Annie Mc Kee, autora de “How to be happy at work”, en la edición de septiembre-octubre de Harvard Business Review, plantea que la vida es demasiado corta para que seamos infelices en nuestro trabajo, pero que muchos profesionales, que tienen libertad para diseñar sus carreras sienten que no se están realizando en su trabajo, les falta compromiso con el mismo y se sienten mal en su vida laboral.
Durante años hemos
estado contemplando los desalentadores niveles de compromiso de los
profesionales. Numerosos estudios demuestran que cerca de dos terceras partes
de los trabajadores en Estados Unidos se sienten aburridos o desenganchados y
dispuestos a sabotear planes, proyectos y a otros compañeros. Múltiples
factores originan este malestar contemporáneo. La Asociación Americana de
Psicología ha encontrado, a inicios de 2017, que los estadounidenses están padeciendo
mayores niveles de estrés que nunca debido a la situación política, a la
rapidez de los cambios y a la incertidumbre que se vive en el mundo. Pero no
siempre debemos culpar a fuerzas externas de nuestra infelicidad, en ocasiones
somos nosotros los responsables, debido a que muchos de nosotros caemos en lo
que la autora llama las “trampas de la felicidad”. Éstas son patrones mentales
destructivos y formas de trabajar que hacen que nos sintamos atascados,
infelices y nos impidan alcanzar el éxito.
Tres de las más
comunes: la ambición, hacer lo que se espera de nosotros y trabajar demasiado
pueden parecer productivas en la superficie pero son dañinas cuando se llevan a
situaciones extremas.
1.- LA TRAMPA DE LA AMBICIÓN
El deseo de alcanzar
metas y progresar en nuestras carreras nos empuja a ser y dar lo mejor de
nosotros mismos. Pero cuando la ambición se une a la hipercompetitividad y al
único objetivo de ganar nos vamos a encontrar con problemas ya que nos cegamos
y no vemos el impacto que nuestras acciones pueden tener sobre los demás, las
relaciones se dañan y la colaboración se resiente, comenzamos a perseguir metas
por el mero hecho de demostrar nuestra valía y el trabajo comienza a perder su
significado.
No hay nada
inherentemente malo en ser ambiciosos. En ocasiones logra que los profesionales
mejoren sus habilidades sociales ya que la colaboración eficaz es un
prerrequisito para el éxito a largo plazo en las organizaciones más complejas,
pero si terminan centrándose exclusivamente en sus propios intereses sus
compañeros van a dejar de confiar en ellos y de prestarles ayuda.
2.-
LA TRAMPA DE TENER QUE HACER TODO LO QUE SE ESPERA DE NOSOTROS
Hacer lo que creemos
que debemos hacer en lugar de lo que queremos hacer es una trampa en la que
todos corremos el riesgo de caer en algún momento de nuestras vidas laborales.
Es verdad que alguna de las reglas no escritas que moldean nuestras carreras
profesionales son positivas, como por ejemplo completar nuestra educación o ser
puntuales y respetuosos en el trabajo, pero muchas de las normas que rigen
nuestros lugares de trabajo nos fuerzan a rechazar quiénes somos y a tomar
decisiones que pueden lastrar nuestro potencial y anular nuestros sueños.
Para tener éxito en la
mayoría de las organizaciones debemos obedecer reglas sobre cómo vestirnos,
comunicarnos, con quién debemos relacionarnos y hasta en ocasiones extremas
cómo debe ser nuestra vida fuera del trabajo. Por ejemplo existen empresas en
las que es imposible asumir roles de liderazgo si no estás casado con una mujer
y en Fortune 500 sólo el 4% de los puestos de altos ejecutivos están ocupados
por mujeres y menos del 1% por personas de color. Estos datos sorprendentes nos
dicen “quiénes tienen que liderar” y quiénes tienen que seguir” en las principales
empresas.
Estas normas no
escritas no sólo no tienen ningún fundamento sólido ya que, por ejemplo, el
estado civil, el género y la raza no muestran ninguna correlación con las
habilidades necesarias para ser un buen líder, sino que ocasionan efectos
negativos a nivel personal cuando los profesionales sienten que tienen que
esconder quiénes son o pretender que son alguien que no son. Kenji Yoshino y
Christie Smith mostraron en un estudio, patrocinado por Deloitte,en el que se
analizaba la situación de más de 3.000 trabajadores, que el 61% de éstos sentían
que debían ocultar quiénes eran en alguna faceta de sus vidas si querían
encajar en su organización. Por ejemplo, en algunos casos las mujeres no
hablaban de sus hijos para evitar la “penalización de la maternidad” o los
afroamericanos evitaban juntarse entre sí para evitar ser considerados como
parte de un grupo marginal. Hasta un 45% de los hombres blancos reconocían
sentir la necesidad de no hablar de cosas que les pudiesen significar como
estar deprimido o tener un niño con problemas para evitar parecer vulnerables,
porque sentían que tenían que demostrar siempre su fortaleza.
Vivir escondiendo
nuestro verdadero yo conduce a la infelicidad y deteriora el desempeño
profesional al decrecer el compromiso y al aflorar y hacerse evidente la insatisfacción con el trabajo y los
compañeros.
Evitar esta trampa no
consiste, obviamente, en ignorar completamente las normas, sino en reconocer
cuáles pueden terminar dañándonos. La conformidad no contribuye a que surjan
contribuciones creativas u originales ni conduce a la felicidad en el trabajo,
ingrediente clave para el éxito profesional mantenido.
3.-
LA TRAMPA DE TRABAJAR EN EXCESO
Algunos profesionales
reaccionan ante las presiones de estar “siempre disponible” que se plantean en
numerosos trabajos en el siglo XXI dedicando todos los momentos de vigilia del
día a trabajar o a pensar en el trabajo. Por esta razón carecen de tiempo para
dedicar a la familia, amigos o a conocer a los compañeros y para cuidar de su
salud y bienestar.
Esta situación conduce
a una espiral negativa: la mayor carga de trabajo produce mayores niveles de
estrés, este incremento del estrés enlentece nuestra capacidad mental y
compromete nuestra inteligencia emocional, disminuye nuestra creatividad y las
menores habilidades de relación dañan nuestra habilidad para conseguir que las
cosas se hagan.
Trabajar en exceso
puede resultar seductor porque todavía constituye un factor de reconocimiento
en muchas organizaciones. Erin Reid, encontró, en sus investigaciones, que
algunas personas, sobre todo hombres, mentían sobre el número de horas que
trabajaban y decían que lo hacían durante una media de 80 horas a la semana
porque pensaban que de esta forma iban a impresionar a sus jefes. La obsesión
por el trabajo, también, puede proceder de nuestros demonios interiores ya que
alimenta nuestras inseguridades, mitiga nuestro sentimiento de culpabilidad
cuando vemos que otros trabajan en exceso o nos ayuda a escapar de nuestros
problemas personales. Muchos profesionales piensan que así aliviarán su nivel
de estrés al poder terminar un proyecto, leer todos sus correos o redactar un
informe pendiente, por ejemplo, creen que así mantendrán el control, sin ser
conscientes de que las demandas de trabajo difícilmente van a acabar.
Las organizaciones
planas y los mercados ultracompetitivos están favoreciendo esta trampa porque
se espera que se haga más con menos
efectivos. Con los avances tecnológicos estamos realizando tareas que antes
hacían otros o con los móviles estamos conectados permanentemente.
La autora propone para
salir de estas trampas seguir los siguientes pasos:
a).-
Aceptar que merecemos ser felices en el trabajo.
Esto supone superar la idea de que el trabajo no puede ser una fuente primaria
de realización y satisfacción. Durante siglos se ha considerado como un medio
para la supervivencia básica. Evidentemente muchas personas siguen
enfrentándose a condiciones de trabajo penosas y para ellas el trabajo equivale
a una carga penosa, pero distintos estudios han mostrado que hasta las tareas
menos especializadas pueden producir sensación de plenitud.
El trabajo puede ser
una fuente de verdadera felicidad, ya que supone el disfrutar de las
actividades diarias motivados por un propósito que tenga un sentido, por la confianza en el
futuro y por amistades sólidas. Para gozar de estos componentes de la felicidad
debemos primero indagar en los hábitos y motores que están dificultando el que
lo hagamos, planteándonos preguntas como: ¿Por qué trabajo todo el tiempo?, ¿Mi
ambición y deseo de ganar me beneficia o me daña? O ¿Por qué estoy atrapado en lo que debo hacer y
no persigo lo que quiero hacer?
En las últimas décadas
diversos psicólogos e investigadores han llegado al acuerdo de que existen 12
competencias emocionales que sirven para evitar o liberarnos de las trampas
mencionadas. Éstas tienen que ver con la autoconciencia, la conciencia social (
empatía y conciencia de la organización), la gestión de uno mismo ( orientación
al logro, actitud positiva, adaptabilidad y control emocional) y la gestión de
las relaciones ( liderazgo inspirador, trabajo en equipo, capacidad de ejercer
de coach y mentor, influencia y manejo de conflictos). De entre ellas la autora
selecciona tres:
1).- Conciencia
emocional o la capacidad de identificar y entender nuestros sentimientos y
estados de ánimo y de reconocer cómo
intervienen en nuestros pensamientos y acciones.
2).- Autocontrol. El
ser consciente es un buen comienzo pero después debemos actuar y en este
momento entra en juego el autocontrol y nos permite tolerar la sensación de
incomodidad que surge cuando vemos lo que nos estamos haciendo a nosotros
mismos y abordar acciones que se encuentran fuera de nuestra zona de control.
3).- Conciencia de la
organización o la capacidad de comprender nuestro entorno de trabajo nos va a
ayudar a distinguir lo que procede de nuestro interior de lo que viene de otros
o de nuestra empresa. Por ejemplo podemos ver que nuestros compañeros contestan
los correos a todas las horas del día y que nuestro exceso de trabajo tiene su
origen en las presiones para adaptarnos a esta costumbre y no a una inseguridad
personal y tomar la decisión de rebelarnos o seguir respetando las normas.
b).-
Encontrar el propósito, la esperanza y la amistad.
La felicidad no surge mágicamente por lo que debemos buscar activamente el
significado y propósito de nuestras actividades cotidianas, fomentar la esperanza
en nosotros y en los demás y s amistades en el trabajo.
Diversas
investigaciones han demostrado que las emociones positivas que derivan del trabajo
que consideramos que merece la pena nos permiten ser más innovadores y
adaptables y realizar mejor nuestras tareas. Cada persona puede tener una
motivación diferente pero la autora comenta que en su experiencia en todo el
mundo y en todas las profesiones existen unas similitudes: queremos luchar por
una causa que nos importe, deseamos crear e innovar, solucionar problemas y
mejorar nuestros entornos de trabajo y queremos aprender y crecer.
Si somos capaces de
descubrir que aspectos de nuestro trabajo nos llenan realmente y cuáles nos
están destruyendo podremos plantearnos elecciones sobre cómo emplear nuestro
tiempo y cómo enfocar nuestra carrera profesional.
La esperanza nos
posibilita navegar a través de la complejidad, manejar el estrés, el miedo y la
frustración y comprender a las organizaciones y vidas frenéticas. No significa
caer en pensamientos mágicos sino que es una experiencia emocional poderosa y
positiva que nos da valor y conduce a la elaboración de planes bien
reflexionados y a la realización de acciones concretas.
Si trabajamos con personas
a las que apreciamos y respetamos y si ellas nos responden de la misma forma
seguramente disfrutaremos yendo a trabajar. Las relaciones positivas y cálidas
son importantes porque desde el comienzo de los tiempos las personas se han
organizado en tribus que trabajan y juegan juntas. Las organizaciones actuales
son nuestras tribus y deseamos trabajar en un equipo o compañía de la que nos
sintamos orgullosos y que nos inspire a volcar todos nuestros esfuerzos en
ella. También, queremos que los demás se preocupen por nosotros y nos valoren
como personas y deseamos hacer lo mismo por los demás. Nos desarrollamos
físicamente y psicológicamente cuando sentimos compasión por los otros y éstos
se preocupan, a su vez por nuestro bienestar. Por ejemplo, el estudio Harvard
Grant , entre otros, ha encontrado que el amor es el determinante más
importante de la felicidad y que las personas que experimentan amor, incluyendo
el relacionado con la amistad, tienen más éxito en la vida (incluso a nivel
económico).
El amor que necesitamos
en el trabajo es el basado en la preocupación e interés genuino por el otro, el cuidado y la camaradería. Este tipo
de relaciones están llenas de confianza y generosidad, son una fuente de
deleite y hacen que el trabajo sea agradable y divertido.
Cómo recuperé a mi exmarido después de que nos dejó a mí ya nuestros hijos ”Le sugiero que lea mi testimonio. Soy Regina Brian, estoy tan emocionada de que mi esposo haya vuelto después de que me dejó por otra mujer. Mi esposo tuvo una aventura con un colega y yo amo mucho a mi esposo, pero él me engañó con su colega y esta chica, creo, usa brujería o magia negra con mi esposo para hacer que me odie y fue tan crítico y sin ¡Apelo, lloro día y noche para que Dios me envíe ayuda para traer de regreso a mi esposo! Estaba realmente molesta y necesitaba ayuda, así que busqué ayuda en línea y encontré un sitio web que sugería que la Dra. Sunny podría ayudar a encontrar a su esposo rápidamente. Así que sentí que tenía que intentarlo. Me comuniqué con él y me dijo qué hacer y lo hice, y luego me hizo un hechizo de amor. 48 horas después, mi esposo realmente me llamó y me dijo que lo extrañaba mucho, ¡Dios mío! Estaba tan feliz, y hoy estoy feliz con mi hombre nuevamente y estamos viviendo felices juntos y agradezco al poderoso lanzador DR SUNNY, es tan poderoso y decidí compartir mi historia aquí. Si estás aquí y tu amante te niega o tu esposo se muda con otra mujer, no llores más, contacta al DR SUNNY para que te ayude ahora. Aquí está su contacto, envíele un correo electrónico drsunnydsolution1@gmail.com También puede WhatsApp al +2348082943805
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