difícil de mantener. Las razones son diversas: el cambio
tecnológico cada vez progresa con mayor rapidez, los clientes pueden encontrar
fácilmente alternativas, los rivales imitan a los líderes del sector, los
consultores difunden las mejores prácticas, los profesionales se mueven de una
organización a otra, …
Los directivos para desarrollar
una estrategia adecuada deben delimitar la naturaleza del desempeño, la
existencia o no de rivalidad y su intensidad, así como las diferencias en la
distribución de las posibles ganancias.
En el entorno incierto actual con
frecuencia recurren a la siguiente regla que implica considerar:
a).- Aspiración: ¿Qué
es lo mejor que puedo hacer? ¿Debo hacer un movimiento arriesgado que de tener
éxito me colocará en lo alto del sector, al menos durante un tiempo? ¿Merece la
pena acometer un riesgo que puede producir grandes beneficios?
b).- Supervivencia:
¿Qué es lo que tengo que hacer para mantener viva la empresa?, ¿Qué tengo que
hacer para evitar que me eliminen?
A nivel individual es
importante que nos planteemos si nuestro bienestar y satisfacción se basa en un
estándar de logros o si depende de que lo hagamos mejor que otros. El psicólogo
Jonathan Haidt en su libro “The happiness hypothesis” explica que las personas
que se implican más en comparaciones sociales, esto es que su percepción de bienestar se basa en lo bien que lo hacen
en relación con los demás, tienden a conseguir más, pero a disfrutar de esos
logros menos. Es una paradoja el hecho
de que las presiones que nos impulsan hacia elevados logros en sentido absoluto
nos pueden limitar el disfrutarlos en términos relativos. El poema “Desiderata” de Max Ehrmann expresa
esta idea: “Si nos comparamos con otros nos volveremos orgullosos y resentidos;
porque siempre nos encontraremos con personas mejores y peores que nosotros”.
Podemos vivir una vida más feliz si evitamos compararnos con los demás. Es
conveniente que nos hagamos la siguiente pregunta: ¿Por qué los logros de los
demás nos hacen sentirnos mal (en términos relativos) cuando podemos sentirnos
satisfechos si nos centramos en nuestros logros (absolutos)?
En la práctica las personas con frecuencia confundimos el desempeño absoluto y el relativo. Por ejemplo, en medicina el desempeño se puede considerar como absoluto. Los facultativos intentan hacer el mejor diagnóstico para el paciente independientemente de lo que otro médico pueda hacer. No intentan superar a otros en una competición. La atención a los pacientes es también fruto de un desempeño de carácter absoluto, en el sentido que la curación de un paciente no evita que otro paciente se cure también. Esto no ocurre en otros sectores del mundo empresarial en el que el éxito va a depender del desempeño relativo. Cuando las compañías compiten el desempeño de una está relacionado con el éxito de otras.
Rosenzweig aborda otro
aspecto que interviene de forma importante a la hora de tomar decisiones que es
el del EXCESO DE CONFIANZA.
De todos los errores y
prejuicios que minan nuestro juicio el que se cita con más frecuencia es el del
exceso de confianza. El psicólogo Richard Thaler, en 1995, ya decía que “Quizás
el descubrimiento más importante en los estudios sobre la capacidad de juicio y
elección de las personas es que éstas suelen manifestar un exceso de confianza en sus habilidades”.
Aproximadamente al mismo tiempo Scott Plous llegaba a la misma conclusión:
“Ningún problema es más prevalente y potencialmente más catastrófico a la hora
de tomar decisiones que el exceso de confianza”. Pero, como hemos visto en la
entrada anterior, las ilusiones positivas pueden mejorar el desempeño y como
hemos comentado cuando el desempeño es relativo y tenemos que ser mejores que
nuestros rivales un alto nivel de confianza puede ser útil y hasta necesario.
Debemos preguntarnos si por un exceso de confianza nos estamos refiriendo a
demasiada confianza, en relación a qué circunstancias estamos aludiendo.
Don A. Moore y Paul J.Healy en un artículo publicado en 2008: “The trouble with overconfidence”planteaban que el exceso de confianza se estaba utilizando con tres
significados distintos:
1.- Exceso de seguridad
o la tendencia a tener la certeza de que nuestro juicio es correcto. Es un problema especialmente al hacer
predicciones.
2.- Sobreestimación o
la creencia de que nuestro desempeño va a ser superior del que se considera
adecuado de forma objetiva. Por ejemplo se presenta cuando pensamos que podemos
terminar una tarea en un periodo de tiempo más corto del que realmente podemos.
3.- Exceso de confianza
en nuestras posibilidades o la creencia de que podemos hacerlo mejor que otros.
No es un juicio absoluto sino relativo.
Una vez hemos analizado
el exceso de confianza desde sus distintas perspectivas no podemos concluir que
las personas se ven a sí mismas como superiores a las demás. Las respuestas
dependen de la habilidad específica de que se trate y de la información de la
que disponemos. En lugar de considerar que las personas tienen prejuicios y son tendenciosas sería más exacto pensar
que son miopes y se ven a sí mismas claramente, pero tienen insuficiente información
sobre los demás y generalmente hacen las correspondientes inferencias.
El nivel adecuado de
confianza sería, pues, aquel que nos inspire a hacer las cosas lo mejor que
podamos, pero no tanto que nos volvamos complacientes o demos el éxito por
hecho consiguiendo descuidar lo que necesitamos para alcanzar un alto
desempeño.
Si el desempeño es
relativo, por el contrario, tenemos que contemplarlo desde el contexto de la
competencia. El mejor nivel de confianza sería aquel que nos permita hacerlo
mejor que nuestros rivales.
Todo lo anteriormente
mencionado no implica que un nivel muy alto de confianza nos garantiza el
éxito, que no lo hará. El desempeño de nuestros rivales también es importante,
pero en situaciones en las que la habilidad para influir en los resultados se
combina con un desempeño relativo sólo aquellos que se atreven a ir más allá de
lo que parece razonable tendrán posibilidades de triunfar. Lo que puede parecer
un nivel exagerado de confianza no es sólo útil en un contexto de rivalidad
competitiva, sino que es esencial.
El problema está en que identificar con
antelación el nivel adecuado de confianza. No existe una fórmula que se pueda
utilizar, por lo que tendemos a utilizar inferencias que hemos hecho a
posteriori. Si las cosas salen bien concluimos que nuestro nivel de confianza
era el adecuado. Si van mal la culpa es de un exceso o falta de confianza.
Determinar el nivel apropiado exige más que una comparación simple analizando
logros pasados. Necesitamos considerar si tenemos control sobre los resultados
y la naturaleza de la competencia. Cuando el desempeño es relativo y existen
grandes diferencias entre las ganancias y pérdidas que pueden obtener las
empresas es esencial tener un alto nivel de confianza.
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