En la edición
de noviembre – diciembre de Harvard Business Review se plantea que muchos líderes
están preocupados porque piensan que el trabajo remoto e híbrido está minando
la cultura de sus organizaciones. Estas preocupaciones son en parte acertadas
ya que, por ejemplo, un estudio realizado en el presente año por Gartner ha
encontrado que solo el 25% de los trabajadores del conocimiento que prestan sus
servicios en remoto o con la modalidad híbrida se sienten conectados con la
cultura de su compañía.
Alexia Cambon,
principal autora de la investigación, opina que en lugar de considerar el
trabajo híbrido como una disrupción en la experiencia cultural, deben enfocarlo
como una oportunidad para crear una cultura diferente. Según Cambon la cultura se
puede evaluar en función de dos componentes:
a).- Alineamiento, que
significa que los empleados conocen la cultura y creen que es correcta para la
organización.
b).- Conexión, que
implica que se identifican y se preocupan por la cultura.
Antes de la pandemia
las organizaciones tendían a enfocar sus esfuerzos en relación con la cultura
en el alineamiento, confiando en que la conexión se produjese por osmosis. Los
líderes esperaban que en función de la forma en que los entornos laborales
estaban diseñados y decorados y de las interacciones frecuentes entre los
profesionales se originase una conexión emocional con la organización. Este enfoque
tiene sus limitaciones y es obviamente insuficiente en un mundo en el que se ha
reducido en un 65% el tiempo que los trabajadores pasan en oficinas desde la
pandemia.
Los investigadores
sugieren tres estrategias para incrementar la conexión entre los profesionales:
1.-
Pasar de difundir la cultura de los entornos laborales a hacerlo a través del
trabajo
Los directivos con
frecuencia se preocupan porque creen que la productividad de los trabajadores
en remoto va a sufrir debido a interrupciones y distracciones en los hogares. Pero,
ocurre lo contrario: las personas con frecuencia tiene más tiempo para realizar
un trabajo profundo y la productividad se dispara. Esto supone una oportunidad
valiosa para que los directivos instilen cultura a través de las tareas
cotidianas.
Los líderes deben comenzar
por auditar los procesos de trabajo de la organización para asegurarse de que
son compatibles con la cultura pretendida. Por ejemplo, si decimos que queremos
que la compañía sea innovadora, acelerada y mire hacia delante no podemos tener
metodologías burocráticas y los sistemas sufren constantes fallos técnicos.
Las organizaciones
deben, también, ayudar a sus profesionales a ver que su valor procede del
trabajo que realizan y no de su localización física.
2.-
Conectar a través de la proximidad emocional y no de la proximidad física
La idea de que las
interacciones dentro de las oficinas mantienen la cultura confunde la
proximidad física con la sensación más importante de proximidad emocional. La primera
implica solo estar en el mismo espacio que otro individuo, mientras que la
segunda implica ser importante para los
demás. Por ejemplo, una encuesta mostró que la proximidad emocional
incrementaba la conexión de los empleados con la cultura de su organización en
un 27%, mientras que la proximidad física no tenía ningún impacto.
Al mantener los empleados
en remoto y en trabajo híbrido menores interacciones en el lugar de trabajo,
éstas cuando se producen tienen un mayor impacto. Por esta razón es mayor la
necesidad de identificar y eliminar a los profesionales tóxicos, especialmente
aquellos que ocupan posiciones de influencia, así como evitar, dentro de lo
posible, las reuniones, salvo que sean verdaderamente imprescindibles. También,
es conveniente crear momentos de proximidad emocional al ayudar a los empleados
en remoto a que sean conscientes de cómo su trabajo conecta con la misión de la
empresa. Cuanto más sientan los trabajadores que sus contribuciones son
valiosas, más conectados se sentirán con la cultura de su organización.
3.-
Pasar de optimizar la cultura corporativa a promover microculturas
Las multinacionales
llevan tiempo enfrentándose al reto de crear fuertes culturas corporativas al
tiempo que permitían que prosperasen microculturas locales. Al separar el
trabajo híbrido las fuerzas laborales en células más autónomas las
organizaciones tienen que lograr un equilibrio. La investigación mencionada
sugiere que los líderes deben transferir algún tipo de control. Los encuestados
en el estudio comentaba que las experiencias a nivel de equipo incrementaban la
sensación de conexión mucho más que las iniciativas a nivel más global. Por
ejemplo DSM, una compañía holandesa de salud y nutrición considera a su cultura
como una flotilla de barcos pilotados de forma independiente, en lugar de como
si fuese un solo barco, facilitando una guía para navegar en la dirección
correcta, pero sin prescribir las normas y comportamientos a seguir en cada
barco.
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