Nina Simons en SmartBrief Leadership del pasado 5 de mayo plantea que si consideramos la diversidad del equipo frecuentemente estamos pensando en la raza, género y grupo étnico, pero que existen diferencias que son menos visibles en relación con la forma en que pensamos y nos comunicamos, que cuando son exploradas de forma consciente pueden incrementar la motivación, minimizar la rotación, aumentar la lealtad y la habilidad de los profesionales para colaborar, todo lo cual añade valor.
Dawna Markova, internacionalmente conocida por sus investigaciones sobre
aprendizaje y percepción, mantiene que el error más común que cometen los
líderes en las organizaciones es creer que las personas que piensan como ellos
son inteligentes, mientras que quienes no
lo hacen no lo son.
Markova describe distintas formas o sistemas que ilustran cómo las personas
pensamos y procesamos la información de forma diferente; lo que ella considera
diversidad intelectual. Destaca dos:
a).- Patrones
mentales . Describen cómo recibimos e integramos mejor la información
en tres ámbitos distintos de la comunicación: auditivo, visual y kinestésico.
Cada una de estas formas de percepción se relaciona con un campo diferente de
respuestas. Uno es nuestro pensamiento más centrado, el segundo es la forma en
que ordenamos la información y el tercero nuestra modalidad más abierta,
sensible y creativa.
Tener en cuenta estos patrones mentales puede ser útil, por ejemplo para
aprender cómo la diversidad intelectual influye en la forma en que cada miembro
del equipo recibe mejor una comunicación. Si un profesional prefiere que le llamen
por teléfono para escuchar las preguntas o información de viva voz para
procesarlas, debe ser el canal elegido o si prefiere leerlo entonces el medio
será distinto.
b).- Talentos
pensantes. Describen la
forma en que los individuos se aplican a su trabajo.
Combinando la neurociencia con las investigaciones de Gallup y de Ned Herrmann,
Markova y sus colaboradores han
desarrollado un sistema que ayuda a las personas a identificar sus fortalezas particulares. Cuando éstas son
capaces de utilizar sus mejores talentos innatos sienten más satisfacción por
su trabajo y sus organizaciones con frecuencia tienen más éxito.
Identificar nuestros talentos pensantes principales requiere ser consciente
de cuáles son nuestros dones naturales y qué actividades nos producen mayor
placer. Luego observamos cómo lo seleccionado incrementa nuestra energía y no la
agota.
Esta última fase de discernimiento es esencial porque nos muestra que
existen cosas que se nos dan bien pero que tememos hacer y, por tanto, consumen
nuestra energía y nunca la renuevan. Estas no son las cosas que debemos
perseguir, por lo que las debemos eliminar.
Los cuatro cuadrantes que forman todo el sistema son:
1.- El pensamiento analítico.
2.- El pensamiento innovador.
3.- El pensamiento relacional.
4.- El pensamiento procedimental.
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