domingo, 1 de octubre de 2017

COMPASIÓN. LA CLAVE DEL ÉXITO II


Christopher L. Kukk, en su libro “The compassionate achiever. How helping others fuels success” que estamos comentando, plantea que no existe un solo abordaje para lograr ser compasivo pero que existen una serie de competencias que hay que dominar. Estas son:

I.- Escuchar para aprender sobre el problema o reto. Escuchar, el primer paso para cultivar la compasión, es un acto sencillo que se puede presentar de diversas maneras. Escuchar desde esta perspectiva tiene menos que ver con la cantidad de información recibida que con nuestra concentración en lo que estamos escuchando. También, implica el arte de hacer preguntas. Las preguntas correctas conducen a respuestas que fortalecen nuestro aprendizaje. Igualmente importante es escuchar lo que no se dice. Los silencios en ocasiones nos van a decir más que las palabras y sonidos que escuchamos.

II.- Comprender para conocer cuáles son las opciones que pueden ayudar. La definición de compasión consta de dos partes y lograr entender es la meta de la primera. No implica sólo conocer los hechos o tener una información sino saber cómo esas piezas de conocimiento encajan  o no lo hacen entre sí. Comprender es conocer conceptos y hechos mediante el examen y el estudio de los mismos desde todos los  distintos ángulos, contextos, disciplinas, procesos y perspectivas posibles. Ser conscientes del contexto en el que una idea surge tiene casi tanta importancia como la idea en sí misma.

La inteligencia emocional juega un papel fundamental en el desarrollo de la comprensión por lo que intentar excluir las emociones en los procesos de toma de decisiones y resolución de problemas va a entorpecer nuestra habilidad para conseguir comprender.

III.- Identificar, desarrollar y conectar las capacidades necesarias para resolver los retos o problemas. Encontrar formas para variar nuestra perspectiva sobre una situación puede conducir a oportunidades inesperadas.

IV.- Actuar para resolver el reto  o problema. La segunda parte de la definición de compasión es la acción. Encontrar formas para vencer nuestro temor o reticencias a actuar así como el desarrollo del sentido de responsabilidad ayudan a promover la acción. La idea de la inacción, paradójicamente, en ocasiones, es la mejor opción para solucionar un problema, como por ejemplo, seguir el camino pasivo de Mahatma Gandhi. En el caso de la compasión actuar para resolver incluye tanto la acción como la inacción.

I.- ESCUCHAR PARA APRENDER SOBRE EL PROBLEMA O RETO.

La sabiduría y la compasión comparten un primer paso: la escucha. La compasión crece cuando hablamos menos y escuchamos más. La mayor parte de las personas oyen, pero las que son compasivas escuchan para aprender y aunque esto es necesario no resulta suficiente. Oír es un acto pasivo, no centrado de detectar sonidos y no necesariamente incluye la comprensión de lo que se oye. Podemos oír palabras sin captar su significado. Escuchar para aprender, también llamada escucha activa o atenta, es una actividad por la que nos centramos en detectar y entender el significado de los sonidos que recibimos.

Esta forma de escuchar es crucial para poder solucionar diversos tipos de problemas de forma compasiva. Bernard Mayes, por ejemplo, comprendió su poder para prevenir suicidios antes de que lo hiciesen los expertos médicos, al crear en 1962 la primera línea telefónica abierta y permanente de prevención del suicidio en San Francisco, consiguiendo que el número de suicidios en esta ciudad haya decrecido en un 50%.

Escuchar para aprender es un paso clave, también, para resolver conflictos. Sirve para conectar con la persona que está hablando y para construir puentes basándose en el respeto y la preocupación por el otro. Un estudio realizado en 2012 por Mila Hakanen y Aki Soudunsaari encontró que la escucha genuina es un requisito para generar confianza, tan importante  como la comunicación abierta y rica y es esencial para construir equipos de alto desempeño.

El autor recomienda desarrollar las siguientes habilidades para mejorar nuestras capacidades de escuchar para aprender: centrar nuestra atención, saber cuándo y cómo hacer preguntas y descubrir el significado del silencio.

1.- CENTRAR NUESTRA ATENCIÓN. Los líderes que tienen éxito y las personas verdaderamente compasivas saben cómo maximizar sus capacidades de escucha centrando su atención. Kukk plantea que existen tres formas básicas de mejorar nuestra capacidad de concentración:

a).- Pensar. Supone que cuando estamos escuchando nos centramos en averiguar lo que la otra persona realmente nos está queriendo decir no lo que suponemos o esperamos que nos diga y que no estaremos pensando en lo que vamos a responderle.

Escuchar no tiene que centrarse en nosotros, los oyentes, sino en el orador para poder llegar a comprenderle.  Cuando no escuchamos a los demás, aunque les oigamos, inevitablemente vamos a estar creando problemas.

El autor sugiere, para practicar la escucha activa: escuchar o ver un programa de radio o de televisión en el que alguien esté exponiendo ideas contrarias a las nuestras en un tema específico sin distraer nuestra atención (nos va a ayudar a aprender a silenciar nuestra voz interior de creencias e ideas preconcebidas) o andar o utilizar el transporte público mientras escuchamos una serie de canciones se intentar recordar, posteriormente, el nombre de las canciones que hemos escuchado en el orden correcto ( es una forma de practicar el concentrarnos en lo que hemos escuchado mientras suceden cosas a nuestro alrededor).

b).- Actuar para mejorar la escucha.  El simple acto de mirar al otro mientras nos habla incrementa nuestro nivel de comprensión al ayudarnos a escuchar cada palabra que tengan que decir y transmite al orador la sensación de que nos importa lo que está diciendo. El autor recomienda seguir las siguientes sugerencias:

·         Eliminar distracciones.

·         No responder al teléfono o contestar correos mientras estamos escuchando a otra persona.

·         No interrumpir para dar nuestra opinión  o un consejo.

·         Cerrar los ojos si la conversación es telefónica para eliminar distracciones visuales.

c).- Reproducir o recordar lo que hemos escuchado. Si queremos asegurarnos que hemos comprendido bien lo que nos han transmitido debemos:

·      - Parafrasear. Ofrece ventajas al que escucha porque le permite comprobar, al repetir las ideas básicas de lo oído, si ha interpretado correctamente el mensaje y para el orador puede ser de utilidad porque al escuchar al otro contar la historia con otras palabras puede contemplar la situación desde otra perspectiva y encontrar la solución que buscaba. El autor recomienda al parafrasear que:
           
Comencemos diciendo: “Si te he entendido correctamente ….”, esta frase tiene dos efectos: por un lado si hemos cometido errores al parafrasear es responsabilidad nuestra y por otra parte pone el énfasis en lo que el orador ha querido decir y no en lo que creemos que quiere decir.

No empezar diciendo: “Creo que lo que quieres decir es …..”

Introducir palabras que haya dicho el orador para mostrar que hemos escuchado atentamente.

No introducir ninguna frase que implique un juicio, como por ejemplo: “Creo que estás dejando que tus sentimientos interfieran en la forma en que estás contemplando el problema cuando dices…….”. El propósito de parafrasear es repetir no reprochar.

·    - Preguntar. Revisar a través de hacer preguntas puede cambiar la visión del problema tanto para el orador como para el oyente. Las preguntas pueden servir para eliminar malentendidos y para revelar enfoques no examinados de un problema. Algunas preguntas que podemos hacer son, por ejemplo: ¿Estás diciendo que ….?, ¿Qué quieres decir con …..? o ¿Por lo que acabo de escuchar  están ocurriendo muchas cosas. Cuáles crees que son los aspectos principales que nos van a conducir al centro de la cuestión?

Existe la creencia de que para escuchar debemos mantenernos callados pero el oyente compasivo sabe que al escuchar para aprender tiene que saber preguntar, ya que permitir que la incertidumbre sobre lo que una persona ha querido decir en una conversación puede terminar originando confusiones y problemas.

2.- SABER CUÁNDO Y CÓMO HACER PREGUNTAS. Uno de los factores claves para hacer una buena pregunta se encuentra en la apertura. El rango en el que una pregunta sea abierta o cerrada va a afectar al detalle de la respuesta.

Las preguntas se pueden asimilar a las fotografías de la escucha, porque pueden captar así como reflejar la esencia de lo que se está pensando o sintiendo en determinado momento. Cuando queremos abordar un tema complicado compasivamente tenemos que tener en cuenta que una pregunta mal planteada sirve para desconectar a las personas unas de otras y genera reticencia para continuar la conversación, mientras que si está bien hecha conecta a las personas y facilita un camino para continuar con la discusión.

Las personas verdaderamente compasivas contemplan los problemas mezclando preguntas tanto abiertas como cerradas en función del tipo que consideran que es más eficaz para entender el problema  y de la posición del orador. Por ejemplo, en ocasiones la persona está tan centrada en el problema o en lo que percibe como tal que no consideran otras posibilidades o perspectivas, por lo tanto es más adecuado utilizar preguntas abiertas del tipo: ¿Qué ha ocasionado el problema?, seguido de ¿Qué otras causas han podido contribuir al problema?. De esta forma ayudamos a la persona a que piense en otras explicaciones y percepciones.

Si, por el contrario, la persona se siente perdida en un problema puede tener dificultades para concentrarse y las preguntas cerradas pueden ayudar a hacerlo. Una pregunta como ¿Piensas que una causa es más importante que otros? sirve para estrechar el campo de atención.

3.- DESCUBRIR EL SIGNIFICADO DEL SILENCIO. Los silencios en el curso de las conversaciones frecuentemente son considerados como algo negativo que hay que evitar a toda costa. Un estudio encontró que la mayor parte de las personas rompen el silencio en menos de cuatro segundos, fundamentalmente porque están tratando de vencer una sensación de inseguridad o satisfacer la necesidad de aceptación social. El oyente compasivo, por el contrario ha aprendido a leer, entender e interpretar los silencios entre palabras como una parte importante de la conversación.

Escuchar para aprender implica tanto estar atento a lo que se dice como identificar lo que no se dice a través de los silencios. Existen dos razones principales para tener en cuenta el silencio en una conversación cuando escuchamos para aprender. Éstas son:

a).- El silencio nos ofrece la oportunidad de incrementar nuestra conciencia del momento presente y de  confirmar lo que se está diciendo y cómo se está diciendo.

b).- El silencio está lleno de significado.

Los silencios o pausas, según muestran las investigaciones sobre neurociencia en relación con la música ayudan a agudizar nuestra atención ya que permite al oyente la oportunidad de reenfocar su atención. Estudios recientes han encontrado que las pausas musicales tienen un mayor efecto en el cerebro que los sonidos que emanan de los instrumentos musicales.

Para ser un oyente atento debemos permitir los silencios e incluso fomentarlos, pero esto puede resultar ser un reto ya que nuestra cultura no valora el estar callado. Mark Twain, por el contrario mantenía que” si tuviésemos que hablar más que escuchar tendríamos dos bocas y un oído”.

Cuando crece el silencio la observación se convierte en una parte importante de la escucha. Interpretar las pausas en la conversación incluye la lectura de:

a).- Las microexpresiones faciales. Éstas son las expresiones que duran sólo una fracción de un segundo y se presentan cuando una persona, conscientemente o no, intenta ocultar un sentimiento.

b).- El lenguaje corporal. Muchos agentes de la contrainteligencia para incrementar sus habilidades en este campo juegan  a “Dos verdades y una mentira”. En este juego una persona dice dos verdades y una mentira y la otra debe averiguar cuál es la mentira. La cara y las manos van a dar muchas pistas, por ejemplo si una persona incrementa el número de veces que se toca la cara mientras habla o responde a una pregunta normalmente es una señal de que se encuentra en una situación de estrés y por tanto mintiendo. Otro signo de que se está ocultando algo ocurre cuando se tocan la garganta como si la estuvieran cubriendo para evitar decirnos algo.

Comprender el contexto y el entorno en el que se produce el lenguaje verbal es tan importante como los movimientos en sí mismos. Por ejemplo, las pupilas se dilatan cuando una persona está interesada en lo que está escuchando y se contraen al ir perdiendo interés pero la iluminación del lugar en que tiene lugar juega un papel ya que si es muy luminoso las pupilas se van a ir dilatando.

Nuestras ideas preconcebidas o percepciones sobre lo que la otra persona puede estar sintiendo o  pensando pueden crear un ruido que interfiere en nuestra habilidad para interpretar el silencio, ya que pueden hacer que malinterpretemos lo que estamos escuchando. Cada uno de nosotros percibimos el mundo de una forma distinta y estas ideas preconcebidas pueden alterar y distorsionar lo que vemos y oímos.

Diversas investigaciones en el campo de la psicología y neurociencia han mostrado que lo que experimentamos y percibimos en un momento dado no depende únicamente de lo que nos dicen nuestros sentidos sino, también, de los conocimientos que tenemos y de las emociones que estamos sintiendo en ese instante. Nuestras experiencias y creencias previas pueden enturbiar lo que pensamos que acabamos de oír hasta el extremo de que no seamos capaces de distinguir fácilmente lo que recordamos que se ha dicho y las construcciones que hemos creado basadas en asociaciones y conocimiento. Las personas tendemos a recordar lo que esperamos recordar. Por ejemplo, se ha comprobado que tendemos a llegar a conclusiones o a juicios sobre otras personas en aproximadamente 100 milisegundos basándonos simplemente en sus miradas.

La práctica de una escucha basada en las técnicas de mindfulness es una forma de evitar todas esas ideas y de centrarnos en el orador, ya que promueven la atención en el momento presente sin emitir juicios.






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