Allison Shapira, profesora de
comunicación en Harvard Kennedy School, en hbr.org del pasado 2 de abril,
plantea que en muchas organizaciones la habilidad de liderazgo se mide en parte
por la disposición a hablar y defender nuestras ideas en las reuniones. Se
espera que éstas se expongan sin esperar a que seamos invitados a participar.
La autora recomienda tres estrategias
para hacerlo de forma eficaz y tres sugerencias sobre cuándo es mejor callar.
Éstas son:
INTERVENIR:
1.- Preparar la intervención con antelación, no esperar a que la
inspiración nos llegue durante la reunión.
2.- Preguntarnos por qué debemos hablar. Implica que debemos cuestionarnos por
qué nos preocupamos por lo que hacemos, por nuestra organización o nuestro rol.
La respuesta nos ayuda a conectar con un propósito y a incrementar nuestra
seguridad. Nos recuerda que vamos a hablar no para lucirnos sino porque nos
importa realmente el tema a tratar y nos recuerda que nuestra credibilidad no
procede únicamente de nuestro rol ni de nuestra experiencia sino que puede
venir también del compromiso y pasión que sentimos.
3.- Hacer una pausa y respirar para incrementar nuestra confianza en
nosotros mismos. Hablar en una reunión requiere coraje y si tenemos la habilidad necesaria
podremos dirigir la trayectoria de la conversación guiando a la otra parte
hacia el sí cuando parecía que todo estaba perdido. Hacer una pausa y respirar
nos ayuda a centrarnos y fortalece nuestra voz para que cuando hablemos lo
hagamos con convicción.
No hay que olvidar que en ocasiones es
la persona que menos dice la que tienen más poder. Éste viene, con frecuencia,
de tener claro cuándo estratégicamente hay que hablar, además del contenido.
Por tanto, Shapiro sugiere
NO INTERVENIR:
1.- Si sólo pretendemos lucirnos. Todos tenemos la experiencia de asistir
a reuniones en las que no se llegan a conclusiones porque todos los
participantes hablan interminablemente y todos desconectan. Antes de exponer
nuestras ideas debemos preguntarnos si vamos a intervenir sólo para mostrar lo
mucho que sabemos sobre el tema. En este caso es mejor dejar que otros
participen o que la reunión siga su curso natural.
2.- Si queremos que otros miembros de nuestro equipo adquieran confianza y
vayan siendo conocidos. En ocasiones el liderazgo implica dejar que otros
planteen sus soluciones y así vayan construyendo relaciones de confianza con
los clientes o con la otra parte. Dar la
oportunidad para que los colaboradores intervengan en las reuniones es una de las
formas más efectivas para que vayan afianzando sus capacidades de liderazgo,
incrementar su visibilidad, tanto interna como externa, al tiempo que el
cliente o la otra parte pueden percibir que pueden contar con todo el equipo y
no sólo con su líder.
3.- Si nuestro comentario es más adecuado para una conversación en privado. Muchos asuntos
complicados se resuelven mejor en privado en lugar de abordar el asunto en
público donde podemos desencadenar reacciones defensivas que van a dificultar
la búsqueda de acuerdos y soluciones.
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