jueves, 1 de octubre de 2020

¿QUÉ NOS HACE REALMENTE RESILIENTES?

 


Marcus Buckingham en hbr.org del pasado 29 de septiembre comenta que para responder a esta pregunta su equipo en ADP Research Institute  planteó la realización de dos estudios de campo. El primero se centró en la identificación de las fuentes de resiliencia y de las mejores preguntas para medirla y luego en proponer una serie de recomendaciones específicas para incrementar nuestra propia resiliencia y las de los que nos rodean.

El segundo ha sido un estudio global de la resiliencia en el mundo, realizando 10 preguntas clave sobre resiliencia a 25.000 trabajadores en 25 países, relacionadas con la crisis de Covid - 19. Los hallazgos principales del mismo son:

1.- Los niveles de resiliencia no están ligados al género, los hombres y mujeres en todo el mundo tienen casi exactamente los mismos niveles de resiliencia.

2.- La edad no parece ser un factor significativo.

3.- La raza o nacionalidad tampoco muestran correlaciones fuertes.

Existen, en cambio, dos movilizadores primarios de la resiliencia que son:

4.- La resiliencia es un estado reactivo de la mente creado por la exposición al sufrimiento. Las personas, en el estudio, que habían padecido Covid-19 o alguien de su círculo cercano, mostraban unos niveles más elevados de resiliencia  que las que no habían tenido relación con la enfermedad, independientemente de la efectividad o no de la respuesta de sus gobiernos a la pandemia. Cuanto más expuestos,  mayores son los niveles.

Este hecho parece sugerir que descubrimos nuestra resiliencia solo cuando nos vemos forzados a enfrentarnos un sufrimiento inevitable. Es entonces cuando vemos esa realidad y nos vemos a nosotros y a nuestra respuesta y es cuando vamos a encontrar la base de nuestra resiliencia. La realidad, casi siempre, es menos amenazante de lo que pensamos y la realidad de la enfermedad nos ayuda a conocer lo que somos capaces de hacer. Lo que nos fortalece.

5.- Cuanto más tangible es la amenaza más resilientes nos convertimos. En la encuesta se preguntaba a las personas si habían experimentado una lista de 11 posibles cambios en sus condiciones de trabajo como por ejemplo modificaciones en su horario laboral, despidos, incremento del uso de tecnología. El 96% de los encuestados respondió que había sufrido al menos uno de esos cambios y algunos hasta 5 o más. Éstos últimos mostraban una capacidad de resiliencia trece veces superior al resto. Por tanto, si se habían visto forzadas a asumir cambios significativos en sus condiciones de trabajo sus niveles de resiliencia se habían elevado.

Estos dos últimos resultados muestran que las personas no necesitamos que nos endulcen la realidad ya que funcionamos mejor cuando conocemos la realidad y que es más dañino y amenazante para nuestras mentes el pretender que la dura realidad no existe. Los líderes deben en lugar de suavizar la realidad ser sinceros y no tienen que apresurarse a volver a la normalidad en un esfuerzo por minimizar nuestros miedos y ansiedades. Por el contrario, deben describir con detalle cuál es la amenaza, cuales son los cambios que vamos a tener que afrontar en nuestras vidas y cómo éstos están diseñados para protegernos. Tienen que mostrarnos en la práctica cuál es la “nueva normalidad” y sus razones y confiar en que las personas van a descubrir cómo vivir  lo más felizmente y saludablemente dentro de esta “nueva normalidad”.

El estudio sugiere que es lo desconocido lo que nos asusta. Si conocemos la realidad tras las amenazas podremos revelar las verdaderas reservas de poder que tenemos.

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