Rich Brandt en SmartBrief on Leadership del pasado 6 de febrero plantea que
una de las mayores dificultades que los directivos se encuentran es la baja
moral o deficiente actitud de sus trabajadores. Parte de esta actitud viene
condicionada por factores del entorno tales como las condiciones del trabajo,
las presiones externas y la cultura corporativa, pero parece que lo que tiene
más importancia son los factores psicológicos, fundamentalmente la visión
general de la vida que tiene el profesional.
Si éste es optimista normalmente mostrará una mejor actitud ante el trabajo
que un pesimista y, por tanto, será más productivo. Desafortunadamente los
empleadores rara vez piensan que tienen que ayudar a su fuerza laboral para que
sean más optimistas.
En primer lugar las personas deben ser conscientes de su pesimismo y de
cómo afecta negativamente a su salud, a su felicidad y a su desempeño en el
trabajo. En muchos casos las personas pensamos que somos optimistas sólo porque
tenemos alguien cerca que es más negativo que nosotros.
El pesimismo es la tendencia general a esperar resultados malos o
desfavorables. No depende de nuestra comparación con los demás sino si nuestra
actitud y perspectiva es con más frecuencia negativa que positiva. Ésta se
modela por la conversación interna que tiene lugar dentro de nuestras mentes
desde que nos despertamos hasta que nos dormimos. Si es negativa va a cambiar
la forma en la que vemos el mundo. Los pensamientos negativos programan a
nuestro cerebro para que busque problemas, con lo que tendemos a verlos en
todas partes.
El hábito de forzar la realidad para que encaje en ciertos patrones se
conoce como el “efecto Tetris”, descrito tras un experimento realizado en la Facultad
de Medicina de Harvard en el que un grupo de personas que jugaron al Tetris
durante 72 horas y posteriormente fueron despertadas en una etapa inicial del
ciclo del sueño referían que veían patrones de Tetris aunque no estuviesen
jugando. Todo se había convertido en un bloque de Tetris.
Si las personas son más pesimistas el patrón de negatividad se fija en sus
mentes y tienden a centrarse en lo que puede ir mal de cada situación, mientras
el optimista en las mismas circunstancias ve oportunidades. Si queremos llegar
a tener una actitud mejor debemos centrarnos en determinadas prácticas mentales
porque los humanos debemos vencer lo que se conoce como la “inclinación hacia
la negatividad”. Los neurocientíficos piensan que el pesimismo permitió la
supervivencia de nuestros antepasados ante las amenazas diarias a su
existencia. Consecuentemente los humanos nos sentimos más inclinados a prestar
atención a los peligros y amenazas que a las oportunidades.
El autor recomienda tres prácticas que pueden ayudar a cambiar nuestra
química cerebral y reprogramar nuestra mente para que sea más optimista. Éstas son
las siguientes:
1.- Ser agradecidos. Debemos aprender a identificar diariamente todas las
cosas por las que debemos estar agradecidos y a expresar nuestra gratitud a los
demás.
2.- Aprender a
saborear lo bueno. Implica dedicar tiempo para apreciar las experiencias placenteras al menos
por unos segundos en lugar de apresurarnos a hacer otras cosas. De esta forma
estimulamos la química positiva en el cerebro y descargaremos la experiencia
positiva en nuestra memoria.
3.- Gestionar nuestra
conversación interior. El psicólogo Martin Seligman ha descubierto en sus
investigaciones que un patrón mental pesimista se desarrolla cuando explicamos nuestros
contratiempos en forma que los hace ser personales, omnipresentes y
permanentes. Por tanto, debemos aprender a hacer lo contrario.
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