domingo, 18 de junio de 2023

POR QUÉ NOS CUESTA PRESTAR ATENCIÓN

 


Johann Hari, en “Stolen focus. Why you can´t pay attention”, plantea que, en la actualidad, nuestra civilización parece que está llena de anhelos apremiantes que impiden que prestemos atención a las cosas que verdaderamente importan. Actividades que requieren algún tipo de concentración, como leer un libro, están en caída libre desde hace varios años.

Existen diversos factores que, las investigaciones científicas demuestran, intervienen en la capacidad de las personas para prestar atención. Numerosas evidencias muestran que estos factores han estado creciendo en las últimas décadas. Por ejemplo, un pequeño estudio investigó la frecuencia con la que los estudiantes universitarios estadounidenses prestaban atención de media a algo. Para ello los científicos pusieron un software de seguimiento en los ordenadores y monitorizaron lo que hacían en un día normal. Descubrieron que , de media, cada estudiante cambiaba de tarea cada 65 segundos y el tiempo medio que se concentraban en una cosa era de 19 segundos. Otra investigación realizada por Gloria Mark, profesora de informática en la Universidad de California – Irvine, encontró que el tiempo medio que un adulto se mantiene trabajando en una tarea en una oficina es de tres minutos.

Joel Nigg, uno de los principales expertos mundiales en problemas de atención en niños, cree que nos tenemos que empezar a preguntar si estamos creando una cultura de atención patológica, un entorno en el que centrarnos de forma sostenida en algo nos cuesta mucho.

Hari ha hallado fuertes evidencias de que nuestra decreciente capacidad para prestar atención no es un fallo primario de las personas sino que está fuertemente influenciada por una serie de poderosas fuerzas como las tecnológicas, que han terminado convirtiéndose en un problema sistémico, que solo se va a poder solucionar a largo plazo si las entendemos y colectivamente tratamos de que dejen de tener el impacto que tienen sobre nosotros.

Según el autor existen tres razones cruciales por las que es importante empezar a actuar para corregir esta situación:

a).- Una vida llena de distracciones está a nivel individual disminuida. Cuando somos incapaces de prestar la atención necesaria de forma sostenida , no vamos a poder lograr las cosas que queremos alcanzar. Por ejemplo deseamos pasar unas horas sin interrupciones con nuestro hijo pero miramos constantemente los correos para ver si nuestro jefe nos ha mandado algún mensaje. Un estudio realizado por Michael Posner de la Universidad de Oregon encontró que si nos estamos centrando en algo y nos interrumpen, nos va a costar de media 23 minutos volver a la situación de concentración previa.

b).- Esta fractura en la atención no solo nos causa problemas a nivel individual sino que está causando crisis a nivel de toda la sociedad. Como especie nos estamos enfrentando a una serie de problemas como el cambio climático y no estamos respondiendo adecuadamente. Una de las razones es que resolver grandes problemas necesita la concentración sostenida de muchas personas en los mismos durante mucho tiempo. La democracia requiere la habilidad de la población para prestar atención el tiempo suficiente para identificar los problemas reales, distinguirlos de las fantasías, ofrecer soluciones y responsabilizar a sus líderes si no los hacen frente. Si perdemos esta capacidad perdemos nuestra capacidad de formar parte de una sociedad que funcione bien. Las personas que no se centran se sienten atraídas por soluciones más simplistas y autoritarias y a no ser conscientes cuando éstas fallan. Un mundo lleno de ciudadanos faltos de atención que alternan entre Twitter y Snapchat será un mundo que se enfrente a crisis en cascada  que no se podrán gestionar.

c).- Si entendemos lo que está pasando podremos comenzar a cambiarlo.

Las fuerzas principales que están dañando nuestra atención son las siguientes:

I.- EL INCREMENTO EN LA VELOCIDAD, EL CAMBIO DE UNA ACTIVIDAD A OTRA Y EL FILTRADO

Sune Lehmann, profesor en la Universidad Técnica de Dinamarca, preocupado por la creciente pérdida de la capacidad para concentrarse, en colaboración con científicos de toda Europa , ha lanzado el mayor estudio científico realizado hasta la actualidad para responder a una pregunta clave: ¿Está reduciéndose de forma colectiva nuestra capacidad de atención?

Como primer paso prepararon un listado de fuentes de información para analizar. La primera y más obvia era Twitter, donde encontraron datos de los años transcurridos entre 2006, año de su lanzamiento, y 2014, año del comienzo del estudio. En Twitter era posible seguir cuáles eran los temas más habituales de discusión y el tiempo dedicado a ellos. Lo que encontró el equipo investigador es que en 2013 un tema podía mantenerse entre los cincuenta más comentados durante 17,5 horas y en 2016 solo 11,9 horas. Estos hallazgos sugieren que en esta plataforma se están acortando los tiempos en los que nos centramos en algo.

La investigación incluyó otras fuentes de datos: de  búsquedas en Google, de ventas de entradas de cine para saber cuánto tiempo seguimos yendo a una sala de cine después de que una película sea considerada un hit, Reddit para ver cuánto tiempo se mantenían los temas, etc. Todos los datos encontrados sugieren que con el paso del tiempo nos estamos centrando menos en cualquier tema individual ( la curiosa excepción es Wikipedia, donde el nivel de atención sobre un tema se mantiene constante. En casi todos los casos los datos analizados siguen el mismo patrón, por lo que Sune dice que “Podemos analizar distintos sistemas y vemos que en cada uno existe una tendencia hacia la aceleración, se consigue llegar al punto más alto de popularidad con más rapidez y luego a un descenso más rápido."

El estudio ha puesto también de manifiesto que aunque internet ha acelerado rápidamente la tendencia no es la única causa del declinar de la capacidad de mantener atención. Una de ellas es que existe más información en la actualidad y en consecuencia  estamos desbordados por la cantidad de información que nos llega.  El Dr.Martin Hilbert de la Universidad del Sur de California y la Dra. Priscilla López de la Universidad Abierta de Cataluña han estudiado este fenómeno y han encontrado que en 1986  si sumábamos toda la información ofrecida al ser humano medio, procedente de televisión, radio, lecturas, se podía considerar que equivalían a la información recogida en 40 periódicos cada día. En 2007 había ascendido a 174 periódicos por día. El incremento en el volumen de información es lo que está creando la sensación de que el mundo se está acelerando.

Este exceso nos está agotando y nos lleva a sacrificar la profundidad con la que analizamos los temas. La profundidad requiere tiempo y reflexión.

El estudio de Sune es pionero, por lo que solo facilita una pequeña base de evidencia, pero al profundizar en el tema Hari ha encontrado dos áreas relacionadas de investigaciones científicas que sirven para entender mejor la situación.

La primera, curiosamente, procede de los estudios que investigan si realmente podemos leer más deprisa. Éstos han hallado que si se puede hacer , pero tiene un coste. Mayor rapidez implica menor comprensión de lo que leemos. Existe un límite en relación con la rapidez que los humanos podemos absorber información y tratar de quebrar esa berrera solo interfiere negativamente en la capacidad de nuestro cerebro de entender dicha información.

Existe una segunda forma por medio de la cual los científicos han aprendido como esta aceleración de la sociedad está afectando a nuestra atención. Consiste en analizar lo que pasa con nuestra capacidad de concentración, no cuando aceleramos, sino cuando la enlentecemos. Uno de los principales expertos en el tema, Guy Claxton, ha estudiado lo que ocurre con nuestra capacidad de centrarnos cuando nos dedicamos a efectuar prácticas con lentitud, tales como el yoga, tai chi o meditación. Ha mostrado que mejoran mucho la capacidad de prestar atención. Claxton explica que si vamos muy deprisa sobrecargamos nuestras habilidades y terminan degradándose, pero que cuando nos movemos a un ritmo compatible con la vida humana, y lo convertimos en una rutina diaria, comenzamos a entrenar nuestra atención y concentración. La lentitud nutre la atención y la rapidez la destroza.

El problema está en que, como mantiene el profesor Earl Miller, ganador de varios de los principales premios en el campo de la neurociencia a nivel mundial, no hemos reconocido nuestras limitaciones y hemos caído en masa en un estado de gran engaño y alucinación.

Según Miller existe un hecho clave que todos los seres humanos tenemos que comprender y es que nuestra mente consciente solo puede producir uno o dos pensamientos a la vez. Pero en lugar de eso hemos creado el mito de que podemos pensar  3, 5 o 10 cosas a la vez, por el que pensamos que podemos realizar varias tareas a la vez (multitasking). Este cambio constante de una actividad a otra degrada nuestra capacidad de concentración y nuestro desempeño se resiente, cometemos más errores y terminamos siendo menos creativos.

La creatividad se resiente porque los nuevos pensamientos y las innovaciones vienen de nuevas conexiones que crea nuestra mente en relación con lo que hemos visto, oído y escuchado. A nuestra mente si  le ofrecemos tiempo sin distracciones le ofrecemos la oportunidad de pensar automáticamente en todo lo que ha absorbido  y comenzará a trazar  nuevas conexiones entre todo lo que ha aprendido. Este proceso es inconsciente pero es la forma en la que surgen las nuevas ideas al ser conscientes de que dos pensamientos que pensábamos que no mantenían ninguna relación, de repente la tienen. Pero si empleamos gran cantidad de ese tiempo de procesamiento en cambiar de tarea y corregir errores le estamos ofreciendo al cerebro menos oportunidades  de seguir las conexiones asociativas a nuevos lugares y de tener pensamientos verdaderamente creativos y originales.

Otro efecto que se produce al realizar dos tareas al tiempo es que posteriormente se recuerdan peor que si solo hacemos una. Esto parece ser que ocurre porque convertir nuestras experiencias en memorias conlleva energía mental y espacio y si estamos empleando nuestra energía para cambiar de tarea rápidamente recordaremos menos y aprenderemos menos.

Las investigaciones de Gloria Marks, de la Universidad de California  Irvine, como hemos comentado, han encontrado que el trabajador estadounidense de media se distrae una vez cada tres minutos. Otro estudio ha hallado que la mayoría de los profesionales que trabajan en oficinas nunca consiguen tener una hora de trabajo ininterrumpido al día.

Las evidencias como sostiene Miller son claras, no existe alternativa, si queremos hacer las cosas bien debemos centrarnos en solo una cosa a la vez.  Para aprender a concentrarnos debemos separarnos durante cada vez periodos más largos de tiempo de nuestras fuentes de distracción.

Nuestras mentes no solo están sobrecargadas por la necesidad de cambiar y volver  rápidamente de actividades, también por la necesidad de filtrar la información que nos llega al tiempo. Esta tarea corresponde a la corteza prefrontal y dada la gran cantidad de estímulos que recibe, como el exceso de ruido ambiental, cada vez tiene más difícil lograr controlar las distracciones, encontrándose desbordada e incapaz de realizar bien su función de selección.

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