Karin Hurt y David Dye en letsgrowleaders.com del pasado 21 de noviembre plantea que es fácil que la
verdadera gratitud se pierda en el remolino de programas de reconocimiento, cortesías
cotidianas y la presión para hacer más y mejor.
El progreso es bueno, la cortesía es vital y necesitamos reconocimiento,
pero no expresan verdadera gratitud-
La verdadera gratitud
comienza con una profunda humildad y nos
transforma. Pero muchos líderes creen que se limita a dar las gracias por, por
ejemplo, asistir a una reunión o entregar un informe; cortesías que son
importantes pero que no son gratitud. Asimismo, muchas organizaciones también
hace un buen trabajo con sus programas de reconocimiento formales, dedicando
tiempo a decidir quién merece un premio, una placa o una celebración. Estas
ceremonias pueden surgir de una profunda gratitud, pero no necesariamente ya
que con frecuencia se basan exclusivamente en números o rankings.
La gratitud está
ausente cuando, por ejemplo, un ejecutivo escucha una presentación y responde
inmediatamente con preguntas críticas sin tomar una pausa para considerar el
esfuerzo y las largas horas de pensamiento creativo que puede conllevar o el
líder de un equipo reconoce el progreso continuado del mismo pero no piensa en los profundos sacrificios personales que
pueden haber sido necesarios.
La verdadera gratitud comienza
cuando, como líderes, somos conscientes de que todos los demás son voluntarios,
ya que escogen si van a formar parte eficaz de nuestro equipo, si van a
participar, el nivel de esfuerzo que van a poner y lo bien que van a realizar
su rol. Cuando aceptamos esta verdad fundamental, que cada profesional es un
voluntario, cambiará nuestro liderazgo para siempre y cada acción y energía
empleada en un proyecto puede ser considerada como un regalo y nuestro estilo
de liderazgo pasa de la imposición a la
invitación, del control a la influencia y del miedo a la gratitud. Y lideraremos
para obtener lo mejor de las personas.
Cultivar la gratitud
nos abre oportunidades diarias para comunicar nuestro estímulo y genuino
agradecimiento a las personas por sus elecciones y contribuciones. Los autores
sugieren estas tres recomendaciones para maximizar estos momentos:
1.- Centrarse en las
personas, el proceso y los resultados. Por ejemplo:
a).- Persona: con
frecuencia frases como “te aprecio” son de las más ponderosas que podemos
decir.
b).- Proceso: podemos
decir “estoy muy agradecido por la forma en la que estás abordando este problema
y la diligencia con la que estás trabajando”.
c).- Resultado:
palabras como “¡Lo lograste¡ Estoy tan agradecido”
2.- Ser específico.
Hasta los líderes que son buenos expresando gratitud con frecuencia se centran
exclusivamente en lo que están agradecidos. Lo que han hecho los profesionales
es importante pero se incrementará el valor de nuestra gratitud si terminamos
la historia compartiendo por qué es importante. Por ejemplo: “Estoy agradecido
por el tiempo extra que has dedicado a ese cliente. Éste me ha llamado para
decirme lo importante que ha sido para él”.
3.- Mezclar el silencio
y el crecimiento. En ocasiones tiene sentido comenzar una conversación de
coaching con la expresión de gratitud. Por ejemplo, si alguien nos comenta
soluciones poco ortodoxas que no tienen sentido inmediato para nosotros ,
podemos comenzar la conversación con: “ Estoy agradecido por el trabajo que has
realizado en este proyecto y por las soluciones creativas que has planteado. Me
gustaría explorar cómo consideras que éstas pueden encajar en nuestras prioridades
estratégicas”.
Pero tenemos que
procurar que la gratitud vaya seguida de oportunidades de crecimiento. Demasiados
“estoy agradecido, y …..” en una conversación sin que no ocurra nada
posteriormente puede hacer que los demás piensen que nada de lo que hacen es
bueno. En ocasiones el agradecimiento seguido del silencio es más eficaz.
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