Laura Empson en la edición de marzo-abril de Harvard Business Review plantea que en entornos corporativos convencionales se espera de los líderes que inspiren y dirijan a sus profesionales, que se pueden considerar como seguidores, pero que en organizaciones de servicios profesionales las dinámicas de liderazgo son diferentes porque las relaciones de poder son distintas. El mundo de la consultoría, de las firmas de abogados y de la banca de inversión, por ejemplo, tiende a estar compuesto de profesionales muy cualificados que no aceptan fácilmente el rol de seguidor y que al mismo tiempo no se sienten atraídos por el de líder. En este contexto el liderazgo es un esfuerzo colectivo no individual creado a través de las interacciones entre colegas poderosos.
El poder en las
organizaciones se asocia a las personas que controlan el acceso a los recursos
clave. En organizaciones de servicios profesionales estos recursos son el
conocimiento y la experiencia especializada, las relaciones con los mayores
clientes y la reputación en el mercado. En ellas el poder se encuentra muy
disperso la autonomía es muy extensa y la autoridad es contingente. Los
profesionales “senior” deben contar con amplia autonomía para personalizar el
servicio a sus clientes y mientras intervienen en la elección o designación de
sus compañeros hacia posiciones de liderazgo sólo les ceden la autoridad de
forma condicional reservándose el derecho de cuestionarla, ignorarla y en
ocasiones de actuar para removerles de sus cargos.
Esta situación origina
fuertes restricciones a la hora de actuar de los líderes ya que dependen
enteramente del apoyo continuado de sus compañeros para conseguir hacer algo.
La autora con la
colaboración de Johan Alvehus ha realizado diversos estudios para analizar cómo
un líder en estas organizaciones puede conseguir resultados y ha identificado
tres dinámicas diferentes pero interconectadas que explican cómo se produce el
liderazgo colectivo entre este tipo de profesionales. En el fondo de cada una
subyace una tensión entre las acciones de las personas que desempeñan
posiciones de liderazgo y la forma en que sus compañeros responden e
interpretan sus acciones. Estas tensiones crean un equilibrio inestable y para
mantenerlo los líderes deben trabajar sin descanso para gestionar estas
tensiones.
Las dinámicas encontradas
son:
1.-
ESTABLECER LA LEGITIMIDAD
En organizaciones
convencionales a las estrellas emergentes con frecuencia se les recomienda que
demuestren su potencial buscando acceder a responsabilidades de liderazgo. Pero
en una organización de servicios profesionales es recomendable mostrarse alerta
y precavido porque cuando un jefe te invita a aceptar un rol de liderazgo con
frecuencia puede estar intentando liberarse de pesadas responsabilidades
administrativas y se corre el riesgo de pasar de ser un experto generador de beneficios a ser visto
por los compañeros como un administrador con pretensiones.
Otro error que los
profesionales cometen también frecuentemente es pensar que pueden ascender en
sus organizaciones realizando exclusivamente un trabajo técnico brillante y
siendo reconocido por sus compañeros como un experto. No es habitual que los
especialistas técnicos accedan a altos puestos directivos.
Entre los profesionales
de estas organizaciones la legitimidad como líder va a depender finalmente de
la capacidad de generar ingresos. Las investigaciones de la autora han mostrado
que las personas que llegan a lo más alto de las firmas de servicios profesionales
suelen destacar a la hora de conseguir
nuevos negocios y en la gestión de los clientes más lucrativos y exigentes. También
dedican más horas al trabajo en un entorno que ya se caracteriza por los
horarios muy extensos como norma. Los compañeros por estas razones los ven como
modelos y están dispuestos a cederles la autoridad.
La ironía es que muchos
de estos profesionales “modelo” no
tienen ningún interés en convertirse en líderes porque prefieren centrarse en
aquello que les gusta más y hacen mejor: el trabajo con los clientes. Los que
se arriesgan deben tener en cuenta las otras dos dinámicas:
2.-
MANIOBRAR POLÍTICAMENTE
En un entorno
caracterizado por una amplia autonomía y una autoridad contingente el liderazgo
se manifiesta a través de maniobras políticas. Los líderes tienen que conseguir
y mantener el consenso de sus colaboradores y para ello deben ofrecerles
incentivos en privado para persuadirles a que les presten apoyo en público. Son
necesarias cuatro habilidades políticas principales para tener éxito en este
objetivo al tiempo que el líder mantiene su autoridad. Éstas son:
a).- Habilidad para
relacionarse y hacer “networking”.
b).- Influencia
interpersonal.
c).- Astucia social.
d).- Sinceridad.
Los profesionales en
estas organizaciones tienden a desconfiar de los compañeros que quieren ejercer
poder sobre ello. Consideran que es correcto ser ambicioso en aspectos
relacionados con la organización pero no con respecto a uno mismo Por tanto,
como líder, deben convencer a sus compañeros de que están utilizando sus dotes “políticas”
para su beneficio en lugar de que en su propio interés. Si lo consiguen los
compañeros no juzgarán que su actuación es política sino percibirán que es
íntegra.
La tercera dinámica
consiste en:
3.-
LA NEGOCIACIÓN CONSTANTE
Conseguir que exista un
equilibrio entre la autonomía y el control no es sencillo. Implica la necesidad
de una negociación continua. Saber cuáles
son las actuaciones que hay que acometer es sólo una parte del reto, debemos
comprender, también, cuándo debemos afrontarlas, con quién y ver cómo podemos
convencer a nuestros compañeros que estamos trabajando para defender sus
intereses más que los nuestros. Por ejemplo al comienzo del año desde la perspectiva
financiera si intentamos ejercer algún tipo de control se puede entender como
la pretensión inaceptable de coartar su autonomía, pero si se espera a que surjan
complicaciones financieras y sean obvias se pueden presentar quejas por el
vacío de liderazgo.
Además de estar
negociando continuamente el líder de una organización de servicios
profesionales, como hemos comentado, debe para retener su legitimidad, seguir
teniendo éxito en el mercado a pesar del hecho de que no puede dedicar todo su
tiempo a trabajos que proporcionen ingresos y maniobrar políticamente
constantemente mientras las alianzas entre sus colaboradores van cambiando y su
poder va experimentando fluctuaciones, sin olvidar que no se trata tanto de lo
que hace como líder a nivel individual sino cómo sus compañeros interpretan y
responden a lo que hace.
La inestabilidad se
amplifica por el hecho de que las tres dinámicas de liderazgo se encuentran
interconectadas entre sí por lo que si los colaboradores descubre que estamos
maniobrando políticamente rápidamente cuestionarán nuestra legitimidad lo que
minará nuestra capacidad para negociar el equilibrio entre autonomía y control
al no poder convencerles de que estamos actuando en favor de sus intereses y no
de los nuestros.
Epsom plantea, pues, que
los principios que deben guiar el liderazgo en este tipo de organizaciones son:
a).-
Centrarse primero en lo fundamental
Nuestros compañeros nos
aceptarán como líderes solo si reconocen que somos tan buenos en su trabajo como
ellos lo son. Necesitamos establecer nuestra reputación desde el principio de
nuestra carrera como profesionales que tienen éxito. Una vez que estemos
inmersos en un rol de liderazgo “senior” no deberemos descuidar el traer nuevas
oportunidades de negocio.
b).-
Perfeccionar nuestras habilidades “políticas”
Comprender y conocer las
sutilezas de las políticas en la organización y no pensar que los compañeros a
los que les va bien no son de fiar. El influir estratégicamente en alguien no
nos convierte en personas poco sinceras, sino que es un acto de sentido común.
c).-
Dedicar tiempo a construir consenso pero estar preparados para reivindicar el
control
Si tenemos una visión muy
clara podemos querer implementarla con rapidez pero no debemos tener prisa ya
que antes tendremos que trabajar para que ésta gane sobre los distintos
intereses que estarán en competencia, dedicar tiempo para escuchar respetuosamente
todas las objeciones y conceder algunas demandas. Debemos permanecer
pacientemente en la retaguardia mientras vemos como nuestros compañeros
ejercitan su prerrogativa a “liar” las cosas porque a largo plazo la respuesta
será mejor si aprenden las cosas a través de su experiencia. Pero, al tiempo,
debemos tomar el control en el momento apropiado para que nuestros profesionales
no se quejen de que existe un vacío de liderazgo.
d).-
Ser ambiciosos para conseguir logros para nuestra organización ( y para
nosotros mismos)
Nuestro entusiasmo y
preocupación por la organización debe ser percibido como genuino
independientemente del alcance de nuestra ambición personal. Tenemos que
convencer a los profesionales que nos preocupamos de igual forma por sus
intereses que por los nuestros.
e).-
Saber cuándo ser un buen seguidor
Nunca se presentará el
momento en que podamos dejar de acariciar los egos de los colaboradores de
forma segura. Cuanto más ascendamos más complicado resultará convencer a los
compañeros de que no nos creemos que somos más que ellos. Como líder de una
firma de servicios profesionales debemos aspirar a estar unos cuantos pasos por
delante de nuestros colaboradores al tiempo que debemos ser capaces de juzgar
cuándo dar un paso atrás y mostrar que estamos preparados a seguir los
planteamientos de éstos.
El liderazgo colectivo
que se manifiesta en estas organizaciones, como hemos visto, se caracteriza por
que las dinámicas de liderazgo están constantemente fluyendo mientras el
equilibrio se desestabiliza y se vuelve a recuperar. En ocasiones un individuo
puede dar un paso hacia delante y asumir el liderazgo y sus compañeros
permitirán que lo haga y en otras dará un paso atrás y se convertirá en un buen
seguidor aunque formalmente esté a cargo. Por tanto el liderazgo colectivo no
es algo que se les hace a los seguidores sino algo que se hace con los
seguidores.
El equipo directivo de
una firma de servicios profesionales incluye en realidad a todos los socios,
llegando a ser en ocasiones su número superior a varios cientos. Cuando
asumimos el rol de socio senior los compañeros pueden considerar que podemos
ser su “líder heroico” y podemos sentir la tentación de aceptar el reto pero
necesitamos seguir recordándoles que el liderazgo es una actividad colectiva.
Si nos sentimos solos en lo más alto seguramente será porque no lo estamos
haciendo del todo bien.
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