Manfred F. R. Kets de Vries en INSEAD Knowledge del pasado 19 de marzo planteaba que la frase “la
cumbre es solitaria” suena como un cliché pero para muchos altos ejecutivos es
una dura realidad, ya que las responsabilidades de su puesto suelen ir acompañadas
de noches sin dormir y de la preocupación constante sobre si ha tomado las
decisiones correctas. La presión psicológica a la que se ven sometidos puede infligir
una presión emocional que la mayoría de los profesionales nunca van a padecer. Externamente
se puede visualizar como un distanciamiento de los demás lo cual va a incidir
negativamente en su eficacia como líderes.
En ausencia de un sistema
de apoyo el burnout se convierte en una amenaza real, pero a pesar del peligro
que presenta esta soledad del alto directivo pocas veces se reconoce y éste
intenta por todos los medios mantener la fachada de que todo va bien.
La jerarquía genera una
distancia en función del poder y aunque el alto directivo intente minimizarla
los subordinados siempre son conscientes de que su jefe puede tomar decisiones
que pueden afectar sus carreras de forma dramática. Los directivos deben estar
lo suficientemente cerca como para relacionarse con sus subordinados pero lo
suficientemente alejados para motivarles. Es un equilibrio delicado y las
acusaciones de favoritismo o desinterés siempre están cerca.
El autor recomienda que los
ejecutivos se mantengan alerta a los siguientes riesgos cuando asumen los
puestos de mayor nivel en la jerarquía:
1.- Convertirse en la
diana de sentimientos hostiles y de envidia. Los altos directivos poseen muchos
privilegios que el resto de los profesionales no tienen por lo que pueden ser
envidiados por otros compañeros. Desgraciadamente las personas envidiosas con
frecuencia se tornan resentidas y los directivos reaccionan tratando de
disimular sus propias capacidades llegando a paralizarse y a ser incapaces de
tomar decisiones. El temor inconsciente a destacar y a ser rechazado por ello,
criticado o condenado al ostracismo contribuye al sentimiento de aislamiento.
2.- Vivir en una cámara
de resonancia. Los altos directivos con frecuencia reciben información limitada
y filtrada ya que sus subordinados tienden a estar de acuerdo con ellos por el
temor a las represalias si dicen algo “equivocado”.
Muchos profesionales
nunca van a cuestionar las ideas de su jefe prefiriendo dejarles que escuchen
lo que piensan que quieren oír, con lo que consiguen que éstos se encuentren
aislados de la realidad.
3.- Caer en la paranoia.
Cuando estamos rodeados de mentirosos es difícil saber en quién confiar. Para
muchos directivos estar permanentemente en guardia es la respuesta racional
ante un mundo en el que sienten que están rodeados por posibles enemigos. La
vigilancia es simplemente una extensión de su deseo de supervivencia. El
problema surge cuando un nivel moderado de desconfianza se transforma en
paranoia. La soledad y el aislamiento incrementan el riesgo de que esto ocurra.
Kets de Vries propone
como sugerencias para poder afrontar la soledad y el aislamiento que los
ejecutivos:
a).- Sean conscientes y
estén preparados mentalmente. Como primer paso es aconsejable que reciba alguna
sesión de mentoring con personas que han vivido su situación. Deben ser
conscientes de que actuar como el “Llanero solitario” es nocivo para su salud
por lo que deben prepararse para el alto coste psicológico del éxito y el
poder.
b).- Construyan una red
externa de apoyo con la que se puedan relacionar y exponer sus retos y de la
que puedan recibir consejos y apoyo de una forma amable y confidencial. Puede
estar formada por otros altos directivos o como alternativa por coaches o
consultores que puedan facilitar un espacio seguro en el que el directivo pueda
recibir feedback sincero.
También se pueden apoyar
en amigos no relacionados con el trabajo para evitar que pierdan el equilibrio
entre su vida personal y laboral y que lleguen al burnout.
3.- Expresen
agradecimiento. Una forma de enlentecer el proceso de aislamiento consiste en
mostrar gratitud a las personas que les rodean, ya que de esta forma se libera
oxitocina la hormona que promueve los comportamientos sociales tales como la
confianza, la generosidad y el afecto. Una actitud agradecida nos ayuda a experimentar
emociones positivas y a lidiar con la adversidad. Los líderes generosos generan
el sentido de pertenencia de los que les rodean.
Reconociendo y celebrando
la forma en que cada rol contribuye al propósito de la organización los altos
directivos pueden prevenir que sus subordinados se sientan olvidados y crea una
cultura en que éstos sienten que pueden tener el valor de mostrar su desacuerdo
con los jefes cuando sea apropiado.
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